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Críticas ordenadas por utilidad
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6,2
1.804
7
14 de septiembre de 2008
14 de septiembre de 2008
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Prométeme”, es puro Kusturica: Tsane, un joven pueblerino, viaja a Sarajevo con su vaca Cvetka a fin de cumplir las tres promesas que le ha hecho a su abuelo moribundo: Vender la vaca, comprar un icono y conseguir una esposa. Una cinta excéntrica, pintoresca, divertida, visualmente imponente, audaz en su desarrollo, y a la vez con un trasfondo absolutamente irónico, en el que se ríe descaradamente de los tópicos del capitalismo, de las potencias mundiales, de la Unión Europea y hasta de las controversias futboleras, dando una colleja política en más de una ocasión a la vieja Europa por su papel en la reciente guerra balcánica y, como no, al árbitro mundial, EEUU, cuando (a modo de ejemplo) en una escena entre dos mafiosos uno de ellos le dice al otro: “Hitler invadió Polonia por odio; ahora, las invasiones y las guerras se hacen por compasión”.
Durante toda la película está omnipresente la música, mezcla de folclore, ritmos gitanos, punk y jazz; trabajo a cargo de su hijo, Stribor Kusturika, habitual colaborador de su padre en este terreno. La banda sonora martillea al espectador mientras la cinta es un sin parar de personajes a cual mas extravagante, como si estuviesen sacados de un cómic caricaturesco o de una película de Jeunet (algunos recuerdan bastante la estética de “Delicatessen”).
Recomiendo a los que vayáis a verla y no conozcáis nada de Kusturica, lo hagáis cuando estéis de buen humor, con ganas de ver una cinta diferente, colorida, disparatada, procaz y frenética. Porque depende mucho del estado de ánimo del espectador para que resulte una propuesta hilarante y muy original, o dos horas de humor tedioso (por lo excesivo) a los que haya que añadir el torpedeo constante del folclorismo musical. Los que conozcáis ya su cine, no encontraréis mucho de nuevo en este último trabajo: La excentricidad de los personajes de “Gato negro, gato blanco”, la acidez humorística de “Underground”, el frenesí narrativo de “La vida es un milagro” o la brillante dirección de “El tiempo de los gitanos”: Un compendio de todo Kusturica empaquetado en dos horitas de bonito cuento.
Personalmente, no sólo me ha encantado, sino que me parece uno de sus mejores legados; sin embargo, mi acompañante, quien no había visto nada hasta ahora del cineasta, ha prometido venganza… (Puerta de Babel)
Durante toda la película está omnipresente la música, mezcla de folclore, ritmos gitanos, punk y jazz; trabajo a cargo de su hijo, Stribor Kusturika, habitual colaborador de su padre en este terreno. La banda sonora martillea al espectador mientras la cinta es un sin parar de personajes a cual mas extravagante, como si estuviesen sacados de un cómic caricaturesco o de una película de Jeunet (algunos recuerdan bastante la estética de “Delicatessen”).
Recomiendo a los que vayáis a verla y no conozcáis nada de Kusturica, lo hagáis cuando estéis de buen humor, con ganas de ver una cinta diferente, colorida, disparatada, procaz y frenética. Porque depende mucho del estado de ánimo del espectador para que resulte una propuesta hilarante y muy original, o dos horas de humor tedioso (por lo excesivo) a los que haya que añadir el torpedeo constante del folclorismo musical. Los que conozcáis ya su cine, no encontraréis mucho de nuevo en este último trabajo: La excentricidad de los personajes de “Gato negro, gato blanco”, la acidez humorística de “Underground”, el frenesí narrativo de “La vida es un milagro” o la brillante dirección de “El tiempo de los gitanos”: Un compendio de todo Kusturica empaquetado en dos horitas de bonito cuento.
Personalmente, no sólo me ha encantado, sino que me parece uno de sus mejores legados; sin embargo, mi acompañante, quien no había visto nada hasta ahora del cineasta, ha prometido venganza… (Puerta de Babel)

6,5
631
4
22 de junio de 2009
22 de junio de 2009
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relato contundente, radiografía dura y demoledora que no incurre en el melodrama lacrimógeno, hecha con ritmo pausado pero con suficiente sensibilidad, logra adentrarse en cada uno de los personajes y transmitir de forma más que correcta sus contradicciones y sus sentimientos. Y al tiempo que lo hace, nos ofrece un buen retrato de algún que otro asunto latente en la sociedad contemporánea, de la hipocresía, insolidaridad e individualismo frente a los débiles o enfermos cuando ya no cumplen un papel social activo, de los grandes contrastes todavía existentes entre el medio urbano industrializado y el rural y, como no, de la relaciones generacionales siempre conflictivas que, en este caso, se resuelven mediante un extraña pero positiva sintonía entre la abuela, excelentemente interpretada, y el nieto, un adolescente que todavía no ha encontrado su rumbo, con una interpretación menos brillante, aunque aceptable.
Pero la película fracasa a la hora de abordar los temas con pulso y ritmo narrativo suficientes. Insiste machaconamente durante casi dos horas en la misma idea, a base de hacer pasar a la abuela por la casa de los tres hermanos y posteriormente regresándola al pueblo con el nieto, para decir una y otra vez lo mismo, sin avanzar hacia ninguna parte. Y lo que durante la primera media hora resulta interesante, decae en la segunda; hacia mitad del film miradas al reloj y cambios de postura en la butaca porque no se nos ha contado absolutamente nada desde hace demasiado tiempo y no se ha ofrecido otra cosa que reiteración en los aspectos más grises de la realidad humana. Y la sensación que queda es la de haber asistido a una buena radiografía de personajes, tal vez demasiado apagados, intrincados, ásperos, y a un retrato de la vejez que no por su obstinada sensibilidad deja de caer en el exceso enfático sobre un mundo observado desde cierta óptica exageradamente triste y amarga. (Puerta de Babel)
Pero la película fracasa a la hora de abordar los temas con pulso y ritmo narrativo suficientes. Insiste machaconamente durante casi dos horas en la misma idea, a base de hacer pasar a la abuela por la casa de los tres hermanos y posteriormente regresándola al pueblo con el nieto, para decir una y otra vez lo mismo, sin avanzar hacia ninguna parte. Y lo que durante la primera media hora resulta interesante, decae en la segunda; hacia mitad del film miradas al reloj y cambios de postura en la butaca porque no se nos ha contado absolutamente nada desde hace demasiado tiempo y no se ha ofrecido otra cosa que reiteración en los aspectos más grises de la realidad humana. Y la sensación que queda es la de haber asistido a una buena radiografía de personajes, tal vez demasiado apagados, intrincados, ásperos, y a un retrato de la vejez que no por su obstinada sensibilidad deja de caer en el exceso enfático sobre un mundo observado desde cierta óptica exageradamente triste y amarga. (Puerta de Babel)

5,5
307
5
14 de septiembre de 2008
14 de septiembre de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de diez años sin estreno alguno en España, Hal Hartley regresa con una secuela de su alabado film “Henry Fool“(1997), que se proyecta en nuestro país dos años después de su realización. Unas supuestas confesiones en forma de diario escritas por el citado Henry, que constituyen una amenaza para la seguridad de los EEUU, son el hilo conductor que compone el rompecabezas en el que navegan sus personajes. Fay es ahora la atormentada madre del hijo de Henry y pieza clave del film, al ser la única heredera a la que corresponde la propiedad de los cuadernos, hecho que la llevará a verse inmersa en una rocambolesca trama internacional de espionaje por parte de diversos países a la caza y descifre del contenido de lo escrito por Henry.
Sobre estos pilares, Hartley elabora un producto bastante entretenido y a la vez con momentos realmente divertidos, a caballo entre el thriller y la comedia pura, claramente revelador de las contradicciones sociales, y también políticas, que conforman la pérdida de esa seguridad a la que se habían bien acostumbrado los norteamericanos (y que vino marcada por la amenaza que supuso el atentado del 11-S), añadiendo a todo ello su especial toque personal, entre lo indie y lo underground, para dibujar con su acidez crítica la presencia casi omnipresente de los intereses norteamericanos en las diversas partes del mundo, rodeados de un bamboleo de espías, agentes, terroristas e insurgentes de países varios que conforman el espejo de las tensiones y aspiraciones de ese su mundo gobernado por los intereses de sólo unos pocos.
Pero, pero… Si bien Fay Grim nos deja entrever algunos lugares habituales de su anterior filmografía, se echan de menos demasiadas cosas en esta nueva andadura: los diálogos sencillos (a la par sugestivos) y tan geniales que componen el estudio humano de los personajes (muy logrados en “Henry Fool”), las texturas emocionales seductoras y absorbentes… Sobre todo, el retrato concienzudo de la complejidad de unos personajes con la piel pegada a la trama; trama que, por más que en “Fay Grim” trate de ponerle el turbo, desemboca en muchas ocasiones en lo ininteligible y otras en la verborrea fútil; un intento arduo para sorprender al espectador, pero sin lograrlo. La película no está exenta de momentos divertidos, Pero, amén de estos momentos, la acción se pierde entre lo embrollado y lo desmedido, quedando el conjunto en un buen ejercicio de estilo, que adolece del magnetismo al que acostumbra Hartley y, lamentablemente, vacio. (Puerta de Babel)
Sobre estos pilares, Hartley elabora un producto bastante entretenido y a la vez con momentos realmente divertidos, a caballo entre el thriller y la comedia pura, claramente revelador de las contradicciones sociales, y también políticas, que conforman la pérdida de esa seguridad a la que se habían bien acostumbrado los norteamericanos (y que vino marcada por la amenaza que supuso el atentado del 11-S), añadiendo a todo ello su especial toque personal, entre lo indie y lo underground, para dibujar con su acidez crítica la presencia casi omnipresente de los intereses norteamericanos en las diversas partes del mundo, rodeados de un bamboleo de espías, agentes, terroristas e insurgentes de países varios que conforman el espejo de las tensiones y aspiraciones de ese su mundo gobernado por los intereses de sólo unos pocos.
Pero, pero… Si bien Fay Grim nos deja entrever algunos lugares habituales de su anterior filmografía, se echan de menos demasiadas cosas en esta nueva andadura: los diálogos sencillos (a la par sugestivos) y tan geniales que componen el estudio humano de los personajes (muy logrados en “Henry Fool”), las texturas emocionales seductoras y absorbentes… Sobre todo, el retrato concienzudo de la complejidad de unos personajes con la piel pegada a la trama; trama que, por más que en “Fay Grim” trate de ponerle el turbo, desemboca en muchas ocasiones en lo ininteligible y otras en la verborrea fútil; un intento arduo para sorprender al espectador, pero sin lograrlo. La película no está exenta de momentos divertidos, Pero, amén de estos momentos, la acción se pierde entre lo embrollado y lo desmedido, quedando el conjunto en un buen ejercicio de estilo, que adolece del magnetismo al que acostumbra Hartley y, lamentablemente, vacio. (Puerta de Babel)

5,6
2.569
9
16 de mayo de 2009
16 de mayo de 2009
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Génova” es el viaje a la ciudad italiana de lo que queda de una familia que accidentalmente ha perdido una pieza angular: la madre. Es la búsqueda de la reconciliación con el mundo de un hombre, también con él mismo, el remontar de tres personas que, de distinto modo, viven el drama de la pérdida. Toda ella es una concienzuda descripción psicológica de esos personajes que carece del esperado guión con trama y desenlace, porque “Génova” es como asomarnos a través de una pequeña ventana a la vida cotidiana de las personas, tal cual, sin demasiados artificios, enfatizada no tanto por los diálogos o construcciones del guión ausente como por los pequeños detalles que hay en sus gestos, en las miradas y en los silencios que intercambian de manera constante. Y cada uno lo hace a su manera: él, mediante su nuevo trabajo, su vieja amiga y sus recientes pupilos; la joven, con el despertar a la adolescencia y la niña llevando a cuestas el espectro recurrente de su madre desaparecida. Es la manera de capturar y retratar los sentimientos y las actitudes, la culpa y el dolor tras la ausencia, sin necesidad de ser explícitos ni de recurrir al drama lacrimógeno de mal gusto, con una naturalidad y veracidad fuera de cualquier duda aunque la mayoría de veces se haga mediante los gestos o unas contadas miradas. El bellísimo paisaje de Génova, su casco antiguo, sus playas, su historia o su arte se funden con las vivencias en un muestrario alejado de cualquier prejuicio, abierto, para que observemos y extraigamos nuestras propias reflexiones, nunca exentas de tristeza y de, en alguna medida, frustraciones siempre llenas de esperanzas. Valientes o temerosos, íntegros o cobardes, conformistas o rebeldes, los personajes no son sino un puñado de seres humanos haciendo frente a lo que les toca vivir. Y sorprende, mucho, el acercamiento a esa humanidad exento de hilo argumental que nos conduzca a ninguna parte, sólo con su cámara en mano, su intuitiva estética y un soberbio montaje a modo de collage de esos pequeños retazos de vida aquí retratados. Para mí, una película enorme, pocas veces me he podido identificar con un contenido sin sentirme en alguna medida invadida o atropellada. A lo mejor, si la vuelvo a ver le encuentro hasta defectos, pero recién vista y en caliente, la palabra más acertada que me sale para calificarla es… impresionante.

5,8
12.711
7
8 de septiembre de 2008
8 de septiembre de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya nos tiene acostumbrados Anderson en sus anteriores trabajos (El Maquinista, Sessión 9), su capacidad para sorprender al espectador y de enmarañar las situaciones a partir de un guión en principio bastante simple, resulta ser el punto fuerte del film que, a pesar de sus casi dos horas de duración, se desenvuelve con agilidad y sin cansar en ningún momento gracias al cóctel de misterio, asesinatos, tráfico de drogas, traiciones, terror y deseos que con sorprendente habilidad ofrece Anderson en casi todos sus films, en los que sabe transmitir muy bien al espectador esas sensaciones de angustia y misterio cuyo objeto es mantener la intriga y la tensión a lo largo de la película. El resultado es una cinta más que correcta al igual que lo fueron sus anteriores trabajos; trayectoria que va convirtiendo a Anderson en un director muy a tener en cuenta en el panorama cinéfilo actual, y a Transsiberian (sin ser una obra maestra), en una buena película, quizás de lo mejor que se estrenará este no demasiado prolífico año para el cine.
En la desenvoltura argumental de Anderson y en el trabajo de los actores residen los puntos fuertes de Transsiberian; una película que nuevamente se mueve en el género del suspense, aunque propuesta como thriller, tocando también la intriga policial, el drama y algunos atisbos del género de terror. Sin duda alguna, la historia es lo mejor de la película. Un argumento en principio nada complejo pero que a lo largo de los minutos el director sabe manejar con buen pulso para sorprendernos en numerosas ocasiones, a pesar de que el broche sea un final un tanto predecible. Entre los actores, destaca el papel del inspector ruso de policía Ian, fantástico trabajo a cargo de Ben Kingsley, que es sin duda la mejor interpretación en la película. (Puerta de Babel)
En la desenvoltura argumental de Anderson y en el trabajo de los actores residen los puntos fuertes de Transsiberian; una película que nuevamente se mueve en el género del suspense, aunque propuesta como thriller, tocando también la intriga policial, el drama y algunos atisbos del género de terror. Sin duda alguna, la historia es lo mejor de la película. Un argumento en principio nada complejo pero que a lo largo de los minutos el director sabe manejar con buen pulso para sorprendernos en numerosas ocasiones, a pesar de que el broche sea un final un tanto predecible. Entre los actores, destaca el papel del inspector ruso de policía Ian, fantástico trabajo a cargo de Ben Kingsley, que es sin duda la mejor interpretación en la película. (Puerta de Babel)
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