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SerieDocumental

8,6
10.909
Ann Druyan (Creadora), Steven Soter (Creador) ...
Documental, Intervenciones de: Neil deGrasse Tyson, Seth MacFarlane
9
25 de agosto de 2019
25 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Treinta y cuatro años separan al original de la revisión. Treinta y cuatro años de investigación y descubrimientos, que seguramente exigen una puesta al día. Treinta y cuatro años que seguramente no extiendan esa exigencia a otros ámbitos de la obra original. Quizás para los que crecimos con Carl Sagan, no habrá nunca mejor tutor, mejor guía. Quizás los niños que teníamos machacados los WHS, no hemos dejado nunca de escuchar Vangelis cuando nos adentramos entre las estrellas.
Neil deGrasse Tyson, recoge el regalo envenenado de relevar al mejor divulgador científico de la historia, y en mi criterio cumple muy dignamente. Su conexión personal con el maestro y su actividad en el AMNH , solo hay que pasarse por su observatorio para sentir sus influencias tan marcadas, le colocaban en una posición muy propicia. Respeto y evolución racional, que deja intactas muchas ideas, modos, que innova artísticamente, adquiriendo personalidad propia.
No se si fue o sigue siendo la obra cumbre de la divulgación científica, para mi sigue condensando de manera muy notable el conocimiento científico acumulado por el ser humano. Mira que es difícil resumir en una hora, quienes somos, como somos, donde estamos y hacia donde deberíamos ir. Pues el capítulo once de la reedición de Cosmos, del dos mil catorce, lo hace, pausada y serenamente.
Debería verse en todas las escuelas, todos los días, al comienzo de la jornada escolar. La metafísica más sana, limpia, inteligente y lógica, que podrán ustedes conocer en su vida, al menos hasta la próxima puesta al día.
Neil deGrasse Tyson, recoge el regalo envenenado de relevar al mejor divulgador científico de la historia, y en mi criterio cumple muy dignamente. Su conexión personal con el maestro y su actividad en el AMNH , solo hay que pasarse por su observatorio para sentir sus influencias tan marcadas, le colocaban en una posición muy propicia. Respeto y evolución racional, que deja intactas muchas ideas, modos, que innova artísticamente, adquiriendo personalidad propia.
No se si fue o sigue siendo la obra cumbre de la divulgación científica, para mi sigue condensando de manera muy notable el conocimiento científico acumulado por el ser humano. Mira que es difícil resumir en una hora, quienes somos, como somos, donde estamos y hacia donde deberíamos ir. Pues el capítulo once de la reedición de Cosmos, del dos mil catorce, lo hace, pausada y serenamente.
Debería verse en todas las escuelas, todos los días, al comienzo de la jornada escolar. La metafísica más sana, limpia, inteligente y lógica, que podrán ustedes conocer en su vida, al menos hasta la próxima puesta al día.
25 de agosto de 2019
25 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía mucho tiempo, puede que desde los primeros minutos de "Up", seguramente, que no veía nada tan demoledor emocionalmente como el final de este pseudo musical. Impresionante, como te lleva, justo donde quiere, como prepara el terreno, sincero, consciente de que te tiene, es una locura, al nivel de "Casablanca".
Mimo, creo que es el adjetivo que mejor define y engloba su esencia. Más allá del fenómeno, de la moda. Mimo en la fotografía, en el montaje, en el ritmo, en el guión. Mimo del que sabe que no inventa nada pero es conecedor de su oficio. Artesanía delicada anidada detrás de cada aspecto, que va construyendo sólidamente, empastando cada aspecto, al servicio de su discurso, elevando el todo por encima de las partes. Comida casera de alto standing.
Tengan cuidado si van a verla, porque detrás de una bella y simple historia de amor romántica, vestida de falso musical reinventado, hay mucho más, y puede que alguno se lleve alguna patada inesperada. La, la, la, la, na, na, na ...
Mimo, creo que es el adjetivo que mejor define y engloba su esencia. Más allá del fenómeno, de la moda. Mimo en la fotografía, en el montaje, en el ritmo, en el guión. Mimo del que sabe que no inventa nada pero es conecedor de su oficio. Artesanía delicada anidada detrás de cada aspecto, que va construyendo sólidamente, empastando cada aspecto, al servicio de su discurso, elevando el todo por encima de las partes. Comida casera de alto standing.
Tengan cuidado si van a verla, porque detrás de una bella y simple historia de amor romántica, vestida de falso musical reinventado, hay mucho más, y puede que alguno se lleve alguna patada inesperada. La, la, la, la, na, na, na ...

8,3
155.569
7
25 de agosto de 2019
25 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gusta decir que "American History X" es una película que habla de la fe, del poder que irradia, que conlleva, que impone. Intimista y simple. No abandona, ya que nunca aspira a pretenciosidad alguna, su naturaleza minimalista. Una historia pequeña, desde un punto de vista juvenil. Sin soluciones, ni causas, sin intentar nada fuera de contar una pequeña experiencia humana.
Simple, pero no estúpida, unos personajes dibujados a trazo grueso, pero firme, que no se tambalean en ningún momento. Desde la figura del líder se estructuran; el seguidor estúpido, la novia interesada, el hermano menor opacado, la hermana despierta, el manipulador en la sombra, la madre incapaz, y los profesores, cobarde y mesiánico, que sostienen sin pretensiones la visión simplista que el joven protagonista tiene en su evolución.
Una temática skin que podría ser cualquier otra, con pequeñísimos cambios, desde la contraria pasando por cualquier otro fanatismo, manteniendo trama y personajes. Una película sobre la fe y la razón, sobre la irracionalidad frente a la duda, sobre el viaje de un joven.
Reseñable, el sello técnico más destacable de la película. No siendo otro que el de jugar con el contraste de los tatuajes en el virado al blanco y negro, que dejan una plasticidad brutal, casi hipnótica. La foto de la película, elevada a mi entender a icono cultural, además, acentúa lo anterior más aún si cabe, con una noche cerrada, esta bipolaridad, ese contraste absoluto, que Norton con su interpretación absolutamente hilada abraza y estruja hasta el límite, recreándose, oscenamente, contraponiéndose con un color sepia, vulgar, de la época hacia la duda.
Un guión suficiente, para que Norton haga una interpretación absolutamente fascinante, de las que dejan películas como esta marcadas en la historia de este arte. Su despliegue actoral en el rol de líder que irradia poder, al que casi dan ganas de adorar, esa fe absoluta, la certeza de la verdad en que se envuelve, que le magnetiza y eleva a la estratosfera. Desconstruyéndose a posteriori, matizando su caída hasta ese joven que se tapa el pectoral, preguntándose cosas frente al espejo, huidizo, temeroso, sobrepasado. Incluso ese adolescente inquieto y brillante que es atemperado por su padre. Francamente es una gozada verle, y solo algunos breves extractos de esta interpretación justificaría la carrera de una vida entera.
Obligada.
Simple, pero no estúpida, unos personajes dibujados a trazo grueso, pero firme, que no se tambalean en ningún momento. Desde la figura del líder se estructuran; el seguidor estúpido, la novia interesada, el hermano menor opacado, la hermana despierta, el manipulador en la sombra, la madre incapaz, y los profesores, cobarde y mesiánico, que sostienen sin pretensiones la visión simplista que el joven protagonista tiene en su evolución.
Una temática skin que podría ser cualquier otra, con pequeñísimos cambios, desde la contraria pasando por cualquier otro fanatismo, manteniendo trama y personajes. Una película sobre la fe y la razón, sobre la irracionalidad frente a la duda, sobre el viaje de un joven.
Reseñable, el sello técnico más destacable de la película. No siendo otro que el de jugar con el contraste de los tatuajes en el virado al blanco y negro, que dejan una plasticidad brutal, casi hipnótica. La foto de la película, elevada a mi entender a icono cultural, además, acentúa lo anterior más aún si cabe, con una noche cerrada, esta bipolaridad, ese contraste absoluto, que Norton con su interpretación absolutamente hilada abraza y estruja hasta el límite, recreándose, oscenamente, contraponiéndose con un color sepia, vulgar, de la época hacia la duda.
Un guión suficiente, para que Norton haga una interpretación absolutamente fascinante, de las que dejan películas como esta marcadas en la historia de este arte. Su despliegue actoral en el rol de líder que irradia poder, al que casi dan ganas de adorar, esa fe absoluta, la certeza de la verdad en que se envuelve, que le magnetiza y eleva a la estratosfera. Desconstruyéndose a posteriori, matizando su caída hasta ese joven que se tapa el pectoral, preguntándose cosas frente al espejo, huidizo, temeroso, sobrepasado. Incluso ese adolescente inquieto y brillante que es atemperado por su padre. Francamente es una gozada verle, y solo algunos breves extractos de esta interpretación justificaría la carrera de una vida entera.
Obligada.

6,6
46.008
5
Demasiado larga, su humor es demasiado facilón, y su moralina, demasiado artificiosa e infantiloide.
26 de diciembre de 2021
26 de diciembre de 2021
45 de 90 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tiene prisa se puede resumir muy bien diciendo que es demasiado larga, que su humor es demasiado facilón, y su moralina, demasiado artificiosa e infantiloide. No es que falle como sátira, es muy graciosa por momentos, y ciertamente hay puntos interpretativos muy álgidos, pero en general, se acerca más a una pataleta, a un ajuste de cuentas que a un ejercicio sincero de crítica política.
McKay, activista de extrema izquierda, junta un elenco estelar de extrema izquierda, para arremeter y saldar cuentas con la administración Trump. No es una crítica a la sociedad en general, ni es ponderada, ni por un misero momento mira el ombligo de la extrema izquierda. Es un ejercicio satírico maniqueo que pretende humillar al contrario, totalmente, ni más, ni menos. Un compendio superficial del ideario anti-Trump, sintetizado en una sátira con valores de producción hollywoodiense.
Solo siendo muy consciente de esto es disfrutable. Los lugares comunes iran apareciendo uno tras de otro, sin profundidad ni inteligencia, buscando la carcajada ya comprada de los intelectos más débiles y más fanatizados. Hay momentos intelectualmente vergonzosos, por las simplificaciones infantiloides y reduccionismos absurdos que realmente dejan un muy mal sabor de boca. Solo aconsejaría su visionado a personas lúcidas e inteligentes, si cuentan con una capacidad muy alta de resignación.
No mires arriba, cierra el círculo sobre si misma. Intentando ridiculizar a la extrema derecha estadounidense, la extrema izquierda desnuda su mensaje simplista y maniqueo, dejándose a si misma en evidencia. Malos tiempos para las democracias liberales y sus principios rectores.
McKay, activista de extrema izquierda, junta un elenco estelar de extrema izquierda, para arremeter y saldar cuentas con la administración Trump. No es una crítica a la sociedad en general, ni es ponderada, ni por un misero momento mira el ombligo de la extrema izquierda. Es un ejercicio satírico maniqueo que pretende humillar al contrario, totalmente, ni más, ni menos. Un compendio superficial del ideario anti-Trump, sintetizado en una sátira con valores de producción hollywoodiense.
Solo siendo muy consciente de esto es disfrutable. Los lugares comunes iran apareciendo uno tras de otro, sin profundidad ni inteligencia, buscando la carcajada ya comprada de los intelectos más débiles y más fanatizados. Hay momentos intelectualmente vergonzosos, por las simplificaciones infantiloides y reduccionismos absurdos que realmente dejan un muy mal sabor de boca. Solo aconsejaría su visionado a personas lúcidas e inteligentes, si cuentan con una capacidad muy alta de resignación.
No mires arriba, cierra el círculo sobre si misma. Intentando ridiculizar a la extrema derecha estadounidense, la extrema izquierda desnuda su mensaje simplista y maniqueo, dejándose a si misma en evidencia. Malos tiempos para las democracias liberales y sus principios rectores.

8,6
177.419
9
25 de agosto de 2019
25 de agosto de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Holocausto de consumo rápido, placer culpable.
Creo. Creo que es absolutamente sesgada. La creo judía, nuclearmente norteamericana, capitalista. La creo manipuladora, perdida en una orgía de sentimentalismo barato. La creo de ideas facilonas, insultántemente superficial, infantil. Entretenimiento reduccionista, mentiroso, impostado. Populista y servil.
Y sin embargo.
Sin embargo veinticinco años después la fábula sigue funcionando. El cuento que presenta Spielberg, sobre el relato inverosímil de Thomas Keneally, adaptado por Zaillian, sigue funcionando. La simplona historia del hombre gris que enfrentado al terror, absoluto, constante, acaba cediendo y es expulsado hacia el virtuosismo más puro es vigente como el primer día.
El mejor director de entretenimiento, firma la película que no quería hacer nadie. Un blanco y negro, duro, sincero, que arropa una fotografía muy cuidada entre luces y sombras, que sin inventar, va golpeando tenaz y contundentemente durante todo el film, efectiva y a ratos demoledora. Sin recato o vergüenza. Un manejo de la tensión apabullante, una descarnada exposición del terror, en un crescendo impoluto, inhumano, hasta las duchas de Auschwitz. El mejor mostrando su saber, maestría.
Unas actuaciones milimetradas, que perfilan esos personajes tan absolutos, al servicio de la historia fabulada. Kingsley y Fiennes bordan sus alfiles, blanco y negro, dejando el tablero perfecto para que el hombre gris circule entre ellos. Un Liam que aguanta con empaque todo el peso en la primera fase de su personaje, incluso regala una interesante metamorfosis, pero que pierde el Oscar al no convencer en el culmen, ese derrumbe, tan forzado y artificial por guión, necesitaba a un genio para salvarlo.
La mejor obra del mejor, firma la banda sonora. Un violín, que es una herida abriéndose paso en el alma. Un lamento continuo, que acompaña al terror que viste, bailando constantemente en giros melancólicos de una belleza prístina. Exquisito gusto, para una música que se separa de la imagen en casi todo el metraje para posicionarse junto al espectador en la contemplación del horror.
Cine para el vulgo. El motivo de éxito popular y a la vez su condena. Quizás sea tan sencillo como el decir que es una mierda, la comercialización de un genocidio, no el más terrible, no el más gandioso, no el más actual. Aun así, como en todo, hay mierdas y mierdas, y sin duda, “La lista de Schindler”, de serlo, sería una mierda exquisita, una grandiosa. Un placer culpable.
Creo. Creo que es absolutamente sesgada. La creo judía, nuclearmente norteamericana, capitalista. La creo manipuladora, perdida en una orgía de sentimentalismo barato. La creo de ideas facilonas, insultántemente superficial, infantil. Entretenimiento reduccionista, mentiroso, impostado. Populista y servil.
Y sin embargo.
Sin embargo veinticinco años después la fábula sigue funcionando. El cuento que presenta Spielberg, sobre el relato inverosímil de Thomas Keneally, adaptado por Zaillian, sigue funcionando. La simplona historia del hombre gris que enfrentado al terror, absoluto, constante, acaba cediendo y es expulsado hacia el virtuosismo más puro es vigente como el primer día.
El mejor director de entretenimiento, firma la película que no quería hacer nadie. Un blanco y negro, duro, sincero, que arropa una fotografía muy cuidada entre luces y sombras, que sin inventar, va golpeando tenaz y contundentemente durante todo el film, efectiva y a ratos demoledora. Sin recato o vergüenza. Un manejo de la tensión apabullante, una descarnada exposición del terror, en un crescendo impoluto, inhumano, hasta las duchas de Auschwitz. El mejor mostrando su saber, maestría.
Unas actuaciones milimetradas, que perfilan esos personajes tan absolutos, al servicio de la historia fabulada. Kingsley y Fiennes bordan sus alfiles, blanco y negro, dejando el tablero perfecto para que el hombre gris circule entre ellos. Un Liam que aguanta con empaque todo el peso en la primera fase de su personaje, incluso regala una interesante metamorfosis, pero que pierde el Oscar al no convencer en el culmen, ese derrumbe, tan forzado y artificial por guión, necesitaba a un genio para salvarlo.
La mejor obra del mejor, firma la banda sonora. Un violín, que es una herida abriéndose paso en el alma. Un lamento continuo, que acompaña al terror que viste, bailando constantemente en giros melancólicos de una belleza prístina. Exquisito gusto, para una música que se separa de la imagen en casi todo el metraje para posicionarse junto al espectador en la contemplación del horror.
Cine para el vulgo. El motivo de éxito popular y a la vez su condena. Quizás sea tan sencillo como el decir que es una mierda, la comercialización de un genocidio, no el más terrible, no el más gandioso, no el más actual. Aun así, como en todo, hay mierdas y mierdas, y sin duda, “La lista de Schindler”, de serlo, sería una mierda exquisita, una grandiosa. Un placer culpable.
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