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Críticas ordenadas por utilidad
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5
18 de mayo de 2011
18 de mayo de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni Dios, ni patrón, ni marido es una historia generada a partir de un personaje real, Virginia Bolten (1870-1960?), redactora de la primera publicación feminista latinoamericana denominada “La voz de la mujer”, cuyo lema era “Ni Dios, ni patrón ni marido”, que durante 9 números (editados en la clandestinidad entre 1896 y 1897), dió una perspectiva anarcofeminista en la defensa de los derechos elementales de la mujer y los trabajadores. Los 2000 ejemplares de cada uno de sus números recorrieron fábricas y talleres brindando el espacio para difundir ideales de libertad e independencia insólitos en la época, situando en primer plano el debate sobre el amor libre, el matrimonio, la revolución social y los abusos del poder, e incluso enseñando a las madres a educar a sus hijos en igualdad de derechos. Fue una revista a la que contribuyeron argentinas, italianas y españolas, ya que era un momento de auge de la emigración a ese país. Llamada la Luisa Michel rosarina, fue uno de esos personajes silenciados por la historia que por suerte el tiempo no ha podido borrar. La primera mujer oradora en las concentraciones de obreros en latinoamérica. Su actividad en Argentina y Uruguay fue muy intensa en la defensa de los derechos de las mujeres y los oprimidos.
Ni Dios, ni patrón, ni marido se centra en la etapa de Virginia Bolten en Buenos Aires, y la relación que mantuvo con su amiga Matilde. A través de ella se verá su implicación en la vida de las compañeras de su amiga y las pésimas condiciones laborales reinantes de la hilandería donde trabajaban, decidiéndose a poner en marcha su viejo proyecto de impulsar la edición del primer periódico realizado únicamente por mujeres, un nuevo medio de expresión que denunciara la explotación y las injusticias que sufrían por su género y condición de clase.
Lo más destacable del film es el retrato de las obreras, su toma de conciencia para convertirse en seres independientes, y la creciente empatía con la que seguimos su rebelión contra la autoridad (la de dios, la del patrón y la del marido), transmitiéndonos su energía como pioneras de unas ideas que adelantaron muchas décadas al movimiento feminista.
Ni Dios, ni patrón, ni marido se centra en la etapa de Virginia Bolten en Buenos Aires, y la relación que mantuvo con su amiga Matilde. A través de ella se verá su implicación en la vida de las compañeras de su amiga y las pésimas condiciones laborales reinantes de la hilandería donde trabajaban, decidiéndose a poner en marcha su viejo proyecto de impulsar la edición del primer periódico realizado únicamente por mujeres, un nuevo medio de expresión que denunciara la explotación y las injusticias que sufrían por su género y condición de clase.
Lo más destacable del film es el retrato de las obreras, su toma de conciencia para convertirse en seres independientes, y la creciente empatía con la que seguimos su rebelión contra la autoridad (la de dios, la del patrón y la del marido), transmitiéndonos su energía como pioneras de unas ideas que adelantaron muchas décadas al movimiento feminista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo peor, la mal perfilada historia de Lucía Boldoni, una Prima Donna de la lírica argentina que decide apoyar su lucha y que termina teniendo un excesivo y folletinesco protagonismo en la trama.

6,7
2.440
8
12 de junio de 2011
12 de junio de 2011
8 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia nada tópica, que sorprendió por el posicionamiento de su discurso, “Bajo el Fuego” es sin duda la mejor película de Roger Spottiswoode, antiguo montador de algunos de los clásicos de Sam Peckinpah “Perros de paja”, “La huida” y “Pat Garrett & Billy the Kid”, que un año antes había guionizado la resultona “Límite 48 h.”, pero que tras este notable título se perdería en films comerciales que aportarían poco a su filmografía.
Otro director devorado por la industria. Que pena.
Otro director devorado por la industria. Que pena.
7
4 de junio de 2011
4 de junio de 2011
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Versión libre del clásico de 1942 "La mujer pantera" (Jacques Tourneur), "El beso de la pantera" es un extraño caso de remake vapuleado por la crítica, retirado misteriosamente de los circuitos comerciales de distribución (tanto de las salas como de los soportes domésticos), que con el tiempo se ha granjeado una legión cada vez mayor de incondicionales defensores.
Terrorífica y perturbadora esta nueva versión rompió con el paradigma de sugerencia y sutilidad que siempre ha gustado al crítico intelectual para, desde ese mismo enfoque (Paul Schrader venía de ese mundo), ofrecernos una película opuesta a su predecesora, esto es cargada de erotismo explícito, sangre y una recreación en los efectos especiales muy en boga en esos años (recordemos que fue la época en que se estrenaron clásicos de las transformaciones como "Aullidos" de Joe Dante -1980-, "Hombre lobo americano en londres" de John Landis -1981-, "La cosa" de John Carpenter -1982-, o el famoso "Thriller" de Michael Jackson -1983-), sin por ello dejar de hacer énfasis en la reflexión moral que subyace en muchos de estos relatos del género. En "El beso de la pantera" podemos comprobar las obsesiones típicas que hay sobre el sexo en el cristianismo, y las consecuencias que acarrea saltarse sus estrictos códigos (el pecado como fuerza caótica que obliga a la represión del deseo, la culpabilidad ante la no observancia de alguno de sus tabúes como la homosexualidad o, en este caso, el incesto, y las formas de castigo hacia quien las incumple sin remordimiento).
Paul Schrader, educado en la doctrina calvinista, venía desatando su furia frente a estas represiones (no vio una película hasta los 18 años). Su aclamado guión "Taxi Driver" (Martin Scorsese, 1976) le permitió explorar su vertiente como director, retratando inmediatamente estas obsesiones ("Hardcore: un mundo oculto", 1979, descarnado relato sobre la iniciación en la prostitución y las snaff-movies, y "Américan Gigoló", 1980, aproximación a la prostitución masculina de lujo), consiguiendo con esta "Cat People" su expresión más intensa, simbólica y cautivadora, nada merecedora del ostracismo al que se la ha relegado.
Terrorífica y perturbadora esta nueva versión rompió con el paradigma de sugerencia y sutilidad que siempre ha gustado al crítico intelectual para, desde ese mismo enfoque (Paul Schrader venía de ese mundo), ofrecernos una película opuesta a su predecesora, esto es cargada de erotismo explícito, sangre y una recreación en los efectos especiales muy en boga en esos años (recordemos que fue la época en que se estrenaron clásicos de las transformaciones como "Aullidos" de Joe Dante -1980-, "Hombre lobo americano en londres" de John Landis -1981-, "La cosa" de John Carpenter -1982-, o el famoso "Thriller" de Michael Jackson -1983-), sin por ello dejar de hacer énfasis en la reflexión moral que subyace en muchos de estos relatos del género. En "El beso de la pantera" podemos comprobar las obsesiones típicas que hay sobre el sexo en el cristianismo, y las consecuencias que acarrea saltarse sus estrictos códigos (el pecado como fuerza caótica que obliga a la represión del deseo, la culpabilidad ante la no observancia de alguno de sus tabúes como la homosexualidad o, en este caso, el incesto, y las formas de castigo hacia quien las incumple sin remordimiento).
Paul Schrader, educado en la doctrina calvinista, venía desatando su furia frente a estas represiones (no vio una película hasta los 18 años). Su aclamado guión "Taxi Driver" (Martin Scorsese, 1976) le permitió explorar su vertiente como director, retratando inmediatamente estas obsesiones ("Hardcore: un mundo oculto", 1979, descarnado relato sobre la iniciación en la prostitución y las snaff-movies, y "Américan Gigoló", 1980, aproximación a la prostitución masculina de lujo), consiguiendo con esta "Cat People" su expresión más intensa, simbólica y cautivadora, nada merecedora del ostracismo al que se la ha relegado.

7,7
2.102
8
4 de julio de 2011
4 de julio de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El domingo 14 de marzo de 1954, se presentó en el Teatro Grande de Nueva York “Salt of the Earth", dirigida por Herbert J. Biberman, sobre un argumento de Michael Wilson, con sólo cinco actores profesionales: Rosaura Revueltas y cuatro de los incluidos en las listas negras del MacCartismo (como el propio Biberman que ya había pasado un año en la cárcel). Todos los demás actores eran los mineros, mujeres e hijos de los que hablaba la película. Fue un gran acontecimiento tanto por razones cinematográficas como humanas (ligadas a la auténtica tragedia ocurrida en la mina, y la urgente necesidad de parar la voracidad usurera de las compañías). “La sal de la tierra” abordó, con la más austera estética neorrealista, la larga huelga sostenida por estos mineros de Nuevo México.
Inicialmente, previniendo las dificultades que suscitaría filmar la película en unos Estados Unidos envueltos por el terror MacCartiano, se la ofrecieron a la Dirección de Cinematografía de México, pero la Oficina de Censura la rechazó. Biberman volvería a México para buscar una actriz cuyo físico respondiera a los requerimientos del papel de Esperanza, la protagonista del film, encontrando a Rosaura Revueltas con la que empezó a rodar en Silver City. El protagónista masculino (Ramón, esposo de Esperanza) recayó en Juan Chacón, presidente de la sección 890 de la Unión de Trabajadores Mineros, coproductora de la película.
En la cinematografía mundial son escasos los ejemplos que salgan bien parados de intentar sacar proyectos realizados con el enfrentamiento de los gobiernos y la propia industria. Parecería imposible realizar una película en semejantes condiciones, pues requiere del trabajo y compromiso de mucha gente y de complejos equipos, permisos y plazos a protejer y cumplir. De ahí que deba apreciarse como verdaderamente heroico el esfuerzo de quienes lograron realizar “La sal de la tierra”. Con una prensa local enfrentada desde el principio, alimentando la furia anticomunista contra ellos, las represalias no tardaron en aparecer llegando a su punto culminante cuando Rosaura Revueltas fue detenida antes de terminar el rodaje y expulsada de EEUU. Por suerte ni Biberman ni Rosaura se dieron por vencidos y en colaboración con el cineasta norteamericano Bill Miller, entonces en México, el teatrista Asa Satz, y el poeta Manuel Altolaguirre se las ingeniaron para rodar las tomas que faltaban.
El resultado está ahí. Un prodigio de naturalidad en la puesta en escena, un ejercicio de coherencia ideológica y uno de los pocos triunfos del arte comprometido enfrentado a la gran industria.
Inicialmente, previniendo las dificultades que suscitaría filmar la película en unos Estados Unidos envueltos por el terror MacCartiano, se la ofrecieron a la Dirección de Cinematografía de México, pero la Oficina de Censura la rechazó. Biberman volvería a México para buscar una actriz cuyo físico respondiera a los requerimientos del papel de Esperanza, la protagonista del film, encontrando a Rosaura Revueltas con la que empezó a rodar en Silver City. El protagónista masculino (Ramón, esposo de Esperanza) recayó en Juan Chacón, presidente de la sección 890 de la Unión de Trabajadores Mineros, coproductora de la película.
En la cinematografía mundial son escasos los ejemplos que salgan bien parados de intentar sacar proyectos realizados con el enfrentamiento de los gobiernos y la propia industria. Parecería imposible realizar una película en semejantes condiciones, pues requiere del trabajo y compromiso de mucha gente y de complejos equipos, permisos y plazos a protejer y cumplir. De ahí que deba apreciarse como verdaderamente heroico el esfuerzo de quienes lograron realizar “La sal de la tierra”. Con una prensa local enfrentada desde el principio, alimentando la furia anticomunista contra ellos, las represalias no tardaron en aparecer llegando a su punto culminante cuando Rosaura Revueltas fue detenida antes de terminar el rodaje y expulsada de EEUU. Por suerte ni Biberman ni Rosaura se dieron por vencidos y en colaboración con el cineasta norteamericano Bill Miller, entonces en México, el teatrista Asa Satz, y el poeta Manuel Altolaguirre se las ingeniaron para rodar las tomas que faltaban.
El resultado está ahí. Un prodigio de naturalidad en la puesta en escena, un ejercicio de coherencia ideológica y uno de los pocos triunfos del arte comprometido enfrentado a la gran industria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo mejor: el giro argumental que, a mitad de la película, da el protagonismo a "Esperanza".
8
25 de junio de 2011
25 de junio de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hoy célebres hermanos Wachowski ("Matrix" tiene la culpa) debutaron como realizadores a mediados de los noventa, después de su paso como guionistas, con una especie de remake de la ópera prima de los hermanos Coen ("Sangre fácil") aunque aquí nos presentaron "Lazos ardientes" como un thriller erótico de alto voltaje tipo "Instinto Básico", intentando sacar partido a una de sus protagonistas (Gina Gershon) amante lésbica en ambos títulos. Pero bajo esa apariencia se escondía una sorpresa, un inteligente guión de cine negro, de ritmo magistral, que nos llevará por escenas tensas, interesantes, y con los giros necesarios para elevar nuestro interés.
Pasó casi inadvertida y sólo se mencionaba de vez en cuando para hablar de las cargas y descargas de electricidad sexual entre Gina Gershon y Jennifer Tilly (a la que el doblaje en castellano le hizo un flaco favor). Junto a ellas, justo es subrayar la excelente interpretación de Joe Pantoliano (el peligroso y malvado Ralph de "Los Soprano") otra vez en el papel de matón de la mafia, dando credibilidad a Caesar, un fanfarrón prisionero de los típicos estereotipos machistas que desprecia la inteligencia y la valentía en el otro sexo, por lo que no prevé las reacciones de Violet. Y cuando Violet, que hasta entonces había representado un papel sumiso, pone fin a la farsa, Caesar, atónito, no va a dar crédito a sus ojos.
Violet y Corky serán las antagonistas, incluso en la sexualidad, al mundo de la mafia. Ese es uno de los aciertos de "Lazos ardientes". Los dos personajes femeninos introducen aire fresco en el universo cerrado y machista de los mafiosos. Y al ver la acción a través de su mirada antagónica se evita la fascinación que sobre el macho XXY nos han hecho sentir un Scorsese o un Coppola, visión que ha marcado, a partir de ellos, al género negro.
Para unos, la mayoría, los hermanos Wachowsky nacieron con "Matrix" (1998); para nosotros, la minoría, nacieron con "Lazos ardientes" (1996) y murieron con "Matrix", si bien, con guiones como el de "V de Vendetta", no descartamos que algún día resuciten
Pasó casi inadvertida y sólo se mencionaba de vez en cuando para hablar de las cargas y descargas de electricidad sexual entre Gina Gershon y Jennifer Tilly (a la que el doblaje en castellano le hizo un flaco favor). Junto a ellas, justo es subrayar la excelente interpretación de Joe Pantoliano (el peligroso y malvado Ralph de "Los Soprano") otra vez en el papel de matón de la mafia, dando credibilidad a Caesar, un fanfarrón prisionero de los típicos estereotipos machistas que desprecia la inteligencia y la valentía en el otro sexo, por lo que no prevé las reacciones de Violet. Y cuando Violet, que hasta entonces había representado un papel sumiso, pone fin a la farsa, Caesar, atónito, no va a dar crédito a sus ojos.
Violet y Corky serán las antagonistas, incluso en la sexualidad, al mundo de la mafia. Ese es uno de los aciertos de "Lazos ardientes". Los dos personajes femeninos introducen aire fresco en el universo cerrado y machista de los mafiosos. Y al ver la acción a través de su mirada antagónica se evita la fascinación que sobre el macho XXY nos han hecho sentir un Scorsese o un Coppola, visión que ha marcado, a partir de ellos, al género negro.
Para unos, la mayoría, los hermanos Wachowsky nacieron con "Matrix" (1998); para nosotros, la minoría, nacieron con "Lazos ardientes" (1996) y murieron con "Matrix", si bien, con guiones como el de "V de Vendetta", no descartamos que algún día resuciten
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