You must be a loged user to know your affinity with nicobicho
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

4,4
90
6
20 de octubre de 2011
20 de octubre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El clásico decir parece ser el motor de esta película, en la que todos los personajes se conocen a la perfección, pero se ocultan (simulan ocultarse) para guardar las formas. Así, el inicio la trama es digno de un gran policial, en el que la mentira del testigo parece cerrar por todos lados y uno se pregunta si verdaderamente es necesario abogar por nuestra aceptada concepción de justicia.
Además, están el pueblo movido por una sola persona (a quien se aborrece, pero no se puede dejar ir), están los adolescentes que se quedaron, los grandes que fueron adolescentes y no se animaron a irse (Martina Gusmán) y los que triunfaron en la gran ciudad, y vuelven por un momento, con todo su éxito a cuestas (Germán Palacios).
La película, de todas formas, está plagada de altibajos. De las buenas interpretaciones de Palacios, y especialmente de Gusmán, pasa sin atenuantes a lo que puede hacer Alan Pauls, un gran escritor de familia de actores que confundió los tantos. Todo lo que él hace resulta sobreactuado y poco verosímil, y encima el guión no ayuda a su personaje: el diálogo que tiene con su mujer a la vera del río (tal vez definible como "patético") así lo demuestra, muy fuera de tono con la película.
Además, están el pueblo movido por una sola persona (a quien se aborrece, pero no se puede dejar ir), están los adolescentes que se quedaron, los grandes que fueron adolescentes y no se animaron a irse (Martina Gusmán) y los que triunfaron en la gran ciudad, y vuelven por un momento, con todo su éxito a cuestas (Germán Palacios).
La película, de todas formas, está plagada de altibajos. De las buenas interpretaciones de Palacios, y especialmente de Gusmán, pasa sin atenuantes a lo que puede hacer Alan Pauls, un gran escritor de familia de actores que confundió los tantos. Todo lo que él hace resulta sobreactuado y poco verosímil, y encima el guión no ayuda a su personaje: el diálogo que tiene con su mujer a la vera del río (tal vez definible como "patético") así lo demuestra, muy fuera de tono con la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El film termina con un halo de misterio, con el ojo del chico en coma abriéndose. Sin embargo, el guionista parece no haber podido resistir y tuvo que explicar lo que sucede después; una pena, porque se pierde un cierre del todo sugerente, por uno explicativo, que poco aporta, a no ser, unos minutos más de extensión.

7,1
1.068
10
4 de enero de 2011
4 de enero de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por qué en mi país no tuvo gran revuelo esta película, cuando es otra obra maestra de Federico Luppi, con el agregado de que se trata de una producción norteamericana (a la cual aplaudo, por elegir los idiomas originales, así como actores de cada una de las regiones).
Más allá de la impecable denuncia social, todo en el film está muy bien logrado: fotografía, diálogos, personajes (el chiquito es un poco rebuscado, pero termina por convencer), narración, trama. Son 2 horas a puro suspenso y emoción, cuando en realidad no apunta a eso solamente la película.
Desde la crítica social, creo acertadísimo no darle un nombre ni una ubicación geográfica al país: Latinoamérica somos todos, desde México hasta Argentina, y, con matices, todos los países vivimos situaciones similares a las que presenta el film, así como también parece otro acierto la aparición de turistas norteamericanos, gringos, porque son el país que se menciona, son el otro que nos toma como materia de investigación, como ejemplo del subdesarrollo.
Quizá el 10 sea exagerado (debo haber calificado no más de 15 películas con 10), pero me costó tanto encontrarle errores, me pareció tan logrado el film en su conjunto y tan jugado en su temática y su abordaje, que creo que el 10 está más que justificado.
Más allá de la impecable denuncia social, todo en el film está muy bien logrado: fotografía, diálogos, personajes (el chiquito es un poco rebuscado, pero termina por convencer), narración, trama. Son 2 horas a puro suspenso y emoción, cuando en realidad no apunta a eso solamente la película.
Desde la crítica social, creo acertadísimo no darle un nombre ni una ubicación geográfica al país: Latinoamérica somos todos, desde México hasta Argentina, y, con matices, todos los países vivimos situaciones similares a las que presenta el film, así como también parece otro acierto la aparición de turistas norteamericanos, gringos, porque son el país que se menciona, son el otro que nos toma como materia de investigación, como ejemplo del subdesarrollo.
Quizá el 10 sea exagerado (debo haber calificado no más de 15 películas con 10), pero me costó tanto encontrarle errores, me pareció tan logrado el film en su conjunto y tan jugado en su temática y su abordaje, que creo que el 10 está más que justificado.

4,3
230
6
26 de julio de 2015
26 de julio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para entender un poco más una película como "Cohen vs. Rosi" es necesario tener presente lo que fueron el sainete y posteriormente el grotesco en el teatro argentino de los años 20 a 40, con obras destacadas como "Mateo" o "El organito", de Armando Discépolo. Retratos costumbristas de familias inmigrantes con muchos hijos y mucho caos, donde la figura dominante era el padre y su intento de adaptación a una nueva era, nuevas costumbres y una certeza: que ya nada es como antes.
En medio de gritos, gestos ampulosos y situaciones inverosímiles para un marco realista, "Cohen vs. Rosi" se instala en esa tradición, como si fue una continuación finisecular de la misma, con tópicos diferentes, como la adaptación a la visibilidad de homosexuales y travestis o incluso de la pobreza estandarizada e inmóvil.
Así se pelean los Rosi y los Cohen, "tanos" y "rusos", unos políticos corruptos, los otros, periodistas inescrupulosos y sensacionalistas. En la familia Rosi, la madre (Rita Cortese) es una empedernida fumadora de marihuana que sólo ríe, el padre (Roberto Carnaghi) es el candidato a Presidente y pater familias, el abuelo es la abuela por voluntad propia (Alfredo Alcón), un hijo es un "pajero" (Favio Posca) y otra, una "prostituta" (Virginia Innocenti), según los define su propio padre, y la tercera es el único personaje que cambia (Laura Novoa), hasta enamorarse del hijo de los Cohen.
Puro enriedo, todo broma que despierta alguna carcajada y también alguna mirada de condescencia para ver a tan grandes actores prestarse a este zafarrancho producto comercial, que seguramente fue las mieles de salas de invierno durante ese lejando 1998, pero hoy, a 2015, suenan apenas ridículo, una línea que sigue el grotesco y el sainete, pero que difícilmente habilite una lectura como la que hizo David Viñas del primero, en su libro "Grotesco, inmigración y fracaso".
Sólo quedan un par de risas, ver el cúmulo de actores, y sorprenderse de qué era lo que se podía decir en cine por esos tiempos en cuanto a tópicos como política, "inseguridad", corrupción, homosexualidad, travestismo, racismo y discriminación. Por ejemplo, escuchar a Roly Serrano hablando de "villeros", que les robaron todo por el mero hecho de vivir en villas, y que lo hicieron de a miles, como si de cucarachas se tratase, es un discurso impensable para los medios de hoy. Interesante...
En medio de gritos, gestos ampulosos y situaciones inverosímiles para un marco realista, "Cohen vs. Rosi" se instala en esa tradición, como si fue una continuación finisecular de la misma, con tópicos diferentes, como la adaptación a la visibilidad de homosexuales y travestis o incluso de la pobreza estandarizada e inmóvil.
Así se pelean los Rosi y los Cohen, "tanos" y "rusos", unos políticos corruptos, los otros, periodistas inescrupulosos y sensacionalistas. En la familia Rosi, la madre (Rita Cortese) es una empedernida fumadora de marihuana que sólo ríe, el padre (Roberto Carnaghi) es el candidato a Presidente y pater familias, el abuelo es la abuela por voluntad propia (Alfredo Alcón), un hijo es un "pajero" (Favio Posca) y otra, una "prostituta" (Virginia Innocenti), según los define su propio padre, y la tercera es el único personaje que cambia (Laura Novoa), hasta enamorarse del hijo de los Cohen.
Puro enriedo, todo broma que despierta alguna carcajada y también alguna mirada de condescencia para ver a tan grandes actores prestarse a este zafarrancho producto comercial, que seguramente fue las mieles de salas de invierno durante ese lejando 1998, pero hoy, a 2015, suenan apenas ridículo, una línea que sigue el grotesco y el sainete, pero que difícilmente habilite una lectura como la que hizo David Viñas del primero, en su libro "Grotesco, inmigración y fracaso".
Sólo quedan un par de risas, ver el cúmulo de actores, y sorprenderse de qué era lo que se podía decir en cine por esos tiempos en cuanto a tópicos como política, "inseguridad", corrupción, homosexualidad, travestismo, racismo y discriminación. Por ejemplo, escuchar a Roly Serrano hablando de "villeros", que les robaron todo por el mero hecho de vivir en villas, y que lo hicieron de a miles, como si de cucarachas se tratase, es un discurso impensable para los medios de hoy. Interesante...

5,2
882
5
4 de marzo de 2012
4 de marzo de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede "Mi primera boda" ser acusada de plagio?
Imágenes de familiares (y rabinos y curas) llegando a una casa en las afueras, situación fortuita y casi inverosímil que desata el eje de la trama, hombres subidos a los techos, ocultamientos entre parejas, personajes preocupados únicamente por sus propios intereses, lazos familiares que penden de un hilo, amigos impresentables, protagonista que sufre de fracaso crónico bajo la sombra de un personaje secundario que reluce mucho más y un dominio absoluto de mujeres exigentes que pretenden que sus pobres maridos les den una vida "digna", de la mejor burguesía posible.
Creo que quien haya visto tanto "Mi primera boda", la peli argentina en cuestión, como "Muerte en un funeral" ("Death at a Funeral"), un film de típico humor negro inglés del 2007, dirigida por Frank Oz, será capaz de llenar las ejemplificaciones de este descripción tanto para una como para otra película.
Fuera de las innumerables reminiscencias, el film argentino intenta cierta delicadeza de un humor de situación, aumentando paulatinamente el ritmo a medida que la película avanza, pero no está de ningún modo a la altura de la versión inglesa. El argumento general es bastante débil y resultan incluso un poco molestos los personajes principales, ella tan "rígida" (la palabra indicada hubiese tenido las siglas "HdP") y él tan estúpido ("boludo", en criollo), al punto tal que no queda de ningún modo claro cómo es que esta pareja llegó al altar y, más aún, cómo es que se enamoraron en un primer momento.
Pero la película la salvan las intervenciones de los personajes secundarios, por más ridículos que sean. Los Les Luthiers haciendo de cura y rabino, con ese remisero tan particular, estaban para hacer una película aparte, así como también el personaje de Martín Piroyansky resulta casi el único creíble en su irremediable falta de chispa. También suman los personajes terriblemente egoístas de Soledad Silveyra y Muriel Santa Ana, así como los amigos del novio. Sólo queda un tanto desdibujada la figura de Imanol Arias, dando "reflexiones serias" poco pertinentes a la película; en la figura de filósofo pesimista hace recordar al preso de Tango Feroz más que sumarse al tono "light" de la película.
En fin, "Mi primera boda" es entretenida y prolija, con algunos divertimentos, aunque un tanto exasperante por el meollo de la trama y por la poca originalidad de la idea...
Imágenes de familiares (y rabinos y curas) llegando a una casa en las afueras, situación fortuita y casi inverosímil que desata el eje de la trama, hombres subidos a los techos, ocultamientos entre parejas, personajes preocupados únicamente por sus propios intereses, lazos familiares que penden de un hilo, amigos impresentables, protagonista que sufre de fracaso crónico bajo la sombra de un personaje secundario que reluce mucho más y un dominio absoluto de mujeres exigentes que pretenden que sus pobres maridos les den una vida "digna", de la mejor burguesía posible.
Creo que quien haya visto tanto "Mi primera boda", la peli argentina en cuestión, como "Muerte en un funeral" ("Death at a Funeral"), un film de típico humor negro inglés del 2007, dirigida por Frank Oz, será capaz de llenar las ejemplificaciones de este descripción tanto para una como para otra película.
Fuera de las innumerables reminiscencias, el film argentino intenta cierta delicadeza de un humor de situación, aumentando paulatinamente el ritmo a medida que la película avanza, pero no está de ningún modo a la altura de la versión inglesa. El argumento general es bastante débil y resultan incluso un poco molestos los personajes principales, ella tan "rígida" (la palabra indicada hubiese tenido las siglas "HdP") y él tan estúpido ("boludo", en criollo), al punto tal que no queda de ningún modo claro cómo es que esta pareja llegó al altar y, más aún, cómo es que se enamoraron en un primer momento.
Pero la película la salvan las intervenciones de los personajes secundarios, por más ridículos que sean. Los Les Luthiers haciendo de cura y rabino, con ese remisero tan particular, estaban para hacer una película aparte, así como también el personaje de Martín Piroyansky resulta casi el único creíble en su irremediable falta de chispa. También suman los personajes terriblemente egoístas de Soledad Silveyra y Muriel Santa Ana, así como los amigos del novio. Sólo queda un tanto desdibujada la figura de Imanol Arias, dando "reflexiones serias" poco pertinentes a la película; en la figura de filósofo pesimista hace recordar al preso de Tango Feroz más que sumarse al tono "light" de la película.
En fin, "Mi primera boda" es entretenida y prolija, con algunos divertimentos, aunque un tanto exasperante por el meollo de la trama y por la poca originalidad de la idea...
7 de noviembre de 2016
7 de noviembre de 2016
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película comienza con un cajón dentro de un coche fúnebre. La cámara está sobre el cajón, se ve la madera brillante, los arreglos florales, la lluvia en el exterior. La puerta del baúl se abre, el féretro sale y recibe las gotas de lluvia y las manos de unas 15 personas que simulan muchedumbre, envueltas en llanto, con caras desfiguradas por los gritos, con desesperación por tocar el cajón, por besarlo, por darle flores, por agarrarlo y llevarlo hasta su nicho. Finalmente un aplauso envolvente concluye la escena, que funde a negro y coloca la firma: "GILDA".
Una vez visto este inicio, me costó comprender las críticas que hablan de que el film evita los golpes bajos, críticas que dicen que esta película elude la apelación directa a la emoción del ser humano... ¿Qué clase de película sobre un ídolo comienza con un féretro?
De ese silencio regado en lluvia y llanto, se pasa a otro silencio, el de una Natalia Oreiro "vestida sencilla", en su casa de Devoto. Su actuación como Gilda es descomunal. Su parecido con la original es ínfimo, reducido únicamente a su delgadez. Parece un dato menor, pero en una película tan preocupada por subrayar las clases sociales a través de un casting de extras cuidadosamente seleccionado, donde el público en ninguna ocasión tiene un tono de piel caucásico, que la ídola popular de pronto tenga ojos verdes y piel blanca como niña francesa hace ruido, genera una inconsistencia en el propio relato. En fin, que el silencio en el que se sume Gilda es profundo, es eterno, la muestra entre dubitativa, temerosa y poco convencida. Y nunca se termina de entender cómo esta chica "nada" se transforma en la artista popular número 1 de la movida tropical.
Todo es tan maniqueo y elemental que ni siquiera se entiende cuál es el trabajo de Gilda antes de ser cantante. ¿Es un jardín de infantes en la casa de su propia madre, o simplemente cuidan algunos chicos y ya? No parece estar explicado, así como no se explica bien por qué es que su madre y su marido son tan "malos malos" y ella es tan "buena buena".
Una cosa es hacer una película de estructura sencilla y a modo de homenaje a alguien, y otra muy distinta es construir unos personajes basados en la realidad sin ningún tipo de matiz, subestimando al espectador, quien ingenuamente quiere saber algo más de su tótem moderno y sólo se encuentra con el detalle de que antes de ser cantante era maestra jardinera, de que en su casa a su marido no le gustó que cantase y de que todo empezó en un casting...
Después, sólo queda verla bailar y cantar en los escenarios, una carrera de ascenso como cualquier otra, donde una vez más, no queda claro cuál es el motivo por el que logra su ascenso (¿Qué es lo que le gusta a la gente de ella? ¿Cómo hace para superar todas las barreras que le plantean en la movida tropical, desde ser flaquita hasta tener de enemigo al "más malo" rey de la cumbia, que maneja todos los boliches? Nada se explica...).
Después le llega la muerte, envuelta en música que subraya que ella lo había anunciado en la última canción que cantó, y del mito que la hizo pervivir en el imaginario popular ni una palabra.
Al final era sólo una película básica, para homenajearla a ella, recordar sus canciones, verla ficticiamente actuar una vez más en los escenarios, y disfrutar de una excelente performance de Natalia Oreiro. Ni más ni menos que eso.
Una vez visto este inicio, me costó comprender las críticas que hablan de que el film evita los golpes bajos, críticas que dicen que esta película elude la apelación directa a la emoción del ser humano... ¿Qué clase de película sobre un ídolo comienza con un féretro?
De ese silencio regado en lluvia y llanto, se pasa a otro silencio, el de una Natalia Oreiro "vestida sencilla", en su casa de Devoto. Su actuación como Gilda es descomunal. Su parecido con la original es ínfimo, reducido únicamente a su delgadez. Parece un dato menor, pero en una película tan preocupada por subrayar las clases sociales a través de un casting de extras cuidadosamente seleccionado, donde el público en ninguna ocasión tiene un tono de piel caucásico, que la ídola popular de pronto tenga ojos verdes y piel blanca como niña francesa hace ruido, genera una inconsistencia en el propio relato. En fin, que el silencio en el que se sume Gilda es profundo, es eterno, la muestra entre dubitativa, temerosa y poco convencida. Y nunca se termina de entender cómo esta chica "nada" se transforma en la artista popular número 1 de la movida tropical.
Todo es tan maniqueo y elemental que ni siquiera se entiende cuál es el trabajo de Gilda antes de ser cantante. ¿Es un jardín de infantes en la casa de su propia madre, o simplemente cuidan algunos chicos y ya? No parece estar explicado, así como no se explica bien por qué es que su madre y su marido son tan "malos malos" y ella es tan "buena buena".
Una cosa es hacer una película de estructura sencilla y a modo de homenaje a alguien, y otra muy distinta es construir unos personajes basados en la realidad sin ningún tipo de matiz, subestimando al espectador, quien ingenuamente quiere saber algo más de su tótem moderno y sólo se encuentra con el detalle de que antes de ser cantante era maestra jardinera, de que en su casa a su marido no le gustó que cantase y de que todo empezó en un casting...
Después, sólo queda verla bailar y cantar en los escenarios, una carrera de ascenso como cualquier otra, donde una vez más, no queda claro cuál es el motivo por el que logra su ascenso (¿Qué es lo que le gusta a la gente de ella? ¿Cómo hace para superar todas las barreras que le plantean en la movida tropical, desde ser flaquita hasta tener de enemigo al "más malo" rey de la cumbia, que maneja todos los boliches? Nada se explica...).
Después le llega la muerte, envuelta en música que subraya que ella lo había anunciado en la última canción que cantó, y del mito que la hizo pervivir en el imaginario popular ni una palabra.
Al final era sólo una película básica, para homenajearla a ella, recordar sus canciones, verla ficticiamente actuar una vez más en los escenarios, y disfrutar de una excelente performance de Natalia Oreiro. Ni más ni menos que eso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me guardo algo que no es precisamente un "spoiler", pero sí un excursus sobre Gilda como personaje y sobre la recepción de la película: a la salida del cine, en un coqueto complejo multicines de Belgrano, mientras despotricaba no tanto contra el film sino contra la temerosa crítica especializada que la elogió sin concesiones, veía una chica muy parecida a las personas que actuaban de extra en el público de los recitales llorar desconsolada y abrazarse a la que parecía ser su mamá o su tía, y me quedó una sensación latente, que finalmente creo haber podido interpretar: Gilda no es "Los Pibes Chorros", no es "Damas Gratis" ni "Los Gedes". No representa siquiera el espíritu de "Viejas Locas" o de alguna otra banda del llamado "rock chabón", el metal u otros géneros musicales que suelen disfrutar las "clases populares", o -sin tantos pruritos-, las clases bajas. Gilda es esa clase baja no combativa, clase baja resignada, los que horriblemente se llaman a sí mismos "pobres pero honrados", como si pudiese existir algún tipo de contradicción entre tales términos. El público de Gilda no quiere subvertir el sistema que los tiene como oprimidos, sino que anhela poder pertenecer a ese sistema, aunque sea a la porción ínfima del sistema que éste les tiene reservado para ellas. En este sentido, la película funciona de igual manera, hablándole por primera vez a este público relegado, convocándolo al cine por vez primera a ver una película en el que se verá reflejado (no hace falta aclarar que el 95% del cine "popular" tiene como protagonistas a personas de clase media/media-alta, y que las veces que se retrata gente de clases bajas, se suele filmar el extremo de la pobreza, usualmente estigmatizada o mirada con compasión).
Creo que se trata de una decisión arriesgada pero efectiva, y digna de aplauso. Lo triste tal vez resulta que, recostados en su comodidad de saber que se enfrenta, por un lado, a un público poco exigente, y por el otro, a un público que quiere mostrarse condescendiente con las clases populares y que gusta de decir "a mí me gustó la película, y eso que no escucho la música de Gilda excepto en casamientos", construyen un relato elemental, que no es más que música y baile, personajes esquemáticos, glorificación absoluta de la figura retratada y una sucesión de golpes bajos marcada al inicio por el cajón fúnebre y al final con la canción cantada a capella que anuncia su despedida.
Creo que se trata de una decisión arriesgada pero efectiva, y digna de aplauso. Lo triste tal vez resulta que, recostados en su comodidad de saber que se enfrenta, por un lado, a un público poco exigente, y por el otro, a un público que quiere mostrarse condescendiente con las clases populares y que gusta de decir "a mí me gustó la película, y eso que no escucho la música de Gilda excepto en casamientos", construyen un relato elemental, que no es más que música y baile, personajes esquemáticos, glorificación absoluta de la figura retratada y una sucesión de golpes bajos marcada al inicio por el cajón fúnebre y al final con la canción cantada a capella que anuncia su despedida.
Más sobre nicobicho
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here