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Críticas 367
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de junio de 2021
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vagabunda es encontrada muerta por congelación en un campo de labranza. Lo que sigue es una reconstrucción de sus últimos días, cual investigación semi-documental (intuimos que a cargo de la propia directora) a partir del testimonio de quienes tuvieron contacto con ella antes de morir. Mona, que así se llama, no tiene nada de especial, es una entre mil en su misma situación, con su propia historia a cuestas, siendo esto un intento por iluminar su anónima existencia y entender (o al menos intentarlo) sus circunstancias.

La música raruna, disonante, el paisaje otoñal-invernal en el que nos movemos, aumentan el desasosiego. Montaje muy marcado, un poco desconcertante incluso, siguiendo este puzzle de vidas, y un recurso repetido; travellings laterales que de repente se topan con un obstáculo, cual callejones sin salida.

Con un tratamiento muy alejado de lo lacrimógeno, aunque sin excluir la emoción, creo que el mayo francés tiene mucho que ver aquí como contexto, o más bien lo que vino después: una vez pasado el furor de ser rebelde, una vez rota la inocencia, llega el peor de los descubrimientos, el de que ser libre... no es tan sencillo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Arriesgado recurso, rompiendo incluso la cuarta pared, que aporta un enfoque distanciado y más objetivo; la protagonista deja huella y quienes la conocen se sienten confrontados de algún modo (el espectador también), tienen dudas, sienten un poco de envidia, también desprecio… de ella conocemos lo justo, sabemos que ha elegido una opción radical, de ruptura con todo y con todos, de marginalidad extrema y supervivencia día tras día. No es simpática, adorable ni idealista, más bien es el típico despojo humano que te pide dinero en una estación de autobuses. Sin la menor concesión al romanticismo que su figura pudiera despertar, su destino no es otro que la degradación humana, la soledad, el desarraigo… y al fin, una muerte indigna, semejante a la de un animal.

Una sucesión de pequeños episodios forman la narración, con unos personajes que aparecen, desaparecen y reaparecen en el viaje de Mona (de ahí una sensación de circularidad, de ausencia de futuro). El encuentro con una vieja senil es lo más parecido a un encuentro entre seres puros, de una alegría entrañable, mientras que el del árabe es casi el único instante de felicidad, de empatía hacia alguien… que no puede durar mucho (intuimos que tampoco funcionaría); curioso que el testimonio de este tipo sea mudo, como si sobrasen las palabras.

No hay moraleja, salvo la posibilidad de asumir una libertad total, hasta sus últimas consecuencias (como hace ella), o bien de engañarse a uno mismo (como hacen los demás, como hacemos todos)... cojonudo todo. Y metáforas, la de los demonios que la acosan y “matan” (de una fiesta tradicional) y la enfermedad de los árboles que investiga la científica (no le importa tanto como esa “enfermedad” que es la rutina y la insatisfacción).
12 de enero de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la “obra maestra” que se anuncia (nada lo es nunca, o casi nunca)… tampoco le hace falta serlo para dejar en bragas al Hollywood de estos años desde la de Edwards, cosa que era difícil.

Es una película que homenajea, dialoga con, e incluso clausura de algún modo la mitología creada por aquel lejano primer film de 1954 en lo que bien puede ser un festín para los amantes del saurio radioactivo. Drama sobre la posguerra en Japón, aventuras marinas pulp, mas el típico film de Godzilla, con destrucción de ciudades, planes demenciales para parar a la bestia a cargo de un equipo de expertos cualificados, todo ello en equilibrio y sustentado por primera vez, al menos que yo sepa, por un protagonista no colectivo sino único, aunque no deja de ser un representante del sentir del pueblo japonés; un veterano de la II guerra mundial que no llegó a inmolarse como piloto kamikaze, arrastrando su frustración consigo.

Película humanista sobre la supervivencia, la redención y las segundas oportunidades, el unir fuerzas para sobreponerse al horror, crear algo nuevo donde sólo había ruinas y mirar hacia el porvenir, afrontando las terribles consecuencias del conflicto, el fantasma de una guerra que aún no ha finalizado, así como el sentimiento de culpa y humillación que no desaparece... en lo que además es una denuncia de ese sacrificio por honor que no era sino un gesto inútil, reformulando este concepto que asomaba ya en la peli original.

Vemos, por lo tanto, las secuelas para la salud mental y espiritual en quien se siente responsable de haber vivido cuando tenía que morir, a quien se le mezclan los vivos y los muertos, lo real y el sueño. Godzilla es la potente metáfora que siempre ha sido, la encarnación del trauma, y por instantes, incluso un elemento de fondo; la ruina física y moral de un país hundido, reponiéndose y en busca de su propio camino, dueño de sus asuntos y al margen de la injerencia americana y soviética. Se exalta no tanto al estado, indigno de confianza, sino esa nación conformada por la gente; una colectividad difusa en la que el ingenio, la coordinación, el arrojo, son las armas con que hacer frente a la pura destrucción, la fuerza bruta que es Godzilla, ese mal que se regenera... y que acaba por regresar una y otra vez por mucho que sea destruido.

Muy clásico el diseño del bicho, aportando la novedad de las placas en su espina dorsal desplegándose, los peces que huyen de él, el soplo atómico con paralelismo directo y referencia explícita a la bomba nuclear. La alusión a la secuencia del tren de la original, la irrupción (cómo no) del mítico tema musical de Ifukube, constituyen una muestra de fan service bastante bien integrado. Aparte de todo lo dicho es un blockbuster bien tirado, que ya es bastante; primera secuencia de terror puro, pero es que las posteriores (la persecución del barquito, los periodistas en la azotea...) son de testículos en garganta por momentos.

La escuela interpretativa es histriónica y nipona, con mucho melodramatismo, reacciones sobreactuadas y una galería de secundarios que tienden a la caricatura (el profesor chiflado, el brutote, el chaval que quiere ayudar y no le dejan…), lo peor, la tendencia exagerada a la verbalización, con el prota hablando él solo y los personajes repitiéndose varias veces (que sí joder, que ya sabemos que tuvisteis una guerra…).
16 de junio de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nino y Vicente son dos hermanos acostumbrados a los continuos viajes de su padre, un hombre misterioso que va a la ciudad para tratarse su supuesta enfermedad. Hasta que llega el día en que deben enfrentarse ellos solos al mundo...

Este debut puede recordar, al menos sobre el papel, a cierto cine de tendencia social que mira de cerca a la gente humilde y más desamparada. El tema de la infancia, las relaciones familiares, más cercanas entre hermanos, más conflictivas entre padres e hijos, las pruebas y desengaños que deben afrontarse para entrar en el mundo adulto… se presentan de una manera, no obstante, poco convencional y propia de un cineasta insólito en su forma de mirar, de narrar, haciéndolo de manera críptica, eludiendo la explicación fácil de hechos y acciones que a priori deberían ser importantes.

Parece que la historia nunca llega a cobrar una forma enteramente lógica y el desenlace queda como suspendido en la nada, sin conclusiones fáciles de extraer. A grandes rasgos, diría que esto trata de la ausencia, del intento por crear unos nuevos lazos familiares (el año nuevo, época de renovación) sin que esto sea cosa fácil, del peso de la culpa, de unas deudas pasadas que los jóvenes heredan sin poderse librar de ellas; además se insinúan vagamente cuestiones como la brecha de clases o la corrupción socioeconómica.

El apartado visual desde luego es lo más potente de la película, con un uso del blanco y negro puro que busca los contrastes de manera muy plástica; una estética tenebrista que recuerda abiertamente a la del expresionismo, y es ahí donde pueden rastrearse unas influencias tales como “La noche del cazador” o incluso el cine de Jacques Tourneur. Los planos, el montaje, la manera en que entra una música de aires clásicos, pero capaz de crear una impresión de extrañamiento, todo ello acaba dando forma a un ambiente de ensueño… a un relato ambiguo contado con recursos igualmente ambiguos (La existencia de secretos, nunca desvelados del todo, es el denominador común a todos los personajes), pero que dejan por el camino escenas como la de una visita a un zoológico, una feria nocturna (con un momento que sí que está muy cerca del surrealismo) muy sugerentes… lo demás se me queda en un frustrante galimatías.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un niño en una barca (quizá el auténtico protagonista del film) manejando él mismo el timón, volviendo hacia un hogar que ya no existe. Un extraño despertar ¿al amor? Junto a un río revuelto... supongo que queda en manos del espectador completar el sentido de estas secuencias.
28 de marzo de 2024 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy “Rocco y sus hermanos”. El punto de vista se centra en uno de ellos para contar una tragedia en el sentido más puro y más irónico del término, la de una familia que se ha creado su propio microcosmos moral para enfrentarse al mundo, pero que está afectada por una “maldición”, y cuanto más intentan huir de ella, radicalizándose en esa ética autodestructiva, más se hunden en la perdición.

Mientras que ellos no se enteran de nada (plano del protagonista rebotando contra las cuerdas del ring, como atrapado), te das cuenta de lo que pasa, que es bien obvio. El ambiente fraternal idílico encubre una paternidad represiva, la de quien intenta suplir frustraciones propias y cumplir metas mediante sus hijos; un padre tiránico, manipulador y autoridad incuestionable que no escucha para nada ni atiende necesidades, sólo enseña la fuerza y reprime sentimientos. La famosa técnica de la “garra”, ese ahogo y sumisión del rival, en cierto modo es un poco lo que hace el señor con sus hijos. A este se suma una madre pirada religiosa que otorga con su fe cierta cobertura a los delirios del progenitor, ayudando a asumir esa supuesta fatalidad del destino, reprimiéndose a sí misma también… parece que la película no es todo lo dura que podría ser con estas figuras, de hecho hasta se contagia ella misma de esa mirada religiosa, santificada, como de un Malick; planos en la naturaleza, de la vida familiar, del hogar… el “reencuentro” de los hermanos, por si quedaba alguna duda, es probablemente lo más excesivo y cercano al empalago.

Es en Efron, convertido en el Mickey Rourke decadente, en quien recae el peso dramático; un pobre tipo sin muchas luces, con carencias, pero que se va dando cuenta de su situación. Termina por ser una oda a los valores familiares, americana hasta la náusea, aprender a llorar si hace falta, a hablar, romper con la maldición y alcanzar una independencia personal con lo bueno de la familia y sin lo dañino. Se toman muy en serio el ¿espectáculo, deporte? de la lucha libre, que tiene una parte de clara teatralidad, de apariencias y fanfarronería, de farsa grotesca… pero también, y por lo que parece, una parte muy real, de desgaste físico, cuerpos malheridos y almas igualmente quebradas; es decir, es el escenario sin el que se entiende la vida de esta gente, de una violencia representada, pero también de otra contenida, que es peor y acaba por emerger tarde o temprano.

El tal Durkin quiere a sus personajes y muestra esos primeros tiempos, que sabes que acabarán, de inocencia, rock and roll, primeros escarceos, nostalgia de la América profunda; esto es material de un PTA o incluso de un Scorsese, con ambición visual, amago de planos-secuencia, montajes varios y fugas musicales con Rush y otros grupos de la época… pero teniendo en cuenta la crudeza de dicho material, se opta por la elipsis, mostrando las causas y las consecuencias antes que el hecho.

Y un detalle, el del boicot a los juegos olímpicos de Moscú por la guerra afgana, o un pedazo de historia y geopolítica que condiciona una vez más el devenir personal, insignificante, de la gente concreta.
26 de diciembre de 2023 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el clima de caos político y religioso de la Inglaterra del siglo XVII, en plena guerra civil entre los “realistas” del rey Carlos I y los “parlamentarios” de Cromwell, un indeseable sujeto llamado Matthew Hopkins (Vincent Price) recorre las aldeas ofreciendo sus servicios como supuesto cazador de brujas. Bajo una apariencia de legalismo, se dedica a acusar de brujería mediante farsas judiciales para obtener beneficio económico, prestigio, y ya de paso, satisfacer sus más bajos instintos con el género femenino, todo a costa de agitar la crispación y la superstición de las clases populares.

Impresionante la presencia y la voz de Price interpretando a este personaje real, componiendo un villano cínico, hipócrita, cobarde, aunque astuto como el que más cuando le conviene y de maneras calmadas y refinadas, que dice encarnar la justicia y la autoridad de Dios y se acompaña de sádicos matones que le hacen el trabajo sucio, como su desagradable secuaz; en el fondo, son rufianes y pícaros sin escrúpulos de los que, por desgracia, siempre ha habido y habrá, que medran gracias a un contexto de vacío de poder y que son tal vez la consecuencia de la ausencia de humanidad que les rodea, más que la causa directa. El resto de actores están muy justos y para cubrir el expediente, en lo que no deja de ser un primitivo exploit truculento y sensacionalista que parte de cierto horror gótico que en realidad se recrea en el morbo de las torturas y del fanatismo religioso, o más bien, el uso interesado de la religión para legitimar la violencia.

Película de una cutreza considerable en su atrezzo, vestuario y ambientación, con las esperables dosis de pintura Titanlux fingiendo ser sangre; artificio total y puesta en escena abundante en zooms, aunque con intermitentes encuadres de buena composición que otorgan un papel destacado al paisaje y con una fotografía en tecnicolor que supone un punto a favor. Como propuesta psicotrónica que es, su base no es tanto terrorífica como de western; está el bueno, que es muy noble y honrado, los malosos, la chica ultrajada y su padre, idas y venidas a caballo de un pueblo a otro, ley del más fuerte ante la ausencia de ley formal, disparos y escaramuzas… pero es que incluso los temas musicales parecen dignos de peli del oeste.
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spoiler:
Por si fuera poco, esto es un “rape and revenge” que carga las tintas del ensañamiento y replica precisamente esos malos instintos, generando una venganza malsana que trastoca la moral del héroe, convertido en una bestia furiosa que busca ejecutar su propia justicia; inquietante final, con ese grito sin fin de la víctima como conclusión última. Aparece por cierto Cromwell, a quien se nos presenta como un tipo estupendo, sin que aporte demasiado a la trama, y me quedo con un detalle puntual de montaje; la transición desde las olas de la costa de Norfolk a las llamas de la hoguera donde se está quemando a la supuesta hechicera y adoradora de ese demonio que, como era de esperar, siempre ha sido en todas las guerras, en todas las luchas por una idea, espantosamente humano.
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