Se trata de una serie de personajes y situaciones aunque las situaciones, en algunas oportunidades, resulten inverosímiles. Los personajes al borde, llevados al límite siguen siendo creíbles pero la trama no se sostiene en más de una ocasión. Por qué no se sostiene? Porque los conflictos se resuelven de manera liviana, al modo siticom televisivo y comercial, Sabemos que se trata de una comedia -que por momentos roza lo trágico o delictivo- pero la seriedad en la resolución de los problemas elevaría la media. El dinero no se consigue tan fácil como le ocurre a los personajes principales que pasan de un apremio económico a recaudar un dineral por un simple guiño del destino. Quizás el exitoso uso de procedimientos al límite del absurdo confunda a los guionistas o directores y piensen que se pueden aplicar a todos los ámbitos de la comedia. El absurdo es bienvenido para caracterizar a los personajes y envolverlos en situaciones disparatadas, pero no siempre y en toda ocasión se puede utilizar my friend.
Un ejemplo de lo que venimos diciendo es el Capítulo Nueve de la primera temporada cuarenta minutos de perfección dramática... Sigue en Zona spoiler.
Ahora bien, iniciada la segunda temporada, nos encontramos con la novedad que han retomado lo mejor del Capítulo Nueve: ritmo, seguridad en la tensión narrativa, innovación en las escenas al incorporar en tono de comedia cuadros que pertenecen a género "serios". Por otra parte se asume el riesgo de tratar temas socialmente discutidos como el aborto o el rol de la mujer en el matrimonio, desde un punto de vista poco conformista. El tema de los niños provenientes de hogares disfuncionales, dados en adopción, ya se había expuesto también en la primera temporada. Saludablemente, las casualidades incomprensibles que resolvían las situaciones límite, desaparecieron. Guionistas y director encontraron el ritmo (mayor hallazgo), crecieron los personajes, la trama responde a una lógica narrativa creíble, por lo tanto la nave se enderezó y navega a velocidad crucero.

La presente crítica se refiere solo a la segunda temporada, cuando Decler es el dueño absoluto de Montreal y alrededores. Hizo su trabajo en la temporada anterior para quedarse con el negocio de la distribución de la droga en la región. El personaje a pesar de algunos rasgos que amenazan con transformarlo en un "tipo" y no en un carácter, nunca llega a desilusionar. Es más, ilusiona cuando la trama lo enfrenta a los gemelos que vienen a copar la parada respaldados por la mafia italiana. El problema es que la actuación de quienes encarnan a los gemelos no da la talla. Los actores no resultan creíbles. Sus personajes, a pesar de su aparente sofisticación, no adquieren relieve, no trascienden el lugar común del mafioso joven que hace gala de su pedantería. El resto de los actores responde acorde a las necesidades del drama. La tensión es constante y la acción no se extravía por el lado de la violencia desmedida. Enfrentamientos y ejecuciones no faltan, después de todo se trata de un producto comercial que sabe lo que le interesa al espectador medio.