El Buscavidas es un film de gran reconocimiento, y si bien tiene sus virtudes, creo que está lejos de ser una obra redonda, sufriendo varias pegas que evitan que estemos ante la jugada perfecta en pantalla.

Paul Newman es un jugador de billar que va desplumando tontos y panolis en su ascenso a la cima, siendo su gran objetivo vencer al mejor jugador de billar del mundo, el llamado Gordo de Minnesota. La cuestión es que un argumento relativamente simple y sencillo se nos va a los 135 minutos de duración, lo que convierte un film que con 100 minutos hubiera sido puro ritmo, en un visionado fatigoso y lento por momentos. A la trama le falta enjundia para tanta duración.

El guion intenta dar empaque al film, con una trama amorosa de por medio con la bella Piper Laurie en el papel de la enigmática y dolida amante de Newman. Pero la historia amorosa está lejos de ser perfecta en su desarrollo, del mismo modo la trama de jugador y el duelo con el Gordo se resuelve de una forma un poco exagerada y estúpida para mi gusto en su primer "combate".

Estamos por tanto ante un film irregular en su desarrollo, la escena inicial es estupenda, y alguna otra con las aventuras de Newman en garitos con jugadores de baja estofa también, el problema es que son escenas escasas y con poco peso. Del mismo modo destaca la relación entre los personajes de Newman y George C. Scott como su hacedor y valedor quien pone el capital para hacer posible las grandes apuestas y hacer dinero.

Esta relación de puro interés comercial tiene algunas de las mejores escenas del film, y levanta el interés del mismo.

Quizás estamos ante una película que da demasiado peso a una historia de amor algo fallida, y al duelo Newman-Gordo de Minnesota, cuando el foco debería haber estado más puesto en el camino previo hasta llegar hasta allí, en esas mesas de billar clandestinas y con el buscavidas haciendo precisamente de eso, de buscavidas durante más metraje del film.

Esta ha sido mi cuarta película del genio japonés. Y como resulta habitual en su filmografía estamos ante una película notable cuando no sobresaliente, pero por desgracia también asistimos a uno de sus peculiares contras en su filmografía, que resultaría ser el exceso de metraje.

La película nos cuenta la historia de un viejo anciano, Kanji Watanabe, funcionario triste y gris, del Japón que abraza el desarrollo económico e industrial tras la guerra. Que ante la certeza de que va a morir de cáncer en escasos meses busca desesperadamente si no recuperar el tiempo perdido, sí al menos una motivación para vivir que no encuentra en su familia, al ser viudo con un único hijo más preocupado de heredar que de otra cosa.

Y la película no es mucho más, pequeñas vivencias y entretenimientos que no son nada para cualquiera pero son gasolina vital para un anciano que no las ha vivido. La película cobra aún más interés cuando toma más protagonismo la joven y vitalista compañera de Kanji. Esta mujer alegre y jovial contagia su ilusión por vivir al espectador tanto como al protagonista que quiere pasar cada vez más tiempo con ella, cual vampiro que necesitase chupar su energía y fuerza vital para poder seguir viviendo. Y al final todos, incluso Kanji, siempre podemos encontrar una forma de dejar un legado por modesto que parezca. ¿Y por qué no valoro mejor a la película? Pues porque Kurosawa la alarga innecesariamente, se carga una película que funciona como un reloj con buen ritmo con unos 20/25 minutos previos al final de la película que sobran, se estiran sin aportar nada memorable y resultan insatisfactorios para el espectador. Cualquiera que vea la película sabe a que escena me refiero.

Y cargarse una película que roza el sobresaliente de esa manera es criminal. Ya me desagradó el alargado final de "El infierno del odio" pero en esta película aún es peor. Una lastima, aún con todo film notable como poco.

Película vapuleada por no estar a la altura de sus predecesoras. La historia nos sitúa con un Mike crepuscular, que avejentado intenta dejar un legado limpio a su familia, la carnal y la de los negocios, emparentando con el mismísimo Vaticano. Ya saben, esos negocios de la banca vaticana y compañía.

Para mí el Padrino II tenía un grave problema. Demasiados personajes potentes se habían quedado por el camino respecto a la primera parte. Aquí tenemos un par de incorporaciones importantes, el sobrino bastardo de Mike, hijo de Sonny, y su hija, la "hijísima" Sofia Coppola. Además algunos más recuperan importancia como Connie y Kay.

Así que bien está, la trama vaticana aburre y se hace liosa, pero la incorporación de Andy García como Vincent Mancini nos ofrece algunas buenas escenas, la historia de amor tiene su morbillo, sientes la tensión en la secuencia desarrollada en el teatro... Al final vas sumando factores positivos y para tu sorpresa son unos cuantos. Además la duración es contenida dentro de la saga el Padrino lo que se agradece enormemente.

No es la película definitiva del género, está lejos de disputar semejante honor a la primera parte de esta saga, pero sí es un cierre digno y que no se puede dejar de ver.

Que pocas ganas tenía de ver esta película. Que sí, que es de Billy Wilder, con gran reconocimiento entre público y crítica en esta página, que sí... pero que es una comedia enmarcada en plena guerra fría, no podemos decir que esté pegada a nuestra actualidad, si no se había levantado aún ni el muro de Berlín en todo su esplendor. Bueno venga, vamos a verla, que dura algo más de horita y media...

Terminado el visionado.

Menuda genialidad acabo de ver. Una comedia de ritmo frenético, si bien tiene referencias a la actualidad del momento. Os enterraremos, cohete a Venus, zapateado de Kruschev... es sorprendentemente actual a día de hoy. Es divertida en la mejor tradición de las comedias de enredo. Un equívoco tras otro, con un chiste tras otro, muchas veces sutiles, pero sin pausa. Y hay argumento, y crítica social y política. Tanto al modelo comunista del momento como al capitalista, incluso a la escasa desnazificación alemana de la posguerra, críticas de total vigencia a día de hoy.

Una muchachita de los EEUU ingenua y casquivana, hija del jefe de la coca cola, viaja al Berlín Occidental, el jefe de la delegación local tendrá que alojarla y hacerse cargo de su seguridad, pero hay algo más inseguro que los misiles o la policía política del Berlín Oriental, el amor, el amor a un joven comunista.

Diversión a raudales y ritmo, mucho ritmo.

Sí, es un peliculón de visionado obligatorio, historia del cine. Música, actuaciones, fotografía, el reflejo irrepetible de una Viena de la posguerra. No voy a desgranar ahora todas sus virtudes porque para eso cualquier crítica trabajada que le ponga de 8 para arriba será válida y tendrá mucha razón.

Ahora bien, en mi opinión lo fundamental en cualquier película es el guion. Y es que en una película por lo general el público va a que le cuenten una historia. Si el guion/historia es sobresaliente, la película puede permitirse un comportamiento más mundano en algún aspecto secundario que no estropeará el resultado final. Lo que me ocurre con esta película es que el guion en mi humilde opinión cojea con situaciones presentadas o solucionadas a conveniencia de la historia de forma poco lógica/coherente. Por lo que debo terminar en la zona de spoiler.