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Críticas ordenadas por utilidad
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6,5
408
9
7 de junio de 2009
7 de junio de 2009
46 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
La legión española ("El Tercio de extranjeros") fue creada en 1920 en Ceuta, bajo el reinado de Alfonso XIII. Pronto interesó a algunos intelectuales franceses incluso más que la famosa legión extranjera de su propio país.
A principios de los años treinta el novelista francés Pierre Dumarchais (más conocido por su pseudónimo de Mac Orlan) escribió un libro, “La Bandera” (Ed. Gallimard, Paris 1931) en el cual se narraba la historia de un parisiense llamado Pierre Gilieth, que huyendo de la justicia francesa por cometer un crimen, emigra a Barcelona y allí debido a la falta de trabajo y al hambre que pasa opta por alistase en el Tercio para extranjeros de la Legión española. El libro narra la manera de vivir de los legionarios en su destacamento situado en las proximidades de Tetuán, su tiempo libre en las cantinas con prostitutas, sus luchas contra los que eran en aquellos tiempos “los rebeldes” marroquíes de la guerra del Rif, zona del norte de Marruecos que Francia y España habían recibido el acuerdo de pacificar en la Conferencia Internacional de Algeciras (año 1906).
Cuatro años después de publicarse el citado libro, Mac Orlan con el cineasta francés Julien Duvivier, hicieron un guión cinematográfico de "La bandera" y a continuación se rodó el filme, obteniendo buena consideración en aquella época, interpretado en su papel principal nada más y nada menos que por el más notorio actor del cine francés de entonces, Jean Gabin, en el papel de Pierre Gilieth.
Julien Duvivier obtuvo del gobierno republicano español todas las autorizaciones y facilidades posibles para el rodaje del filme, el cual se hizo en diversos exteriores del cuartel general de la legión y en el protectorado, entre los que se pueden apreciar por ejemplo uno los fuertes de vigilancia que habían construido el ejército español en la cimas de montes habidos entre Ceuta y la majestuosa montaña granítica de 840 metros de altitud el "Yebel Musa"; también se ve la Sierra del "Hauz Fath Lemhar", la cual se extiende desde el "Yebel Musa" hasta la ciudad de Tetuán, con una altitud media de 700 m., pudiéndose cruzar por el puerto de "Anyera", en la carretera Ceuta-Tánger, y por el paso de "Tagramt", o rodearlo al Oeste por la carretera de Alcázar Seguer a Tetuán. Algunos de estos caminos, en aquel tiempo de tierra, aparecen en la película.
La película, en blanco y negro, es aceptablemente dinámica, bien hecha, digna. Destacar las sensuales escenas de bailarinas bailando con los pechos desnudos o de besos intensos entre Jean Gabin (haciendo de legionario Pierre Gilieth) y Annabella (en el papel de la mora Aïscha La Slaoui). También hacer mención del asistente de dirección de esta película, un tal Castro Blanco, legionario de verdad, que además interviene como actor realizando el papel de Sargento.
A principios de los años treinta el novelista francés Pierre Dumarchais (más conocido por su pseudónimo de Mac Orlan) escribió un libro, “La Bandera” (Ed. Gallimard, Paris 1931) en el cual se narraba la historia de un parisiense llamado Pierre Gilieth, que huyendo de la justicia francesa por cometer un crimen, emigra a Barcelona y allí debido a la falta de trabajo y al hambre que pasa opta por alistase en el Tercio para extranjeros de la Legión española. El libro narra la manera de vivir de los legionarios en su destacamento situado en las proximidades de Tetuán, su tiempo libre en las cantinas con prostitutas, sus luchas contra los que eran en aquellos tiempos “los rebeldes” marroquíes de la guerra del Rif, zona del norte de Marruecos que Francia y España habían recibido el acuerdo de pacificar en la Conferencia Internacional de Algeciras (año 1906).
Cuatro años después de publicarse el citado libro, Mac Orlan con el cineasta francés Julien Duvivier, hicieron un guión cinematográfico de "La bandera" y a continuación se rodó el filme, obteniendo buena consideración en aquella época, interpretado en su papel principal nada más y nada menos que por el más notorio actor del cine francés de entonces, Jean Gabin, en el papel de Pierre Gilieth.
Julien Duvivier obtuvo del gobierno republicano español todas las autorizaciones y facilidades posibles para el rodaje del filme, el cual se hizo en diversos exteriores del cuartel general de la legión y en el protectorado, entre los que se pueden apreciar por ejemplo uno los fuertes de vigilancia que habían construido el ejército español en la cimas de montes habidos entre Ceuta y la majestuosa montaña granítica de 840 metros de altitud el "Yebel Musa"; también se ve la Sierra del "Hauz Fath Lemhar", la cual se extiende desde el "Yebel Musa" hasta la ciudad de Tetuán, con una altitud media de 700 m., pudiéndose cruzar por el puerto de "Anyera", en la carretera Ceuta-Tánger, y por el paso de "Tagramt", o rodearlo al Oeste por la carretera de Alcázar Seguer a Tetuán. Algunos de estos caminos, en aquel tiempo de tierra, aparecen en la película.
La película, en blanco y negro, es aceptablemente dinámica, bien hecha, digna. Destacar las sensuales escenas de bailarinas bailando con los pechos desnudos o de besos intensos entre Jean Gabin (haciendo de legionario Pierre Gilieth) y Annabella (en el papel de la mora Aïscha La Slaoui). También hacer mención del asistente de dirección de esta película, un tal Castro Blanco, legionario de verdad, que además interviene como actor realizando el papel de Sargento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando se estrenó “La bandera” en París, el 27 de septiembre de 1935, se veía consignado al principio del filme, una dedicatoria u homenaje de la misma al general Franco (comandante de la legión española). Luego a raíz del alzamiento del 18 de julio de 1936, que acabó en tres años con la República española, en la Francia republicana quitaron del inicio de la película tal dedicatoria u homenaje, lo cual resulta tan absurdo como entrar hoy en día en la Web de la Legión Española y ver que en su sección de historia no se halla al militar Francisco Franco, cuando obviamente, para bien o para mal fue uno de los comandantes que más fama dio en sus orígenes a dicho cuerpo militar; tal es así que incluso el mismo gobierno republicano español acudió a él, por su genialidad militar demostrada en múltiples combates, para que al mando de algunas banderas de legionarios y regulares traídos del Norte de África sofocara en octubre de 1934 la insurrección armada de izquierdas que tuvo lugar en Asturias —aquella que lideraron la UGT, CNT, comunistas y anarquistas—, teniendo que ser precisamente el militar Franco el que salvó la unidad del Estado, misión por la cual fue honrado y enaltecido por las autoridades republicanas.
La historia está ahí, por más que borremos a los que hoy en día sus nombres son considerados "demoníacos, impuros o políticamente condenables". Quienes la integraron, nos gusten o no, formaron parte de la realidad pasada y negarlo es cosa de necios manipuladores de los hechos históricos.
La historia está ahí, por más que borremos a los que hoy en día sus nombres son considerados "demoníacos, impuros o políticamente condenables". Quienes la integraron, nos gusten o no, formaron parte de la realidad pasada y negarlo es cosa de necios manipuladores de los hechos históricos.

6,4
16.563
9
6 de marzo de 2017
6 de marzo de 2017
43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Los aguaciles insistían una y otra vez en que lo del "fumie" era solamente una formalidad. Poner el pie encima, y todo estaba listo. Solamente pisar, y a ellos les tenía sin cuidado la fe que les quedase dentro. No tenían ni interés en investigarlo. Las órdenes de palacio eran que en cuanto uno rozara con el pie ligeramente el "fumie" se le pusiera inmediatamente en libertad.» (p. 152).
«Pensadlo bien —gritaba otro guardia, de espaldas al sacerdote jesuita y vuelto hacia la celda donde una mujer japonesa cristiana acaba de morir tras días de tortura—. Así se acaba cuando se juega con la vida. Perdonad la machaconería: cuanto antes terminéis con esto, antes saldréis de aquí. Y repito lo de antes: no os decimos que piséis de todo corazón. El puro rito de poner un pie encima no tiene por qué destruir la fe.» (p. 154).
«Le repito lo que le dijo Sawano: no se empeñe en ser terco. Nosotros no le pedimos que apostate en su interior. Es sólo una formalidad, ¿sabe? ¿Es que no va a decir "apostato" ni siquiera como simple formalidad?» (p. 199).
Cf. SHÛSAKU ENDÔ, Silencio. La aventura de los jesuitas en el Japón del siglo XVII. Edhasa. Barcelona 1988.
«Pensadlo bien —gritaba otro guardia, de espaldas al sacerdote jesuita y vuelto hacia la celda donde una mujer japonesa cristiana acaba de morir tras días de tortura—. Así se acaba cuando se juega con la vida. Perdonad la machaconería: cuanto antes terminéis con esto, antes saldréis de aquí. Y repito lo de antes: no os decimos que piséis de todo corazón. El puro rito de poner un pie encima no tiene por qué destruir la fe.» (p. 154).
«Le repito lo que le dijo Sawano: no se empeñe en ser terco. Nosotros no le pedimos que apostate en su interior. Es sólo una formalidad, ¿sabe? ¿Es que no va a decir "apostato" ni siquiera como simple formalidad?» (p. 199).
Cf. SHÛSAKU ENDÔ, Silencio. La aventura de los jesuitas en el Japón del siglo XVII. Edhasa. Barcelona 1988.

7,6
739
8
26 de octubre de 2009
26 de octubre de 2009
38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia que nos cuenta el Sr. Ozu en este filme conmovedor —realizado allá en Japón mientras acá en España andaban los españoles desatando sus odios fraternos— es la de una mujer trabajadora, sola y con un único hijo en un pequeño pueblo japonés. Ella trabaja y se sacrifica por obtener algo de dinero para que el muchacho vaya a la capital y haga estudios superiores, todo esto en 1923.
Pasan el tiempo y la acción se traslada al año 1935, cuando la madre viaja desde el pueblo hasta Tokio para visitar a su hijo, al que cree estar gozando de un estatus superior conforme a los estudios que realizó. Pero una vez in situ contempla la cruda realidad de su vástago; descubre que éste sólo alcanzó ser un maestro pobretón en una escuela periférica para muchachos en horario nocturno. Y no sólo eso, además descubre que...
Pasan el tiempo y la acción se traslada al año 1935, cuando la madre viaja desde el pueblo hasta Tokio para visitar a su hijo, al que cree estar gozando de un estatus superior conforme a los estudios que realizó. Pero una vez in situ contempla la cruda realidad de su vástago; descubre que éste sólo alcanzó ser un maestro pobretón en una escuela periférica para muchachos en horario nocturno. Y no sólo eso, además descubre que...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...su hijo está casado y tiene un niño pequeñito. Y más aún, descubre también que éste, su esposa y su nieto viven a las afueras de Tokio, en una casita pobre de un barrio pobre, cercano a una fábrica de incineración. La madre no hace ningún reproche, pero por dentro se queda decepcionada ante la situación de su hijo (y éste lo percibe). Se trata de un estado el cual en modo alguno podía ella imaginar después de tanto sacrificios, separación de su único ser querido y gastos en él para que progresara de cara a ser alguien importante.
Encima nota a su hijo derrotado, vencido, sin ánimos para luchar y reponerse. Esto último sí que le hace perder la serenidad y decirle con firmeza que espera de él que no se dé por vencido; lo acicatea para que trate a toda costa de mejorar; le recuerda que ella estuvo en peor situación de lo que ahora está él y sin embargo nunca se rindió con vistas a proveerle de una mejor vida; le insta a que por la misma lógica sea consciente y en este momento asuma la responsabilidad que le corresponde a él de levantarse de su abatimiento, luchar y progresar, no ya por su propio bien, sino también por el de su familia: su mujer y su niño recién nacido.
Mas, mira por donde, ocurre un suceso, estando la madre allí junto a su hijo, nuera y nieto, que le hace recapacitar y ver una verdad trascendente por la que debe dar gracias al universo entero. De repente ella se percata de algo muy relevante y maravilloso: que independientemente de que su hijo esté viviendo como un simple y pobre maestro, éste posee algo mucho más esencial y perenne: es un hombre bueno, un ser humano digno, bien educado, magistral, ejemplar en todos los sentidos, valores que demuestra precisamente en medio de las contrariedades y la dificultosa pobreza, lo cual tiene aún más mérito. Y no sólo eso, su hijo además tiene una gran suerte: haber dado con una mujer buena, humilde, solidaria, de corazón bondadoso, con la cual ha engendrado un precioso bebé y descendiente.
El fin es sereno, melancólico y orientado al esperanzador devenir, como suelen ser los acabados de Ozu, con una escena donde la madre ya regresada a su pueblo y a su trabajo limpiando suelos, hace un descanso y se sienta. Ella parece pensar en la visita que acaba de hacer a su hijo y en lo imprevisto y descolocador que el destino suele ser con nuestras planificaciones y cálculos de seguridad o éxito. Entonces la cámara pasa de fijarse en esta envejeciente pensativa y enfoca la dirección de lo que la mujer está mirando: una puerta cerrada que da al campo abierto.
Fej Delvahe
Encima nota a su hijo derrotado, vencido, sin ánimos para luchar y reponerse. Esto último sí que le hace perder la serenidad y decirle con firmeza que espera de él que no se dé por vencido; lo acicatea para que trate a toda costa de mejorar; le recuerda que ella estuvo en peor situación de lo que ahora está él y sin embargo nunca se rindió con vistas a proveerle de una mejor vida; le insta a que por la misma lógica sea consciente y en este momento asuma la responsabilidad que le corresponde a él de levantarse de su abatimiento, luchar y progresar, no ya por su propio bien, sino también por el de su familia: su mujer y su niño recién nacido.
Mas, mira por donde, ocurre un suceso, estando la madre allí junto a su hijo, nuera y nieto, que le hace recapacitar y ver una verdad trascendente por la que debe dar gracias al universo entero. De repente ella se percata de algo muy relevante y maravilloso: que independientemente de que su hijo esté viviendo como un simple y pobre maestro, éste posee algo mucho más esencial y perenne: es un hombre bueno, un ser humano digno, bien educado, magistral, ejemplar en todos los sentidos, valores que demuestra precisamente en medio de las contrariedades y la dificultosa pobreza, lo cual tiene aún más mérito. Y no sólo eso, su hijo además tiene una gran suerte: haber dado con una mujer buena, humilde, solidaria, de corazón bondadoso, con la cual ha engendrado un precioso bebé y descendiente.
El fin es sereno, melancólico y orientado al esperanzador devenir, como suelen ser los acabados de Ozu, con una escena donde la madre ya regresada a su pueblo y a su trabajo limpiando suelos, hace un descanso y se sienta. Ella parece pensar en la visita que acaba de hacer a su hijo y en lo imprevisto y descolocador que el destino suele ser con nuestras planificaciones y cálculos de seguridad o éxito. Entonces la cámara pasa de fijarse en esta envejeciente pensativa y enfoca la dirección de lo que la mujer está mirando: una puerta cerrada que da al campo abierto.
Fej Delvahe

6,8
817
9
3 de octubre de 2009
3 de octubre de 2009
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En la duda, a favor del reo". Este es un aforismo jurídico latino que se ha de tener muy en cuenta en el ejercicio de la justicia o de los juicios, sobre todo por parte de los fiscales y de los jueces. "In dubio pro reo", es la más clara manifestación de la trascendente misión que debe desempeñar el poder judicial en una sociedad civilizada, donde lo honesto y digno es antes absolver a un culpable que condenar a un inocente. Y este aforismo resume el fondo de la motivación y resolución en el presente filme.
El fiscal (interpretado con una parsimonia excelente por el actor Dana Andrews), se haya ante un reo al que todos los testigos y pruebas acusan de haber cometido un crimen; sin embargo, según las propias investigaciones que él y su equipo de la fiscalía llevan a cabo, hay muchas cosas que no encajan para que el acusado sea verdaderamente el asesino.
Cierto que aquí el fiscal hace en realidad la función que le corresponde al abogado, ante la sorpresa de éste, quien viendo como le facilitan su labor ni rechista; pero es que el fiscal ha de mostrarle a la mayoría del pueblo (fanatizado por creerse en posición de la "verdad" evidentísima) que él ha descubierto perspectivas insospechadas de esa misma "verdad".
Una muy buena película, donde se ejemplifica de forma sobresaliente la forma de conducirse de un hombre honesto, honrado: no se amilana ante las presiones de sus jefes, políticos, partido o gente poderosa; no siente temor a perder su puesto de trabajo o poner en grave riesgo la comodidad de su futuro; simplemente hace lo que en conciencia cree que debe de hacer, dejando a los demás que a su vez actúen como crean que deben actuar —lamentablemente Elia Kazan, que supo describir de maravilla aquí y en otras películas suyas, el prototipo ideal de hombre honrado y valiente que no se rebaja en sus convicciones por más presiones o amenazas que reciba, no tuvo valor él mismo de conducirse así en la vida real, según esa ejemplaridad, por esto cuando recibió las presiones de la caza de comunistas desatada en los EE.UU. sucumbió a las mismas de forma cobarde—.
Película en un estupendo y encantador blanco y negro. Muy recomendable y educadora para recordar y enseñar el sentido noble de la "Justicia" que nunca deben perder de vista los funcionarios a sueldo de la misma.
El fiscal (interpretado con una parsimonia excelente por el actor Dana Andrews), se haya ante un reo al que todos los testigos y pruebas acusan de haber cometido un crimen; sin embargo, según las propias investigaciones que él y su equipo de la fiscalía llevan a cabo, hay muchas cosas que no encajan para que el acusado sea verdaderamente el asesino.
Cierto que aquí el fiscal hace en realidad la función que le corresponde al abogado, ante la sorpresa de éste, quien viendo como le facilitan su labor ni rechista; pero es que el fiscal ha de mostrarle a la mayoría del pueblo (fanatizado por creerse en posición de la "verdad" evidentísima) que él ha descubierto perspectivas insospechadas de esa misma "verdad".
Una muy buena película, donde se ejemplifica de forma sobresaliente la forma de conducirse de un hombre honesto, honrado: no se amilana ante las presiones de sus jefes, políticos, partido o gente poderosa; no siente temor a perder su puesto de trabajo o poner en grave riesgo la comodidad de su futuro; simplemente hace lo que en conciencia cree que debe de hacer, dejando a los demás que a su vez actúen como crean que deben actuar —lamentablemente Elia Kazan, que supo describir de maravilla aquí y en otras películas suyas, el prototipo ideal de hombre honrado y valiente que no se rebaja en sus convicciones por más presiones o amenazas que reciba, no tuvo valor él mismo de conducirse así en la vida real, según esa ejemplaridad, por esto cuando recibió las presiones de la caza de comunistas desatada en los EE.UU. sucumbió a las mismas de forma cobarde—.
Película en un estupendo y encantador blanco y negro. Muy recomendable y educadora para recordar y enseñar el sentido noble de la "Justicia" que nunca deben perder de vista los funcionarios a sueldo de la misma.

6,7
67.219
8
18 de octubre de 2009
18 de octubre de 2009
88 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película de tensión bélica (en concreto de un pelotón de militares desactivadores de minas, bombas, proyectiles y todo tipo de artefactos explosivos) en el Irak contemporáneo, donde los norteamericanos siguen vigilando la sociedad in situ, pero ésta en líneas generales les mira con recelo, enemistad, odio y deseos de venganza.
'The Hurt Locker' es un filme casi de permanente temor a ver saltar en pedazos a alguien. Describe con bastante veracidad la peligrosa estancia y oficio de los militares de base en Irak, aunque a veces haya también algún coronel "metementodo" que se juegue el pellejo por insensato.
Se ven escenas grandiosas de exteriores, como la del enfrentamiento con los francotiradores insurgentes en pleno desierto o el intento de desactivar al hombre-bomba, y también excelentes escenas de interiores como la de cuando la esposa del sargento artificiero le pide dentro del supermercado que compre un paquete de cereal y éste se queda pensativo ante la intrascendente tarea de tener que elegir uno en una estastería inmesa y repleta de infinitas marcas del citado producto artificial, artificioso y completamente innecesario.
Así mismo, emocionantísima la escena donde el sargento artificiero es abordado por un oficial que le pone de ejemplo delante de sus hombres a la par que le pregunta con admiración por las artefactos que lleva desactivados y el especialista responde vagamente como si eso fuera la cosa más habitual e insignificante del mundo.
Filme muy recomendable. Ayuda a meterse en la piel de los militares, de la gente uniformada que se tiene que ganar la vida de esa forma quizás porque no halló jamás vías para acceder a trabajos más "pacíficos" o cómodos; ayuda a comprender mejor a los profesionales de los ejércitos, a experimentar por unos minutos algo del enorme estrés y sinvivir que algunos de ellos viven en situaciones extremas.
Viendo las tremendas escenas de esta película donde los que padecen del corazón corren el peligro de que se les salga del pecho, uno piensa en esas palabras de Antonio Lobo Antunes, cuando dice: «La lógica de nuestra vida no es cartesiana, aristotélica. Es una lógica de los afectados, de las pulsiones. Queremos racionalizar las emociones y eso es imposible.»
'The Hurt Locker' es un filme casi de permanente temor a ver saltar en pedazos a alguien. Describe con bastante veracidad la peligrosa estancia y oficio de los militares de base en Irak, aunque a veces haya también algún coronel "metementodo" que se juegue el pellejo por insensato.
Se ven escenas grandiosas de exteriores, como la del enfrentamiento con los francotiradores insurgentes en pleno desierto o el intento de desactivar al hombre-bomba, y también excelentes escenas de interiores como la de cuando la esposa del sargento artificiero le pide dentro del supermercado que compre un paquete de cereal y éste se queda pensativo ante la intrascendente tarea de tener que elegir uno en una estastería inmesa y repleta de infinitas marcas del citado producto artificial, artificioso y completamente innecesario.
Así mismo, emocionantísima la escena donde el sargento artificiero es abordado por un oficial que le pone de ejemplo delante de sus hombres a la par que le pregunta con admiración por las artefactos que lleva desactivados y el especialista responde vagamente como si eso fuera la cosa más habitual e insignificante del mundo.
Filme muy recomendable. Ayuda a meterse en la piel de los militares, de la gente uniformada que se tiene que ganar la vida de esa forma quizás porque no halló jamás vías para acceder a trabajos más "pacíficos" o cómodos; ayuda a comprender mejor a los profesionales de los ejércitos, a experimentar por unos minutos algo del enorme estrés y sinvivir que algunos de ellos viven en situaciones extremas.
Viendo las tremendas escenas de esta película donde los que padecen del corazón corren el peligro de que se les salga del pecho, uno piensa en esas palabras de Antonio Lobo Antunes, cuando dice: «La lógica de nuestra vida no es cartesiana, aristotélica. Es una lógica de los afectados, de las pulsiones. Queremos racionalizar las emociones y eso es imposible.»
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