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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
38.276
7
26 de enero de 2010
26 de enero de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta blanca es técnicamente impecable. La fotografía en blanco y negro cenizo, virado o no, no es poética ni barroca, no es altamente contrastada ni limpia ni bella, es la que ofrece el mimo del revelado de un negativo sensible a la luz de las velas, uniforme, y de grano grueso, que muestra los negros en su máximo detalle y los blancos lavados limpios, como una premonición.
La cámara se mueve suave y pesada, no molesta lo más mínimo, no se convierte en curiosa y penetrante, se acerca a la cara, a los rostros a las emociones, y se aleja de lo superficial, espera en el rellano a que la tormenta amaine, como el niño curioso que pregunta acerca de la muerte, de la vida, del llanto, es él el verdadero protagonista de la historia, magníficamente dirigido.
Los travelling suaves en terreno difícil muestran la compleja fluidez de la cámara. Y las puertas, lo más impactante de la película, que transportan de un mundo a otro, del blanco de la apariencia al negro de la realidad, una separación inquebrantable. Las puertas se convierten en refugio del mal, por eso cuando se abren bruscamente muestran la verdadera carga que se esconde tras ellas.
El casting de actores es realmente bueno, un trabajo colectivo que no pestañea en planos largos y mucha gente. Los niños están magníficamente dirigidos, y los mayores , sobretodo sus mujeres, están en estado de gracia.. la temerosa, la despreciada, la baronesa, la única que no se avergüenza de sí misma y de su libertad.
El germen de la violencia, del totalitarismo, de la envidia, va creciendo en los corazones de aquellos críos que hacen y ocultan. Que ven degradación moral vestida de puritanismo y rectitud. La excusa perfecta para, después, llenar sus frustraciones, su incomprensión o, mejor, su comprensión mal dirigida y aleccionada.
Como se ha dicho, la serie de hechos que ocurren en la cinta blanca podría haber ocurrido en cualquier pueblo, en todos los pueblos hay historias de maltrato, tortura, violación, suicidio y asesinato. No es, entonces, una historia sobre el origen del nazismo, el nazismo se genera desde el poder y se aprovecha de la frustración y la decadencia de los pueblos. La hacienda del barón es el escenario desde el que se quiere extrapolar la historia de Alemania, o al menos se ha vendido así, obviando el paro, el hambre, la corrupción, generados por la guerra que produjo una industria armamentística en un país destruido, que daría a los jóvenes combatientes trabajo y techo y un estallido ideológico como nunca se había visto.
La cinta blanca es, pues, una historia más aislada que lo que pretende que alemanes y franceses verán con muy buenos ojos pero que en países mediterráneos como el nuestro deja un poco frio.
Como anécdota decir que me recordó mucho a Fanny y Alexander de Ingmar Bergman. ¿Se habrá inspirado Haneke en esa película?
La cámara se mueve suave y pesada, no molesta lo más mínimo, no se convierte en curiosa y penetrante, se acerca a la cara, a los rostros a las emociones, y se aleja de lo superficial, espera en el rellano a que la tormenta amaine, como el niño curioso que pregunta acerca de la muerte, de la vida, del llanto, es él el verdadero protagonista de la historia, magníficamente dirigido.
Los travelling suaves en terreno difícil muestran la compleja fluidez de la cámara. Y las puertas, lo más impactante de la película, que transportan de un mundo a otro, del blanco de la apariencia al negro de la realidad, una separación inquebrantable. Las puertas se convierten en refugio del mal, por eso cuando se abren bruscamente muestran la verdadera carga que se esconde tras ellas.
El casting de actores es realmente bueno, un trabajo colectivo que no pestañea en planos largos y mucha gente. Los niños están magníficamente dirigidos, y los mayores , sobretodo sus mujeres, están en estado de gracia.. la temerosa, la despreciada, la baronesa, la única que no se avergüenza de sí misma y de su libertad.
El germen de la violencia, del totalitarismo, de la envidia, va creciendo en los corazones de aquellos críos que hacen y ocultan. Que ven degradación moral vestida de puritanismo y rectitud. La excusa perfecta para, después, llenar sus frustraciones, su incomprensión o, mejor, su comprensión mal dirigida y aleccionada.
Como se ha dicho, la serie de hechos que ocurren en la cinta blanca podría haber ocurrido en cualquier pueblo, en todos los pueblos hay historias de maltrato, tortura, violación, suicidio y asesinato. No es, entonces, una historia sobre el origen del nazismo, el nazismo se genera desde el poder y se aprovecha de la frustración y la decadencia de los pueblos. La hacienda del barón es el escenario desde el que se quiere extrapolar la historia de Alemania, o al menos se ha vendido así, obviando el paro, el hambre, la corrupción, generados por la guerra que produjo una industria armamentística en un país destruido, que daría a los jóvenes combatientes trabajo y techo y un estallido ideológico como nunca se había visto.
La cinta blanca es, pues, una historia más aislada que lo que pretende que alemanes y franceses verán con muy buenos ojos pero que en países mediterráneos como el nuestro deja un poco frio.
Como anécdota decir que me recordó mucho a Fanny y Alexander de Ingmar Bergman. ¿Se habrá inspirado Haneke en esa película?
7
20 de marzo de 2015
20 de marzo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película tierna, acogedora. Una mirada original a un futuro cercano que se presenta confuso e inminente.
Una ocasión para darnos cuenta de que el amor, aunque no seamos conscientes de ello tiene unas consecuencias y un significado recíproco.
En V.O. mejor. :)
Una ocasión para darnos cuenta de que el amor, aunque no seamos conscientes de ello tiene unas consecuencias y un significado recíproco.
En V.O. mejor. :)

7,3
69.486
7
7 de enero de 2015
7 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fincher nunca escribió Gone girl. Digo esto porque muchos acusan a Fincher de machista recalcitrante, con películas de machos al estilo club de la lucha y mujeres ausentes, vulnerables, masculinizadas o abiertamente malvadas. Y, en realidad, la autora y guionista se declara feminista y reivindica el “derecho” de las mujeres a ser malas personas en la ficción (y lo pongo entre comillas porque los personajes de ficción no tiene ni derechos ni deberes, vaya).
No es asunto menor este porque lo menos que se puede decir de Gone girl es que es una peli que deja poso. Muchas son las criticas, ciegas en realidad, que la tildan de distorsionar la cultura de la violación, de querer desplazar a un hombre perdido e indefenso. Y muchas otras, oportunistas, la defienden como justa venganza de una mujer sometida. Para todos ellos recomiendo el extenso y acertadisimo articulo de Iker Madiagan en la revista Cactus que hace un repaso sobre la utilización de la mujer por ambas visiones.
Como peli, para mi esta a la altura de Panic Room, una sorpresa que gana mucho a medida que avanza la trama, esos tintes de Hitchcock le van que ni pintado a esta pareja en busca de una relación perfecta. El filtro oscuro que vemos es puro Fincher, y los recursos con pequeños travellings, desenfoques y contrapicados son su sello. Aparte de su fina comedia negra, Gone girl es una cosa de cada. Un telefilm muy elaborado, un neo noir mas gris que negro, un correcto thriller. Una pellicula con recorrido que agradará al que se dé por aludido. Sin que muchos se planteen dias después qué situacion viven con su pareja y cual es la manera mas justa de llevar la relación. Temo que todo quedará, como casi siempre, en apurar la bolsa de palomitas, llegar a casa y adueñarse del mando para ver el futbol.
En resumen, no nos exijamos tanto los unos a los otros que luego podemos encontrarnos con nuestro merecido... o no.
No es asunto menor este porque lo menos que se puede decir de Gone girl es que es una peli que deja poso. Muchas son las criticas, ciegas en realidad, que la tildan de distorsionar la cultura de la violación, de querer desplazar a un hombre perdido e indefenso. Y muchas otras, oportunistas, la defienden como justa venganza de una mujer sometida. Para todos ellos recomiendo el extenso y acertadisimo articulo de Iker Madiagan en la revista Cactus que hace un repaso sobre la utilización de la mujer por ambas visiones.
Como peli, para mi esta a la altura de Panic Room, una sorpresa que gana mucho a medida que avanza la trama, esos tintes de Hitchcock le van que ni pintado a esta pareja en busca de una relación perfecta. El filtro oscuro que vemos es puro Fincher, y los recursos con pequeños travellings, desenfoques y contrapicados son su sello. Aparte de su fina comedia negra, Gone girl es una cosa de cada. Un telefilm muy elaborado, un neo noir mas gris que negro, un correcto thriller. Una pellicula con recorrido que agradará al que se dé por aludido. Sin que muchos se planteen dias después qué situacion viven con su pareja y cual es la manera mas justa de llevar la relación. Temo que todo quedará, como casi siempre, en apurar la bolsa de palomitas, llegar a casa y adueñarse del mando para ver el futbol.
En resumen, no nos exijamos tanto los unos a los otros que luego podemos encontrarnos con nuestro merecido... o no.

6,3
26.679
6
28 de marzo de 2009
28 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De poco me sirven las criticas leídas en los periódicos, escuchadas por la radio o vistas por televisión, porque aunque me haga una idea de lo que me depara la última de Almodovar, se me descuadra al primer cuarto de hora.
La primera parte, que yo divido en tres, es excepcional, puro Almodóvar de “Hable con ella”. Pone orden en un aparente caos y muestra los personajes de tal modo que enseguida interesa saber qué hacen y qué lazos les unen. Los saltos de tiempo no son incómodos como otros dicen, y la historia discurre suave y sin estridencias. Penélope tiene mil registros y Lluis Homar es frío y pragmático, como su ceguera le deja ser.. Me pregunto si a estas alturas Almodóvar tiene algún compromiso con alguien influyente al poner a Kira Miró, Alejo Sauras o Rubén Ochandiano, que a ratos resulta gracioso y los más es un poste.
La película avanza y se teje una historia de amor entremezclada con otra de sexo, la diferencia está clara y el simulado burka con las sábanas da muestra de ello. Pero es una historia sin historia, pues no es nada más especial que la atracción de ambos. La obsesión de Ernesto no se palpa y no existe la tensión que la música requiere. Viene el desconcierto porque la historia pide mucho más y se desaprovecha totalmente. El momento de la lectora de labios es bueno, lejos de ser el mejor como muchos dicen. Lanzarote es preciosa y Almodóvar lo sabe bien y nos lo muestra, y si además hay música de CatPower pues mejor que mejor. Para mí uno de los mejores momentos.
Entonces algo ocurre y la película se vierte a ratos en monólogos llenos de una forzada profundidad (Blanca Portillo hace lo que le mandan hacer) y una forzada frivolidad: “¡Anda, Mateo es mi padre! jo, ¡pues no lo sabia! Y se nos cuenta la historia de lo que ocurrió en la post producción de “chicas y maletas” una historia sin interés alguno que deviene en aburrimiento con bostezos en la sala de cine.
En definitiva, una buena pelicula en la primera mitad y desaprovechada con impotencia y aburrida en la segunda. Almodóvar puede más y se le ha olvidado.
La primera parte, que yo divido en tres, es excepcional, puro Almodóvar de “Hable con ella”. Pone orden en un aparente caos y muestra los personajes de tal modo que enseguida interesa saber qué hacen y qué lazos les unen. Los saltos de tiempo no son incómodos como otros dicen, y la historia discurre suave y sin estridencias. Penélope tiene mil registros y Lluis Homar es frío y pragmático, como su ceguera le deja ser.. Me pregunto si a estas alturas Almodóvar tiene algún compromiso con alguien influyente al poner a Kira Miró, Alejo Sauras o Rubén Ochandiano, que a ratos resulta gracioso y los más es un poste.
La película avanza y se teje una historia de amor entremezclada con otra de sexo, la diferencia está clara y el simulado burka con las sábanas da muestra de ello. Pero es una historia sin historia, pues no es nada más especial que la atracción de ambos. La obsesión de Ernesto no se palpa y no existe la tensión que la música requiere. Viene el desconcierto porque la historia pide mucho más y se desaprovecha totalmente. El momento de la lectora de labios es bueno, lejos de ser el mejor como muchos dicen. Lanzarote es preciosa y Almodóvar lo sabe bien y nos lo muestra, y si además hay música de CatPower pues mejor que mejor. Para mí uno de los mejores momentos.
Entonces algo ocurre y la película se vierte a ratos en monólogos llenos de una forzada profundidad (Blanca Portillo hace lo que le mandan hacer) y una forzada frivolidad: “¡Anda, Mateo es mi padre! jo, ¡pues no lo sabia! Y se nos cuenta la historia de lo que ocurrió en la post producción de “chicas y maletas” una historia sin interés alguno que deviene en aburrimiento con bostezos en la sala de cine.
En definitiva, una buena pelicula en la primera mitad y desaprovechada con impotencia y aburrida en la segunda. Almodóvar puede más y se le ha olvidado.

7,3
2.908
7
15 de abril de 2009
15 de abril de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra buena película de Bergman, obsesionado con lo que escapa a nuestra razón, lo místico y espiritual, la muerte. Esta es, pues, una película contra el escepticismo y las verdades absolutas, o más bien contra la ciencia estancada en ella misma.
Los personajes errantes de Bergman reflejan aquello que anhelamos alguna vez, ellos muestran nuestras ilusiones, pero también nuestros miedos. Es fácil jugar a saber, creer controlar lo inexplicable..incluso sentimos una cierta simpatía y compasión hacia quien nos muestra trucos que podemos explicar y que son ajenos a nosotros.. pero ser victimas de nuestros propios miedos es algo muy diferente y lo rechazamos de plano, eso no tiene ya tanta gracia. Nos rebelamos contra aquello que creemos un engaño, el mayor de todos, que somos vulnerables, y nos indignamos entonces con quien nos muestra ese engaño y lo desterramos. Pero dejarnos llevar por lo que tememos es tan fácil como dejarnos llevar por nuestras ilusiones.
Por eso la verdad es el movimiento y no el estancamiento y la autocomplacencia...no una fe irracional en la razón. Al fin y al cabo, uno sabe sólo lo que sabe y cree sólo en lo que quiere creer.
Los personajes errantes de Bergman reflejan aquello que anhelamos alguna vez, ellos muestran nuestras ilusiones, pero también nuestros miedos. Es fácil jugar a saber, creer controlar lo inexplicable..incluso sentimos una cierta simpatía y compasión hacia quien nos muestra trucos que podemos explicar y que son ajenos a nosotros.. pero ser victimas de nuestros propios miedos es algo muy diferente y lo rechazamos de plano, eso no tiene ya tanta gracia. Nos rebelamos contra aquello que creemos un engaño, el mayor de todos, que somos vulnerables, y nos indignamos entonces con quien nos muestra ese engaño y lo desterramos. Pero dejarnos llevar por lo que tememos es tan fácil como dejarnos llevar por nuestras ilusiones.
Por eso la verdad es el movimiento y no el estancamiento y la autocomplacencia...no una fe irracional en la razón. Al fin y al cabo, uno sabe sólo lo que sabe y cree sólo en lo que quiere creer.
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