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Mediometraje

7,1
1.920
7
20 de septiembre de 2013
20 de septiembre de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero solamente ¿si es correspondido?... El final de "Los 400 golpes" nos dejó a un Antoine exultante y libre contemplando el ansiado mar, desconocido para él hasta ese momento. En este mediometraje Truffaut sigue la pista a un adolescente Antoine Doinel (que ahora se dedica a grabar vinilos en la empresa Philips), quien ha dejado atrás los golpes que le dio la vida en su niñez y afronta con ilusión los vaivenes que le han de llegar en su recién estrenada adolescencia.
Si en la anterior película se reflejaba la áspera infancia de un niño a quien han despojado del amor materno, en ésta se detalla sutilmente el despertar de un joven a los placeres mundanos: la música, la literatura y el Amor. Preciado sentimiento el del amor, pero es delgada la línea que lo separa de la amargura. Antoine conocerá ambas caras del mismo sentimiento, lo que seguramente influirá en algún momento de su futuro sentimental. Pero para eso deberán acompañarlo en las peripecias que tienen lugar en "Besos robados".
Especial protagonismo cobra la música, presente hasta en el más mínimo detalle, haciendo innecesarios los diálogos en algunas escenas.Y al igual que ocurre en otras cintas de la Nouvelle Vague, se erige un discurso entre aquellos que defienden el relevante papel que juega la cultura en la civilización humana y quienes ven en ella un mero absurdo que los aleja de su único propósito: la rentabilidad económica. Por fortuna, el ideal romántico defendido por Truffaut no se ha extinguido aún, si bien hay que buscarlo con algo más que una simple mirada.
Pequeña historia que sirve de nexo entre la infancia del personaje interpretado por Jean-Pierre Léaud y su entrada en la vida adulta. No resulta imprescindible, pero si recomendable. Disfrútenla.
Si en la anterior película se reflejaba la áspera infancia de un niño a quien han despojado del amor materno, en ésta se detalla sutilmente el despertar de un joven a los placeres mundanos: la música, la literatura y el Amor. Preciado sentimiento el del amor, pero es delgada la línea que lo separa de la amargura. Antoine conocerá ambas caras del mismo sentimiento, lo que seguramente influirá en algún momento de su futuro sentimental. Pero para eso deberán acompañarlo en las peripecias que tienen lugar en "Besos robados".
Especial protagonismo cobra la música, presente hasta en el más mínimo detalle, haciendo innecesarios los diálogos en algunas escenas.Y al igual que ocurre en otras cintas de la Nouvelle Vague, se erige un discurso entre aquellos que defienden el relevante papel que juega la cultura en la civilización humana y quienes ven en ella un mero absurdo que los aleja de su único propósito: la rentabilidad económica. Por fortuna, el ideal romántico defendido por Truffaut no se ha extinguido aún, si bien hay que buscarlo con algo más que una simple mirada.
Pequeña historia que sirve de nexo entre la infancia del personaje interpretado por Jean-Pierre Léaud y su entrada en la vida adulta. No resulta imprescindible, pero si recomendable. Disfrútenla.

7,5
78.785
9
17 de febrero de 2013
17 de febrero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Él era un fotógrafo, dedicado a retener con su cámara la belleza de la naturaleza en cualquier parte del mundo. Ella un alma sensible relegada al cuidado de su familia, como distaba la época. El azar y un paraje escondido quiso que se conocieran. Y ahí surgió el maravilloso regalo que nos brindaron Clint Eastwood (delante y detrás de las cámaras) y Meryl Streep en los 90. Uno de los melodramas que más recuerdo y me han emocionado. Es asombroso cómo a veces el verdadero sentido de una vida se puede condensar en tan solo unos instantes, tal y como les pasa a los dos protagonistas en esos cuatro días. Lo que nos demuestra que el despertar al amor y la vida no entiende de edades, religiones, ni culturas. Afortunados ellos, que pudieron experimentar esa dicha, algo al alcance de muy pocos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El cambio de luz del semáforo me resultó eterno, dónde asistimos a la lucha interna de Franscesca. En ese momento se enfrenta a lo que debía y lo que quería hacer, mientras contempla por el retrovisor a Robert bajo la lluvia esperando una decisión que nunca llegaría. La naturaleza asistió como único testigo a su historia de amor, la cuál no entiende de lógicas, códigos morales y demás normas establecidas por la sociedad.
Lo más triste de todo es que pienso que los prejuicios y la represión social y emocional (especialmente en el caso de la mujer) marcaron y siguen marcando miles de vidas. Porque a veces, lo peor para libertad del individuo no es la prisión material, sino la sentimental.
Lo más triste de todo es que pienso que los prejuicios y la represión social y emocional (especialmente en el caso de la mujer) marcaron y siguen marcando miles de vidas. Porque a veces, lo peor para libertad del individuo no es la prisión material, sino la sentimental.
10
11 de diciembre de 2012
11 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace un tiempo descubrí algo que me pasa siempre que descubro una joya, ya sea un libro, película u otra cosa, que consigue revolverme por dentro y toca la fibra más sensible que hay en mí: me asoma la duda de si quiero compartir o no aquello que me entusiasma, pues me acecha el temor de que otros no puedan valorar o ver las cosas de la manera que las he sentido, y ello me duele, sería para mí algo casi místico, una manera de mancillar esa obra de arte. Sé que puede sonar muy egocéntrico, pero no es malintencionado, prefiero interpretarlo como amor genuino. Pues bien, con esta película he vuelto a tener esa sensación.
Tratándose del gran Truffaut y de una peli rompedora en muchos aspectos, he constatado, sin embargo, que hay un público nada desdeñable (no es el caso en filmaffinity) que la valoran negativamente y no dudan en tachar el cine francés como algo imcomprensible, pretencioso y aburrido. Eso me lleva al recuerdo de unas palabras de un antiguo profesor: el cine francés, al igual que pasa con Godard, lo amas o lo odias.
Y en mi caso es amor puro lo que siento por la manera en la que hicieron cine todos aquellos integrantes que contribuyeron a cuestionarse y sentar nuevas bases, culminando en la Nouvelle Vague.
Qué decir a estas alturas que no se haya dicho ya de esta película: la gran persona de Truffaut se esconde tras la figura del joven Antoine, una niñez inestable, una educación severa y con métodos poco constructivos, y el amor al cine que tuvo desde sus tiernos años. ¿Quién no ha sentido nunca ganas de hacer novillos e ir al cine a ver una buena película? Tal vez esos profesores y esos años tan duros fueron los culpables de regalarnos un genial creador de cine, pues para Truffaut el cine era la vida.
Los movimientos de cámara me recordaron por momentos a El final de la escapada (Godard), escasamente posterior a ésta película: esa forma de contarnos lo cotidiano, de fotografiar cada detalle, los planos con un Antoine ensimismado (¿qué tendrá en la cabeza ese pobre muchacho con todas las perrerías que le juega esta vida?)...Y es la infancia, aquellos años dónde nos vamos asentando como personas, lo que le han negado a Antoine, algo tan vital. El momento que más me marcó fue el de la psicóloga, ahí vemos como el chiquillo ha asumido todo, te cuenta sus desgracias de una manera tan cercana y poco sensiblera, como si no tuviera importancia. Esa dureza de la vida que tiene Antoine me llegó demasiado quizás.
En fin, otra vez me he vuelto a enamorar de otra joya del cine francés, tanto que en vez de estudiar me he puesto a hacer su crítica, enamorada de esa sutileza, de ese trato tan inteligente hacia el espectador. Y fue ahí, justo al final, cuando afloró a la superficie mi manantial y no pude dejar de llorar.
Tratándose del gran Truffaut y de una peli rompedora en muchos aspectos, he constatado, sin embargo, que hay un público nada desdeñable (no es el caso en filmaffinity) que la valoran negativamente y no dudan en tachar el cine francés como algo imcomprensible, pretencioso y aburrido. Eso me lleva al recuerdo de unas palabras de un antiguo profesor: el cine francés, al igual que pasa con Godard, lo amas o lo odias.
Y en mi caso es amor puro lo que siento por la manera en la que hicieron cine todos aquellos integrantes que contribuyeron a cuestionarse y sentar nuevas bases, culminando en la Nouvelle Vague.
Qué decir a estas alturas que no se haya dicho ya de esta película: la gran persona de Truffaut se esconde tras la figura del joven Antoine, una niñez inestable, una educación severa y con métodos poco constructivos, y el amor al cine que tuvo desde sus tiernos años. ¿Quién no ha sentido nunca ganas de hacer novillos e ir al cine a ver una buena película? Tal vez esos profesores y esos años tan duros fueron los culpables de regalarnos un genial creador de cine, pues para Truffaut el cine era la vida.
Los movimientos de cámara me recordaron por momentos a El final de la escapada (Godard), escasamente posterior a ésta película: esa forma de contarnos lo cotidiano, de fotografiar cada detalle, los planos con un Antoine ensimismado (¿qué tendrá en la cabeza ese pobre muchacho con todas las perrerías que le juega esta vida?)...Y es la infancia, aquellos años dónde nos vamos asentando como personas, lo que le han negado a Antoine, algo tan vital. El momento que más me marcó fue el de la psicóloga, ahí vemos como el chiquillo ha asumido todo, te cuenta sus desgracias de una manera tan cercana y poco sensiblera, como si no tuviera importancia. Esa dureza de la vida que tiene Antoine me llegó demasiado quizás.
En fin, otra vez me he vuelto a enamorar de otra joya del cine francés, tanto que en vez de estudiar me he puesto a hacer su crítica, enamorada de esa sutileza, de ese trato tan inteligente hacia el espectador. Y fue ahí, justo al final, cuando afloró a la superficie mi manantial y no pude dejar de llorar.
10
16 de agosto de 2013
16 de agosto de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlín, una de las ciudades europeas más multiculturales del momento. Decadente, capitalista, vanguardista, comunista, destruida y reconstruida, en permanente reinvención. Ciudad testigo de los vaivenes del siglo XX. Escenario dónde se iniciaron las dos Guerras Mundiales y epicentro de la Guerra Fría. Ciudad que se vio obligada a pagar un alto precio cuando un día de agosto de hace cincuenta y dos años se levantó un muro que separó familias, esperanzas y sueños. Un muro que sobrecogió al mundo durante 28 años. El Muro de la Vergüenza.
Corre el año 1984, el Muro permanece impasible como un claro símbolo de la división de la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana). Todavía no se aprecian signos visibles de la decadencia en la que se vería inmerso el organigrama de la RDA tras la llegada al poder de Gorbachov, si bien se perciben muestras de malestar y críticas, a menudo por vías extraoficiales y provistas de toda clase de artimañas con el fin de exponer en Occidente el ambiente asfixiante que existía en Berlín Oriental. Como casi siempre ocurre en todo Régimen impuesto, la censura comienza fijando su vista en los intelectuales. Y en esta película, las papeletas le tocan al escritor Georg Dreyman y a su pareja, la actriz Christa-Maria Sieland. El capitán Wiesler, eficiente agente de la Stasi (la Policía Secreta del Estado) es el encargado de la operación denominada “Lazslo”. Lo que no sospecha Wiesler es que esta tarea lo llevará por derroteros insospechados. Todo apunta a que el escritor que va a ser espiado es el único intelectual realmente fiel al Estado, pero tras visionar en escena una de sus obras de teatro hay quienes creen que sería conveniente espiarlo por “si acaso”. Los motivos de dicha decisión son de diversa índole, por supuesto, y vienen a confirmar la sospecha de que la naturaleza de algunos seres humanos a menudo es corrompida por el poder, ya esté disfrazado de socialismo, capitalismo, fascismo o cualquier otro tipo de organización sociopolítica. Pero dicha película también habla de cómo a veces quienes creían tener su vida controlada pueden encontrar en un momento inesperado un atisbo de duda que los conduce a comportarse de manera realmente altruista. Si, altruismo, pero no del que algunos definen como portarse bien con otros sin más, sino que me refiero al altruismo que consiste en ayudar a alguien a sabiendas de que el apoyo que das probablemente te perjudicará.
Respecto a la ambientación de la película solo puedo decir que es fabulosa. Siempre he imaginado que Berlín en aquellos años sería como se muestra en esta producción. Esa fotografía decadente y gris, que nos muestra unas calles y unos personajes invadidos por el miedo, con la única idea de pasar desapercibidos. Pues llamar la atención era sinónimo de problemas. No me gustaría que esta crítica se interprete como un ataque total contra el sistema económico que propugnaba la RDA, mis intenciones van por otro sitio y critican otros aspectos de aquel Estado. No siempre el fin debe justificar los medios. Una sentencia que data de hace muchos siglos pero que muchos defienden en los días que vivimos. Esto pasa y pasará, sea cual sea el Sistema. Siempre he creído en ello. Volviendo otra vez a la historia, también he de decir que la recreación del organigrama de la Stasi está muy lograda, las extorsiones, los vecinos, amigos y familiares que se convertían en espías. Muchas veces obligados. Las estadísticas dicen que uno de cada cincuenta adultos de Berlín Este fueron colaboradores de la Stasi. Un dato aterrador. No es de extrañar que tras la caída del Muro algunos ciudadanos dudasen a la hora de acercarse a ver los archivos, más que nada por miedo a descubrir quién de su círculo cercano lo había vigilado, delatado y puede que hasta destruido humanamente. A nivel personal no puedo imaginar lo que debe significar haber vivido con ello.
Una película dura pero conmovedora al mismo tiempo, que trata de acercarnos al pasado cercano de una ciudad que merece la pena conocer. El “despertar” que brinda Berlín a quien se adentra en sus calles y su Historia es difícilmente igualable.
Corre el año 1984, el Muro permanece impasible como un claro símbolo de la división de la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana). Todavía no se aprecian signos visibles de la decadencia en la que se vería inmerso el organigrama de la RDA tras la llegada al poder de Gorbachov, si bien se perciben muestras de malestar y críticas, a menudo por vías extraoficiales y provistas de toda clase de artimañas con el fin de exponer en Occidente el ambiente asfixiante que existía en Berlín Oriental. Como casi siempre ocurre en todo Régimen impuesto, la censura comienza fijando su vista en los intelectuales. Y en esta película, las papeletas le tocan al escritor Georg Dreyman y a su pareja, la actriz Christa-Maria Sieland. El capitán Wiesler, eficiente agente de la Stasi (la Policía Secreta del Estado) es el encargado de la operación denominada “Lazslo”. Lo que no sospecha Wiesler es que esta tarea lo llevará por derroteros insospechados. Todo apunta a que el escritor que va a ser espiado es el único intelectual realmente fiel al Estado, pero tras visionar en escena una de sus obras de teatro hay quienes creen que sería conveniente espiarlo por “si acaso”. Los motivos de dicha decisión son de diversa índole, por supuesto, y vienen a confirmar la sospecha de que la naturaleza de algunos seres humanos a menudo es corrompida por el poder, ya esté disfrazado de socialismo, capitalismo, fascismo o cualquier otro tipo de organización sociopolítica. Pero dicha película también habla de cómo a veces quienes creían tener su vida controlada pueden encontrar en un momento inesperado un atisbo de duda que los conduce a comportarse de manera realmente altruista. Si, altruismo, pero no del que algunos definen como portarse bien con otros sin más, sino que me refiero al altruismo que consiste en ayudar a alguien a sabiendas de que el apoyo que das probablemente te perjudicará.
Respecto a la ambientación de la película solo puedo decir que es fabulosa. Siempre he imaginado que Berlín en aquellos años sería como se muestra en esta producción. Esa fotografía decadente y gris, que nos muestra unas calles y unos personajes invadidos por el miedo, con la única idea de pasar desapercibidos. Pues llamar la atención era sinónimo de problemas. No me gustaría que esta crítica se interprete como un ataque total contra el sistema económico que propugnaba la RDA, mis intenciones van por otro sitio y critican otros aspectos de aquel Estado. No siempre el fin debe justificar los medios. Una sentencia que data de hace muchos siglos pero que muchos defienden en los días que vivimos. Esto pasa y pasará, sea cual sea el Sistema. Siempre he creído en ello. Volviendo otra vez a la historia, también he de decir que la recreación del organigrama de la Stasi está muy lograda, las extorsiones, los vecinos, amigos y familiares que se convertían en espías. Muchas veces obligados. Las estadísticas dicen que uno de cada cincuenta adultos de Berlín Este fueron colaboradores de la Stasi. Un dato aterrador. No es de extrañar que tras la caída del Muro algunos ciudadanos dudasen a la hora de acercarse a ver los archivos, más que nada por miedo a descubrir quién de su círculo cercano lo había vigilado, delatado y puede que hasta destruido humanamente. A nivel personal no puedo imaginar lo que debe significar haber vivido con ello.
Una película dura pero conmovedora al mismo tiempo, que trata de acercarnos al pasado cercano de una ciudad que merece la pena conocer. El “despertar” que brinda Berlín a quien se adentra en sus calles y su Historia es difícilmente igualable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dicen que muchas veces el carácter de las personas está influido por el lugar dónde ha nacido y se ha criado. Nunca he creído mucho en tal afirmación, la cual serviría para establecer enormes diferencias personales, algo que no me parece muy cierto. Me inclino a creer en el ser humano, sin más. No me interesa especialmente a dónde o a qué pertenece, sino cómo es. Al fin y al cabo, el ser persona es algo universal, al igual que ocurre con la literatura de Tolstoi. Lo anteriormente expuesto puede servir para comprender al capitán Wiesler, quien seguramente habría colaborado en otras operaciones de la Stasi con posibles consecuencias nefastas para los objetivos de tales proyectos. Pero en esta historia, los actos de Wiesler no lo definen como un agente de la Stasi, sino como alguien humano. Y es una maravilla cómo vamos viviendo esa conversión sutilmente interpretada por el fallecido actor Ulrich Mühe. Uno de los indicios que me lleva a pensar por qué decide encubrir a Dreyman es el haber descubierto la fijación del ministro Bruno Hempf por Christa-Maria, lo que lo induce a cuestionar la validez moral de aquello que lleva tanto tiempo defendiendo. A veces un solo hecho puede desmoronar aquello que hemos construido con tanto esmero y fe.
Pero a pesar de todos los intentos, Wiesler no logra que Dreyman y Christa salgan victoriosos. El momento en el que Christa apenas puede mirar a Dreyman a los ojos debido a su traición impuesta, y la siguiente escena dónde la actriz pierde la vida implorando que haya algo que pueda perdonarle, es una de las que más me ha sobrecogido últimamente en el cine. Una tragedia en toda regla, pero que años más tarde llevarían a Georg Dreyman a comprender lo que su amigo Jerska le quiso decir. Y escribió "Sonata para un hombre bueno". Seguramente HGW XX/7 también sepa por qué.
Disfrútenla, no podemos hacer otra cosa.
Pero a pesar de todos los intentos, Wiesler no logra que Dreyman y Christa salgan victoriosos. El momento en el que Christa apenas puede mirar a Dreyman a los ojos debido a su traición impuesta, y la siguiente escena dónde la actriz pierde la vida implorando que haya algo que pueda perdonarle, es una de las que más me ha sobrecogido últimamente en el cine. Una tragedia en toda regla, pero que años más tarde llevarían a Georg Dreyman a comprender lo que su amigo Jerska le quiso decir. Y escribió "Sonata para un hombre bueno". Seguramente HGW XX/7 también sepa por qué.
Disfrútenla, no podemos hacer otra cosa.
23 de abril de 2012
23 de abril de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de mi puntuación, al acabar de ver esta peli de Woody no sé exactamente la sensación que me quedó. Digamos que fue algo así como contradicción a medida que avanzaba la película. La partida me resultó interesante, pero creo que fue perdiendo fuelle a lo largo del metraje. Tal vez por esos 40 primeros minutos y por ser Woody, le doy un 6. ¿O dependería de mi estado anímico de ayer? Pues la verdad, no lo sé. De las últimas realizadas por el clarinetista, esta es de las que menos me transmitió junto con Vicky, Christina, Barcelona, con la que la comparo en ciertos aspectos. En algunas críticas profesionales leí que el efecto de carcajada inteligente que provocaba era magnífica ¿seré insensible, sin falta del humor o tonta? No me reí, al contario, algunas situaciones me enervaban, otras me disgustaban y cada vez perdía más la fe en las historias que me contaban y en sus personajes, no transmitían auténtico alma (quizás los mejores fueran los personajes de Naomi Watts y su madre en la película) y no se explicaba el motivo auténtico de por qué obraban de este u otro modo. Me pareció algo insustancial en comparación con otras de Allen, he leído por ahí que aquí tenemos un sucedáneo del espíritu del autor, y quiero creer que es así. Por favor, Woody, vuelve a deslumbrarme con tus historias como la de Manhattan o Si la cosa funciona (genial Larry David).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Comentaré algunas de mis impresiones de lo que va ocurriendo:
¿Como no se le ocurre a Roy comprobar si su amigo está muerto antes de mandar a la editorial el libro de Henry? Eso me pareció un despiste demasiado obvio, por mucho que Woody a veces nos cuente historias donde la casualidad y el azar sean importantes.
La historia que entendí quizás mejor, pese a que era la que menos me gustaba al principio fue la de Alfie, un hombre que en su madurez cercana a la vejez quiere luchar contra la naturaleza. Eso sí, la chica que eligió como mujer no quedan muy bien parado al género masculino. Y eso que el ser estudiante de biología me hace saber que los hombres siempre buscarán las mujeres jovenes y bellas para perpetuar sus genes. Era rubia, ¿pero era necesario que tuviera tan poca elegancia y fuera tonta a ese nivel? En definitiva, Alfie, arrepentido, comprende que cada etapa de la vida es necesaria y valora su antiguo matrimonio. Pero ya es tarde, pues su exmujer ha encontrado del mode de ser feliz en una médium, que le dice aquello que quiere oir. Encontrará a Jonhattan, un hombre con gustos por el ocultismo y en su mundo vivirán felices.
Sally, pobre Sally. Trabajadora incansable toda su vida, nos la presentan con las aspiraciones de abrir una galería de arte y formar una familia. Pero ahí tenemos a Roy, su marido, que concentra el egocentrismo en su capacidad literaria: obsesionado por ser un buen novelista, no ceja en su empeño a pesar de varios fracasos y tiene olvidada y abandonada a su mujer. Él encuentra su inspiración en una música atractiva que está comprometida, papel interpretado por Freida Pinto, la cual me pareció algo insulsa, eso sí, su cara preciosa nos la sacaban en primer plano y sus prendas rojas la distinguían como algo sublime. Que conste que no tengo nada en contra, pero me gustan las actrices y actores que me transmiten, no los que se dedican a exhibir su belleza creyendo que ahí radica la clave de la interpretación. No entraré en lo moralmente correcto o no que me parecía el coqueteo entre Roy y Dhia ¿era sí? No vi chispa ni entendí la decisión de ella de abandonar a su novio.
Sally, volvamos con ella. No justifico que quisiera tener algo con su jefe, pero el estado en el que la tenía su matrimonio es desesperante para cualquiera. Al menos ella fue la que tomó la decisión del divorcio, pero el préstamo que le niega la madre al final y acaba con su sueño de abrir la galería la destrozan. Ven, eso es, ahora lo entiendo, para Woody los que más merecen y son más abnegados tienen peor recompensa y todo les cuesta más.
El final me dejó con la impresión más pesimista aún de lo que es la vida, ¿somos felices? y ¿cuándo lo somos, nos damos cuenta realmente de ello?
En definitiva, como decía Sally respecto a la afición de su madre a las médiums,: !Quizás sea cierto aquello de que la ilusión es más fuerte que la medicación! Eso sí, espero ilusionarme y que la próxima que vea, Mr. Allen, haga honor a tu creatividad más pura
¿Como no se le ocurre a Roy comprobar si su amigo está muerto antes de mandar a la editorial el libro de Henry? Eso me pareció un despiste demasiado obvio, por mucho que Woody a veces nos cuente historias donde la casualidad y el azar sean importantes.
La historia que entendí quizás mejor, pese a que era la que menos me gustaba al principio fue la de Alfie, un hombre que en su madurez cercana a la vejez quiere luchar contra la naturaleza. Eso sí, la chica que eligió como mujer no quedan muy bien parado al género masculino. Y eso que el ser estudiante de biología me hace saber que los hombres siempre buscarán las mujeres jovenes y bellas para perpetuar sus genes. Era rubia, ¿pero era necesario que tuviera tan poca elegancia y fuera tonta a ese nivel? En definitiva, Alfie, arrepentido, comprende que cada etapa de la vida es necesaria y valora su antiguo matrimonio. Pero ya es tarde, pues su exmujer ha encontrado del mode de ser feliz en una médium, que le dice aquello que quiere oir. Encontrará a Jonhattan, un hombre con gustos por el ocultismo y en su mundo vivirán felices.
Sally, pobre Sally. Trabajadora incansable toda su vida, nos la presentan con las aspiraciones de abrir una galería de arte y formar una familia. Pero ahí tenemos a Roy, su marido, que concentra el egocentrismo en su capacidad literaria: obsesionado por ser un buen novelista, no ceja en su empeño a pesar de varios fracasos y tiene olvidada y abandonada a su mujer. Él encuentra su inspiración en una música atractiva que está comprometida, papel interpretado por Freida Pinto, la cual me pareció algo insulsa, eso sí, su cara preciosa nos la sacaban en primer plano y sus prendas rojas la distinguían como algo sublime. Que conste que no tengo nada en contra, pero me gustan las actrices y actores que me transmiten, no los que se dedican a exhibir su belleza creyendo que ahí radica la clave de la interpretación. No entraré en lo moralmente correcto o no que me parecía el coqueteo entre Roy y Dhia ¿era sí? No vi chispa ni entendí la decisión de ella de abandonar a su novio.
Sally, volvamos con ella. No justifico que quisiera tener algo con su jefe, pero el estado en el que la tenía su matrimonio es desesperante para cualquiera. Al menos ella fue la que tomó la decisión del divorcio, pero el préstamo que le niega la madre al final y acaba con su sueño de abrir la galería la destrozan. Ven, eso es, ahora lo entiendo, para Woody los que más merecen y son más abnegados tienen peor recompensa y todo les cuesta más.
El final me dejó con la impresión más pesimista aún de lo que es la vida, ¿somos felices? y ¿cuándo lo somos, nos damos cuenta realmente de ello?
En definitiva, como decía Sally respecto a la afición de su madre a las médiums,: !Quizás sea cierto aquello de que la ilusión es más fuerte que la medicación! Eso sí, espero ilusionarme y que la próxima que vea, Mr. Allen, haga honor a tu creatividad más pura
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