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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
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8
Tras los horribles atentados de noviembre en la capital parisina, una de las películas más recomendada, referenciadas y alabadas fue la anterior película de Philippe Faucon llamada La desintegration, Francia no tiene un problema de inmigración, sino de integración, un racismo evidenciado en las urnas que muestra una sociedad llena de contradicciones ¿Cómo puede adaptarse una comunidad en tu país cuando el mensaje que le envías es que no los quieres aquí? En La Desintegration estaba el reverso tenebroso de la historia: La falta de integración en la sociedad genera un acercamiento a las raíces árabes por la que la sociedad te desprecia que puede acabar en ocasiones en un radicalismo islámico peligroso y suicida. En cambio, con Fatima vemos el otro lado de la moneda, la necesidad de adaptarse a la sociedad, de buscar su aceptación para poder disfrutar de “los beneficios de occidente” como son un futuro profesional mejor y una libertad como mujer que aún está lejos de obtenerse en los países árabes. Estas dos caras de la moneda, son absolutamente necesarias, y más cuando las lleva a cabo la mano profundamente humana y acertada de Faucon, uno de los directores más malditos del hexágono.

La historia es cotidiana: Fatima es una limpiadora separada, una mujer que nunca lo ha tenido fácil, que apenas habla francés y que lo único que quiere es darle un futuro mejor a sus hijas. La mayor se enfrenta a su primer año universitario con la esperanza de convertirse en médica y con la responsabilidad económica que esto supone para su familia. La pequeña una adolescente inconsciente y vividora que desprecia a su madre por su forma de ganarse la vida. Pero Fatima es mucho más que esto es un retrato delicado sobre la inmigración (Mucho más sensible y bien tratado que Dheepan, por ejemplo) es una de esas películas que solo su recuerdo emociona, porque se queda anclada, sin artificios, con planos cerrados, sin música que añada emoción a donde la hay a borbotones. Fatima tiene uno de los momentos más puros de todo 2015: La carta a su hija pequeña. Un momento tan simple y emotivo que es imposible no romperse por dentro. Una joya tremendamente humanista. Si este alguien tenéis que conocer a alguien, que sea a Fatima.
Les invisibles
Documental
Francia2012
7,2
185
Documental
7
10 de abril de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pasado febrero, la academia del cine francés coronó a Les invisibles de Sébastien Lifshitz como el mejor documental del 2012. Obra de impecable factura y con unas historias maravillosas que merecen ser contadas (y escuchadas) pero que además se estrenó en un momento clave en Francia, donde la ley del matrimonio homosexual está luchando contra las mismas mentes pequeñas con las que se luchó aquí hace ya unos años.

Los invisibles, que dan título a la película, son los marginados del pasado, franceses nacidos entre guerras mundiales que tuvieron la osadía no solo de ser libres con sus sentimientos, sino que fueron capaces de reivindicarlos. Entramos en la vida privada de estas 3 parejas de homosexuales y 4 “solteros” que cuentan, a una cámara en su mayoría del tiempo fija, toda una vida de experiencias iguales pero a la vez tan diferentes. Lo que oiremos durante casi 2 horas de metraje viene a romper un doble tabú, no solo nos adentramos en una época ¿lejana? donde la homosexualidad aún era calificada como una enfermedad mental, sino que vemos frente a nosotros a hombres y mujeres de 75 a 80 años hablando de sexo. Y choca. Incluso en un año como este, donde algunas películas se han centrado en el asunto (Si de verdad quieres… o El exótico Hotel Marigold)

Las notas de piano extraídas de la canción Francis de Coeur de Pirate van hilando los testimonios sinceros de nuestros protagonistas, que muestran todo tipo de realidades, algunas como Monique: combatiente, luchadora que supo desde siempre que es lo que quería, y que reconoce abiertamente que para ella lo raro es “que a las mujeres les gusten los hombres” pero también de aquellos que han estado casados toda su vida, hasta que un momento todo cambió. Las divagaciones se van intercalando mientras se responden a cuestiones que tienen que ver con su infancia, adolescencia, despertar sexual, primeros amores, la lucha con su familia y en menor grado su participación en los primeros movimientos de visibilidad y reivindicación homosexual. La variedad de recorridos vitales hace que, a pesar de la monotonía formal que suponen las entrevistas, nunca decaiga el ritmo.

La película se muestra por guion u omisión sin graves conflictos, ya sean personales como familiares o sociales, esta versión naive no debería confundirse con un discurso ligero de la situación. La mirada que Sébastien Lifshitz busca no es ésa, él está más interesado en un soplo de aire que insufla vida y ganas de amar, proveniente de gente que habitualmente damos por muerta antes de tiempo.

Entrada escrita para http://cinemaadhoc.info/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Maravilloso el testimonio de Thérèse de más de 80 años: “He debido hacer 10.000 veces el amor en mi vida y he tenido 4 niños. Así que todas las demás veces no ha sido para hacer niños. Era por placer”
26 de febrero de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este pequeño país con una dictadura hereditaria a lo Corea del Norte (De hecho Riad Sattouf, el director de esta marcianada ha reconocido que le hubiera gustado grabar en la tierra de Kim Jong-Un pero se te ha tenido que conformar con grabar los exteriores en el ex-país comunista de Georgia) donde el poder pasa de madres a hijas desde tiempos inmemoriales, es decir la General (interpretado por una genial Anémone) ha designado a su única hija, la Coronel (Gainsbourg en un sorprendente papel, ya que no se prodiga mucho en la comedia) como su sucesiva heredera, de este país que por supuesto se auto proclama democrático y libre. En Bubunne se vive en el más feroz matriarcado, la mujer tiene el poder absoluto, no sólo controla cada uno de los puestos de políticos y el ejército, sino que socialmente el hombre sirve para cocinar (Bueno, se cocina bouillie/gachas que es el plato único y principal de la dieta Bubunne), hacer la compra (es un decir, porque el supermercado no llega a los 20 productos ofertados) pero principalmente se queda en casa esperando y ansiando a que entre la mujer de la casa, cansada de trabajar para servirle. El hombre en Bubunne viste un Burka que le llega hasta los pies, el objetivo está claro, esconder su cuerpo evitando así que la lujuriosa mirada femenina encuentre motivos más que suficientes para excitarse y no tenga más remedio que violarle. Este hombre sumiso, es plenamente feliz y auto consciente de su situación que acepta con la más absoluta normalidad.

Detrás de este país inventado, con reglas invertidas y modificadas, hay un trabajo de preparación digno de resaltar, en el que nada se ha dejado al azar: un vestuario en la que los hombres portan burka rojo/naranja con aro para correa y las mujeres traje militar; unos decorados y localizaciones bastantes creíbles; una tipografía propia solemne y hasta un lenguaje que como bien señala el autor, parte del francés pero se acaba modificado, feminizando las palabras importantes y masculinizando las que tienen un objetivo degradante.

Hace 5 años Riad Sattouf pasó del cómic al cine con una divertidísima comedia juvenil llamada Les beaux gosses que contaba lo mismo que cientos de películas pero aportando una frescura y originalidad extraña en este subgénero. Esta película sobre dos «losers» salidísimos que a la par que descubrían la sexualidad, ansiaban dar su primer morreo, puso en el mapa a este reconocido historietista llegando a ganar incluso el Cesar a Mejor Ópera prima. Ha pasado tiempo desde entonces pero ya tenemos la segunda obra en cartelera con un casting cargado de grandes nombres al servicio de este personalísimo autor. La historia propiamente es una revisión del mito de Cenicienta en un extraño mundo que mezcla el imaginario de un régimen dictatorial y la realidad de sumisión extrema que la mujer tiene que afrontar aún en nuestros días, esta sátira muerde con un humor negro a veces sutil, a veces descarnado. Este planteamiento tan loco acaba siendo su principal baza ya que sin ser una película perfecta, Jacky au Royaume des filles merece ser vista por su planteamiento, su socarronería, por sus acertados gags y réplicas y por su (aparente) carácter liviano que la hace bastante propicia al disfrute. Una película que hace reír primero, pero que segundos después te das cuenta que te ríes de una realidad, sin ser un film social, ni buscando la conciencia de un problema de sobra conocido, Riad se adentra en un campo siempre sensible y sale bastante victorioso. Jacky au Royaume des filles es una película de las que escasean, de las que nunca hay suficientes en las carteleras, por original, libre y arriesgada.

Entrada escrita para http://www.cinemaldito.com
Dentro de los documentales musicales podemos encontrar 3 tipos predominantes: los documentales que se centran en algún aspecto concreto de la música (festival, estilo, momento clave dentro de la música, sello discográfico…) los documentales-concierto y los biográficos. En los últimos años es cada vez más habitual encontrar estos documentales híbridos que caminan entre el concierto y la biografía de cualquier músico con un modelo de guión bastante claro y sencillo: canción, conversación biográfica, canción, conversación biográfica, canción, conversación biográfica… ad vitam aeternam. Personalmente encuentro un “tufillo” bastante considerable de autopromoción en este tipo de documentales e independientemente de si el músico me gusta (A Propósito de Rodriguez), lo detesto (Jonas Brothers: The 3D Concert Experience) o incluso, como es el caso de Touch the Sound, desconocía quién era Evelyn Glennie, me suelen molestar bastante.

Aunque es cierto que en Touch the sound existe una propuesta distinta, intenta salirse de esta visión biográfica, aportando unas interesantes imágenes de cómo nos relacionamos diariamente con el sonido. Desde las tranquilas playas de Escocia a las ruidosas y estridentes calles niponas, la vida urbana y la naturaleza nos proponen una melodía en la que, por desgracia, rara vez reparamos, un sonido que escuchamos, que sentimos, que forma parte de nuestra vida, pero que al final no nos tomamos el tiempo para oírlo como tal.

Aun así, no puedo evitar tachar este tipo de documentales como promocionales, siendo su principal fin acercar su figura a sus seguidores y quizás por el camino ganarse otros con su trabajo. No estoy negando que Everlyn sea una talentosa percusionista que indaga incansablemente en los límites del sonido, buscándolos en cada rincón y exprimiéndolos de una manera bastante asombrosa. Su talento es innegable, su fuerza y lucha contra las adversidades es incuestionable, pero como documental cinematográfico que es, lo considero bastante plano, con limitadas libertades creativas (aunque también hay que decir, que es más creativo que otros documentales híbridos que he visto) y que su único objetivo es acercarnos el personaje de la manera más eficaz, lineal y simple posible.

Este “Viaje a través de Evelyn” beneficia a su trabajo creativo y su maravillosa capacidad para hacer música con cualquier cosa. Personalmente encuentro decepcionante como espectadora, su forma de no darle importancia a su condición de música con sordera. Es cierto que Everlyn es tajante al respecto: “El oído es una forma de tacto”, “Uso el cuerpo como una caja de resonancia” o “No puedo explicar cómo escucho la música con el cuerpo, de la misma forma que alguien que escuche la música con el oído tampoco puede explicar cómo” estos comentarios unidos a alguna escena donde enseña a “sentir” la música a una niña con sordera, nos dan una idea leve de algo absolutamente extraordinario y admirable. Pero me queda la impresión que se ha desaprovechado una oportunidad perfecta para explicar con más precisión cómo consigue nuestra protagonista entender la música y casi lo más importante, como logra crearla con este aparente “hándicap” que demuestra, a la larga, que no lo es.

Así que el visionado de Touch the sound resultará interesante para acercarse a la autora, a su vida personal y profesional, generando por el camino algunas imágenes bastante bellas y poderosas, pero destacando principalmente en como la fuerza de voluntad, las ganas de disfrutar y trabajar en lo que gusta puede resultar más poderoso que cualquier discapacidad existente.

Entrada escrita para http://cinemaadhoc.info/
28 de abril de 2013 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Valerie Donzelli es un ser especial, dotada con una sensibilidad difícil de encontrar y que sin duda, repelerá a más de uno. En su anterior largometraje la merecidamente conocida “La guerre est déclarée/Declaración de guerra” puso a muchos tras su pista, con una película que rezumaba optimismo a pesar de retratar una de las crisis más duras que puede afrontar una pareja: La dura enfermedad de un hijo.

En su tercer proyecto se repiten muchas de las señas de identidad que encontramos en sus anteriores trabajos: La dirige, escribe y la protagoniza (Aunque por primera vez, en un rol secundario); el uso de la voz en off; la presencia de Jérémie Elkaïm; la importancia de la música; ciertos toques autobiográficos; una historia de amor imposible y una atmósfera de cuento de hadas. Y es quizás en esta película donde ese ambiente de fantasía, el llamado “Realismo mágico” cobra más importancia.

Esta es la historia de Joachim “Jojo” Fox (J. Elkaïm) un cristalero de provincia que vive con su hermana, Véro (V. Donzelli) el marido de esta y sus 4 hijas. Por otro lado tenemos a Hélène Marchal (V. Lemercier) directora de la prestigiosa escuela de ballet de la Ópera Garnier de Paris. Ambos personajes, alejados por mundos de distancia, son a la vez débiles, inseguros, y excesivamente dependientes del apoyo que le da su entorno. Por eso, cuando se conocen, un flechazo surge entre ellos. Esta evidencia se hace palpable con una maravillosa metáfora: Ni Jojo, ni Hélène puede separarse, ni siquiera alejarse. De ambos personajes nace una simbiosis indisoluble donde una fuerza desconocida e incomprensible les hace repetir gestos y movimientos, sin explicación aparente.

Main dans la main se nos presenta como una comedia a veces dramática, a veces musical, que peca de cierta ligereza y con unas carencias bastantes claras en el guion que roza ciertas tramas sin entrar en ella (Es especialmente difusa las relacionadas con el concurso de baile amateur). Pero, yo, a Valerie se lo perdono. Porque es una historia de amor con una propuesta más que original (¿A qué parece increíble que aún queden historias de amor diferentes?), de esas tiernas que no caen en el romanticismo simplón ni empalagoso, porque irradia carisma con unos personajes entrañables, porque nos presenta una paleta con las diferentes formas de amar y porque cuando te das cuentas ya ha acabado y aparte de una sonrisa en la cara, estas segura de que podrías seguir viéndoles una decena de minutos más.

Valerie Donzelli crea un retrato lleno de fantasía, con influencias pop y muy disfrutable (Aunque estoy segura que el toque surrealista de la trama, chirriará a más de uno), sino que además crea algunas secuencias absolutamente inolvidables (Que para no causar problema están en el Spoiler) En definitiva, un obra menor a su predecesora, pero sin duda más que recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- La escena donde Jérèmie interpreta “The man i love” de Gershwin en lenguaje de signos. Escena sacada a su vez de “Nelken”, ballet de Pina Bausch. Una de esas declaraciones de amor que te hacen un nudo en la garganta.
- El beso final en Nueva York, con un cielo de colores imposibles.
- La escena donde se liberan del encanto.
- El melodramático entierro de Constance, lleno de ternura y tristeza.
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