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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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3 de mayo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Solaris es un satélite del sistema solar totalmente recubierto de agua que posee algún tipo de conciencia. No está claro, al menos yo no he podido verlo, en qué consiste esa conciencia o si si quiera podemos llamarla de tal modo. Lo que si parece es que es capaz de interactuar con la conciencia de los seres humanos leyéndoles el pensamiento. Y no el pensamiento mas inmediato y evidente, sino la memoria profunda. Algo verdaderamente portentoso que hace que el genero de la película se sitúe entre la ciencia ficción y lo paranormal, por llamarlo de algún modo.

Precisamente este misterio es el que una misión científica soviética asentada en una estación espacial permanente que gravita en torno al astro trata de resolver. Para liarla mas, Solaris no solo es capaz de leer la mente, sino de materializar (!!?) las representaciones de ésta a través de formaciones de neutrinos. ¿Es posible tal cosa, algo que esté hecho solo de neutrinos? Mi mente simple de aldeano destripaterrones me advierte que no, aunque quién sabe lo que pueda ocurrir en este mundo mudable y desconcertante. El hecho se convierte en la excusa para atar a estas creaciones en torno a los personajes de cuya memoria proceden y en torno a las inmediaciones del planeta, de los cuales no se pueden separar.

Como vemos, es todo demasiado enrevesado, la estrategia de crear la tormenta perfecta en la cual situar la excusa para una reflexión de tipo aparentemente existencialista (el estar es antes que el ser, no somos en sí, sino vamos siendo a través de la experiencia), aunque conociendo a Tarkovsky estaríamos mas bien ante las preguntas de nuestro espíritu insatisfecho. Posiblemente ambas cosas, porque el corazón del film, la médula de la que se alimenta es el desconcierto, la pregunta, no la respuesta. O las preguntas porque unas van concatenándose con otras: la relación entre nosotros o nuestra relación con el medio, etc.

Lo peor: una película excesivamente larga, con un protagonista carente de carisma alguno (¡el colmo es ya tener que soportarlo en calzoncillos y camiseta de tirantes!) que la vuelve distante y aburrida.
Mucho mas interesantes son otros personajes, como el científico interpretado por Yuri Jarvet y, sobre todo, Hari, la recreación de la antigua mujer del protagonista, quien llega a preguntarse hasta qué punto ella es real, con quienes sí llegamos a empatizar y cuyos dramas vivimos.
La puesta en escena es teatral, en los largos momentos de silencio se recurre a veces a lo atmosférico mediante el uso de luces o reflejos en las superficies bruñidas, lentos barridos de cámara reposando por los objetos con un sentido casi coreográfico, a veces se vuelve hipnótica, como en las magníficas imágenes del planeta cuya aguas evolucionan al contacto con la mente de nuestros personajes. E incluye guiños gratos, como el homenaje a la cultura europea (presente también la reflexión sobre la relación entre nosotros y nuestra cultura, o entre lo clásico y lo tecnológico, o entre la cultura espiritual y la cultura funcional) que incluye el Quijote y el preludio de Bach A ti te llamo, Señor Jesucristo, y que sirve como leit motiv.
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spoiler:
En la escena final se muestra como Solaris consigue recreaciones cada vez mas complejas: toda la casa campestre del protagonista, incluyendo una amplia parcela de terreno con perro y todo, donde termina Kris saldando cuentas pendientes cual hijo pródigo que regresa a su hogar. En este caso el preludio de Bach es arreglado por Eduard Artemyev, quien le añade algunas armonías. Es una pieza recreada de forma no perfecta, dentro de la casa cae agua sobre la espalda del padre de Cris y sobre los libros, quizá simplemente porque el recuerdo es confuso, o porque solo se puede recrear algo desde su comprensión íntima. El hombre estudia a Solaris, ¿Solaris recrea o también estudia al hombre? ¿Para conocerse el uno al otro o para conocerse a sí mismos a través del otro? ¿Realmente Solaris comprende lo que es el amor, el perdón o la redención? ¿Está en vías de ello, podrá hacerlo algún día?¿Para conocer el bien hay que conocer el mal? Y ...¿Qué pasa con Kris, se insinúa que no quiere volver a la Tierra, incluso que no vuelve?¿el Kris recreado en la isla por Solaris es una recreación o es ciertamente nuestro protagonista?

¿Por qué al principio hay escenas rodadas en casi blanco y negro?¿Por qué en las escenas finales un plano finaliza sobre una manta que reposa en una silla y otro plano termina en la oreja del protagonista?
Hasta aquí. ¡Maldito el momento en el que me puse a pensar en la película ...!
18 de abril de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
Un mar de muchedumbres que bulle, la selva intrincada, el ondulado paisaje sin fondo que otea la cámara con la mirada de un estratega militar, un campo de retama en flor, el agua, la lluvia y el Sol. Pero sobre ello rostros, almas, el corazón de unos seres que deambulan por un mundo que cambia, aunque sea el mismo, y una promesa mas grande que la vida que apenas si llegan a comprender.
Al Pacino y Nastassja Kinski en lo mejor de sus carreras (excelente también el joven Sid Owen, quien no tendría continuación en su carrera), música y fotografía a la altura de todo clásico que se precie dentro de lo mejor del academicismo, inteligentes movimientos de cámara que integran la distintas y sutiles narrativas, y rostros cercanos, miradas que se encuentran, la historia contenida en un gesto.
Mil cosas se podrían hablar de esta película maravillosa pero nos alargaríamos demasiado y es suficiente con que nos quedemos por último con su historia de amor. Sí, una historia de amor ingenua, como ingenua es la primera juventud e ingenuo es el idealismo, pero ¿acaso no bebemos de esa ingenuidad como vampiros sedientos de sangre, no la necesitamos, no necesitamos amor y esperanza ingenuos que nos hagan sentir humanos mientras el motor del mundo se bate invulnerable?
29 de diciembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Una viuda bien posicionada de origen judío conoce a un joven caradura cuyo máximo interés se centra en el ajedrez, actividad de la que pretende convertirse en profesional y con ello alcanzar fortuna y renombre. Ambos llegan a un cierto acuerdo sobre el estado de las cosas: ella le amará y le costeará y él se dejará amar.
La vida parece así transcurrir por los railes seguros de la conveniencia y el provecho, sin embargo la irrupción de la Segunda Guerra Mundial hará que todo se trastoque.

Película británica perteneciente aún a la gran época clásica de dicho cine -así podemos ver hoy en día todavía al Free Cinema- y dirigida por el director J. Lee Thompson, cuya primera parte de su carrera no desentona con el contexto de calidad referida. Desde el impactante inicio, que actúa como un shock, veremos a la cinta fluctuar lentamente hacia el drama al tiempo que los elementos de suspense se hacen cada vez mas patentes y terminan por dominar el escenario en una solución absolutamente hitchcockniana.
A pesar de los distintos vaivenes la película no pierde nunca el tono narrativo y se aplica en la generación de provechosos y atinados ambientes: magnífica la escena en la que aparece la referencia a los hermanos Karamazov que dará la clave sobre la comprensión de la trama, en una atmósfera sórdida que parece salida de una novela del propio Dostoyevski, con un punto de irrealidad; el tren, el hospital, la sala de fiestas y hasta la propia casa. Excelente música y la presencia de la bella Samantha Eggar (no muy bien peinada), quien en aquel mismo año sería secuestrada (cinematográficamente) por Terence Stamp en el sótano de su casa. En ambas películas mostrando una tormentosa escala de emociones no tan descontrolada. Insistir de nuevo en la maestría de la técnica hitchcockniana: plano + montaje + ritmo. No solo en la magnífica escena final, sino, por ejemplo, en aquella otra en la que ambos protagonistas se encuentran en el restaurante.
Por cierto, no muy feliz el título original, simplón y hasta inadecuado, y tampoco el que se le dio en España tiene mucho mas gancho.
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La película no tiene solo un trasfondo moral (todas las grandes, y hasta las pequeñas, películas y obras literarias lo tienen. Si no no hay obra que merezca la pena), sino que la propia reflexión sobre la moral es el elemento que hace mover la historia. Y en este contexto nos encontramos con detalles enriquecedores. Por ejemplo: la traumática vivencia en el campo de concentración ha humanizado a la protagonista, es menos frívola, mas consciente de todo. Su partenaire, sin embargo, aumenta su codicia y descaro a medida que van surgiendo las oportunidades. Qué buena la idea de guion de reproducir el asesinato que previamente no se atrevió a ejecutar.

El ajedrez es un juego frío y calculador, pero también uno en el que se juega sentado. Es un resumen de las características personales del protagonista y es utilizado como leitmotiv. La primera vez que aparece en la película es para ganarle una partida a la chica. Al final el tablero con sus fichas, una vez descubierto el siniestro plan del asesino, cae estrepitosamente al suelo en un fugaz plano que da por sentenciada la partida. Eso ocurrirá después de que el protagonista se sepa descubierto y empuje su espalda contra la luz de la ventana mientras su rostro se difumina con un ligero desenfoque de la cámara, metáfora de su propio vértigo.
9 de noviembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
La película usa de la vieja estrategia de "la vuelta a los orígenes". Retoma a los personajes principales con los que todo tomó inició (los que no murieron, los buenos, claro) y una puesta en escena que por momentos recuerda al viejo estilo Spielberiano que tanta huella dejó en el cine de aventuras, incluso algún leitmotiv de la partitura original de John Williams. Eso pero modernizado, y modernizado en el peor estilo holliwoodiense. La palabra woke se inventó para esta película. Dislate tras dislate ahogan los esfuerzos del director, el cual creo que jamás fue capaz de encontrarse a sí mismo enfrentado a la laberíntica tarea de dar sentido a semejante batiburrillo.
Es como si la película fuese tirando de ideas diferentes a cada momento pero sin ser capaz de engarzar unas con otras, las cosas se suceden porque sí. Incluyendo las escenas de acción, donde hay momentos en los que se ahorra la molesta tarea de dotarles verosimilitud.
Así es que tenemos:
Viejos clichés Spielberianos refritos que no emocionan: la boca abierta de Laura Dern y la llegada en avión al nuevo santuario jurásico y centro de investigaciones científicas (a la vez que negocio), o la presencia carismática de los dinosaurios. Incluso clichés tomados de otros sitios, como a Hank Solo y su Halcón Milenario reconvertido ahora en mujer negra homosexual empoderada y ligona (la masculinidad tóxica está bien vista en según que casos, ya sabemos)
Acción muy al estilo actual.
Universo woke. Desparrame de ideas que van de lo chocante a lo peligroso. Laura Dern ha descubierto un nuevo combustible orgánico que no produce CO2 (jaja. Simple referencia además que no tiene nada que ver con la historia), mujeres que pueden auto fecundarse (creo que hace poco se suspendió una serie producida por alguna plataforma de Tv basada en el universo Guerra de las Galaxias donde las mujeres Jedi se auto fecundaban con el poder de la fuerza. Jaja, hay que tener cara dura para parasitar una saga que para muchos fans tiene un significado tan importante), no ya animalismo sino antiespecismo (esta es la parte mas peligrosa), incluyendo la humanización de los dinosaurios hasta extremos ridículos (el velociraptor agradeciendo al protagonista que rescatase a su hija...) ...
Aún así, no todo es desastroso en la película y tiene momentos disfrutables y hasta algunos hallazgos. Me gustó especialmente el momento en el que la protagonista se lanza con el asiento eyectable.
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Sabemos desde el instante uno que el malo morirá devorado por un dinosaurio. ¿Qué leches hace ese lago helado cuando a pocos metros ya no hay nieve?, qué facilidad para encontrarse unos protagonistas con otros (jaja), qué rápido se seca la ropa y los zapatos y qué poco importa empaparse en agua helada, ¿a alguien le importa que el Tiranosaurio Rex y el otro bicho raro maten o no al gigantesaurio ese, a qué viene eso?¿Y cuando él se mira el brazo y está preocupado por si tiene sangre? (jaja), ¿qué hacen en Malta? ¿Por qué se inicia una escena con el prendido casi ritual de una antorcha (qué Spielberiano es eso) si luego resulta que tienen linternas?¿Por que el malo es tan lastimoso y dónde se va todo el mundo al final (qué perfecta evacuación, menos la del malo, claro)? ¡Qué gracioso lo de concentrar la energía! Y qué oportunos los dinosaurios, siempre aparecen cuando uno se los espera ...
16 de octubre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
El ambiente de la inmigración italiana en Nueva York a principios de siglo XX. La Camorra que ha llegado también en barco sometiendo a los barrios a su dominio. Un crimen organizado brutal que nadie sabe donde empieza y donde acaba y que parece omnipresente, como un ojo vigilante desde la sombra. El año anterior Gene Kelly había protagonizado Un día en Nueva York y al siguiente protagonizaría Un americano en París, y al otro Cantando bajo la lluvia. Entre tanto musical de éxito, en la cima de su carrera y culmen de su madurez artística Kelly se embarca en este proyecto con sabor a serie B, oscuro, seco, violento y trágico. No es extraño, en realidad Kelly protagonizó muchas mas películas de corte dramático que musicales. Con el final de esta verdadera década prodigiosa artística, misteriosamente, su éxito declinaría con una velocidad sorprendente. Posiblemente tuviesen en ello parte sus propias tomas de decisión personales, máxime cuando su talento está claro que no terminaba allí donde acababan sus facultades atléticas.
Destacaría el ambiente sórdido, muy bien filmado, albergue de la pobreza, pero no de la fatalidad. La pequeña Italia nueva yorckina no es el destino de los fracasados, sino una nueva ciudad en construcción, habitada por trabajadores y familias en la que resuenan los cantos mediterráneos y los chicos estudian en busca de un futuro mejor. Ni lo peor del mas despiadado de los capitalismos, ni el fatalismo paralizador, una sociedad que se auto organiza, con problemas pero de corazón noble y hasta alegre. Ejemplo de humanismo cinematográfico como en los mejores westerns y películas de cine negro.
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