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5,6
18.429
5
16 de noviembre de 2013
16 de noviembre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver con mucha expectativa la primera película escrita y dirigida por uno de mis actores favoritos del momento gracias a la mano de Christopher Nolan: Joseph Gordon-Levitt. Además venía acompañado de la infartante Scarlett Johansson y la historia trataba de un adicto al porno por Internet que es pillado por su novia con las manos en la masa. ¿Qué podía fallar? Lamentablemente mucho.
Para empezar, la mayor parte de la cinta está dedicada a mostrar, hasta la saturación, pechos, culos y el torso desnudo de Jon –el personaje de Gordon-Levitt-. La pregunta que uno se hace mientras discurre la trama es si se trata del fresco estilismo del director o de un simple gancho para capturar a un público juvenil. Hasta el papel de la maciza Scarlett Johansson, la novia de Jon, llega a cargarse de tanto morritos y poses sensualonas.
La edición busca transmitir las distintas emociones de Jon con una mezcla de cortes de vídeo clip, cámaras subjetivas y planos tipo documental. Sin embargo el resultado final es confuso, dando la impresión que se utilizan recursos efectistas para decorar un argumento que decae luego de la primera media hora.
Los mejor son las actuaciones secundarias de los padres de Jon sobresaliendo Tony Danza con su caricatura del padre cachas de camiseta sin mangas. También destaca la actuación de Julianne Moore, mas no su papel, como la mujer cuarentona que irrumpe con calzador en la vida de Jon -otro fallo del guión- para tratar de hacerle consciente de su adicción. Las escenas en el confesionario de iglesia son de las más divertidas y el “Good Vibrations” de Marky Mark (antes de convertirse en Mark Wahlberg) suena oportuno en la voz del protagonista.
kikemorey.wordpress.com/category/cine/
Para empezar, la mayor parte de la cinta está dedicada a mostrar, hasta la saturación, pechos, culos y el torso desnudo de Jon –el personaje de Gordon-Levitt-. La pregunta que uno se hace mientras discurre la trama es si se trata del fresco estilismo del director o de un simple gancho para capturar a un público juvenil. Hasta el papel de la maciza Scarlett Johansson, la novia de Jon, llega a cargarse de tanto morritos y poses sensualonas.
La edición busca transmitir las distintas emociones de Jon con una mezcla de cortes de vídeo clip, cámaras subjetivas y planos tipo documental. Sin embargo el resultado final es confuso, dando la impresión que se utilizan recursos efectistas para decorar un argumento que decae luego de la primera media hora.
Los mejor son las actuaciones secundarias de los padres de Jon sobresaliendo Tony Danza con su caricatura del padre cachas de camiseta sin mangas. También destaca la actuación de Julianne Moore, mas no su papel, como la mujer cuarentona que irrumpe con calzador en la vida de Jon -otro fallo del guión- para tratar de hacerle consciente de su adicción. Las escenas en el confesionario de iglesia son de las más divertidas y el “Good Vibrations” de Marky Mark (antes de convertirse en Mark Wahlberg) suena oportuno en la voz del protagonista.
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7,7
69.972
8
20 de octubre de 2014
20 de octubre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Damián Szifrón es un reconocido guionista y director argentino que fundamentó su fama en exitosas series televisivas como “Los Simuladores” y “Hermanos y detectives”, las cuáles incluso contaron con diferentes versiones en distintas partes del mundo. Le tomó cerca de una década preparar su tercer largometraje, este enjambre de animales salvajes que tienen en común la pérdida del control y la violencia desenfrenada que los arrastra a situaciones extremas que el talento de Szifrón ha sabido idear y llevar a la pantalla de manera magistral.
Aunque podría asociarse con Pulp Fiction, con en ese inicio arrebatador y el guión dividido en capítulos independientes –cada uno con su propio inicio y fin-, la principal diferencia es que mientras en el clásico de Tarantino las historias se entrelazaban entre sí, en los relatos de Szifrón no existe ninguna relación entre los personajes más que la sensación de enfado y venganza que cada uno experimenta en su propio contexto, lo que en mi opinión sería la única pega que le pondría al film. Sin embargo, esa propuesta le da capacidad al director para filmar exquisitas escenas en interiores –como el plano que tienen las protagonistas de la segunda historia en la cocina del restaurante- y exteriores –en esa pequeña y deliciosa road-movie filmada en las sierras de la provincia de Salta-.
El plano actoral es digno de mención. Szifron ha logrado reunir a algunas de las mejores figuras del cine argentino actual. Destaca, como siempre, el gran Ricardo Darín con un papel cercano, en el que más de uno se sentirá identificado, y que logra en la ficción lo que muchos hubiésemos querido hacer alguna vez en la realidad. Genial es también la interpretación de Leonardo Sbaraglia en ese duelo con tintes épicos en mitad de una desolada carretera del interior. Grandinetti debe tener una de las mejores caras para la estupefacción dentro del cine latinoamericano mientras que Óscar Martínez le imprime altura y elegancia hasta al peor y más desalmado de los corruptos. Finalmente, la novia Érica Rivas interpreta con mucha gracia su indignación hasta la paranoia en el mismo día de su boda.
La banda sonora está a cargo del premiado Gustavo Santaolalla –la música sobre los simpáticos créditos iniciales es otro de los puntos altos de la película- y “El Deseo”, de propiedad de los hermanos Almodóvar, forma parte de la producción, lo cual habrá ayudado a que “Relatos Salvajes” se haya presentado en los más importantes festivales de cine –Cannes, Toronto, San Sebastián, entre otros- consiguiendo galardones especialmente por parte del público. La película más taquillera de la historia del cine argentino seguro que arrasará con los premios de su país y apuesto que será una de las candidatas al Óscar a la mejor película en habla no inglesa.
http://kikemorey.wordpress.com/
Aunque podría asociarse con Pulp Fiction, con en ese inicio arrebatador y el guión dividido en capítulos independientes –cada uno con su propio inicio y fin-, la principal diferencia es que mientras en el clásico de Tarantino las historias se entrelazaban entre sí, en los relatos de Szifrón no existe ninguna relación entre los personajes más que la sensación de enfado y venganza que cada uno experimenta en su propio contexto, lo que en mi opinión sería la única pega que le pondría al film. Sin embargo, esa propuesta le da capacidad al director para filmar exquisitas escenas en interiores –como el plano que tienen las protagonistas de la segunda historia en la cocina del restaurante- y exteriores –en esa pequeña y deliciosa road-movie filmada en las sierras de la provincia de Salta-.
El plano actoral es digno de mención. Szifron ha logrado reunir a algunas de las mejores figuras del cine argentino actual. Destaca, como siempre, el gran Ricardo Darín con un papel cercano, en el que más de uno se sentirá identificado, y que logra en la ficción lo que muchos hubiésemos querido hacer alguna vez en la realidad. Genial es también la interpretación de Leonardo Sbaraglia en ese duelo con tintes épicos en mitad de una desolada carretera del interior. Grandinetti debe tener una de las mejores caras para la estupefacción dentro del cine latinoamericano mientras que Óscar Martínez le imprime altura y elegancia hasta al peor y más desalmado de los corruptos. Finalmente, la novia Érica Rivas interpreta con mucha gracia su indignación hasta la paranoia en el mismo día de su boda.
La banda sonora está a cargo del premiado Gustavo Santaolalla –la música sobre los simpáticos créditos iniciales es otro de los puntos altos de la película- y “El Deseo”, de propiedad de los hermanos Almodóvar, forma parte de la producción, lo cual habrá ayudado a que “Relatos Salvajes” se haya presentado en los más importantes festivales de cine –Cannes, Toronto, San Sebastián, entre otros- consiguiendo galardones especialmente por parte del público. La película más taquillera de la historia del cine argentino seguro que arrasará con los premios de su país y apuesto que será una de las candidatas al Óscar a la mejor película en habla no inglesa.
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7,1
12.700
8
5 de enero de 2017
5 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martínez personifica a un escritor argentino, Daniel Mantovani, reciente ganador del Premio Nobel de Literatura, que luego de estar viviendo cuatro décadas en Europa, regresa a su pueblo natal a raíz de invitación que le hace el intendente del lugar que dejó cuando solo tenía 20 años.
Mantovani, que ha basado su obra en los recuerdos del lugar que lo vio crecer, vuelve por una mezcla de nostalgia y búsqueda de inspiración para una carrera que está estancada hace cinco años, justo desde que le dieron el honroso galardón.
Ya en Salas, el ficticio pueblo a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires, se encuentra con una realidad en las antípodas a las comodidades de su residencia europea. Se involucra en las actividades preparadas para su llegada, se reencuentra con amigos de su juventud y entabla relación con la pintoresca gente del pueblo.
Comedia dramática, o drama con toques de comedia, la película nos lleva poco a poco, y sin darnos casi cuenta, a situaciones inquietantes, en un guión solvente que levanta muchísimo en su última parte.
No es novedad que Óscar Martínez bordee otra magistral actuación, regalándonos diversos registros y todos igual de convincentes. Su partenier Dady Brieva, más conocido por su faceta humorista, brinda también un papel destacable y aterrador por momentos. Completa el reparto principal Andrea Frigeiro, con un personaje maduro y de necesaria implicación en la historia.
Filmado con cámara en mano y con varios planos subjetivos, los directores consiguen atraparnos en una historia por ratos divertida, por ratos emocionante y totalmente entretenida. En particular, si a todo eso le agregamos imágenes de mi recordada Barcelona y de mi querido Buenos Aires -aunque sea de su aeropuerto-, el resultado me ha sido muy placentero.
https://kikemorey.wordpress.com
Mantovani, que ha basado su obra en los recuerdos del lugar que lo vio crecer, vuelve por una mezcla de nostalgia y búsqueda de inspiración para una carrera que está estancada hace cinco años, justo desde que le dieron el honroso galardón.
Ya en Salas, el ficticio pueblo a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires, se encuentra con una realidad en las antípodas a las comodidades de su residencia europea. Se involucra en las actividades preparadas para su llegada, se reencuentra con amigos de su juventud y entabla relación con la pintoresca gente del pueblo.
Comedia dramática, o drama con toques de comedia, la película nos lleva poco a poco, y sin darnos casi cuenta, a situaciones inquietantes, en un guión solvente que levanta muchísimo en su última parte.
No es novedad que Óscar Martínez bordee otra magistral actuación, regalándonos diversos registros y todos igual de convincentes. Su partenier Dady Brieva, más conocido por su faceta humorista, brinda también un papel destacable y aterrador por momentos. Completa el reparto principal Andrea Frigeiro, con un personaje maduro y de necesaria implicación en la historia.
Filmado con cámara en mano y con varios planos subjetivos, los directores consiguen atraparnos en una historia por ratos divertida, por ratos emocionante y totalmente entretenida. En particular, si a todo eso le agregamos imágenes de mi recordada Barcelona y de mi querido Buenos Aires -aunque sea de su aeropuerto-, el resultado me ha sido muy placentero.
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25 de enero de 2016
25 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
David O. Russell vuelve a presentar otra cinta ambientada en el pasado reciente –aunque con menos brillo que en sus últimos films-, con la colaboración de su reparto habitual. De todos ellos, destaca de manera excepcional Jennifer Lawrence, quien soporta el peso de toda la película interpretando a la protagonista de la historia, una mujer inteligente, sufrida y pujante, que busca salir adelante a pesar de todos los obstáculos que provienen tanto de feroces competidores comerciales como de su particular y egoísta familia.
Joy (esplendida Jennifer Lawrence), divorciada, vive con lo justo para mantener a sus dos hijos y a su auto-recluida madre -en depresión permanente desde su divorcio-. Además permite que su ex-esposo –un fracasado cantante de orquesta- habite el sótano de su casa y tiene que dar albergue a su padre (Robert de Niro, en otro de sus cansinos y recurrentes papeles de los últimos años), quien ha sido echado de casa por su tercera esposa.
Joy ha tenido que dejar de lado sus inquietudes creativas por las circunstancias familiares, pero en medio de una crisis se le ocurre un invento que puede cambiar el curso de su historia. El guión, de ritmo irregular, muestra el difícil camino que va desde la concepción del producto –una fregona de “última generación” en la década de los ochenta- hasta su venta en los programas de televisión del tipo “¡llame ahora, llame ya!”, combinándolo con algunos flashbacks que sirven para explicar la complicada vida de la heroína.
Más allá de Lawrence, Russell –conocido por ser un “director de actores”- hace que el resto del reparto cumpla sus funciones sin mayor gloria. Incluso el papel y la actuación de Bradley Cooper es prácticamente intrascendente. La banda sonora sigue siendo seleccionada con mucho mimo por parte del director, aunque al igual que la película en su conjunto, está por debajo de la vibrante “American hustle” o la entrañable “Silver linings playbook”. Cómo dicen varios críticos, parece que a Russell se le agotó la fórmula del éxito.
http://kikemorey.wordpress.com
Joy (esplendida Jennifer Lawrence), divorciada, vive con lo justo para mantener a sus dos hijos y a su auto-recluida madre -en depresión permanente desde su divorcio-. Además permite que su ex-esposo –un fracasado cantante de orquesta- habite el sótano de su casa y tiene que dar albergue a su padre (Robert de Niro, en otro de sus cansinos y recurrentes papeles de los últimos años), quien ha sido echado de casa por su tercera esposa.
Joy ha tenido que dejar de lado sus inquietudes creativas por las circunstancias familiares, pero en medio de una crisis se le ocurre un invento que puede cambiar el curso de su historia. El guión, de ritmo irregular, muestra el difícil camino que va desde la concepción del producto –una fregona de “última generación” en la década de los ochenta- hasta su venta en los programas de televisión del tipo “¡llame ahora, llame ya!”, combinándolo con algunos flashbacks que sirven para explicar la complicada vida de la heroína.
Más allá de Lawrence, Russell –conocido por ser un “director de actores”- hace que el resto del reparto cumpla sus funciones sin mayor gloria. Incluso el papel y la actuación de Bradley Cooper es prácticamente intrascendente. La banda sonora sigue siendo seleccionada con mucho mimo por parte del director, aunque al igual que la película en su conjunto, está por debajo de la vibrante “American hustle” o la entrañable “Silver linings playbook”. Cómo dicen varios críticos, parece que a Russell se le agotó la fórmula del éxito.
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7,0
30.091
7
24 de noviembre de 2015
24 de noviembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El principal gancho de “Truman” es su pareja protagonista: Ricardo Darín puede sacar a flote cualquier película con grandes actuaciones y mucho carisma, y el talento de Javier Cámara tiene tantos registros que bien te saca un llanto que una carcajada. El director y guionista Cesc Gay los junta para presentar una historia de duro trasfondo, como puede ser la de un enfermo de cáncer desahuciado, pero llevado sin sensiblerías y con mucho humor.
Tomás (Cámara) es un matemático español que vive en Canadá mientras Julián (Darín) es un actor argentino, diagnosticado con cáncer desde hace algunos meses, que trabaja en Madrid. Ambos son amigos de la juventud, de cuando compartieron piso, amistades y lugares. Tomás, enterado de la enfermedad de su colega, viaja para reencontrarse con su amigo y pasar unos días con él y con Truman, el bullmastiff con quien Julián tiene una relación muy especial.
En esos cuatro días, Tomás acompañará a Julián a visitar a su médico, al veterinario de su perro, a una empresa funeraria y a los posibles padres adoptivos de Truman. Esto permite el cameo de grandes actores españoles como Eduard Fernandez, Javier Gutierrez o Pedro Casablanc. La actriz argentina Dolores Fonzi, como la prima de Julián que está siempre al tanto de su salud, aporta la cuota femenina del film con un intrascendente papel que sirve de enlace entre ambos amigos.
Rodado en locaciones de Canadá, Madrid y Ámsterdam, la película cuenta con la buena fotografía de Andreu Rebés, lleno de tonos cálidos y con unos primeros planos que permiten acercarnos con mucho detalle a la capacidad gestual de los actores. La música en sencilla e introspectiva, teniendo al roquero argentino Luis Alberto Spinetta como principal referencia. Los diálogos frescos y la sobresaliente química entre Darín y Cámara, hacen de Truman una película digerible, entretenida y risueña, a pesar de su conmovedor leitmotiv.
http://kikemorey.wordpress.com
Tomás (Cámara) es un matemático español que vive en Canadá mientras Julián (Darín) es un actor argentino, diagnosticado con cáncer desde hace algunos meses, que trabaja en Madrid. Ambos son amigos de la juventud, de cuando compartieron piso, amistades y lugares. Tomás, enterado de la enfermedad de su colega, viaja para reencontrarse con su amigo y pasar unos días con él y con Truman, el bullmastiff con quien Julián tiene una relación muy especial.
En esos cuatro días, Tomás acompañará a Julián a visitar a su médico, al veterinario de su perro, a una empresa funeraria y a los posibles padres adoptivos de Truman. Esto permite el cameo de grandes actores españoles como Eduard Fernandez, Javier Gutierrez o Pedro Casablanc. La actriz argentina Dolores Fonzi, como la prima de Julián que está siempre al tanto de su salud, aporta la cuota femenina del film con un intrascendente papel que sirve de enlace entre ambos amigos.
Rodado en locaciones de Canadá, Madrid y Ámsterdam, la película cuenta con la buena fotografía de Andreu Rebés, lleno de tonos cálidos y con unos primeros planos que permiten acercarnos con mucho detalle a la capacidad gestual de los actores. La música en sencilla e introspectiva, teniendo al roquero argentino Luis Alberto Spinetta como principal referencia. Los diálogos frescos y la sobresaliente química entre Darín y Cámara, hacen de Truman una película digerible, entretenida y risueña, a pesar de su conmovedor leitmotiv.
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