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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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14 de mayo de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Contar con Russell Crowe y Christian Bale como protagonistas de una película supone un seguro de partida y si el director consigue que de la relación interpretativa entre ambos haya química, el éxito está garantizado. 3:10 To Yuma es un western que sin alejarse de los cánones del género al contener buenas dosis de acción y aventura, amén de sus habituales escenarios y paisajes, nos invita a la constante reflexión moral presentando el bien y el mal como conceptos relativos. No todo es blanco o negro en la vida, de la misma manera que en la pantalla los villanos no siempre son el demonio encarnado y los buenos mártires impecables. Existe una amplia gama de grises intermedios donde caben sentimientos tan humanos como el egoísmo, la redención, el amor, la avaricia o el deseo a uno y otro lado. Un sublime Russell Crowe en el papel de antagonista hace de asesino y filósofo, siendo quien marque el ritmo del metraje. Por su parte, Christian Bale como protagonista aspirante a héroe y escenificando un personaje con un amplio sentido de la moralidad no se queda a la zaga y responderá una vez tras otra a los constantes embates físicos o dialécticos de su adversario. Crowe es la razón mientras que Bale es el sentimiento, conjugados como cuerpo y alma a la perfección e interpretando a unos personajes que van evolucionando desde la animadversión inicial a la extraña amistad de los últimos minutos del metraje. Por último y en alusión al título, un reflexión más: los trenes van y vienen en las estaciones de la vida y si perdemos uno, sea a las 3:10 u otra hora, siempre podremos encontrar billete en otro momento o hacia otro lugar... Pero hay una estación y un tren con billete sólo de ida, hora fija de partida y destino que curiosamente nunca conoceremos por anticipado: es aquel que nos lleva a la muerte, la única cosa del todo blanca o del todo negra.
25 de febrero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Se trata de un filme coreano que confirma la tendencia ascendente de este tipo de producciones que cada vez calan más entre el público occidental. Ambientada en el siglo VII, narra los episodios de conquista por parte del Imperio Chino que busca anexionarse la península de Corea. Una parte de la historia bastante desconocida desde nuestro punto de vista occidental. En tal sentido, siendo escasamente conocedor de las crónicas de la época, no me aventuraré a tratar sobre su rigor histórico. No obstante, su grandilocuencia filmatográfica hace ya intuir desde un primer momento que el director lo dispone todo al servicio de la creación de un espectáculo visual digamos que "poco realista".

La película en sí se nos muestra como una frenética secuencia de escenas de batalla con un ritmo imparable que a penas da un respiro al espectador. El guion y los diálogos quedan en un segundo plano cobrando todo el protagonismo la escenografía. Es en esta parte donde el largometraje flaquea más. Unas actuaciones demasiado modestas por un lado, y en las que no se discierne un claro protagonista, ni hay una trama elaborada como tal, le restan calidad y provocan que el vidente se quede con la miel en los labios después de un comienzo que da pie a mucho más. Si uno va buscando la profundidad de los diálogos, frases cargadas de sentido, giros en la trama imprevisibles, el suspense de los buenos thriller o actuaciones grandilocuentes de consolidadas estrellas de Hollywood; decirle que esta no es su película y corre un alto riesgo de salir defraudado si tales son sus expectativas. Si deja estas últimas atrás y se entrega al placer visual, disfrutará entonces como un niño.

Con aires de gran producción hollywoodiense, se aprecian influencias del cine épico y fantástico, como El Señor de los Anillos, así como del cine bélico e histórico, por ejemplo, Troya o El Reino de los Cielos. Aquí todo se lleva al extremo. Más batallas por minuto de metraje que en cualquier otra película, acción por doquier y unos efectos visuales de recreación virtual que dejan extasiado y sin embargo, no extenúan, el ritmo es fácil de llevar y provoca que uno se meta de lleno hasta el final. Destacaremos también el cuidado vestuario y maquillaje, así como la ambientación de las estancias interiores y la iluminación.

Las escenas se superponen tan rápido como múltiples ángulos las enfocan, introduciendo el director algunas novedosas técnicas de grabación que redondean la producción. Es el caso de la visión en primera persona (da la sensación de un videojuego, o de una cámara GoPro), la intercalación de escenas en cámara lenta con escenas a gran velocidad o las vistas aéreas como tomadas desde un dron. Un espectáculo visual en toda regla que hará las delicias del espectador.

En cuanto a las armas, las armaduras y las máquinas de guerra, si en el siglo VII contaban con esa tecnología en el extremo Oriente, iban a años luz de la Europa coetánea en lo que a tecnología se refiere. Muchos de estos artilugios recuerdan a los bocetos elaborados por Da Vinci en el Renacimiento, nada más y nada menos que 9 siglos después. Me remito como inicialmente al rigor histórico de la película, pues la introducción de avanzadas armas y armaduras podría ser otra licencia del director.

Me ha gustado también el enfoque que se le da a cada batalla, en las que cada bando despliega su estrategia y sus tácticas. Detrás de lo que pudiera parecer simple acción, podemos ir viendo como los ejércitos se van desplegando, las técnicas y planteamientos que realizan los generales, los cambios que se ven obligados a introducir ante ataques imprevisibles... No es la fuerza bruta o el número de efectivos lo que decanta finalmente la balanza, sino la pericia, el ingenio y la estrategia. En general se ve que está muy bien planteada esta parte y recuerda a los juegos de estrategia para PC.

La banda sonora resulta más bien discreta y demasiado "moderna" para el intervalo histórico que pretende recrear el filme. Creo que aquí se podría haber pulido algo más. Cuando uno rememora la BSO de Gladiator o de El Señor de los Anillos, la comparación es imposible.

En general una película muy entretenida, de ritmo frenético y plagada de acción. La calidad escenográfica y el cuidado vestuario son sus puntos fuerte, mientras que un pobre guion y las interpretaciones son el punto débil. Supera no obstante las expectativas iniciales de cualquier espectador y confirma el buen hacer de una industria del cine coreana que cada vez gana más relevancia en el panorama internacional.
14 de enero de 2022
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una historia de redención enfocada desde el suspense que muestra lo más humano de sus protagonistas: sentimientos de miedo, rencor, rabia, amor, odio o esperanza que cualquiera podríamos sentir. El peso del pasado y las taras del deber.

Una historia realista y creíble con la que es fácil conectar empatizando con los personajes a pesar de la calculada frialdad de las actuaciones, la vacuidad de los escenarios, la lentitud de las escenas o la mecánica banda sonora cuyo compás golpea como martillazos, al igual que la conciencia de un principal atormentado representado por un notable Oscar Isaac.

El amor romántico, el amor paternal, la amistad y la generosidad se presentan como antídotos para alcanzar el perdón, no tanto de uno hacia los demás o viceversa, sino de cada uno para consigo mismo. Amor propio en definitiva. Esa ansiada paz interior que todos buscamos. Al mismo tiempo, vidas que se entrelazan y convergen para luego separarse definitivamente, como esos dolorosos adioses que todos hemos tenido que dar, gente que muere metafóricamente en nuestras vidas al alejarse, personas que mueren de forma trágicamente realista cuando más cerca de nosotros estaban. Episodios pasados que no cerrados vuelven como heridas por cicatrizar.

En contraposición, el odio y la ira, el afán de venganza que envenena los corazones y que, a pesar de los pesares, si alguna vez esta última consumada, en rara ocasión llenará los vacíos del ser. Porque la plenitud, como recalca el metraje, está en uno mismo, dentro y no afuera. Una reflexión, o mejor dicho, una invitación a la reflexión del espectador sobre lo que es justicia: la auténtica, la equilibrada y ecuánime; y aquella que cegados por el sentimiento muchas veces nos empeñamos no sólo en justificar si no en ejercer, endiosados por la vanidad y el ego. Pero la venganza y el odio no redimen.

Como puntos negativos, se denota excesivamente técnica en la parte del póker empantanándose en algunas escenas de forma innecesaria. Esto no complementa en nada a la acción, le resta ritmo a la película, aleja al espectador, se trata de la parte más mecánica del guión. Por otro lado, algunas acciones no quedan bien resueltas, inconclusas tras aperturas prometedoras. Y en otras ocasione se abren tramas de manera superficial que a priori podrían dar mucho más juego aportando acción y contenido. Paul Scharader sabe mantener la tensión narrativa hasta el final, aunque se torna un tanto previsible en su último cuarto, quedando resuelto el metraje con la sensación de que la historia habría podido dar más de sí sin por ello apartarse de la humanidad y realismo que la atraviesa.
16 de enero de 2022
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me decidí por esta película por dos motivos: las buenas críticas en esta web vertidas y la escasa oferta de calidad habida en Netflix. Hasta el minuto 35 en el primer visionado, hube de abandonarlo invadido de un sentimiento de hastío y parsimonia. No fui capaz de conectar ni con la historia, ni con los personajes; ni con los escenarios, ni con las interpretaciones. Achaqué la culpa de esto a mí mismo en mi misma mismedad y sus rarezas... Si es que a todo el mundo le gusta, ¿por qué a no a mí? La segunda intentona vino el día después, detenido el cronómetro pocos minutos atravesada la hora. Misma sensación, misma retórica.

La película se hace demasiado lenta en un inicio tardando en despegar, la trama se dilata y el guión se preocupa tanto por construir los cimientos de la vida de cada personaje, en extremo el protagonista, que pretendiendo despertar empatía termina por causar desafecto. Luego, el filme está plagado de acciones, elementos y diríase que incluso personajes accesorios que en nada la complementan ocupando un tiempo muy valioso robado a la trama principal. Ocupa demasiado espacio también el romance entre el "gafitas" y la "Tere", largas escenas se le dedican sin que parezca más que el de la típica serie americana para adolescentes. Por no hablar de la vida en familia del principal, un fallido intento de simular la célebre "Cuéntame", eso sí, muy lejos de su encanto por, entre otros factores, las insulsas actuaciones de los padres y la hermana del susodicho.

Cuando por fin empieza a despegar levemente la acción, uno se halla ya tan desidioso y apático con la historia y sus protagonistas que la reconexión es imposible. Se experimenta entonces una suerte de manía como la manifestada por los compañeros de clase del gafitas, disculpen la incorrección política. Tanto así que llegados a este punto, la única salida es no seguir perdiendo, una retirada a tiempo apagando el televisor que deja el amargo sabor de boca del que pide un menú aclamado y recibe gato por liebre, disculpen de nuevo la incorrección. Y aún con todo, al ofrecimiento del camarero de llevarse lo sobrante (esa otra hora de película poco hecha) uno no desiste, sino que lo acepta. Por aquello de las segundas oportunidades y a las terceras las vencidas.

Queda pues el filme en la nevera, bien frío, casi a bajo cero no vaya a ser que se eche a perder del todo y un servidor, todavía confuso y dubitativo de sus mismedades, si seré yo el raro... Quiera algún día retomarla y cambie de opinión. Algo muy humano por otra parte.
15 de agosto de 2022
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estreno más difícil de reseñar del último año. "Bullet Train" es un explosivo cóctel de acción, comedia, suspense y cultura anime. Todos los ingredientes tan agitados y burbujeantes que tu cabeza no parará de dar vueltas hasta el final Pero oye, ¡qué cojonudamente combinan!
Dos horas de película que se pasan volando, "como una bala", mientras permaneces bien agarrado a la butaca con la sensación de que eres un pasajero más de ese tren, dejándote llevar escena tras escena en una secuencia frenética que acabará por dejarte tan mentalmente exhausto como saciado de adrenalina.
La guinda del pastel (o mejor aún, la aceituna del cóctel) la pone un Brad Pitt cincuentón que con una notable actuación, eso sí, lejos de sus grandes papeles, se empeña en competir con otras "viejas glorias" de los noventa hollywoodienses... Nada que envidiar al renacido Tom Cruise en la reciente secuela de Top Gun. Los secundarios tampoco lo hacen nada mal, especialmente esos dos gemelos "frutales" que "negro sobre blanco": lo bordan.
En cuanto al guion, basado en la homónima novela, está francamente bien adaptado y logra resolver la trama en el último cuarto del metraje sin que a penas nada sea predecible. Sólo al final logramos atar cabos entre tanto tiro limpio, puñetazos y puñaladas, acelerones, frenazos y paradas, sangre, gritos, chascarrillos, risas, muertes y venganza. No es otra peli más de acción y comedia. Cuando todo termina te das cuenta de que todo ha transcurrido entre cuatro vagones. La película, salvo al principio y con algún flashback de por medio, no recurre a más escenarios. Tampoco se echan en falta.
No, Bullet Train tiene mucha más sustancia de la que a priori parece. Por eso creo que está sorprendiendo y gustando tanto. Como decía al principio, es el estreno más difícil de reseñar de último año. Y por eso tal vez debas ir al cine antes que perder tu tiempo leyendo estas mediocres líneas. En efecto, nunca una imagen valió más que mil palabras.
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