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5,4
18.146
6
12 de marzo de 2016
12 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
O dicho de otra manera, que no es cosa mayor. Ya vale de parafrasear a grandes literatos del siglo XXI por hoy. Lo que quería decir con esta versión cinéfila de una de las grande citas célebres de nuestro pontevedrés non grato favorito es que, si por algo se han caracterizado los hermanos Coen en todo este tiempo, además de por ser muy grandes, es por su irregularidad. Son unos directores (vamos a considerarlos a ambos como tales, ya que en esta última película y en alguna que otra más firman ambos la dirección, aunque normalmente lo suele hacer solo Joel) que se atreven con todo, y siempre cumplen, a veces de forma sobresaliente y otras ya bastante más justos.
Me considero seguidor de su cine, me he visto toda su filmografía y he disfrutado con bastantes de sus películas, de ahí mis ganas de que se estrenase Hail, Caesar! (2016). En la sala había bastante gente (y eso que Deadpool ya estaba en cartelera), lo cual quiere decir que no soy el único que los tiene en gran estima, y merecido que se lo tienen. Aunque todas sus películas están impregnadas de su característico humor negro e irónico, en mayor o menor medida, si recordamos algunas de sus comedias más célebres nos vienen a la mente El Gran Lebowski (1998), O Brother (2000) o Quemar después de leer (2008), por ejemplo. Imagino las expectativas bastante altas, ¿no?
Pues como decía antes, a veces cumplen sobradamente, y otras no tanto, y en este caso nos encontramos con la segunda opción. Lejos de ser una mala película, creo que no la pondría en un TOP 10 de sus mejores obras. Es lo que tiene ser uno de los grandes directores de las últimas décadas, que se pueden permitir hacer las películas que quieran por pura diversión y que a quien más ilusión le hace, es a ellos mismos. Como cinéfilos que son, se proponen crear un peculiar y divertido retrato del Hollywood de los años 50 y 60, la conocida como Época Dorada del cine americano. Y en parte lo consiguen, ya que hay múltiples situaciones cómicas, irónicas e irreverentes. Pero a todos estos adjetivos añadiría uno más: dispersas.
Y es que eso es lo que tiene hacer un retrato tan amplio, que inicias muchas y diversas líneas narrativas que después carecen de importancia en la trama principal y que pasan casi sin pena ni gloria por la pantalla. El metraje no llega a las 2 horas y hay más de 20 personajes que intervienen con más o menos importancia en la trama. Así es complicado crear una unidad, algo compacto y sin fisuras. El resultado es algo así como un collage de situaciones bizarras (algunas mucho, creedme) con una ligera cohesión, que es básicamente el gran estudio cinematográfico (Capital Pictures Studios) para el que trabajan casi todos los personajes.
Y hablando de los personajes, como ya dije antes, son muchos en poco tiempo. Y es que además los hermanos Coen (o quien se ocupe de estas cosas) fueron un poco tramposos de más, ya que si miramos el cartel de la película vemos cinco conocidísimas caras: Channing Tatum, George Clooney, Josh Brolin, Scarlett Johansson y Johan Hill. De esos cinco, solo dos son principales y de los tres que quedan, dos salen como mucho 5 minutos en pantalla (destripados en tráiler, dicho sea de paso). Y el que queda, pues un poco más. Quién es quién, eso ya es cosa vuestra.
En resumen, con todos estos pequeños apuntamientos tampoco quiero crear una impresión negativa sobre Hail, Caesar!, ni mucho menos, ya que como mencioné al principio no me pareció una mala película. Pero tampoco buena. Y más viniendo de quien viene, que son palabras mayores, o dicho de otra manera, no son palabras menores. Lo siento. Bromas aparte, la sensación que me llevo es que los Coen han pintado un cuadro bien hecho y bastante divertido, pero que como todo cuadro, le falta profundidad.
Me considero seguidor de su cine, me he visto toda su filmografía y he disfrutado con bastantes de sus películas, de ahí mis ganas de que se estrenase Hail, Caesar! (2016). En la sala había bastante gente (y eso que Deadpool ya estaba en cartelera), lo cual quiere decir que no soy el único que los tiene en gran estima, y merecido que se lo tienen. Aunque todas sus películas están impregnadas de su característico humor negro e irónico, en mayor o menor medida, si recordamos algunas de sus comedias más célebres nos vienen a la mente El Gran Lebowski (1998), O Brother (2000) o Quemar después de leer (2008), por ejemplo. Imagino las expectativas bastante altas, ¿no?
Pues como decía antes, a veces cumplen sobradamente, y otras no tanto, y en este caso nos encontramos con la segunda opción. Lejos de ser una mala película, creo que no la pondría en un TOP 10 de sus mejores obras. Es lo que tiene ser uno de los grandes directores de las últimas décadas, que se pueden permitir hacer las películas que quieran por pura diversión y que a quien más ilusión le hace, es a ellos mismos. Como cinéfilos que son, se proponen crear un peculiar y divertido retrato del Hollywood de los años 50 y 60, la conocida como Época Dorada del cine americano. Y en parte lo consiguen, ya que hay múltiples situaciones cómicas, irónicas e irreverentes. Pero a todos estos adjetivos añadiría uno más: dispersas.
Y es que eso es lo que tiene hacer un retrato tan amplio, que inicias muchas y diversas líneas narrativas que después carecen de importancia en la trama principal y que pasan casi sin pena ni gloria por la pantalla. El metraje no llega a las 2 horas y hay más de 20 personajes que intervienen con más o menos importancia en la trama. Así es complicado crear una unidad, algo compacto y sin fisuras. El resultado es algo así como un collage de situaciones bizarras (algunas mucho, creedme) con una ligera cohesión, que es básicamente el gran estudio cinematográfico (Capital Pictures Studios) para el que trabajan casi todos los personajes.
Y hablando de los personajes, como ya dije antes, son muchos en poco tiempo. Y es que además los hermanos Coen (o quien se ocupe de estas cosas) fueron un poco tramposos de más, ya que si miramos el cartel de la película vemos cinco conocidísimas caras: Channing Tatum, George Clooney, Josh Brolin, Scarlett Johansson y Johan Hill. De esos cinco, solo dos son principales y de los tres que quedan, dos salen como mucho 5 minutos en pantalla (destripados en tráiler, dicho sea de paso). Y el que queda, pues un poco más. Quién es quién, eso ya es cosa vuestra.
En resumen, con todos estos pequeños apuntamientos tampoco quiero crear una impresión negativa sobre Hail, Caesar!, ni mucho menos, ya que como mencioné al principio no me pareció una mala película. Pero tampoco buena. Y más viniendo de quien viene, que son palabras mayores, o dicho de otra manera, no son palabras menores. Lo siento. Bromas aparte, la sensación que me llevo es que los Coen han pintado un cuadro bien hecho y bastante divertido, pero que como todo cuadro, le falta profundidad.

6,4
48.892
7
18 de enero de 2015
18 de enero de 2015
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de Clint Eastwood. Las expectativas siempre están altas. En mi caso, no me ha decepcionado. Más o menos me he encontrado lo que esperaba: un buen filme bélico que pecaría de tópico y patriota en algunas ocasiones. Y así ha sido.
Es complicado, por no decir casi imposible, hacer una película del género bélico-propagandístico sin caer en tópicos. Y Eastwood otra cosa no, pero es bastante tópico. El filme avanza bien, de forma entretenida, y van ocurriendo cosas relativamente esperables. De vez en cuando te sorprende algún giro, alguna situación que no veías venir, algo que se aleja de lo que normalmente se haría.
La película cuenta con imágenes realmente poderosas y momentos verdaderamente tensos. Sobre todo destacar estos últimos, ya que me parece el punto fuerte de la obra. A la labor de Eastwood no se le puede reprochar que no sea buena, pero sí poco original. Carece de personalidad, y aunque tiene algunos momentos notables, muchos otros nos pueden recordar a cualquier película del género dirigida por cualquier don nadie "made in" Hollywood. Y todos sabemos que Eastwood no es un don nadie.
Me llamaron la atención ciertos recursos muy bien llevados: esa rivalidad entre francotiradores, esos tormentosos sonidos de taladro en la mente del protagonista, las llamadas en mitad de la guerra... Pero lo dicho, por muy buen cineasta que seas, si haces lo que todo, tu película no va a destacar. No profundiza en muchos aspectos, se queda en lo básico, en lo superficial (árabes malos, americanos buenos). Mi 7 se justifica en que como película del género bélico me ha gustado, me ha entretenido y me ha mantenido tenso en muchas ocasiones. Pero ese tufillo patriota de fondo no desaparece en toda la obra, y hay momentos en los que llega a apestar. No es nada nuevo, todos sabemos la ideología del bueno de Clint, y en este tipo de películas sobresale mucho más. En mi situación es muy difícil comprender muchas de las cosas que pasan (elevar a la altura de héroe a alguien por asesinar a más de un centenar de personas, por ejemplo) pero, como dice el refrán, la cabra siempre tira al monte. Y Clint al patriotismo.
Es complicado, por no decir casi imposible, hacer una película del género bélico-propagandístico sin caer en tópicos. Y Eastwood otra cosa no, pero es bastante tópico. El filme avanza bien, de forma entretenida, y van ocurriendo cosas relativamente esperables. De vez en cuando te sorprende algún giro, alguna situación que no veías venir, algo que se aleja de lo que normalmente se haría.
La película cuenta con imágenes realmente poderosas y momentos verdaderamente tensos. Sobre todo destacar estos últimos, ya que me parece el punto fuerte de la obra. A la labor de Eastwood no se le puede reprochar que no sea buena, pero sí poco original. Carece de personalidad, y aunque tiene algunos momentos notables, muchos otros nos pueden recordar a cualquier película del género dirigida por cualquier don nadie "made in" Hollywood. Y todos sabemos que Eastwood no es un don nadie.
Me llamaron la atención ciertos recursos muy bien llevados: esa rivalidad entre francotiradores, esos tormentosos sonidos de taladro en la mente del protagonista, las llamadas en mitad de la guerra... Pero lo dicho, por muy buen cineasta que seas, si haces lo que todo, tu película no va a destacar. No profundiza en muchos aspectos, se queda en lo básico, en lo superficial (árabes malos, americanos buenos). Mi 7 se justifica en que como película del género bélico me ha gustado, me ha entretenido y me ha mantenido tenso en muchas ocasiones. Pero ese tufillo patriota de fondo no desaparece en toda la obra, y hay momentos en los que llega a apestar. No es nada nuevo, todos sabemos la ideología del bueno de Clint, y en este tipo de películas sobresale mucho más. En mi situación es muy difícil comprender muchas de las cosas que pasan (elevar a la altura de héroe a alguien por asesinar a más de un centenar de personas, por ejemplo) pero, como dice el refrán, la cabra siempre tira al monte. Y Clint al patriotismo.

7,3
65.943
8
27 de enero de 2016
27 de enero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como de costumbre, voy a empezar rajando de la traducción del título. The Hateful Eight es un título a mi entender maravilloso, porque además de estar fuertemente relacionado con la trama y de ser muy sonoro, permite ese bello juego de palabras de cambiar Hateful por h8ful, lo que nos recuerda que casualmente es la octava película de su director. Pues bueno, ya que deciden traducirlo (que no hacía falta), pues que lo hagan bien: Los Odiosos Ocho. A ver, ¿desde cuándo en castellano se pone el adjetivo antes del nombre? Qué cabreo.
En fin, tenía que soltarlo, que sino reventaba. Por suerte, pude verla en versión original, a mi parecer imprescindible en todas las películas, y más en esta. Eso sí, no la pude ver en los gloriosos y famosos 70mm. El caso, vamos a lo que vamos. Tarantino sabe que es Tarantino y qué es ser Tarantino, por eso en esta película, como digo en el título, es más Tarantino que nunca. Si creéis que he agotado la palabra "Tarantino", estáis muy equivocados. Decía que en esta su octava película nos encontramos a un Tarantino totalmente desatado, con la libertad a la que nos tiene acostumbrados y, por supuesto, el estilo de siempre. "Es que Tarantino solo sabe hacer lo de siempre...", puede, pero lo hace mejor que nadie. Nuestro querido Quentin nunca fue un hombre al que le gustase cambiar mucho: ni de actores, ni de duración del metraje, ni de estructura, ni del tema de la violencia o el racismo y, por supuesto, de estilo. Decía Hitchcock que el estilo es solo autoplagiarse a uno mismo, y razón no le faltaba.
Ya que estamos con citas, seguimos: decía la crítica de cine Desirée de Fez que la evolución de Tarantino como director no pasaba por la ruptura, sino por el perfeccionamiento. Es decir, su intención es que su estilo siempre sea el mismo, pero cada vez mejor. Personalmente, creo que en la segunda mitad del filme el director norteamericano alcanza las cotas más altas de su cine. 100% tarantiniano. No digo que la otra mitad no sea digna o propia de él, sino que es de inferior calidad o, al menos, de menos espectacularidad. Son lujos que solo se pueden permitir unos pocos.
En Hateful nos encontramos una historia cocinada a fuego lento, muy lento, tanto que parece que el fuego no está encendido y, con toda la nieve que hay en pantalla, nos deja un poco fríos. Al llegar los personajes a la cabaña, con la lumbre de la chimenea de fondo, la cosa empieza a coger calorcillo. Y es ahí, cuando ya estamos cómodos, cuando Tarantino echa toda la leña al fuego. Y cuando digo toda, es toda. Golpes, tiros, violencia, sangre, insultos, violencia, veneno, cuchillos, violencia... Y un poco más de violencia.
Hablando sobre la violencia, decía el propio Tarantino que si vas a ver una película suya, sabes que va a haberla; que es como si vas a un concierto de Metallica y les pides que bajen el volumen. Más razón que un Santo. Quentin también sabe que la banda sonora es del eterno Ennio Morricone, por eso le deja tiempo y espacio para lucirse. Siendo honestos, el filme dura 3 horazas porque así lo quiso su director, porque tranquilísimamente podría haber durado menos. A la primera hora y media le cuesta aguantarse por sí sola. Una vez llega la otra hora y media, se lo perdonas todo y te da ya más igual.
¿Qué más cosas sabe Tarantino? Pues por ejemplo, que Samuel L. Jackson es una de las personas más molonas sobre la faz de la tierra, y por eso siempre le da papeles molones. Realmente, todo el elenco actoral está a muy buen nivel, quizás destacando al ya mencionado Samuel, al bigotudo Kurt Russel y a la brutal Jennifer Jason Leigh. Todos sacan lo mejor de sí mismos y hacen suyos los fantásticos diálogos del guión.
Resumiendo, si vas a ver The Hateful Eight vas a ver una película de Tarantino, así que ya sabes más o menos lo que hay, tanto en lo bueno como en lo malo. A mi personalmente es un estilo que me atrae mucho, por su dinamismo, originalidad, humor y, sobre todo, violencia. Pienso que con mayor trabajo de tijeras habría quedado una película mejor, pero aun así se encumbra como una de sus mejores obras. Por cierto, he dicho 13 veces "Tarantino" (14 con esta) en lo que va de crítica, muchas menos de la mitad de veces que se dice "nigga" en la película. Muy Tarantino. Mierda, 15.
En fin, tenía que soltarlo, que sino reventaba. Por suerte, pude verla en versión original, a mi parecer imprescindible en todas las películas, y más en esta. Eso sí, no la pude ver en los gloriosos y famosos 70mm. El caso, vamos a lo que vamos. Tarantino sabe que es Tarantino y qué es ser Tarantino, por eso en esta película, como digo en el título, es más Tarantino que nunca. Si creéis que he agotado la palabra "Tarantino", estáis muy equivocados. Decía que en esta su octava película nos encontramos a un Tarantino totalmente desatado, con la libertad a la que nos tiene acostumbrados y, por supuesto, el estilo de siempre. "Es que Tarantino solo sabe hacer lo de siempre...", puede, pero lo hace mejor que nadie. Nuestro querido Quentin nunca fue un hombre al que le gustase cambiar mucho: ni de actores, ni de duración del metraje, ni de estructura, ni del tema de la violencia o el racismo y, por supuesto, de estilo. Decía Hitchcock que el estilo es solo autoplagiarse a uno mismo, y razón no le faltaba.
Ya que estamos con citas, seguimos: decía la crítica de cine Desirée de Fez que la evolución de Tarantino como director no pasaba por la ruptura, sino por el perfeccionamiento. Es decir, su intención es que su estilo siempre sea el mismo, pero cada vez mejor. Personalmente, creo que en la segunda mitad del filme el director norteamericano alcanza las cotas más altas de su cine. 100% tarantiniano. No digo que la otra mitad no sea digna o propia de él, sino que es de inferior calidad o, al menos, de menos espectacularidad. Son lujos que solo se pueden permitir unos pocos.
En Hateful nos encontramos una historia cocinada a fuego lento, muy lento, tanto que parece que el fuego no está encendido y, con toda la nieve que hay en pantalla, nos deja un poco fríos. Al llegar los personajes a la cabaña, con la lumbre de la chimenea de fondo, la cosa empieza a coger calorcillo. Y es ahí, cuando ya estamos cómodos, cuando Tarantino echa toda la leña al fuego. Y cuando digo toda, es toda. Golpes, tiros, violencia, sangre, insultos, violencia, veneno, cuchillos, violencia... Y un poco más de violencia.
Hablando sobre la violencia, decía el propio Tarantino que si vas a ver una película suya, sabes que va a haberla; que es como si vas a un concierto de Metallica y les pides que bajen el volumen. Más razón que un Santo. Quentin también sabe que la banda sonora es del eterno Ennio Morricone, por eso le deja tiempo y espacio para lucirse. Siendo honestos, el filme dura 3 horazas porque así lo quiso su director, porque tranquilísimamente podría haber durado menos. A la primera hora y media le cuesta aguantarse por sí sola. Una vez llega la otra hora y media, se lo perdonas todo y te da ya más igual.
¿Qué más cosas sabe Tarantino? Pues por ejemplo, que Samuel L. Jackson es una de las personas más molonas sobre la faz de la tierra, y por eso siempre le da papeles molones. Realmente, todo el elenco actoral está a muy buen nivel, quizás destacando al ya mencionado Samuel, al bigotudo Kurt Russel y a la brutal Jennifer Jason Leigh. Todos sacan lo mejor de sí mismos y hacen suyos los fantásticos diálogos del guión.
Resumiendo, si vas a ver The Hateful Eight vas a ver una película de Tarantino, así que ya sabes más o menos lo que hay, tanto en lo bueno como en lo malo. A mi personalmente es un estilo que me atrae mucho, por su dinamismo, originalidad, humor y, sobre todo, violencia. Pienso que con mayor trabajo de tijeras habría quedado una película mejor, pero aun así se encumbra como una de sus mejores obras. Por cierto, he dicho 13 veces "Tarantino" (14 con esta) en lo que va de crítica, muchas menos de la mitad de veces que se dice "nigga" en la película. Muy Tarantino. Mierda, 15.
Mediometraje

7,0
14.425
9
7 de diciembre de 2015
7 de diciembre de 2015
Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando ves una película 3 veces en medio año y te sigue divirtiendo y sorprendiendo, es que algo tiene. Y es que si en media hora de metraje juntas nazis, vikingos, dinosaurios que echan laser por los ojos , artes marciales y música de David Hasselhoff nada puede salir mal.
Este es el caso de Kung Fury (2015), un mediometraje sueco de acción desenfrenada y humor surrealista que homenajea de forma flagrante y épica a la década de los 80. Para no destriparla mucho, ya que solo dura 30 minutos, decir a modo resumen que trata de un policía con superpoderes que se ve en la necesidad de viajar al pasado para resolver un problema que azota el presente. Una premisa peculiar, un desarrollo espectacular.
En mi humilde opinión, es una de las obras más originales que he visto nunca, que sin duda no dejará indiferente a nadie. Mi caso fue un flechazo, un amor a primera vista, ya que una de las cosas que más valoro en una película es que me sorprenda. En una época en la que se nos bombardea con cine comercial, que normalmente no brilla por su originalidad, es meritorio tener el valor de sacar al mercado algo como Kung Fury.
Y es que eso último que acabo de nombrar es para mí su punto fuerte: el valor, la valentía. Decía Tarantino que si realmente quieres hacer una película, hazla. Que no esperes por donativos ni circunstancias optimas. Sal y hazla. Y eso hizo el director, guionista y actor principal David Sandberg. Dejó su trabajo en post-producción en publicidad para invertir todo lo que tenía (dinero, tiempo y talento) en este alocado proyecto. Y en su resultado se aprecia ese duro trabajo y ese amor por lo que se está haciendo.
La mayor virtud de este filme sueco es su frescura y originalidad. Derrocha personalidad en cada segundo, consecuencia de la libertad que tuvo el realizador a la hora de trabajar. Y esto es debido a la ausencia de una gran productora detrás del proyecto. Es decir, que Sandberg y compañía hicieron lo que quisieron y como quisieron, sin ningún tipo de filtro o impedimento. El único (y más importante) obstáculo que tuvieron fue el dinero. La producción requería un presupuesto bastante elevado, algo de lo que no disponían.
Quiso el destino (y gracias al tráiler que subieron a Youtube después de meses de trabajo) que su propuesta tuviera éxito entre la multitud, y mediante un crowdfunding consiguieron la descabellada cantidad de 630 000 dólares. En ocasiones, la mejor productora que existe es la gente, tus clientes al fin y al cabo. Gracias a ellos, la película pudo salir adelante.
Esta joya pseudo-retro, filmada en su mayoría entre paredes de color verde, supone una arriesgada y atractiva propuesta para quien quiera ver algo divertido y diferente. Todo en ella es una referencia a los años 80, una oda al VHS. Esa admiración es palpable en cada elemento: estética, música (con banda sonora propia), ambientación, objetos... Si hasta aparece David Hasselhoff, qué más se puede pedir.
Sería un error que su estética deliberadamente cutre, su humor absurdo y actuaciones caricaturescas nos llevaran a considerarla algo así como una payasada. Es una parodia, y eso conlleva saber reírse de uno mismo. Siendo honesto, me parecería muy injusto que Kung Fury no se convirtiese en una obra de culto. Si no existiese, habría que crearla.
Para ir terminando, creo que la enseñanza de todo esto es que quien no arriesga no gana, y que cuando las cosas se hacen con verdadera pasión y trabajo, el resultado no pasa desapercibido para nadie. Creo que esta película consigue dos de las cosas más difícil de alcanzar en el cine: tener personalidad y hacer reír. Es por eso que Kung Fury es una obra maestra, un true survivor entre tanto gris y tanta mediocridad.
Este es el caso de Kung Fury (2015), un mediometraje sueco de acción desenfrenada y humor surrealista que homenajea de forma flagrante y épica a la década de los 80. Para no destriparla mucho, ya que solo dura 30 minutos, decir a modo resumen que trata de un policía con superpoderes que se ve en la necesidad de viajar al pasado para resolver un problema que azota el presente. Una premisa peculiar, un desarrollo espectacular.
En mi humilde opinión, es una de las obras más originales que he visto nunca, que sin duda no dejará indiferente a nadie. Mi caso fue un flechazo, un amor a primera vista, ya que una de las cosas que más valoro en una película es que me sorprenda. En una época en la que se nos bombardea con cine comercial, que normalmente no brilla por su originalidad, es meritorio tener el valor de sacar al mercado algo como Kung Fury.
Y es que eso último que acabo de nombrar es para mí su punto fuerte: el valor, la valentía. Decía Tarantino que si realmente quieres hacer una película, hazla. Que no esperes por donativos ni circunstancias optimas. Sal y hazla. Y eso hizo el director, guionista y actor principal David Sandberg. Dejó su trabajo en post-producción en publicidad para invertir todo lo que tenía (dinero, tiempo y talento) en este alocado proyecto. Y en su resultado se aprecia ese duro trabajo y ese amor por lo que se está haciendo.
La mayor virtud de este filme sueco es su frescura y originalidad. Derrocha personalidad en cada segundo, consecuencia de la libertad que tuvo el realizador a la hora de trabajar. Y esto es debido a la ausencia de una gran productora detrás del proyecto. Es decir, que Sandberg y compañía hicieron lo que quisieron y como quisieron, sin ningún tipo de filtro o impedimento. El único (y más importante) obstáculo que tuvieron fue el dinero. La producción requería un presupuesto bastante elevado, algo de lo que no disponían.
Quiso el destino (y gracias al tráiler que subieron a Youtube después de meses de trabajo) que su propuesta tuviera éxito entre la multitud, y mediante un crowdfunding consiguieron la descabellada cantidad de 630 000 dólares. En ocasiones, la mejor productora que existe es la gente, tus clientes al fin y al cabo. Gracias a ellos, la película pudo salir adelante.
Esta joya pseudo-retro, filmada en su mayoría entre paredes de color verde, supone una arriesgada y atractiva propuesta para quien quiera ver algo divertido y diferente. Todo en ella es una referencia a los años 80, una oda al VHS. Esa admiración es palpable en cada elemento: estética, música (con banda sonora propia), ambientación, objetos... Si hasta aparece David Hasselhoff, qué más se puede pedir.
Sería un error que su estética deliberadamente cutre, su humor absurdo y actuaciones caricaturescas nos llevaran a considerarla algo así como una payasada. Es una parodia, y eso conlleva saber reírse de uno mismo. Siendo honesto, me parecería muy injusto que Kung Fury no se convirtiese en una obra de culto. Si no existiese, habría que crearla.
Para ir terminando, creo que la enseñanza de todo esto es que quien no arriesga no gana, y que cuando las cosas se hacen con verdadera pasión y trabajo, el resultado no pasa desapercibido para nadie. Creo que esta película consigue dos de las cosas más difícil de alcanzar en el cine: tener personalidad y hacer reír. Es por eso que Kung Fury es una obra maestra, un true survivor entre tanto gris y tanta mediocridad.
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