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10
7 de agosto de 2016
7 de agosto de 2016
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Sangre de mi sangre" - Cine de alto vuelo. Excelente
Es la nueva película del atrevido Marco Bellocchio y es uno de los mejores estrenos de este año.
Dos historias. La primera se desarrolla en un monasterio, ubicado en el norte de Italia en el siglo XVII durante la Inquisición: una monja es acusada de brujería por seducir a su joven confesor -que termina suicidándose- y es sometida a infinidad de pruebas para que se descubra su supuesto pacto con Satanás. La segunda, surge inesperadamente -sin previo aviso- y transcurre en la actualidad, en la que una especie de vampiro intenta impedir que un ruso multimillonario compre el viejo monasterio en donde antiguamente fue aprisionada la monja acusada y que es su vivienda.
Así, en la primera historia Bellocchio pone el foco en la violencia de la Iglesia en la época de la Inquisición y en una historia de amor prohibido que revela la hipocresía de las familias acomodadas de la época y su relación atravesada por intereses con el poder eclesiástico. En la segunda, que sacude la pantalla intempestiva y desprejuiciadamente, el director plantea una clara alegoría de la Italia de los últimos años, sacudida por la corrupción, la ineficacia y la enorme negligencia de su clase política.
¿Se trata de dos historias que tienen alguna conexión o finalmente intenta mostrar los crímenes que en nombre de la religión se han cometido en el pasado y se siguen cometiendo en el presente? No se puede vivir en el pasado y tampoco detener el tiempo.
Mágico escenario elige el director al situar sus historias en su Bobbio natal y regala una escena final notable con una elección musical muy acertada.
¿Extraño que se haya estrenado la semana pasada y esté en tan pocas salas? Festejo que al menos lleguen, aunque duren poco en cartel, películas de tan alto nivel.
Es la nueva película del atrevido Marco Bellocchio y es uno de los mejores estrenos de este año.
Dos historias. La primera se desarrolla en un monasterio, ubicado en el norte de Italia en el siglo XVII durante la Inquisición: una monja es acusada de brujería por seducir a su joven confesor -que termina suicidándose- y es sometida a infinidad de pruebas para que se descubra su supuesto pacto con Satanás. La segunda, surge inesperadamente -sin previo aviso- y transcurre en la actualidad, en la que una especie de vampiro intenta impedir que un ruso multimillonario compre el viejo monasterio en donde antiguamente fue aprisionada la monja acusada y que es su vivienda.
Así, en la primera historia Bellocchio pone el foco en la violencia de la Iglesia en la época de la Inquisición y en una historia de amor prohibido que revela la hipocresía de las familias acomodadas de la época y su relación atravesada por intereses con el poder eclesiástico. En la segunda, que sacude la pantalla intempestiva y desprejuiciadamente, el director plantea una clara alegoría de la Italia de los últimos años, sacudida por la corrupción, la ineficacia y la enorme negligencia de su clase política.
¿Se trata de dos historias que tienen alguna conexión o finalmente intenta mostrar los crímenes que en nombre de la religión se han cometido en el pasado y se siguen cometiendo en el presente? No se puede vivir en el pasado y tampoco detener el tiempo.
Mágico escenario elige el director al situar sus historias en su Bobbio natal y regala una escena final notable con una elección musical muy acertada.
¿Extraño que se haya estrenado la semana pasada y esté en tan pocas salas? Festejo que al menos lleguen, aunque duren poco en cartel, películas de tan alto nivel.
6
9 de julio de 2017
9 de julio de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha muerto el hijo de Eyal y Vicky de un cáncer terminal y la Shivá terminó. Vicky necesita imperiosamente volver a su rutina, pero Eyal aún no está preparado y prolonga su duelo un día más.
Así, en "Una semana y un día" el joven debutante Polonsky sigue ese día después del ritual de los dolientes. Y lo hace con una lograda comedia dramática; aquella en la que el humor no sirve para divertirnos o hacernos reír sino para poder hablar de la tristeza por una perdida que deja un vacío enorme.
Es tiempo de que los padres sigan adelante. La pregunta es cómo. Eyal prolonga su letargo, Vicky intenta retomar sus actividades: dar clases, salir a correr e incluso acudir a su cita con el dentista. Cada uno llora a su hijo cómo puede y lo hacen en soledad y juntos.
Y en ese difícil primer nuevo día o último de un duelo extendido, se cruzan una pareja de vecinos, el hijo del vecino que entabla una relación semi-paternal con Eyal y una niña con su madre enferma de cáncer. Y cada uno de ellos permitirán, en mayor o menor medida, que ese día sea transitado.
Es esa la propuesta: transitar el día después. Aquel en el que, con furia, angustia, dolor, tristeza y llanto, se sigue viviendo.
Así, en "Una semana y un día" el joven debutante Polonsky sigue ese día después del ritual de los dolientes. Y lo hace con una lograda comedia dramática; aquella en la que el humor no sirve para divertirnos o hacernos reír sino para poder hablar de la tristeza por una perdida que deja un vacío enorme.
Es tiempo de que los padres sigan adelante. La pregunta es cómo. Eyal prolonga su letargo, Vicky intenta retomar sus actividades: dar clases, salir a correr e incluso acudir a su cita con el dentista. Cada uno llora a su hijo cómo puede y lo hacen en soledad y juntos.
Y en ese difícil primer nuevo día o último de un duelo extendido, se cruzan una pareja de vecinos, el hijo del vecino que entabla una relación semi-paternal con Eyal y una niña con su madre enferma de cáncer. Y cada uno de ellos permitirán, en mayor o menor medida, que ese día sea transitado.
Es esa la propuesta: transitar el día después. Aquel en el que, con furia, angustia, dolor, tristeza y llanto, se sigue viviendo.

7,0
57.900
8
11 de diciembre de 2017
11 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1940, en las playas de Dunkerque. Miles de soldados británicos y franceses esperan ser rescatados de la redada de los alemanes, el enemigo se acerca y cada vez son menores las chances de sobrevivir: ataques por tierra, mar y aire. Así transcurre la hora y cuarenta de Dunkerque que toma como principal eje el hito histórico que luego sería esencial en el desenvolvimiento y resultado final de la II Guerra Mundial sin misterio en el desenlace que todos conocemos pero cuyo esplendor visual y sonoro es más que suficiente para quedarse pegado al asiento.
Como en las recientes "Sully" de Eastwood o "Hasta el último hombre" de Gibson, Nolan se vale de una historia verídica para construir su relato y logra mantener la tensión, el nerviosismo cual thriller del que no conociéramos el destino. Sin embargo, contar una hazaña -sin perjuicio de que en efecto lo sea y de gran magnitud- y mantener en vilo al espectador no es su mayor acierto. En cambio, aquí lo esencial es lo que genera, sentir en ojos de los protagonistas (en todos los frentes) la supervivencia minuto a minuto, segundo a segundo.
En esta línea, Dunkerque tiene una gran conexión con la celebrada "En Tierra Minada", canadiense nominada al Oscar el año pasado. En ambas (de un lado y del otro de la historia), hay una lucha constante por sobrevivir y luego enfrentarse al día después y la mirada de los otros. En la canadiense, de manera intimista, en Dunkerque con la grandilocuencia americana.
Es cierto, como han criticado muchos, que no se profundiza en el error militar alemán ni en los sucesos históricos, que puede ser simplista en materia política y que tampoco construye un personaje heroico, pero eso no achaca la espectacularidad de "Dunkerque". En efecto, tal vez sea uno de los mejores trabajos del director de Batman y Memento porque conjuga majestuosidad, elegancia, una alta dosis de puro cine en materia artística y argumentativa con soberbios manejos temporales y la historia de 400.000 vidas y un milagro histórico.
El espectador estuvo en el centro del miedo, de la desesperación y de la esperanza y Nolan eleva sus probabilidades de ser candidato a grandes premios. Un indiscutible win-win.
Como en las recientes "Sully" de Eastwood o "Hasta el último hombre" de Gibson, Nolan se vale de una historia verídica para construir su relato y logra mantener la tensión, el nerviosismo cual thriller del que no conociéramos el destino. Sin embargo, contar una hazaña -sin perjuicio de que en efecto lo sea y de gran magnitud- y mantener en vilo al espectador no es su mayor acierto. En cambio, aquí lo esencial es lo que genera, sentir en ojos de los protagonistas (en todos los frentes) la supervivencia minuto a minuto, segundo a segundo.
En esta línea, Dunkerque tiene una gran conexión con la celebrada "En Tierra Minada", canadiense nominada al Oscar el año pasado. En ambas (de un lado y del otro de la historia), hay una lucha constante por sobrevivir y luego enfrentarse al día después y la mirada de los otros. En la canadiense, de manera intimista, en Dunkerque con la grandilocuencia americana.
Es cierto, como han criticado muchos, que no se profundiza en el error militar alemán ni en los sucesos históricos, que puede ser simplista en materia política y que tampoco construye un personaje heroico, pero eso no achaca la espectacularidad de "Dunkerque". En efecto, tal vez sea uno de los mejores trabajos del director de Batman y Memento porque conjuga majestuosidad, elegancia, una alta dosis de puro cine en materia artística y argumentativa con soberbios manejos temporales y la historia de 400.000 vidas y un milagro histórico.
El espectador estuvo en el centro del miedo, de la desesperación y de la esperanza y Nolan eleva sus probabilidades de ser candidato a grandes premios. Un indiscutible win-win.

7,1
8.709
8
5 de marzo de 2017
5 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director ganador del Oscar por "La separación" retoma en esta nueva película, también ganadora del último politizado Oscar, una relación de pareja, en esta oportunidad puesta en crisis por un atraco que recibe la mujer.
Tras una obligada mudanza porque su edificio corre peligro de derrumbe (que sirve de adelanto para lo que vendrá después), Amed -actor y profesor de literatura- y Rana -también actriz- encuentran un nuevo departamento provisorio en el que aún quedan las pertenencias de la antigua inquilina que al parecer (porque todos los personajes lo disfrazan con distintos eufemismos) era una prostituta. Mientras tanto, ensayan para el inminente estreno de "La muerte de un viajante" a quien debe el título la película.
Un día Rana deja abierta la puerta del hogar pensando que es su marido el que ha tocado el timbre y está subiendo, pero es atacada por un desconocido, aunque no se muestre el ataque sino a Rana en el hospital con la cabeza vendada y descubramos lo que pasó por el relato de los vecinos que la socorrieron.
Empezará entonces una búsqueda inquebrantable del marido por encontrar al foragido mientras la mujer guarda silencio sobre lo acontecido y se niega a denunciar lo ocurrido. La pregunta será qué sucederá cuando eventualmente lo encuentre.
El viajante es un thriller y también un drama en el que no sólo se pone a prueba a la pareja sino los valores y la moral de cada uno de ellos, la educación y la sociedad iraní. Se entremezclan la violencia y la pasividad, la sed de venganza, la culpa y el dolor.
Y nada mejor que montar una obra de teatro como la de Miller para que Asghar Farhadi exalte las emociones de los personajes y pueda escenificar una sociedad que se resquebraja y que por tanto necesita ser reconstruida. Será cuestión entonces de decidir qué debe seguir igual y qué debe cambiarse para que los cimientos sean más firmes pero también más cálidos. Y el final de la ficción será abierto porque, como en la vida, deberemos elegir cómo queremos avanzar.
Tras una obligada mudanza porque su edificio corre peligro de derrumbe (que sirve de adelanto para lo que vendrá después), Amed -actor y profesor de literatura- y Rana -también actriz- encuentran un nuevo departamento provisorio en el que aún quedan las pertenencias de la antigua inquilina que al parecer (porque todos los personajes lo disfrazan con distintos eufemismos) era una prostituta. Mientras tanto, ensayan para el inminente estreno de "La muerte de un viajante" a quien debe el título la película.
Un día Rana deja abierta la puerta del hogar pensando que es su marido el que ha tocado el timbre y está subiendo, pero es atacada por un desconocido, aunque no se muestre el ataque sino a Rana en el hospital con la cabeza vendada y descubramos lo que pasó por el relato de los vecinos que la socorrieron.
Empezará entonces una búsqueda inquebrantable del marido por encontrar al foragido mientras la mujer guarda silencio sobre lo acontecido y se niega a denunciar lo ocurrido. La pregunta será qué sucederá cuando eventualmente lo encuentre.
El viajante es un thriller y también un drama en el que no sólo se pone a prueba a la pareja sino los valores y la moral de cada uno de ellos, la educación y la sociedad iraní. Se entremezclan la violencia y la pasividad, la sed de venganza, la culpa y el dolor.
Y nada mejor que montar una obra de teatro como la de Miller para que Asghar Farhadi exalte las emociones de los personajes y pueda escenificar una sociedad que se resquebraja y que por tanto necesita ser reconstruida. Será cuestión entonces de decidir qué debe seguir igual y qué debe cambiarse para que los cimientos sean más firmes pero también más cálidos. Y el final de la ficción será abierto porque, como en la vida, deberemos elegir cómo queremos avanzar.

6,6
27.462
7
12 de diciembre de 2016
12 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sully - Buena
Clint Eastwood ha dado grandes muestras de que es un excelente realizador y que tiene oficio.
En este caso, retoma el suceso de Sully, un piloto de avión, en el final de su carrera, que en 2009 se convirtió en héroe por lograr un exitoso aterrizaje forzoso en el río Hudson y salvar a todos las personas del vuelo para luego ser arduamente juzgado por una junta aérea que realizó simulaciones para comprobar si había seguido el protocolo más adecuado. Y lo hace con la magia del cine.
Eastwood logra transmitirnos los sentimientos del piloto y hacernos vibrar aún cuando conocemos de antemano la hazaña lograda. Y lo hace en el tiempo justo: la película dura poco más de una hora y media, poca duración para el cine norteamericano al que estamos acostumbrados.
Mención aparte merece la muy buena interpretación de Tom Hanks, a quién encontramos con pelo canoso y bigote encarnando al piloto, y en algún punto al propio Clint Eastwood que como en muchas de sus películas parece encontrar una empatía simbiótica con sus personajes.
Sin embargo, y pese a la experiencia cinematográfica de Eastwood, la película deja la sensación de que Tom es más importante que Sully y de que su hazaña sólo sirve para armar una gran puesta en escena sobre los errores y aciertos cuando juzgamos a las personas. Al final, parece que todo se trata de heroizar a un hombre que pretende salvar su conciencia.
Más allá de eso, se vislumbra como firme candidata, por lo menos, a recibir nominaciones de los Oscar.
Clint Eastwood ha dado grandes muestras de que es un excelente realizador y que tiene oficio.
En este caso, retoma el suceso de Sully, un piloto de avión, en el final de su carrera, que en 2009 se convirtió en héroe por lograr un exitoso aterrizaje forzoso en el río Hudson y salvar a todos las personas del vuelo para luego ser arduamente juzgado por una junta aérea que realizó simulaciones para comprobar si había seguido el protocolo más adecuado. Y lo hace con la magia del cine.
Eastwood logra transmitirnos los sentimientos del piloto y hacernos vibrar aún cuando conocemos de antemano la hazaña lograda. Y lo hace en el tiempo justo: la película dura poco más de una hora y media, poca duración para el cine norteamericano al que estamos acostumbrados.
Mención aparte merece la muy buena interpretación de Tom Hanks, a quién encontramos con pelo canoso y bigote encarnando al piloto, y en algún punto al propio Clint Eastwood que como en muchas de sus películas parece encontrar una empatía simbiótica con sus personajes.
Sin embargo, y pese a la experiencia cinematográfica de Eastwood, la película deja la sensación de que Tom es más importante que Sully y de que su hazaña sólo sirve para armar una gran puesta en escena sobre los errores y aciertos cuando juzgamos a las personas. Al final, parece que todo se trata de heroizar a un hombre que pretende salvar su conciencia.
Más allá de eso, se vislumbra como firme candidata, por lo menos, a recibir nominaciones de los Oscar.
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