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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de agosto de 2016 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hacer retratos es, de alguna manera, coleccionar cadáveres"

Finalizada la segunda Guerra Mundial las políticas de represión se sucedieron entre convenientes pactos de no agresión y conspiraciones zurcidas tras telones de acero. Los debates ideológicos sobre la libertad intelectual y la responsabilidad que el arte debía adquirir para con la causa situaban a la Unión Soviética en la vanguardia de la literatura comprometida, al mismo tiempo que, desde Europa, se fraguaban -al amparo de reverenciales servicios de inteligencia- maniobras de contrainformación cultural. Berlín, Corea, Cuba, Vietnam. Bloque capitalista frente a bloque comunista: el mundo sin esquinas. Los presupuestos de defensa -esperanza para unos, amenaza para otros- se multiplicaban por cuatro en EEUU mientras que, paradójicamente y también argumentado motivos de seguridad, la dócil Laika era enviada al espacio en misión suicida. La Guerra Fría, silente y sucia cobraba notoriedad internacional perdiendo el hilo de revueltas populares reprimidas y convincente propaganda militar.

Es en esa estrecha realidad -en ese contexto robustamente acordonado por el estratégico efecto dominó- cuando un adolescente Robert James Fischer exhibe, prodigándose en modestos clubs neoyorkinos, las primeras muestras de su extraordinario y temprano talento como ajedrecista. Sus altas capacidades, presumiblemente heredadas del que la Historia supone fue su padre, el reconocido físico húngaro Paul Nemenyi, y una personalidad extremadamente inestable acabaron perfilando la leyenda de un genio entregado a su obsesión. De un ser humano atormentado por sus propios demonios. De una prodigiosa figura a la que Edward Zwick (pudo haber sido David Fincher), quizá asfixiado por la urgencia del entretenimiento -principal engullidor de toda ambición creativa- varios documentales, biografías y biopics después, no ha sabido re-retratar con la trascendencia a la que un re-retrato debería asistir.

El collage de desvaríos, mareas emocionales y episodios psicóticos, traídos y llevados convulsamente por la emergencia de esa narración anodina y desvaída no logra proyectar credibilidad sobre la vaga lectura que el director hace de su protagonista, presentándole como ese ser intratable, cambiante e inmaduro que sí fue pero que no significó; disolviéndole entre ligerezas y vaguedades; y abreviando su relevancia existencial a una caprichosa actitud destacada ya desde las primeras escenas, donde el pequeño Bobby se nos anuncia cual víctima inadaptada de una castradora figura materna hacia la que no parece sentir más que una profunda desafección.
La escasa corpulencia de ese subdesarrollo, urdido entre el esquema rancio y el planteamiento desidioso, acaba redimensionando su recorrido profesional en favor del personal, y fragmentando la historia de manera desigual: la segunda parte de la cinta se precipita frenéticamente sobre el relato tras un abultadísimo tramo inicial, pasando de la sobreinformación a la aspereza más enteca y dando como resultado el absoluto colapso de los tiempos en una abrupta y balbuceante recreación del mundiamente conocido como Match del Siglo de 1972, donde Fischer vencía a Spassky tras un polémico duelo en el que EEUU y La Unión Soviética dirimieron asuntos mucho más ministeriales y administrativos que los intereses individuales de dos de sus jugadores más célebres.
Sorteadas las licencias mal disimuladas (exigencias del melodrama) y esa presunta conciencia de clase entre protagonista y secundarios de la que los biopics enfermaron hace demasiados biopics -con excepciones, por supuesto, porque no todos los infiernos arden a la misma temperatura- la puesta en escena nos sabe sobria y competente. Precisa y concisa. Confusa pero convincente. Las imágenes de archivo compensan (al menos lo intentan) la falta de rigor con que la dirección/disección subestima la travesía vital de su protagonista. La música enfatiza el carácter testimonial que debió prevalecer en las intenciones de un proyecto reducido a restrictivas percepciones parciales, y las actuaciones principales elevan a la categoría de “medianamente aceptable” el resultado de una producción adulterada y fraudulenta, consecuencia de un estilo artificial que la emparenta directamente con lo peor de sus congéneres: The theory of everything y The iron lady.

Tienen en común Phyllida Lloyd, James Marsch y el mismo Zwyck la evidente desesperación por ajustar la realidad a su voluntad, enfrentando para ello -con voz elocuente e indiciaria, aunque nunca definitiva- a dos viejas enemigas: maría veracidad y juana verosimilitud, que más que conjugarse ante el objetivo común, se confunden en permanente duelo. Forcejeo que se salda tanto con el desgaste de la credibilidad del espectador como con la pérdida de identidad del personaje biografiado y de su singularidad, verdaderas reinas de esta partida.

Cientoveinte minutos necesita El caso Fischer para escoger entre empequeñecer o embellecer la historia de quien, incapaz de concebir la existencia más allá de un tablero hizo del ajedrez su destino; para definirse como documento necesario y para dotarla de magnitud y trascendencia. Dos horas de imposturas que enmascaran la esencia de un personaje que, a pesar de los encomiables esfuerzos de Maguire (también productor ejecutivo), se queda en la superficialidad de la apariencia, que no falsedad, ojo. No mostrar no es engañar, es mentir sólo a medias. Pero un hombre que dice medias mentiras no podrá jamás saber donde está la verdad.
13 de febrero de 2017
12 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
1.- Sábado, 14 De Febrero de 2015, la recién finalizada Operación Sombras deja paso al Objetivo Darker con un multitudinario, a la par que multipatético, brindis en la cervecería de Ricardo, escenario perfecto para este pacto inviolable, este vínculo sanguíneo, este compromiso sagrado. Una vez sellado no hay vuelta atrás.
Chin chin.
Salú e forza no cú, que dicen en La Coruña.

2.- Viernes, 11 de Febrero de 2017, la actividad del grupo Diosas que bailan la conga se reanuda con una captura del último mensaje: “ya podemos estar pariendo ese día al primogénito del heredero de Ikea que a esto vamos todas”

3.- Vero responde que emoji plátano+ donut, emoji berenjena+donut, emoji mazorca+ donut, agua+agua+agua+caballo.
Interpreto que sí, que ella acudirá a la cita cueste lo que le cueste. Que vendrá, si es necesario, en corcel. Me quedo súper tranquila y confirmo también mi asistencia.

4.- Sandra, Marta y Ana abandonan el grupo sin mediar palabra. Se me pasa la súper tranquilidad, frunzo el ceño, me muerdo el labio y gimo. Solo quedamos tres tristes diosas. Crisis en el Olimpo.
Pregunto qué pasa y nadie maquilla su versión ni un poquito: me dicen que tengo un severo problema de carlosboyerismo, que soy mandona, impuntual y que tengo mal perder.

5.- Me convenzo a mí misma de que todo forma parte de una burda conspiración, de que España es un país que se ha movido siempre por envidias y resentimientos, que los intelectuales tenemos la responsabilidad de no responder a esta suerte de ataques gratuitos en favor de la trascendencia histórica de la cultura universal y que ya verán estas lerdas cuando yo tenga mi propia columna en la revista de Ana Rosa.

6.- Perdono, olvido y me enfrento al futuro con positive attitude because life is a gift. Socorro, no puedo dejar de ser buena persona.

7.- Es broma. Se lo cuento todo a Ricardo. Esta penúltima y sucia traición, lo de cuando Marta se cayó en una zanja llena de caca y lo de que a veces se enrolla con un chico que trabaja en protección civil porque le pone cachonda hacerlo en el camión. Le pido que me acompañe por los viejos tiempos. Me dice que sí y me siento fatal: no tengo un sólo recuerdo nuestro de antes de que abriese el bar.

8.- Llegamos al cine y, no te lo pierdas, no hay cola. Ya verás como hoy que me he venido a lo Daenerys invadiendo Poniente en camisón y que de lo que llevo puesto lo que más abriga es la goma de la braga, sí hay sitio para dejar la ropa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
9.- Empezamos.
Entre el fisting anal o que te envíen rosas un lunes a las siete de la mañana deseándote un buen día en el trabajo, fisting anal de cabeza. O sea, de puño, coño. Esto es, Fisting anal de puño, de cabeza, coño.

10.- Jack Hyde es un poco Eric Northman. Eso que ha explotado han sido mis trompas de falopio.

11.- José monta (que no José Mota) una exposición/homenaje para la chica que le gusta y el apuesto millonario que una noche le dio un hostión dejándole sin papel el resto de la película aparece para llevársela de nuevo. Ánimo, que todavía puedes hacerlo peor.

12.- ¿Podemos hablar?
-No
-Ven a cenar conmigo
-Vale
Si hay algo que me encanta de esta mujer es esa personalidad aplastante, categórica y rotunda de la que ha decidido no hacer gala.

13.- Necesito que alguien me explique urgentemente la diferencia entre quinoa, stevia y ukelele.

14.- Christian le devuelve el Iphone y el Ibook “sin condiciones”. Y sin cargadores.

15.- A esa tipa que dice que se siente incómoda porque dos señores con la espalda más ancha que un carril bus y barba de tres días se pelean por su atención colmándola de detalles le iba a dar yo dramas.

16.- Atención que en el salón de belleza de la Sra. Robinson todavía dan las mechas con papel de Albal.

17.- “No creo que el sexo resuelva esto”. ¿PERO QUÉ TONTERÍAS DICES, ANASTASIA?

18.- Hay un chico sentado delante de mí que ha silbado al ver a Ana con un moño de vieja y unas bragas que le están pequeñas. Ese pa mí que pide poco.

19.- Dice Ricardo que ese “por el culo no” ha hecho más por la igualdad de clase que cualquier reforma social iniciada en el último siglo.

20.- Le ha metido unas bolas chinas sin quitarle las bragas ni nada.
Un día que vosotros tengáis tiempo y que yo esté muy borracha tenemos que hablar de la vez que yo las probé y me hice pis.

21.- El cuarto rojo sigue siendo rojísimo.

22.- Esta chica es decir “por ahí no paso” y pasar dos veces.

23.- El público recibe la escena de la barra telescópica anclada a los tobillos de Anastasia con vítores y aplausos porque cómo se nota que no van a pagar ellos la prótesis de cadera de Dakota.

24.- La patada en los huevos le va a saber a sandía cuando se entere la Barbijaputa que este señor quiere pagar a su empleada con orgasmos.

25.- La flor en el culo de Taylor, que siempre encuentra sitio para aparcar en la puerta: concepto.

26.- El ramo de flores en el culo de Ana que ya es jefa de un trabajo en el que lleva tres días: concep… enchufe.

27.- Me caso con el que me haga lo del ascensor en un ascensor. Y no es una amenaza, que yo cuando me caso, me caso en son de paz.

28.- Que me parta un rayo si no he pensado que la tarada de la pistola no era el fantasma de su madre.

29.- Es llorar Anastasia y ponerse a llover en Seattle. No puedo imaginar la responsabilidad que debe de suponer que el clima de tu pueblo dependa de tus berrinches.

30.- Consecuencias de permitir que tu novio te compre la ropa: doscientosdoce vestidos largos súper ponibles en el armario y una sola gabardina. La gabardina de llorar.

31.- Christian tiene un potro = El potro de Christian ¿=? Christian es un potro. Resuelvan.

32.- Corbatas para su cumple no que tiene muchas. En cambio llaveros seguro que solo tiene uno y además estará viejo.

33.- RIP Charlie Tango

34.- La madre de Christian tras el accidente: “Mi hijo estaba perdido sin ti”. No, perdona, perdido está ahora.

35.- Ah no, calla, que ha vuelto.

Sigue en https://revista.tviso.com/11592-2/
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