Doy un aprobado a esta película porque el final --que no desvelaré-- me ha parecido que redime una historia con asunto de misterio que nace muerta y que en ningún momento remonta, y porque la actuación de López Vázquez es una vez más de quitarse el sombrero.
También debe resaltarse lo adelantado que resulta para su tiempo el tema de fondo, la crítica a cierto tipo de espectáculos televisivos que luego se convirtieron en una plaga
No llega a 90 minutos de duración y se hace larga. Quizá si hubieran sido capaces de quitarle la mitad del metraje podía haber resultado otra obra maestra en la línea de La Cabina.
.

Aunque sólo sea por disfrutar del duelo interpretativo de uno de los dos o tres actores más magnéticos de la historia (Yul Brinner) frente a una de las dos o tres actrices más elegantes de la historia (Debora Kerr), ya valdría la pena esta película.
Pero es que ofrece mucho más. Ofrece una tensa, dramática y compleja historia de amor y abnegación, ofrece un contexto histórico (el aplastamiento de la revolución húngara de 1956 por parte de la URSS) descrito con perfecta objetividad. Ofrece un cuadro variado de personajes que dialogan y se desenvuelven con viveza ul veracidad psicológica, ofrece una realización acabadísima en todos los aspectos visuales y sonoros. Ofrece, en suma, casi dos horas de cine histórico apasionante que no flojea en ningún momento.
Una película, en suma, que merece estar entre las mejores de su género, emparentada claramente con "Casablanca", a la que no iguala en algunos aspectos, pera a la que puede acompañar dignamente en una antología del cine de la II Guerra Mundial y sus resultas
Que los críticos cinematográficos al uso, mayoritariamente aferrados todavía al prejuicio de que todo director anticomunista es un reaccionario incapacitado para hacen películas de calidad, desdeñen ésta, es un motivo más para alabarla y recomendarla

Tú puedes ser un buen contador de historias, puedes dominar a la perfección el lenguaje, pero si la historia que cuentas es anodina, el oyente, el espectador, acabará bostezando discretamente.
Por el respeto que le tengo a John Ford, he empezado a ver tres veces Río Grande. La primera no pude con ella. La segunda y la tercera llegué hasta el final, pero en ambas saqué la misma conclusión. Esta película no pasa de ser un panfleto propagandístico, muy bellamente filmado, de los valores militaristas yanquis. Y mira que yo no soy antimilitarista, ni odiador del Tío Sam, ni milito entre quienes quieren borrar de la historia y de la literatura y del arte en general toda huella de la opresión de la raza sobre los pueblos indígenas. Pero es que este Río Grande resulta soporífero. De hecho, creo que es uno de los poquísimos westerns aburridos de la historia del cine (obsérvese que, aunque hay westerns malos a porrillo, son muy escasos aquellos de los que se puede decir que aburren).
Y eso a pesar de que las canciones que se cantan son muy bonitas, y de que el actor protagonista, John Wayne, está tan magnífico e imponente como siempre.

Magnífico Mur Oti. Ya sabemos que no siempre lo es este director, pero aquí sin duda alguna se luce. "A hierro muere" es una película sabrosísima de cine negro, con un muy buen guion (muy original, además, aunque algunos quieran ver reflejos de Hitchkock o de Lang), una fotografía, una iluminación y una puesta en escena de auténtico lujo, y, sobre todo, unas interpretaciones excelentes de todo el elenco, destacando en especial la de la protagonista, Olga Zubarry, una actriz argentina que ha sido para mí un descubrimiento. Formidable actuación la suya, llena de fuerza e intensidad. Qué forma de mirar, de moverse, de expresar con el gesto. Cautiva al espectador, hasta el punto de ponerlo absolutamente de su parte, pese a ser el personaje amoral que es.
Esta película se disfruta tanto, que llegan a lamentarse las muy frecuentes elipsis que, si de un lado agilizan el desarrollo de la historia, de otro la acortan y oscurecen un poco, sobre todo en su parte final

l

Tildo de indignante la historia que nos cuenta este película no porque sea de calidad pésima sino porque el proceder de los protagonistas, es decir, la relación amorosa que mantienen a lo largo de más de dos décadas, por muy realista o verosímil que pueda resultar (a mí, al menos, sí me lo resulta), pone demasiado a prueba nuestra comprensión de la debilidad humana, y en especial nuestra capacidad de comprender la inmensa capacidad (valga la redundancia) de amar abnegadamente a un hombre egoísta que puede llegar a albergar el corazón femenino.
Entiendo perfectamente a los espectadores actuales, sobre todo si son jóvenes y mujeres, que se rebelan contra esta historia por esa misma sumisión de la mujer enamorada, que casi llega a lo abyecto, rechazo que hasta les mueve a desdeñar los méritos artísticos de la realización, pero la parte final, y me refiero sobre todo a las dos o tres últimas escenas, la debe redimir absolutamente. De pocas películas puede decirse con tanta justicia que tenga un final tan sublime y conmovedor, capaz de situar al amor, al amor verdadero de hombre y mujer, muy por encima de cualquier juicio moral, ético o, como se diría ahora, "de género".