Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cines Astoria Alicante
You must be a loged user to know your affinity with Bloomsday
Críticas 367
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
4 de diciembre de 2007
196 de 217 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allí que se van escopeta en mano, con el tomillo cosido a las fosas nasales, mirando directamente ese sol que pica más entre montes y conejos. La frente perlada de sudor fresco, la pana pegada a las piernas y pelados los hombros. Y se miran, se hablan. Y Saura hace resbalar la cámara por ellos como si quisiera que el espectador se ahogara también en ese bochorno de digestión a medias y calor seco; en ese irrespirable, por pálido y espeso, blanco y negro.

Lo que quiero decir es que en esta película de Carlos Saura la crispación te llega, ya lo creo, te empapas de ella. Te empapas de España, los 60's, sus jóvenes y vencidos. Los perdedores. Y todo eso, cinematográficamente, a muchos ya no les importa, les aburre: toda esa España rancia, de mañacos en pantalones cortos, chicas de la Cruz Roja, grises a caballo y niño córtate el pelo.

Pero la crispación, retratarla de este modo... Eso es cine con plena vigencia. El bigote de Alfredo Mayo y su cara adusta, firme, dictatorial. Cara de cabrón vencedor, de hijo puta. Y los cuellos transpirando, las moscas, el polvo y los matojos. El monte. Eso va más allá de guerras civiles y Franco y posguerras y falanges (una época que a los jóvenes cansa ahora sin conocerla apenas). Pero esta película va más allá de la trillada temática del cine “apañó” por tratarla no desde el panfleto, no desde la denuncia solapada y discursiva, sino desde eso que algunos directores obtienen en alguna ocasión, muchos de casualidad, que se llama "confabulación". De los astros, los hados, las ninfas, de Apolo... De quien sea.

Y ustedes dirán, ¿atmósfera? Pero si esta peli no tiene una atmósfera que vaya más allá de un realismo realista, thriller y documentalista. Pero no estaré de acuerdo, me temo. Porque esta película es España –o lo que fue España– no solo por su trama o su “recao”, sino por su clima añejo, asmático, de silencios impuestos y guiños forzados. Y eso es lo que a mí me llega de esa época, de esa memoria colectiva de país cerrado en sí mismo, caduco y podrido. De sus odios y recelos contenidos. Sus servidumbres y sus montes y conejos.
27 de enero de 2008
206 de 242 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ficción no es real. Es ficción. Eso dicen siempre, como dando por zanjado el término.

Haneke nos guiña el ojo y rebobina nuestras ideas preconcebidas, parodiándolas. Nos indica que, aunque la obscenidad que vemos está en una pantalla y no tiene tacto, ha sido imaginada, ha sido pensada, ha sido cocinada. Quizás exista.

Que quizás el simple hecho de que la mente humana sea capaz de inventar algo así ya sea una realidad insoportable en sí misma. Y que en el mero disfrute de estos juegos, aunque sólo sea a través de una ficción subrayada de forma socarrona, hay algo de patológico en el director que inventa, como bien afirma Servadac, pero también en el espectador… ¿Qué hay por tanto del espectador que se recrea? ¿Somos cómplices? ¿No guiñamos acaso el ojo a los asesinos también? ¿No somos los que rebobinamos la cinta?

Lo que está claro es que no somos los que apagamos la tele ni nos salimos del cine. Nos quedamos hasta el final. Intrigados, subyugados. Entretenidos.

Y Haneke, con su provocadora, distanciada y macabra realización (también demasiado autocomplaciente y didáctica, como siempre), nos traslada al horror del ser humano y nos aleja de lo que vemos para, paradójicamente, acercárnoslo. Para hacernos partícipes de la tortura a través de nuestro disfrute. Él se lava las manos subrayando la ficción (a través de una fría y nada enfática realización y de esos guiños que nos separan de la película en cuanto película), y nos pasa la pelota acentuando de esa forma nuestra propia responsabilidad para con lo que estamos viendo. La ficción no afecta al terreno de los hechos y los actos materiales contra los que no podemos oponernos, sino que se ciñe a aquello que imaginamos en nuestras cabezas, a aquello que recibimos, procesamos y... decidimos. Nos incrimina a nosotros al ser ya nuestra responsabilidad.

Hay algo perverso en disfrutar de esta película, eso es lo que digo; porque Haneke, al subrayar el carácter de film, de invención, nos indica que no hay en esta ocasión lugar a la falsa coartada de que los malos son los actores, porque esta vez, claramente, los actores sólo son actores. La película claramente sólo es una película. Y si en todo esto hay algo amoral no es sino la mirada del que, desde fuera, ve y saca conclusiones. Se viene abajo la eterna excusa... "creí que la película era real". Ya está bien de que el espectador se vaya de rositas cuando disfruta de pelis así. Aquí no hay personajes con apariencia de realidad a los que cargar el mochuelo para liberar nuestras conciencias.

Esta cinta, por tanto, no creo que trate sobre el sinsentido de las acciones humanas (ajenas), sino sobre el sinsentido de los pensamientos (propios). Y ahí quizás seamos más culpables que los dos aborrecibles protagonistas. Para ellos, como actores, esta representación de la tortura fue un trabajo.

¿Qué fue para ti?

Un entretenimiento quizás. Y lo decimos así, tan tranquilos.
22 de julio de 2005
198 de 226 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es probable que la descripción del entorno del protagonista falle en relación a su film anterior (o, al menos, que el golpe de efecto no sea tan eficaz). Aparentemente, trata de imitar el modelo de la exitosa 'El sexto sentido' tanto en el giro final como en el sello estético ya reconocible de este cineasta (largos y flotantes planos secuencia, narración pausada y minimalista, interpretaciones hieráticas…).

Pero la película tiene entidad propia más allá de comparaciones con éxitos previos de Shyamalan. Y para descifrarla hay que ponerla en su contexto, valorando así la reflexión que incorpora sobre la ficción de los cómics, sus mitos, clichés y su naïf universo.

No solo define, con bastante conocimiento de los entresijos de estas historias (sin llegar a la profundidad de ‘Watchmen’, por supuesto, que es la biblia en esas lides), un superhéroe sombrío y realista, sino que le da una vuelta de tuerca rastreando los grandes tópicos de las editoriales Marvel y DC: el profundo maniqueísmo comiquero del bien y el mal, la importancia del disfraz y el alter ego, el sentido de la responsabilidad, la enfermiza obsesión del villano…

Dotar de realidad y verosimilitud a este tipo de clichés es complicado (siempre hablando del formato cine; en cómic existen muchos productos adultos, aunque traten de personajes enfundados en mallas de colores: el ‘Daredevil’ de Frank Miller, la etapa de 'Animal Man' de Grant Morrison o 'Miracleman' de Alan Moore, por citar algunos). Y ese tratamiento más maduro y veraz es especialmente difícil, además, si no tienes el paraguas y el atajo del que ha disfrutado recientemente Christopher Nolan con un personaje casi arquetípico (Batman). Reconozco por ello que el final de ‘El protegido’ puede parecer forzado en su búsqueda desaforada del giro último en su desenlace, pero no es menos cierto que ese final termina por encajar piezas y homenajear (casi de forma metalingüística, mediante un personaje que interpreta el mundo a través de los cómics) la lógica del enfrentamiento héroe-villano.

Muchos superhéroes tienen un “archienemigo” (el Joker, Cráneo Rojo, el Duende Verde, Loki, Lex Luthor...) que es el reverso, la otra cara de la misma moneda. La némesis o el antagonista que les explica y justifica. Un enfrentamiento de contrarios que, pese a todo, se complementan (tanto en el plano psicológico como en el físico; no es al azar el contraste resistencia-fragilidad de los dos protagonistas). Por ello, este argumento y su desenlace pueden decepcionar a alguien poco aficionado a la mitología superheróica o que solo se aproxime a ella mediante el cine (que siempre reduce e infantiliza las historias en papel), porque valorará la película como un thriller de corte fantástico y punto pelota. Obviando que, además, el film es también una estupenda reinterpretación del héroe y su enemigo −una casi ontología de un tipo de personaje de ficción− que pone el foco en esas personalidades entrelazadas, complementarias y predestinadas que se necesitan la una a la otra para justificar su propia identidad. La mejor forma de utilizar unos postulados a priori pueriles para darles una relectura de cierta seriedad y oscura trascendencia, reflexionando sobre la lógica interna que desde siempre ha configurado la estructura de este tipo de historias −su ficción narrativa− y este tipo de personajes.

La mejor manera de explicar que el Joker necesita a Batman. Y que el Capitán América lo es porque existe Cráneo Rojo.

---
«Vengo a hablar. He estado pensando últimamente, sobre ti y sobre mí. Sobre lo que va a ocurrirnos al final. Nos mataremos el uno al otro, ¿verdad? Puede que me mates. Quizás te mate yo antes (...) Solo quería sentir que había intentado hablar las cosas y evitar que ocurran». ‘Batman: La broma asesina’ (Alan Moore y Brian Bolland, 1988).
21 de agosto de 2008
183 de 206 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rotundo drama judicial, una de esas películas firmes y secas, de apabullante precisión y longevidad. Un guión milimétrico (drama, intriga judicial magníficamente resuelta e incluso comedia). Un guión profesional; inteligente, profesional y adictivo como de los que ya no quedan. Y una realización compacta, clásica, narrativamente impecable. Unas interpretaciones colosales, un personaje principal carismático y unas secundarios de lujo (ahí están los nombres). James Stewart relajado, bondadoso, eternamente sereno. Mención especial para la Remick y para Arthur O’Connell también. Colosales, ya digo. Joder, y C. Scott... es que todos se salen... Y no quería mencionarlos, todos sabemos los que son, pero no me resisto: Stewart, Remick, O´Connell, Scott, Gazzara... Y es que hay rostros, hay actores, que casi con su sola presencia ya salvan una película.

Y luego que por ahí anda Duke haciendo de las suyas para que el contador mitómano se nos dispare definitivamente.

Cine clásico. Cine. Con una fotografía en blanco y negro en la línea de «El buscavidas», en la línea de ese B/N de los sesenta que sigue siendo el que más me gusta, con un contraste tan acusado como las implícitas referencias sexuales, los dobles sentidos y las torvas miradas enredándose con esa atmósfera de jazz, humo y vapor de alcohol. Violencia contenida, sexo contenido, pasiones humanas contenidas. Y James Stewart en medio con su calma chicha habitual, capeando el temporal. Un puzzle de engaños, dobles sentidos y miradas. Un puzzle delicioso para pasar dos horas completamente perdido en el proceloso mundo del Common Law. ¡Qué maravillosa escena esa en la que buscan jurisprudencia entre libros, estanterías y polvo!

Una de esas películas de siempre y para siempre. ¡Qué ganas te entran de pescar, fumar, emborracharte y ejercer la abogacía viendo esta peli, coño!
22 de septiembre de 2007
175 de 190 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claramente es una cinta teatral, configurada a partir del peso de la escenografía y las interpretaciones, a partir de un guión portentoso en su construcción de este duelo de ingenios (aunque caiga en algunas lagunas, creo yo, inevitables al tratar de rizar el rizo hasta el punto que lo intenta). Un guión en el que se insinúa su carácter de enorme burla y su distanciamiento de un thriller más razonable mediante varios instrumentos: el humor y su marcada teatralidad, un acusado tono de suspense psicológico y moral (inherentemente exagerado y teatral), y una sátira del género detectivesco clásico.

La resolución de la primera treta no me parece en absoluto, como algunos usuarios han insinuado, deficiente. Creo que el recurso a esa descomunal elipsis encaja y coadyuva al clima de juego y engaño constante. Gracias a ese despiste, el espectador deja de ser un observador para convertirse en parte del laberinto, en parte de la confusión. Ha de cuestionarse… ¿Lo sabe Olivier?¿Será o no será el mismo personaje?¿Vamos por delante de la cinta o vamos por detrás? El rompecabezas, por fin, se convierte en algo propio. No sólo de Caine y Olivier. Pasas a ser parte activa del complot. Mankiewicz no apura las posibilidades de este hallazgo, pero se agradece el desconcierto.

El problema es, en mi opinión, el último de los ardides. El final, seguramente por puro cansancio, es redundante… Quizás con un desenlace menos reiterativo (prolonga la manipulación hasta que la desgasta) subiría un punto la nota. Pero no por ello deja de ser una película ineludible.

Y lo es precisamente por una cuestión que se ha comentado ya, aunque se le haya adjudicado previamente la condición de defecto y no de virtud que es, según creo, la que le corresponde. Y es que ese tono íntimo y teatral es la mejor forma de rendir tributo a la raíz de esta historia, la mejor forma de presentar sus pretensiones y sus objetivos. La perfecta recreación de la encerrona de un gato a un ratón… O de un ratón a un gato.

Esta cinta es teatro, claro, desde luego. Mankiewicz siempre fue un director muy teatral en la dirección de actores y en la gestión de sus recursos técnicos. Pero en esta cinta, una especie de recuperación de las viejas claves de novelillas de misterio, una recreación de un clima de divertimento macabro, de intriga absorbente y clásica, en este caso, digo, lo teatral encaja. Como encaja la mansión, los batines de seda, los atizadores y el sótano a lo Allan Poe.

...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...

Mankiewicz y su estilo se ajusta a una película que busca imitar el teatro, y eso no me parece mala cosa si consigue realmente que el espectador de cine se sitúe en una butaca de club (ahí esa elipsis antes mencionada encaja, es un recurso más de teatro que de guión cinematográfico). Y es que en ocasiones, un director y su estilo encuentra acomodo en una historia y otras no. En este caso cine y teatro se funden a la perfección (la propia película juega a eso desde los títulos de crédito, incluso al director se le nota incómodo en los escasos exteriores con un movimiento timorato de la cámara en espacio abierto). Mankiewicz siempre se manejó mejor, probablemente porque así aprendió el oficio, en espacios cerrados. Y a mí me parece lícito y plenamente disfrutable que un formato copie otro, que lo adapte sin pervertirlo y homenajee sus claves. Y además es completamente congruente, en este caso, con el hecho de ser la última cinta de este director. Me parece un fantástico compendio de su estilo, su particular homenaje a una forma de hacer cine y a un encanto que, ya entonces, estaba desapareciendo.

En definitiva la película obtiene fantásticos resultados de la disposición de los objetos, los grotescos muñecos y los actores. Y es que los protagonistas no son, finalmente, más que marionetas… O al menos así se trata el uno al otro, como juguetes; desde la prepotencia, competitividad, la desconfianza y revancha propias de clases sociales distintas. Probablemente, diría Makiewicz, como pasa ahí fuera…
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here

    Últimas películas visitadas
    La leyenda de un hombre bueno (TV)
    1995
    Steven Hilliard Stern
    4,7
    (53)
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para