Fallida. Y vista en 2.022, desfasada.
Lo que en su momento pudiera ser rupturista y vanguardista, pierde hoy su sentido; cualquier manifestación artística que incide o lo pretende en la realidad, corre el riesgo de quedar sin sentido, descontextualizado, cincuenta años después.
Siempre será más actual Fitzcarraldo, Nosferatu o Gaspar Hauser que esta colección de enanos gamberros.

Espléndida película. Dificilísima, incluyendo dos actores discapacitados. Y en el punto justo: ni sensiblera ni escabrosa. Excelentes interpretaciones. Magnífica música. Y humana, absolutamente humana. Cuando hay todo eso más un buen guión, salen películas así. Y si unimos Lamérica o Ladrón de niños, estamos ante uno de los mejores directores del cine mundial. Al nivel de un Haneke o un Angelopoulos. Una pena que lo bueno sea tan desconocido, con tanto bodrio como se estrena.

El recorrido de una familia nacida en Palestina por diversos países movidos por los avatares políticos de la Historia. Interesante aunque si no conoces a fondo los hechos históricos te puedes perder un poco. Pero sobre todo, lo importante son las reflexiones de las vivencias y los hechos.

Un interesante documental que destapa lo que suponía trabajar en el KGB en los años 60/70 y desertar a Occidente. Todo ello visto con los ojos de la hija del protagonista de los hechos, y la relación con su padre, que desertó a Estados Unidos y con su madre que permaneció en Lituania, al estar ya divorciados. Testimonio valioso por infrecuente y con valor histórico y testimonial de la época de la guerra fría.

Tan sólo recomendable para los muy-muy-muy fanáticos de Federico Fellini. No vamos a descubrir a estas alturas a este grande del cine. Pero hay que saber retirarse a tiempo. O elegir mejor los guiones, que es lo mismo.
Película sin argumento, delirante. Da igual quedarse encerrado en un tablado de feria que veinte hombres viendo desnudarse a una rolliza damisela a través de una ventana. Todas las obsesiones de Fellini están presentes, pero ¡ay!, ninguna de sus muchas virtudes.
Una pena. No perdamos el tiempo. Ni poesía, ni surrealismo, ni voces, ni luna.