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4,7
12.812
6
20 de noviembre de 2013
20 de noviembre de 2013
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott rueda la primera película escrita en su integridad por el novelista Cormac McCarhty.
Quienes conozcan la obra de este soberbio autor no encontrarán aquí nada que de verdad les sorprenda; y me atrevo a considerarlo una virtud. Todas sus obsesiones están aquí: el poder, el destino, el mal, la violencia y el deseo. También una retahíla de frases antológicas; posee McCarthy la facilidad para la sentencia metafísica más cruda, distante y estremecedora a la vez. Nadie como él para sintetizar una idea complicadísima en apenas diez palabras, ni para perfilar un personaje con dos rasgos.
La deuda del guión con su narrativa se extiende también al empleo de una estructura muy novelística –demasiado, como se verá–, que lastra el desarrollo de la primera hora, pero que a la vez despliega un juego de símbolos y de simetrías bastante eficaz en algunos casos.
Aquí empiezan los problemas: un diálogo no es igual en el cine que en un libro; por algo los libros se “adaptan”. Pues bien: durante la primera hora, como acabo de decir, este film resulta un tostón. Las escenas se suceden idénticas: dos personas –dos, no más– hablan de lo divino y de lo humano, sentados en algún sitio. No ocurre nada. Están cimentándose los entresijos de la trama, claro, pero uno cree asistir a un prólogo más que a una película en sí, porque para colmo el contenido de las conversaciones son metafísicas o muy trascendentes. Cada personaje raja sin parar y divaga mientras suelta verdades absolutas. Uno no puede creerse que un capo mexicano se lance a perorar con seriedad sobre las mujeres y la moral con su abogado, y que emplee para ello una retórica digna de Schopenhauer. Suele pasarles a los villanos de McCarthy: son terrorifícamente teóricos y conscientes de su villanía; disertan sobre ella y se maravillan de sí mismos, a lo Shakespeare. Pero aquí, durante el 60% de la película, no funciona. Demasiado literario. En el mal sentido. Porque no sucede nada. Nada. Y cunde el desinterés.
Tras una hora de tedio (¿adónde coño va esto?, se pregunta uno), por fin pasan cosas. La trama se pone en marcha, y la película termina con uno de los mejores clímax que he visto yo en estos años. McCarthy deja unas cuantas perlas marca de la casa, y entonces la complejidad se multiplica por diez. Los monólogos que antes se antojaban insufribles, de golpe cobran una fuerza tremenda. Funcionan. Estremecen. Pero, claro, ya es demasiado tarde para salvarla del desastre.
De entre los actores, cuenta un servidor con una desventaja: desde hace ya unos ocho años o así, no me creo nunca a Penélope Cruz. La veo a ELLA actuando, no a su personaje. De modo que tal vez la historia me hubiera llegado más si, en vez de Pene, hubiera estado ahí, no sé, Rachel McAdams, o Carey Mulligan. Ignoro si sólo es cosa mía o se trata de algo más extendido. La veo y sólo puedo imaginármela gritando “Peeedrooooo” como una desequilibrada. Eso, lo quiera uno o no, echa por tierra mucho de la película.
Por lo demás, todos bien. Brad Pitt con el agradable piloto automático que con tanto oficio sigue (idénticas pose y actitud a las de “Killing the softly” y “Guerra mundial Z”) a veces; Bardem pasado de vueltas, como acostumbra, pero con bastante dignidad; Cameron Díaz haciendo de zorra con garra y rendimiento, a pesar de que es el papel más difícil, por fácil que a primera vista parezca… Y Fassbender. Sólo lo diré una vez: Fassbender es Dios. Siempre está perfecto y jamás manifiesta exceso alguno en ningún papel. Posee tal dominio de la actuación que parece haber aparecido de golpe según se iban revelando los rollos de celuloide.
Además el cinéfago curioso encontrará por ahí al inconmensurable Bruno Ganz (“El amigo americano”, “El cielo sobre Berlín", “El hundimiento”), en un cameo pequeño, a Natalie Dormer (“Juego de tronos”) y a Dean Norris (“Breaking Bad”).
En síntesis: a pesar de todo, una obra fallida. Pero con unos últimos 30 minutos que yo encontré rebosantes de fuerza, hasta el punto de que en una escena (la llamada de teléfono en el coche), me puso la piel de gallina; pues se unían de verdad las fuerzas de la imagen y de la palabra. Que es lo que durante 60 minutos y pico no había ocurrido.
Quién sabe, tal vez en una revisión mejore; tal vez se la valore más con el tiempo. De momento me ha parecido un fracaso brillante, o un brillante fracaso. Pero fracaso, al fin y al cabo.
Sin embargo, no descarten que con el tiempo se convierta en una extravagante película de culto. Dos inolvidables ocurrencias (la escena sexual motora, y esa muerte repugnante y terrorífica), y una densidad que tal vez se aprecie mejor revisándola, se prestan a ello.
Desde luego aún no se me ha ido de la cabeza.
Para otros detalles más concretos, al spoiler. No son spoilers que revienten la trama ni el final, pero algo de miga se cuenta. Avisados quedan.
Quienes conozcan la obra de este soberbio autor no encontrarán aquí nada que de verdad les sorprenda; y me atrevo a considerarlo una virtud. Todas sus obsesiones están aquí: el poder, el destino, el mal, la violencia y el deseo. También una retahíla de frases antológicas; posee McCarthy la facilidad para la sentencia metafísica más cruda, distante y estremecedora a la vez. Nadie como él para sintetizar una idea complicadísima en apenas diez palabras, ni para perfilar un personaje con dos rasgos.
La deuda del guión con su narrativa se extiende también al empleo de una estructura muy novelística –demasiado, como se verá–, que lastra el desarrollo de la primera hora, pero que a la vez despliega un juego de símbolos y de simetrías bastante eficaz en algunos casos.
Aquí empiezan los problemas: un diálogo no es igual en el cine que en un libro; por algo los libros se “adaptan”. Pues bien: durante la primera hora, como acabo de decir, este film resulta un tostón. Las escenas se suceden idénticas: dos personas –dos, no más– hablan de lo divino y de lo humano, sentados en algún sitio. No ocurre nada. Están cimentándose los entresijos de la trama, claro, pero uno cree asistir a un prólogo más que a una película en sí, porque para colmo el contenido de las conversaciones son metafísicas o muy trascendentes. Cada personaje raja sin parar y divaga mientras suelta verdades absolutas. Uno no puede creerse que un capo mexicano se lance a perorar con seriedad sobre las mujeres y la moral con su abogado, y que emplee para ello una retórica digna de Schopenhauer. Suele pasarles a los villanos de McCarthy: son terrorifícamente teóricos y conscientes de su villanía; disertan sobre ella y se maravillan de sí mismos, a lo Shakespeare. Pero aquí, durante el 60% de la película, no funciona. Demasiado literario. En el mal sentido. Porque no sucede nada. Nada. Y cunde el desinterés.
Tras una hora de tedio (¿adónde coño va esto?, se pregunta uno), por fin pasan cosas. La trama se pone en marcha, y la película termina con uno de los mejores clímax que he visto yo en estos años. McCarthy deja unas cuantas perlas marca de la casa, y entonces la complejidad se multiplica por diez. Los monólogos que antes se antojaban insufribles, de golpe cobran una fuerza tremenda. Funcionan. Estremecen. Pero, claro, ya es demasiado tarde para salvarla del desastre.
De entre los actores, cuenta un servidor con una desventaja: desde hace ya unos ocho años o así, no me creo nunca a Penélope Cruz. La veo a ELLA actuando, no a su personaje. De modo que tal vez la historia me hubiera llegado más si, en vez de Pene, hubiera estado ahí, no sé, Rachel McAdams, o Carey Mulligan. Ignoro si sólo es cosa mía o se trata de algo más extendido. La veo y sólo puedo imaginármela gritando “Peeedrooooo” como una desequilibrada. Eso, lo quiera uno o no, echa por tierra mucho de la película.
Por lo demás, todos bien. Brad Pitt con el agradable piloto automático que con tanto oficio sigue (idénticas pose y actitud a las de “Killing the softly” y “Guerra mundial Z”) a veces; Bardem pasado de vueltas, como acostumbra, pero con bastante dignidad; Cameron Díaz haciendo de zorra con garra y rendimiento, a pesar de que es el papel más difícil, por fácil que a primera vista parezca… Y Fassbender. Sólo lo diré una vez: Fassbender es Dios. Siempre está perfecto y jamás manifiesta exceso alguno en ningún papel. Posee tal dominio de la actuación que parece haber aparecido de golpe según se iban revelando los rollos de celuloide.
Además el cinéfago curioso encontrará por ahí al inconmensurable Bruno Ganz (“El amigo americano”, “El cielo sobre Berlín", “El hundimiento”), en un cameo pequeño, a Natalie Dormer (“Juego de tronos”) y a Dean Norris (“Breaking Bad”).
En síntesis: a pesar de todo, una obra fallida. Pero con unos últimos 30 minutos que yo encontré rebosantes de fuerza, hasta el punto de que en una escena (la llamada de teléfono en el coche), me puso la piel de gallina; pues se unían de verdad las fuerzas de la imagen y de la palabra. Que es lo que durante 60 minutos y pico no había ocurrido.
Quién sabe, tal vez en una revisión mejore; tal vez se la valore más con el tiempo. De momento me ha parecido un fracaso brillante, o un brillante fracaso. Pero fracaso, al fin y al cabo.
Sin embargo, no descarten que con el tiempo se convierta en una extravagante película de culto. Dos inolvidables ocurrencias (la escena sexual motora, y esa muerte repugnante y terrorífica), y una densidad que tal vez se aprecie mejor revisándola, se prestan a ello.
Desde luego aún no se me ha ido de la cabeza.
Para otros detalles más concretos, al spoiler. No son spoilers que revienten la trama ni el final, pero algo de miga se cuenta. Avisados quedan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se notan poco los esfuerzos del guión por sustentar desde el principio una metafísica, porque se ahoga en sus propias palabras, pero todo lo que se dice durante la tediosa primera media hora se vuelve ironía o profecía más adelante: la observación de Bardem de que la mujer quiere divertirse, la perorata del joyero sobre la eternidad de los diamantes, la seguridad de Brad Pitt ante su propia y segura salvación, el juego sacrílego de Cameron Díaz con el cura (ahí se revela su esencia demoníaca), la aparente serenidad de todo lo que va sucediendo, los falinos dando caza a los conejos...
Si uno piensa en ella, no falla por superflua, pues toca muchos temas, los deja caer, y ahí están con su hondo poso, sino por una dirección inadecuada, y un guión demasiado estilizado y verbal para el cine. Una pena.
La charla con la cita de Antonio Machado, "caminante no hay camino" en español me ha parecido muy, muy buena. Una joya marca de la casa.
Si uno piensa en ella, no falla por superflua, pues toca muchos temas, los deja caer, y ahí están con su hondo poso, sino por una dirección inadecuada, y un guión demasiado estilizado y verbal para el cine. Una pena.
La charla con la cita de Antonio Machado, "caminante no hay camino" en español me ha parecido muy, muy buena. Una joya marca de la casa.

5,9
4.013
5
16 de febrero de 2024
16 de febrero de 2024
31 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de la película: no aburre, grandísima fotografía, buenísimo montaje, sublime diseño de vestuario, una dirección, en fin, impecable. Sí, ahí es cine de alto copete.
El problema es el puñetero guion. Lo explicaré en el Spoiler, pero dejo aquí claves.
Vamos pues a por lo que uno tuerce el morro (sobre todo si se ha visto la de Baz Luhrmann).
1- De entrada, está basada en la autobiografia de ella. No hay más contrapartes. La hija de ella y Elvis (Lisa Marie) falleció en 2022, pero se mostraba en contra del libro y del proyecto este. Bueno, como también Elvis está muerto y no tiene versión, vamos a creernos todo. Aunque, ciertamente, da algo de desconfianza que haya SOLO una versión donde la víctima es la protagonista, que solo es milmillonaria, famosa, guapísima, que heredó lo que no está escrito, que luego fue actriz... pero necesitaba amor y compañía de su hombre Elvis y no lo obtiene.
2- Elvis es bobalicón, egocéntrico, infantil, drogota, mentiroso, con necesidad patética de figura materna y siempre está rodeado de gilipollas que lo adulan y son muy machotes. Son tipos sin papel, en realidad: funcionan como un coro de groupies. Indistiniguibles entre sí. Y Elvis trata a su Priscilla como a su mujer-objeto-osito de peluche.
No van a encontrar nada más en él, se aseguro. Es que ni siquiera cambia. El cantante más importante del siglo XX era así de patán. No es ni siquiera malo; es directamente un crío bobalicón patético. También se enfada y da alguna hostia, eso sí.
3- La cabrita de Sofía Coppola (con todo propósito: esta es la peli de Cilla) hace que en su cinta no suene NI UNA SOLA CANCIÓN de Elvis. Normal: él es idiota y la BSO debe ser PARA ELLA.
4- Al Coronel se lo menciona pero ni sale. El padre de Elvis es sencillamente un soplapollas. Fabricado para que lo odies en cada escena.
5- Reto a que alguien me diga cuándo la prota se comporta mal con otras personas esta jodida santa mujer
Venga, resumen rápido en el Spoiler de esta trama.
El problema es el puñetero guion. Lo explicaré en el Spoiler, pero dejo aquí claves.
Vamos pues a por lo que uno tuerce el morro (sobre todo si se ha visto la de Baz Luhrmann).
1- De entrada, está basada en la autobiografia de ella. No hay más contrapartes. La hija de ella y Elvis (Lisa Marie) falleció en 2022, pero se mostraba en contra del libro y del proyecto este. Bueno, como también Elvis está muerto y no tiene versión, vamos a creernos todo. Aunque, ciertamente, da algo de desconfianza que haya SOLO una versión donde la víctima es la protagonista, que solo es milmillonaria, famosa, guapísima, que heredó lo que no está escrito, que luego fue actriz... pero necesitaba amor y compañía de su hombre Elvis y no lo obtiene.
2- Elvis es bobalicón, egocéntrico, infantil, drogota, mentiroso, con necesidad patética de figura materna y siempre está rodeado de gilipollas que lo adulan y son muy machotes. Son tipos sin papel, en realidad: funcionan como un coro de groupies. Indistiniguibles entre sí. Y Elvis trata a su Priscilla como a su mujer-objeto-osito de peluche.
No van a encontrar nada más en él, se aseguro. Es que ni siquiera cambia. El cantante más importante del siglo XX era así de patán. No es ni siquiera malo; es directamente un crío bobalicón patético. También se enfada y da alguna hostia, eso sí.
3- La cabrita de Sofía Coppola (con todo propósito: esta es la peli de Cilla) hace que en su cinta no suene NI UNA SOLA CANCIÓN de Elvis. Normal: él es idiota y la BSO debe ser PARA ELLA.
4- Al Coronel se lo menciona pero ni sale. El padre de Elvis es sencillamente un soplapollas. Fabricado para que lo odies en cada escena.
5- Reto a que alguien me diga cuándo la prota se comporta mal con otras personas esta jodida santa mujer
Venga, resumen rápido en el Spoiler de esta trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ella es muy buena y sensible. Elvis se encapricha. Ella quiere estudiar, pero Elvis la distrae. ¡Malo Elvis! Pero da igual: ella está enamoradísima y es muy buena persona.
Este esquema se repite hasta que él la rapta a base de pasta y la lleva para Graceland. Ella quiere seguir estudiando, cojones. Y lo logra. A pesar de Elvis.
Pero, ay amigos, no follan. Elvis no quiere. La abraza, la quiere mucho, le compra cosas. Pero ella... pues desea que le echen un polvete. Nada más. Elvis, ¡malo Elvis!, dos besitos en el hombro y a sobar.
Mientras tanto él le cambia de vestidos, de peinados, se la lleva por ahí. Es su muñeca porque Elvis es así de cretino y no hay otra. También empieza a drogarla. Él se droga mucho: pues oye su amante también: la incita y ella cae. ¡Malo Elvis!
Un día se casan y ya follan. Retozan pero poco dura la alegría, porque él le suelta una hostia. ¡Mal Elvis!
Tienen una hija. Eso les une mucho. Pero él se va de gira y las deja a su bola. ¡Mal Elvis!
Elvis se va a las Vegas a cantar hasta morir. Pero como es mal Elvis, nuestra heroína, que solo quería estudiar y que se vio abocada a no hacerlo porque solo va a ser millonaria de por vida, famosa (sin cambiarse el apellido: así es la Libertad), y con la libertad de hacer lo que el 99% de las mujeres no puede, se divorcia.
Y ahí se acaba la película apologética sobre una de las mujeres más empoderadas y mil millonarias de la Historia.
Y una de las más buenas personas que jamás haya existido, a tenor de la trama.
¡Canonización ya!
Este esquema se repite hasta que él la rapta a base de pasta y la lleva para Graceland. Ella quiere seguir estudiando, cojones. Y lo logra. A pesar de Elvis.
Pero, ay amigos, no follan. Elvis no quiere. La abraza, la quiere mucho, le compra cosas. Pero ella... pues desea que le echen un polvete. Nada más. Elvis, ¡malo Elvis!, dos besitos en el hombro y a sobar.
Mientras tanto él le cambia de vestidos, de peinados, se la lleva por ahí. Es su muñeca porque Elvis es así de cretino y no hay otra. También empieza a drogarla. Él se droga mucho: pues oye su amante también: la incita y ella cae. ¡Malo Elvis!
Un día se casan y ya follan. Retozan pero poco dura la alegría, porque él le suelta una hostia. ¡Mal Elvis!
Tienen una hija. Eso les une mucho. Pero él se va de gira y las deja a su bola. ¡Mal Elvis!
Elvis se va a las Vegas a cantar hasta morir. Pero como es mal Elvis, nuestra heroína, que solo quería estudiar y que se vio abocada a no hacerlo porque solo va a ser millonaria de por vida, famosa (sin cambiarse el apellido: así es la Libertad), y con la libertad de hacer lo que el 99% de las mujeres no puede, se divorcia.
Y ahí se acaba la película apologética sobre una de las mujeres más empoderadas y mil millonarias de la Historia.
Y una de las más buenas personas que jamás haya existido, a tenor de la trama.
¡Canonización ya!
28 de julio de 2012
28 de julio de 2012
30 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucha gente la ensalza.
Es verdad: Katharine Hepburn fue una actriz genial; Spencer Tracy tiene gracia siempre.
Pero la película, a día de hoy, está más pasada que un sándwich de cangrejo de hace tres años.
Rancia, anquilosada casi en su época, mal envejecida. Quiere tener mensaje social chupi, y al mismo tiempo hacer reír con ¡esa locura de que un negro se case con una blanca! ¡Repámpanos! ¡Qué tema inmortal! ¿Cómo es que Shakespeare no escribió una comedia con semejante asunto? ¿O Aristófanes?
Nada, nada: humor bobo, rollo social caduco, y totalmente fuera de lugar en nuestros días.
Y si una película no aguanta el paso del tiempo, no hay vuelta de hoja: es mala.
Hace unos días me volví a ver Lo que el viento se llevó, y ahí aguanta fresca como una jodida lechuga. Es un ejemplo de cine que soporta los años: los hay a millares. No es el caso.
Es verdad: Katharine Hepburn fue una actriz genial; Spencer Tracy tiene gracia siempre.
Pero la película, a día de hoy, está más pasada que un sándwich de cangrejo de hace tres años.
Rancia, anquilosada casi en su época, mal envejecida. Quiere tener mensaje social chupi, y al mismo tiempo hacer reír con ¡esa locura de que un negro se case con una blanca! ¡Repámpanos! ¡Qué tema inmortal! ¿Cómo es que Shakespeare no escribió una comedia con semejante asunto? ¿O Aristófanes?
Nada, nada: humor bobo, rollo social caduco, y totalmente fuera de lugar en nuestros días.
Y si una película no aguanta el paso del tiempo, no hay vuelta de hoja: es mala.
Hace unos días me volví a ver Lo que el viento se llevó, y ahí aguanta fresca como una jodida lechuga. Es un ejemplo de cine que soporta los años: los hay a millares. No es el caso.
Episodio

7,9
11.555
5
20 de febrero de 2014
20 de febrero de 2014
27 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El peor episodio de la serie.
Si ya han visto los anteriores, véanlo, por supuesto. No tiene sentido echarse para atrás a estas alturas. El capítulo tiene momentos muy majos, y el humor funciona a la perfección.
Pero si ya lo han visto, vayan al espoiler, y no serán capaces de discrepar (qué indignidad).
Si ya han visto los anteriores, véanlo, por supuesto. No tiene sentido echarse para atrás a estas alturas. El capítulo tiene momentos muy majos, y el humor funciona a la perfección.
Pero si ya lo han visto, vayan al espoiler, y no serán capaces de discrepar (qué indignidad).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero vamos a ver.
O sea, que la genialidad de Sherlock consiste en dispararle a la cabeza a un malo desarmado. Porque sí. Con dos cojones. Ejecución sumaria.
“Jajaja, Sherlock, soy más listo que tú, te la he jugado, mi intelecto resplandece”
“¡Pues te mato!”, ¡Pum!
“Aaaaaarg me muero”
“Jejeje, soy genial y muy astuto”.
¿Desde cuándo Sherlock pasa de desmontar intrincados planes a cargarse a gente porque no puede con ella? Así también resuelvo yo 400 casos. Asesino al sospechoso y listo. No te digo.
No me convence una porra que el único recurso de Sherlock consista en pegar tiros en la nuca a traición. No sólo se convierte en un asesino, sino que se convierte en un hijo de puta frustrado.
Pero, ¿saben lo mejor?, da lo mismo.
“¡Oh Sherlock, has matado a un hombre!”.
“No pasa nada, ahora sale Moriarty en una pantallita, y todo olvidado”.
Y no voy a hablar de la reconversión de la señora Watson en agente especial de la CIA, o en asesina también, así como de su redención gracias al amor, para que no me entre una úlcera.
O sea, que la genialidad de Sherlock consiste en dispararle a la cabeza a un malo desarmado. Porque sí. Con dos cojones. Ejecución sumaria.
“Jajaja, Sherlock, soy más listo que tú, te la he jugado, mi intelecto resplandece”
“¡Pues te mato!”, ¡Pum!
“Aaaaaarg me muero”
“Jejeje, soy genial y muy astuto”.
¿Desde cuándo Sherlock pasa de desmontar intrincados planes a cargarse a gente porque no puede con ella? Así también resuelvo yo 400 casos. Asesino al sospechoso y listo. No te digo.
No me convence una porra que el único recurso de Sherlock consista en pegar tiros en la nuca a traición. No sólo se convierte en un asesino, sino que se convierte en un hijo de puta frustrado.
Pero, ¿saben lo mejor?, da lo mismo.
“¡Oh Sherlock, has matado a un hombre!”.
“No pasa nada, ahora sale Moriarty en una pantallita, y todo olvidado”.
Y no voy a hablar de la reconversión de la señora Watson en agente especial de la CIA, o en asesina también, así como de su redención gracias al amor, para que no me entre una úlcera.
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