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Cortometraje

6,4
479
7
9 de noviembre de 2021
9 de noviembre de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El franquismo, aunque no proclamara las ideas de Darwin, las asumió plenamente. Sobrevive quien se adapta. Para sobrevivir, se fue adaptando a todos los entornos que iban generándose con el paso de los años. Se adaptó a la victoria de los llamados Alíados con un criminal anticomunismo; se adaptó al relevo de falangistas por tecnócratas del Opus con el llamado plan de estabilización, y se adaptó a la demanda de playas y sol para poder disponer de las divisas que no habían llegado con el plan Marshall por mucha bienvenida que irónicamente le recrearan Azcona y Berlanga.
Leyenda o no, pues parece que fue *real*, el episodio del alcalde de Benidorm visitando la residencia de Franco y su Señora, es significativo.
Óscar Bernàcer da en el clavo con un guión preciso, con un suspense de relojería y con un montaje efectivo. También los actores. Sergio Caballero está correcto y creíble y tanto Carlos Areces como Rosario Pardo lo bordan. Ella también había protagonizado otro corto del mismo director dos años antes, "Desayuno con diadema", estupendamente. Mientras que Areces, que no puede dejar de interpretarse a sí mismo, pues es Areces antes que nada -para alegría de todos-, borda un "Excrementísimo" excepcional, como había hecho Luis Ciges -otro que tal- en "Franco no puede morir en la cama" (de Alberto Macías, 1999).
El argumento es diáfano: cómo camelarse la beatería de la Señora Polo de Franco (y con ella la del estado todo)? Pues ofreciéndole de anzuelo un pedazo de Festival de la Canción Mediterránea como los de Italia. Jaque mate al alfil (el obispo de Alicante), pues el rey (Franco) está a lo que diga la reina (la Polo). El alcalde (Pedro Zaragoza) se mueve como el caballo en el tablero: hace requiebros y no se desmonta en ningún momento, ni siquiera cuando se le recrimina por ir en Vespa y no en Sanglas.
La metáfora también es muy clara: momento del embrión de lo que luego será la monstruosidad inmobiliaria en la costa mediterránea, pero que de no haberse dado en la costa ibérica se hubiera dado en la adriática o incluso en la turca. Dado que para los turistas occidentales visitar una España bajo el yugo franquista pero folklórica era mucho más cómodo que visitar países con creencias socialistas o musulmanas, la semillita dió su fruto, aunque eso sí, de cemento y chiringuitos.
El mismo asunto lo desarrolla el mismo director en el documental sobre Pedro Zaragoza, "El hombre que embotelló el sol", dos años después, y en el que salen extractos de este cortometraje, lógicamente. También ahí Bernàcer resolverá con agudeza y humor todos los flecos que genera el hecho de que el 'simpático modernizador' no fuera sino un falangista con espíritu empresarial. Alcaldes como aquel Zaragoza o Porcioles o tantos otros, sirvieron de lubricantes para que la barbarie fascistoide sobreviviera en las administraciones hasta más que entrados los años setenta.
Y todo se reduce, hasta en el título, a una cuestión tan baladí como es la cantidad de téxtil que debe tapar los cuerpos de las mujeres, sean suecas o de Sueca, en las playas. Y de cómo quienes iban bajo palio iban a paliar su despiste/destape con muchas montañas de dólares, marcos, coronas, francos y libras para poner hoteles y más hoteles donde antes solamente hubo pescadores y payeses.
Leyenda o no, pues parece que fue *real*, el episodio del alcalde de Benidorm visitando la residencia de Franco y su Señora, es significativo.
Óscar Bernàcer da en el clavo con un guión preciso, con un suspense de relojería y con un montaje efectivo. También los actores. Sergio Caballero está correcto y creíble y tanto Carlos Areces como Rosario Pardo lo bordan. Ella también había protagonizado otro corto del mismo director dos años antes, "Desayuno con diadema", estupendamente. Mientras que Areces, que no puede dejar de interpretarse a sí mismo, pues es Areces antes que nada -para alegría de todos-, borda un "Excrementísimo" excepcional, como había hecho Luis Ciges -otro que tal- en "Franco no puede morir en la cama" (de Alberto Macías, 1999).
El argumento es diáfano: cómo camelarse la beatería de la Señora Polo de Franco (y con ella la del estado todo)? Pues ofreciéndole de anzuelo un pedazo de Festival de la Canción Mediterránea como los de Italia. Jaque mate al alfil (el obispo de Alicante), pues el rey (Franco) está a lo que diga la reina (la Polo). El alcalde (Pedro Zaragoza) se mueve como el caballo en el tablero: hace requiebros y no se desmonta en ningún momento, ni siquiera cuando se le recrimina por ir en Vespa y no en Sanglas.
La metáfora también es muy clara: momento del embrión de lo que luego será la monstruosidad inmobiliaria en la costa mediterránea, pero que de no haberse dado en la costa ibérica se hubiera dado en la adriática o incluso en la turca. Dado que para los turistas occidentales visitar una España bajo el yugo franquista pero folklórica era mucho más cómodo que visitar países con creencias socialistas o musulmanas, la semillita dió su fruto, aunque eso sí, de cemento y chiringuitos.
El mismo asunto lo desarrolla el mismo director en el documental sobre Pedro Zaragoza, "El hombre que embotelló el sol", dos años después, y en el que salen extractos de este cortometraje, lógicamente. También ahí Bernàcer resolverá con agudeza y humor todos los flecos que genera el hecho de que el 'simpático modernizador' no fuera sino un falangista con espíritu empresarial. Alcaldes como aquel Zaragoza o Porcioles o tantos otros, sirvieron de lubricantes para que la barbarie fascistoide sobreviviera en las administraciones hasta más que entrados los años setenta.
Y todo se reduce, hasta en el título, a una cuestión tan baladí como es la cantidad de téxtil que debe tapar los cuerpos de las mujeres, sean suecas o de Sueca, en las playas. Y de cómo quienes iban bajo palio iban a paliar su despiste/destape con muchas montañas de dólares, marcos, coronas, francos y libras para poner hoteles y más hoteles donde antes solamente hubo pescadores y payeses.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la última imagen nos encontramos con *la historia real* en el sentido de la abrumadora realidad de la transformación de la costa de Benidorm. Todo un detalle pues si la historia hubiese sido otra, posiblemente el paisaje también, para mal o para bien.
Documental

7,8
8.295
Documental
8
3 de agosto de 2021
3 de agosto de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conociendo el asunto del documental, sabía que me iba a impresionar. No me decepcionó. Es más, no pasará tanto tiempo antes de que vea el que hace de segunda parte.
Hay poco que añadir a lo ya escrito. Es un documento sobre una impunidad flagrante, latente y extrema. Realmente es indignante la hipocresía tanto de los gobiernos instigadores como de los diplomáticos ocultadores de un genocidio de tamaño calibre.
Es pura ironía de la historia que Pemuda Pancasila sean palabras desconocidas incluso entre personas convencidamente antifascistas. Es también significativo que se les siga llamando "hombres libres" a quienes ejercieron de carniceros sin escrúpulos en aquellos años en que se llamaba guerra fría a hervir a fuego lento a millones de personas en el mundo por el hecho de procurar una justicia social y el fin de la explotación sin freno de las clases parias de la Tierra.
Leo que el director texano comentó, al morir Anwar Congo en 2019, que el verdugo le "ayudó a ver que todos los autores de crímenes son humanos".
Consigue transmitir esa idea con una habilidad admirable. Y consigue que reflexionemos sobre como lo cotidiano acaba enterrando el horror más inmundo, pese a que la memoria esté ahí. Siempre.
Hay poco que añadir a lo ya escrito. Es un documento sobre una impunidad flagrante, latente y extrema. Realmente es indignante la hipocresía tanto de los gobiernos instigadores como de los diplomáticos ocultadores de un genocidio de tamaño calibre.
Es pura ironía de la historia que Pemuda Pancasila sean palabras desconocidas incluso entre personas convencidamente antifascistas. Es también significativo que se les siga llamando "hombres libres" a quienes ejercieron de carniceros sin escrúpulos en aquellos años en que se llamaba guerra fría a hervir a fuego lento a millones de personas en el mundo por el hecho de procurar una justicia social y el fin de la explotación sin freno de las clases parias de la Tierra.
Leo que el director texano comentó, al morir Anwar Congo en 2019, que el verdugo le "ayudó a ver que todos los autores de crímenes son humanos".
Consigue transmitir esa idea con una habilidad admirable. Y consigue que reflexionemos sobre como lo cotidiano acaba enterrando el horror más inmundo, pese a que la memoria esté ahí. Siempre.
13 de julio de 2021
13 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tomás 'Titón' Gutierrez Alea comentaba que de esta película quizás lo más destacable es que consigue inquietar, llevar a la reflexión. La más profunda es la que se genera en torno a la necesidad de que el ciudadano piense por sí mismo. Tanto la alienación capitalista como los absurdos de exacerbar patriotismos impiden la autonomía moral y el desarrollo social. Esta es una película que nos hace pensar y lo hace más allá de su metraje.
Tenía noticia de que es considerada una película excepcional. Precisamente cuando Cuba reaparece en las portadas de los periódicos, ya sea por la propaganda ya sea por la protesta fundada, he encontrado hoy el momento para verla, finalmente. Y es sin duda una obra magnífica. Cinematográficamente es una experiencia única. La manera en que los recursos narrativos y las historias se entrecruzan y entremezclan es sencillamente magistral. Todo el film mantiene su tono propio y a la vez todo conecta entre sí: el voyeur y el vigilado, el explotador y el liberador, el latinoamericano y el europeo en que se quiere reflejar ese Sergio dislocado por su contexto y por sus paulatinas frustraciones.
Todas las nuevas olas cristalizan en el tsunami de hallazgos narrativos del collage de Titón, en el cual sale hasta él mismo o hasta el autor del libro o el norteamericano que lo tradujo al inglés. Todas esas autorreferencialidades tienen sentido y a la vez se consigue que la memoria sea la del todo que amalgama el 'pueblo' con la 'libertad individual'.
Movimiento, inquietud y revulsión. Es parte de la historia del cine y lo es por haber evitado la censura, también. Es una película completa. Una pieza clave para entender mucho cine, anterior y posterior, latinoamericano o no. Hay mucho documento y hay mucho arte. Y a la vez.
Tenía noticia de que es considerada una película excepcional. Precisamente cuando Cuba reaparece en las portadas de los periódicos, ya sea por la propaganda ya sea por la protesta fundada, he encontrado hoy el momento para verla, finalmente. Y es sin duda una obra magnífica. Cinematográficamente es una experiencia única. La manera en que los recursos narrativos y las historias se entrecruzan y entremezclan es sencillamente magistral. Todo el film mantiene su tono propio y a la vez todo conecta entre sí: el voyeur y el vigilado, el explotador y el liberador, el latinoamericano y el europeo en que se quiere reflejar ese Sergio dislocado por su contexto y por sus paulatinas frustraciones.
Todas las nuevas olas cristalizan en el tsunami de hallazgos narrativos del collage de Titón, en el cual sale hasta él mismo o hasta el autor del libro o el norteamericano que lo tradujo al inglés. Todas esas autorreferencialidades tienen sentido y a la vez se consigue que la memoria sea la del todo que amalgama el 'pueblo' con la 'libertad individual'.
Movimiento, inquietud y revulsión. Es parte de la historia del cine y lo es por haber evitado la censura, también. Es una película completa. Una pieza clave para entender mucho cine, anterior y posterior, latinoamericano o no. Hay mucho documento y hay mucho arte. Y a la vez.
16 de febrero de 2021
16 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el film es una obra magistral, pero hay una escena central, hacia la hora de metraje, que posiblemente sería la que escogería como ejemplo de lo que es una escena imposible de plasmar en ningún otro medio artístico. Y es posiblemente también una de las escenas que más huella han dejado en mi memoria.
Con las columnas clásicas al fondo, el momento en que Umberto se debate entre atravesar un límite o no atravesarlo. Al final de la película será otro límite el que, gracias a Flike, no traspasará. Y hay tanto en tan poco tiempo...
Umberto se frota la frente, angustiado. Ensaya el gesto de extender la mano hacia arriba. Parece que algo le impide pasar esa barrera. Cuando se decide genera la reacción del transeunte que pasa cerca de él, pero en los pocos segundos en que éste se gira y busca su cartera, Umberto se avergüenza y a la vez inventa, con un giro maravilloso, una excusa para convertir su mano necesitada en una mano solamente útil. Una mano hacia abajo para notar si empieza o no a lloviznar. El transeunte entonces duda y se aleja.
Umberto intenta entonces delegar en su perro Flike el gesto de pedir limosna. Y entonces no se trata de manos, pues por más que quisiera, el perro no las tiene. Coloca su sombrero, como quien coloca algo que no es suyo pero sí lo es. Como quien coloca su desesperación aunque no mereciera tener que hacerlo.
Volviendo al gesto, ese cambio de la palma hacia arriba y la palma hacia abajo, se funden con una mirada al cielo que es toda una esencia de la tragicomedia de las personas honradas abandonadas a la pobreza. Como si hubieran de caer más gotas, pero más de sudor de todo lo trabajado en vida.
De Sica consigue sacarle a ese gesto lo esencial del límite que supone: es triste de pedir pero aun más triste es tener que hacerlo. Todo ahí, en un solo gesto y sin más premio que poder revertirlo en el último momento. Sencillamente genial, genialmente sencillo.
Con las columnas clásicas al fondo, el momento en que Umberto se debate entre atravesar un límite o no atravesarlo. Al final de la película será otro límite el que, gracias a Flike, no traspasará. Y hay tanto en tan poco tiempo...
Umberto se frota la frente, angustiado. Ensaya el gesto de extender la mano hacia arriba. Parece que algo le impide pasar esa barrera. Cuando se decide genera la reacción del transeunte que pasa cerca de él, pero en los pocos segundos en que éste se gira y busca su cartera, Umberto se avergüenza y a la vez inventa, con un giro maravilloso, una excusa para convertir su mano necesitada en una mano solamente útil. Una mano hacia abajo para notar si empieza o no a lloviznar. El transeunte entonces duda y se aleja.
Umberto intenta entonces delegar en su perro Flike el gesto de pedir limosna. Y entonces no se trata de manos, pues por más que quisiera, el perro no las tiene. Coloca su sombrero, como quien coloca algo que no es suyo pero sí lo es. Como quien coloca su desesperación aunque no mereciera tener que hacerlo.
Volviendo al gesto, ese cambio de la palma hacia arriba y la palma hacia abajo, se funden con una mirada al cielo que es toda una esencia de la tragicomedia de las personas honradas abandonadas a la pobreza. Como si hubieran de caer más gotas, pero más de sudor de todo lo trabajado en vida.
De Sica consigue sacarle a ese gesto lo esencial del límite que supone: es triste de pedir pero aun más triste es tener que hacerlo. Todo ahí, en un solo gesto y sin más premio que poder revertirlo en el último momento. Sencillamente genial, genialmente sencillo.
10
9 de febrero de 2021
9 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy acertadamente, la narración se inicia apelando a lo generacional, a las condiciones de la 'primera generación que iba a crecer en libertad' por haber nacido a finales de los setenta, comparándolas con las que antes tuvieron sus progenitores. El balance es aun actual, pues todavía comprarse un piso puede implicar pagar dos veces, una al vendedor y otra al banco, durante 40 años, un precio desaforado, y esa es la tesis que está planteada en los 5 primeros minutos. En esas condiciones, más allá de encadenarse y pagar, no se puede hacer, literalmente, "nada". Un prólogo que ya merece un 10 por sí solo.
Guillermo Cruz consigue, tras ese "nada", ofrecer una explicación panorámica del complejo asunto de la dificultad de acceso a la vivienda en el país con más casas vacías, proporcionalmente hablando, de todo el mundo. Y para explicarlo, después, "casi todo", elige certeramente a los entrevistados, expertos como Juli Ponce y Ricard Vergés, activistas de VdeVivienda, arquitectas y urbanistas, jóvenes hipotecados y atrapados por la burbuja a la vez que desprotegidos ante su explosión y la toxicidad de las clásulas contractuales. También asoman políticos de partidos varios, si bien reforzando tópicos más que documentando algo.
De forma paralela se repasan las claves con los resaltes de páginas de la prensa y con las referencias a todo el marco legislativo, desde el nominal derecho en el artículo 47 a la mafiogénica ley del suelo del 1998 pasando por el Decreto Boyer de 1985 y la LAU Borrell de 1994. Se contextualizan pues todas las disfunciones sociales del sistema de propiedad de vivienda en el país que más injustamente tiene repartidas las llaves de sus recursos habitacionales.
El contrapeso en el guión se nota a partir del minuto 20 al aparecer el coautor, Santiago Cirugeda, cuyas propuestas, junto a las Recetas Urbanas, acaban poniendo un poco de luz al final del túnel.
Es curioso que también acaba en un terrado la narración, como en el cortometraje (en)terrados de Alex Lora, que critiqué aquí mismo hace una semana. Ambos, Lora con su corto, y Cruz con este mediometraje, pusieron en cine (y puede verse, si no en salas, ahora en Vimeo y en FA) lo que en las calles, con dignidad y con humor, pusieron las movilizaciones de las asambleas de VdeVivienda entre 2006 a 2009.
Guillermo Cruz consigue, tras ese "nada", ofrecer una explicación panorámica del complejo asunto de la dificultad de acceso a la vivienda en el país con más casas vacías, proporcionalmente hablando, de todo el mundo. Y para explicarlo, después, "casi todo", elige certeramente a los entrevistados, expertos como Juli Ponce y Ricard Vergés, activistas de VdeVivienda, arquitectas y urbanistas, jóvenes hipotecados y atrapados por la burbuja a la vez que desprotegidos ante su explosión y la toxicidad de las clásulas contractuales. También asoman políticos de partidos varios, si bien reforzando tópicos más que documentando algo.
De forma paralela se repasan las claves con los resaltes de páginas de la prensa y con las referencias a todo el marco legislativo, desde el nominal derecho en el artículo 47 a la mafiogénica ley del suelo del 1998 pasando por el Decreto Boyer de 1985 y la LAU Borrell de 1994. Se contextualizan pues todas las disfunciones sociales del sistema de propiedad de vivienda en el país que más injustamente tiene repartidas las llaves de sus recursos habitacionales.
El contrapeso en el guión se nota a partir del minuto 20 al aparecer el coautor, Santiago Cirugeda, cuyas propuestas, junto a las Recetas Urbanas, acaban poniendo un poco de luz al final del túnel.
Es curioso que también acaba en un terrado la narración, como en el cortometraje (en)terrados de Alex Lora, que critiqué aquí mismo hace una semana. Ambos, Lora con su corto, y Cruz con este mediometraje, pusieron en cine (y puede verse, si no en salas, ahora en Vimeo y en FA) lo que en las calles, con dignidad y con humor, pusieron las movilizaciones de las asambleas de VdeVivienda entre 2006 a 2009.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Estupendo final con la rumbita birlando las notas del himno de la "república banano-ladrillera" española... "Esta es la letra del himno de España, de una patria infecta de especulacion"
Y estupendo cartel, con la misma combinación de amarillo y negro que llenaron tantos y tantos carteles de VdeVivienda y después de las acampadas en las plazas tras el 15M en 2011.
Spanish Dream forma un díptico con EuroEstafa (2014). En ambos el símbolo de la moneda europea hace algo más que decorar los títulos. Le dan todo un sello personal que hay que elogiarle a Guillermo Cruz. Aunque sus circuitos de distribución sean minoritarios, este tipo de documentalistas es tan necesario como digno de apoyo.
Y estupendo cartel, con la misma combinación de amarillo y negro que llenaron tantos y tantos carteles de VdeVivienda y después de las acampadas en las plazas tras el 15M en 2011.
Spanish Dream forma un díptico con EuroEstafa (2014). En ambos el símbolo de la moneda europea hace algo más que decorar los títulos. Le dan todo un sello personal que hay que elogiarle a Guillermo Cruz. Aunque sus circuitos de distribución sean minoritarios, este tipo de documentalistas es tan necesario como digno de apoyo.
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