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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
10 de junio de 2008
35 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
* Mi película favorita de Godard, de quien he visto solo media docenita de trabajos.
Este director tiene un estilo que me atrae; me encanta mientras guarda cierta contención, pero me exaspera cuando se desboca. En “Vivir su Vida” veo un par de aspectos que alejan este film de los demás que he visto de Godard (“Al Final de la Escapada”, La Chinoise”, “Masculin, Féminin”…): tiene una narración “lineal” (entre comillas porque es de Godard de quien hablo), de desarrollo más o menos razonable, en lo que a la evolución de la protagonista se refiere; y creo que el personaje de Nana genera una empatía que no logran otros personajes del director, por ser, en mi opinión demasiado impersonales, o incluso caricaturescos. Por lo general, los personajes que he visto en sus películas tienen una dimensión marcadamente intelectual o actitudinal, tan marcada que resultan poco creíbles; que me pueden caer mejor o peor, pero que no me provocan el interés emocional de Nana. Quizá sea porque nos presenta a Nana en el transcurso de su ruina, mostrándonos como ella experimenta y procesa su situación, como la va encajando en el terreno personal (aunque bien es cierto que sin excesiva profundidad), más que desde un punto de vista analítico o ideológico, que es lo que suele pasar con el resto de figuras “godardianas”.
Aún así, la película está llena de reflexiones, en este caso sobre la prostitución y su situación en la Francia de la época. Y aunque Nana tenga un protagonismo tiránico, muy agradecido al deslumbrante trabajo de Anna Karina, de la mano de varios personajes fugaces tenemos un montón de lúcidas perlas discursivas, incrustadas en una narración rota, esporádicamente contenida para largarnos esta u otra cavilación.

* 40 años después de Godard, Moodysson en “Lilja 4-ever” (como ya comenté en la entrada dedicada a la cinta sueca) cometerá la misma villanía que el director galo con Nana: sorber la vida de su personaje con cada secuencia (que acertada es la inclusión de la lectura de Poe). Pero cada escena en la cinta de Godard es un golpe, y un escalón hacía lo inevitable. Cada una de las doce viñetas que el director se digna dedicar a su creación es un paso en falso, y la vida de Nana va quedando atrapada en cada una: una cuenta atrás, marcada por un despiadado reloj cuyas manecillas son sables.


* Como curiosidad, esta película la vi hará relativamente poco tiempo en el cine, cuando por fin fue estrenada en España. No se porque razón la primera escena en el bar me trajo a la mente “La Pasión de Juana de Arco” del grandísimo Dreyer: imaginaos que cara se me quedó escenas mas tarde. ¿Será que en la misma primera secuencia Godard logra transmitir su vampírica intención de arruinar a su protagonista? Como Moodysson 40 años después, y Dreyer casi 40 antes. La pasión de Godard; Nana 4-ever.
1 de diciembre de 2006
34 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joe Wright consigue combinar con tacto y sumo gusto el espíritu dieciochesco del relato de Austen con un tono moderno, fresco y desenvuelto, que hace más cercano al público actual este retrato de época.
Bien por Wright en su elección del estilo cinematográfico para abordar el film. Le otorga lo que el literario a Jane Austen: la capacidad de atrapar al público hilvanando una historia perfecta en unas formas exquisitas.
Un contenido emocional que no tiene el libro. Resulta así una película conmovedora y emotiva, a ratos poética y romántica (más por el aparato visual que por la historia o los personajes en sí), pero sin excesos; lo suficiente para tocar la fibra sensible al espectador sin apuñalar el temple de la novela.
¿Y que es lo que Joe Wright, el cine, o el siglo XXI ofrecen a Jane Austen? Una fotografía para quitarse el sombrero; alucinante. Los exteriores y escenarios naturales son de fábula, y los decorados y la ambientación de época magnífica. Visualmente la película es un manjar, y ciertos alardes técnicos eliminan el posible estatismo de las imágenes para que estas compartan la general vitalidad de todo el film. Algunas escenas y planos son verdaderamente para extasiarse y recrearse en ellos; algunos me han recordado pinturas; obras de arte en sí mismos. Vestuario, arquitectura, ... todo cuidadísimo. Preciosa es también la música elegida para acompañar muchas escenas.
Me ha encantado el continuo manejo de la cámara en toda la película. Junto con la vitalidad de la narración y de los actores, favorece el estilo actual que se le ha querido imprimir al film.
Lo dicho; gran acierto de Joe Wright a la hora de acercar este drama de época a un público actual, dotándolo de una frescura, un ritmo, y una estética atrayentes para el espectador moderno, pero siempre consciente de que lo que ha de retratar es el ambiente de la campiña inglesa y la alta sociedad de hace más de dos siglos, tal como lo retrata un clásico del momento. Y para dar ese toque actual no recurre ni a machacarnos con música moderna, ni a un lenguaje vulgar o actual (por cierto, los diálogos de la película son también fabulosos). Tampoco acude a un ritmo violento o atropellado, o a una estética chocante ni kitsch; lo hace con una sensibilidad y un tacto del que debieran aprender muchos. La trasgresión para cuando sea necesaria.
Un diez para Wright por su gran trabajo; atento a la obra, a los requisitos del cine actual, y a sus propias inquietudes como realizador.
26 de diciembre de 2007
26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “Messidor” Tanner nos presenta una destructivista road-movie en que dos jovencitas, hastiadas de un sedentarismo al que no le ven razón de ser, se lanzan en picado a una aventura sin más objetivo que el despojarse de la responsabilidad de tomar parte en la artificialidad de un mundo irritantemente aséptico, y se entregan a ello armadas de una inconciencia enloquecedoramente tentadora. No tenemos a desdichados personajes en busca de su lugar en el mundo, ni a pobres víctimas de las circunstancias, sino a dos personas a las que escuece su realidad y que en un impulso visceral y anárquico se revelan contra una inercia que no parece ir a moverlas del sitio en que están. Su desquiciante vagabundeo no está narrado al estilo de las frenéticas road-movies cargadas de adrenalina, sino con el calmo ritmo del propio errático deambular de las dos jóvenes.
Las protagonistas han visto su futuro tan claro y bien trazado como ven la enfadosa cotidianeidad de los demás. Como en rutina se convertirá cualquier otro proyecto vital que tuviesen a bien plantearse, prevén todo ese hastío y aburrimiento y deciden evitarlo desde ya, aunque sea de la forma más insensata posible, que realmente es la única capaz de aniquilar la sensación de ahogo. Y así Jeanne y Marie deciden salirse por la tangente, simplemente por ver que ocurre, y ese juego autodestructivo a que se aplican ya les ofrece algo fresco y nuevo, insano, pero más palpitante que todo lo que puedan obtener de un mundo sin interés alguno. No se plantean esto como un paréntesis, no retomarán nada, ya no quieren ser dos piezas más de una maquinaria paradójica. Se echan a andar solas y sin destino, como antes, pero sin la carga de tener que dar con un logro fingido.
Lo único real es el hambre y el frío que están pasando, lo único que mueve a la acción, que les da una dimensión y entidad que no tienen la mayoría de aquellos con los que se cruzan. No es buscarle un sentido a la vida, es experimentar la vida misma a través del riesgo y la necesidad, estremecerla poniéndola al borde de la sinrazón; dejarse ir, a ver cuanto se dura: autodestrucción genuina.
“Messidor” es el relato y la visión de dos personas que se sueltan y dejan caer porque andar agarrándose a algo ya cansa y aburre; porque no se agarran para incorporarse a algo que merezca la pena, sino tan solo por no caer y por mantenerse. Tiene el sempiterno interés de experimentar una caída libre, el caos, y de ver como se acaba cayendo.
18 de febrero de 2007
26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo puede Isabelle Adjani no acabar realmente loca cada vez que interpreta uno de estos papeles? Un enigma fascinante. Todo en la película es formalmente perfecto: interpretaciones, ambientación, narración… pero todo queda en suspenso, como a la expectativa, cada vez que esta mujer hace el menor movimiento, dejando su impronta en todo. Su Camille Claudel tiene tal presencia que absorbe la vida del film, el cual se extingue con ella.
Un poderoso drama sentimental, que nos da una bella visión del amor ofuscado por la fascinación, y de cómo este se rebaja ante la proyección creadora del artista; proyección e inquietud que no se pueden frenar, si desviar, aunque sea para perdición del creador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se nos habla del amor que es adoración; que busca el ideal de la perfección y la complementariedad; que no es atracción, sino deslumbramiento, y que como el fuego, cautiva, quema, y consume. ¿Qué atrae a Rodin de Camille? El ya no esculpe, dirije. Otros trabajan para él, y él solo apuntilla y firma. Tiene enfoque, pero ha perdido el contacto con la creación pura. Cree que por el camino al flamante éxito y al total reconocimiento que disfruta en la actualidad, estancado e indolente, perdió algo. Que eligió el camino del éxito y no el de la creación genuina, y que ya no hay marcha atrás. Por eso se dedica a descoyuntar modelos, en la creencia de que en la postura más incomoda y el movimiento más forzado debe encontrarse indiscutiblemente la inspiración o el secreto del arte, el cual tuvo en su juventud a tres palmos de la cara, y que se fue alejando sin remedio. “La inspiración no existe”. Pero conoce a Camille. “¿Qué tiene ella que yo he perdido?”. Una joven escultora, que en días pésimos se cuela en las obras de Paris para acarrear barro con el que crear sus obras; que se ensucia, y que en mitad de su trabajo parece una mujer dando a luz. Siente lo que esconde cada material, y siente la necesidad de dotarlo de vida. Sabe que más conocimientos le darán mayor posibilidad de dar rienda suelta a su arte, de extraer vida a lo inerte, y cree que esos conocimientos bien pueden venir del maestro Rodin. Ambos se encuentran y enamoran, creyendo que aprenderán el uno del otro. Pero no es así. Camille es la inspiración de Rodin, y este es el ideal de Camille; ambas cosas inasible para ambos. Pueden poseer al otro, crear un vínculo emocional, e incluso dependencia, pero lo que realmente van buscando en el otro no lo encontrarán. Su vínculo traba la visión creadora de ambos, y más la de ella. Rodin acaba explotando la vena creativa de Camille, proyectándola en sus trabajos pero sin imbuirse de ella. Cuando Camille ve en esta situación un obstáculo a su total expansividad artística intenta reemprender su camino, retomar su propia y personal creación, pero su visión estará empañada por su vida reciente. El desengaño se aliará a la pesadumbre para enturbiar la sensibilidad de Camille. Acosada por la sensación de haberse perdido, se irá extraviando cada vez más en si misma y perdiendo la cordura.

* Las escenas de los artistas en comunión con la materia prima, proyectando casi en trance aquello que esta puede llegar a ser; inspirados por un puñado de barro o un trozo de piedra, insuflándoles vida por imposición de manos para que la piedra se levante con la forma que fijaron en mente... son todas buenísimas. Y la recta final es de una excelsa y macabra belleza, con una Adjani inquietante dando la impresión de ser realmente un animal extraviado. Los diálogos entre ella y Depardieu son magníficos, así como la forma de retratar la relación que Camille mantiene con su familia.
28 de septiembre de 2008
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
* En “Mongol” escasean las grandes batallas y las soflamas al ardor guerrero; el encomio de la figura heroica, del orgullo de raza, y del consumo de esteroides…
Si que hay acción, pero la película se acerca más al cine contemplativo oriental, que a sus corales muestras épicas, y se aleja totalmente del avasallador cine épico occidental, enérgico, excesivo y cargante.
Para empezar, uno podría acercarse a “Mongol” para ver como Gengis Khan, empalmando una enardecida batalla tras otra, se come Asia. No encontrará esto. Se diría que la película cuenta la gestación del héroe, abandonándolo una vez se convierte en Khan de todos los mongoles, pero tampoco, pues no lo presenta como tal, como héroe. La figura cuya vida nos narra es la de un habitante más de las estepas, a quien se le viene encima una labor que el mismo se impone. No es un elegido de los dioses, como tantos “héroes”, y la película se cuida mucho de marcar la diferencia.

Temudgin representa la libertad, la nobleza, la integridad más que el honor, la dignidad más que el orgullo… no hay exaltación del valor ni la intrepidez, sino de la constancia, la sensatez. Temudgin quiere convertir a cada mongol en un buen mongol “aunque para esto deba matar a la mitad de ellos”, no ilustraros, sino ennoblecerlos. Parece que su cruzada se rige por el principio de establecer las condiciones en que esos “buenos mongoles” puedan vivir sin los trances y sufrimientos a los que él mismo ha estado expuesto. Muy significativo es el retrato de cómo el Khan se relaciona con sus tropas y el resto de la comunidad, sean o no mongoles, y de la confrontación con su “hermano”.
Uno de los puntos fuertes de la película es el análisis de caracteres de los personajes, escasitos los principales, pero configurados de la forma más interesante.

* Película dedicada, como otras, a dar una visión diferente -sino más realista, si más digna, según conviene- de figuras históricas denostadas en occidente (Gengis Khan, Atila, Vlad Tepes…).

* De gran importancia es la historia de amor entre Temudgin y su compañera, pues ilustra enormemente sobre la psique y el carácter del Khan, y de su pareja. Es curioso que, si en la película hay algún héroe, es sin duda Borte (esposa del Khan), por fortaleza, constancia, por no flaquear en su disposición de servir a Temudgin, pero como persona, no como Khan.
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