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Críticas ordenadas por utilidad
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6
17 de abril de 2013
17 de abril de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante muestra del cine nacionalsocialista, normalmente solo conocido por Olimpiada o El triunfo de la voluntad.
En este caso se trata de una obra también de propaganda pero de claro consumo interno. La historia se circunscribe al momento de la gran guerra y constituye un aviso subrepticio a la población alemana; evitar lo que sucedió en el conflicto anterior si Alemania entra en guerra.
A mi juicio, es de especial interés el hecho de que los jóvenes comunistas, hasta hacía poco tantos como "nazis", son presentados no como monstruos, no hubiese resultado creible en un film interno, sino como unos buenos muchachos que ante los momentos cruciales responden como buenos patriotas.
Resulta asimismo curioso el liberalismo de algunas escenas, como por ejemplo en la que un hombre palpa el trasero de su dama, con toda naturalidad, así como las referencias a la "frescura" sexual de ciertas mujeres, eso sí, en este caso una húngara.
En definitiva un curioso descubrimiento.
En este caso se trata de una obra también de propaganda pero de claro consumo interno. La historia se circunscribe al momento de la gran guerra y constituye un aviso subrepticio a la población alemana; evitar lo que sucedió en el conflicto anterior si Alemania entra en guerra.
A mi juicio, es de especial interés el hecho de que los jóvenes comunistas, hasta hacía poco tantos como "nazis", son presentados no como monstruos, no hubiese resultado creible en un film interno, sino como unos buenos muchachos que ante los momentos cruciales responden como buenos patriotas.
Resulta asimismo curioso el liberalismo de algunas escenas, como por ejemplo en la que un hombre palpa el trasero de su dama, con toda naturalidad, así como las referencias a la "frescura" sexual de ciertas mujeres, eso sí, en este caso una húngara.
En definitiva un curioso descubrimiento.
2
23 de septiembre de 2013
23 de septiembre de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lamentable engendro, híbrido de cine político y de estampita, disfrazado de exaltación patriótica; esta vez a través de las virtudes de las danzas "regionales" de España, las cuales galvanizarán, "per se", las más puras e irrefrenables ansias de patriotismo hispano. Mediante ellas se redimirán los rojos exiliados en diversos países de Sudamérica y dejarán de traicionar a España, tal y como, mal aconsejados por nefandos agentes extranjeros, estaban haciendo.
Hay que tener presente el contexto en que se realiza la película, una guerra fría en pleno auge y un régimen en busca de consolidación exterior que se presenta como baluarte contra el comunismo y garantía de los valores de la religión cristiana. De ahí que el mensaje que transmite el film sea claro y para nada subliminal; es decir, está pensado tanto para el consumo interno como para la exportación y se resume en que: En la España de Franco no hay vencedores ni vencidos y cabe solo encomendarse a Dios y a las autoridades.
En fin, eso es todo lo que se puede decir de una obra, dotada, únicamente, de una buena fotografía y poco más, puesto que el ridículo argumento, mal hilvanado y ramplón, no daba más de sí para una producción que, de lo que yo tengo visto de L. Vajda, es, sin duda y de largo, su peor trabajo.
Hay que tener presente el contexto en que se realiza la película, una guerra fría en pleno auge y un régimen en busca de consolidación exterior que se presenta como baluarte contra el comunismo y garantía de los valores de la religión cristiana. De ahí que el mensaje que transmite el film sea claro y para nada subliminal; es decir, está pensado tanto para el consumo interno como para la exportación y se resume en que: En la España de Franco no hay vencedores ni vencidos y cabe solo encomendarse a Dios y a las autoridades.
En fin, eso es todo lo que se puede decir de una obra, dotada, únicamente, de una buena fotografía y poco más, puesto que el ridículo argumento, mal hilvanado y ramplón, no daba más de sí para una producción que, de lo que yo tengo visto de L. Vajda, es, sin duda y de largo, su peor trabajo.
8
24 de diciembre de 2022
24 de diciembre de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas me salía el bigote cuando Félix falleció en un misterioso accidente. Fue un golpe tan generalizado, que en el colegio nos encargaron un trabajo a cada alumno, entonces eran individuales, sobre su figura y lo que, ya en pasado, había representado. Porque el doctor Félix Rodríguez de la Fuente parecía, y era, alguien irrepetible. Con él moría no solo un verdadero héroe, sino también alguien que parecía podía alcanzar el sueño de trazar las bases de una nueva sociedad. Aunque en aquella época no creo que mucha gente fuese plenamente consciente de lo que él quería. Así, para casi todo el mundo, Félix era el amigo de los animales, de los pueblos primitivos, o de la naturaleza en su conjunto, y como decían los medios; también el de los niños. En realidad sus metas eran mucho más ambiciosas, ya que producto de sus experiencias personales, de sus múltiples viajes y aventuras, juntamente a su cultura, bastante autodidacta, y, por su puesto, a su gran inteligencia, se había dado perfecta cuenta de que el camino que el ser humano llevaba era opuesto al de la vida y que el fin de ésta sería trágico e inminente. Las catástrofes medioambientales, la destrucción de los ecosistemas y la extinción masiva de especies, todas y cada una irrepetibles, le golpeaban incesantemente. Contra ello su esencia espiritual se rebelaba.
Félix era alguien que no solo formaba parte de la existencia cotidiana, sino que parecía eterno. En definitiva, alguien que, como los más grandes, no podía morir. Sin embargo, precisamente el hecho de ser un personaje incuestionable, alrededor del cual existía un consenso generalizado de respeto y admiración, llevaba aparejado su trágico final.
En todo caso, a cuarenta y pocos años de su muerte, su figura, si bien inolvidable para los que tenemos una cierta edad, ha sido casi completamente borrada del imaginario colectivo. Precisamente, el mérito de este documental de Iker Jiménez, consiste en devolverlo un tanto a la vida. En el, al margen de los aspectos más misteriosos y premonitorios, relacionados todos con su muerte, se trazan tibias pinceladas sobre su más que probable eliminación. Y ahí está, junto con el sentido homenaje y reivindicación, el valor del trabajo, el dar un paso en el gran misterio de su muerte y la de sus compañeros en aquel día, curiosamente de su cumpleaños, en que la mitad del equipo de “El hombre y la tierra” se estrellaba con una avioneta en las heladas tierras de Alaska.
La destrucción de todas las pruebas relacionadas con el misterio que puso fin a su vida y a la de sus compañeros, acredita el hecho de que, indudablemente, Félix molestaba y mucho. Todavía es totalmente desconocida su faceta relacionada con el gran mundo; la política, los personajes influyentes…sin duda, la clave de todo ello, como declara el documental.
Iker Jiménez, puso la primera piedra de lo que debió ser, muchísimo antes, no solo la reivindicación de nuestro último héroe, sino también un clamor de indignación que destapase las hediondas cloacas del poder. Pese a que a raíz de su emisión, alguien puso una denuncia en los tribunales para reabrir el caso de su desaparición y esclarecer los hechos, el sistema judicial dio carpetazo legal a cualquier posible atisbo de luz.
Desgraciadamente, el reportaje lleva camino del olvido, y así como el papel de los medios y de los grupos de presión fue, salvo contadísimas excepciones, repugnante, esta primera piedra parece que será también la última.
El silencio deliberado, las mentiras y el tiempo han resultado inexorables. Pese a todo, y sin perjuicio del fracaso absoluto del ser humano, Félix descansa en el olimpo de los héroes.
Félix era alguien que no solo formaba parte de la existencia cotidiana, sino que parecía eterno. En definitiva, alguien que, como los más grandes, no podía morir. Sin embargo, precisamente el hecho de ser un personaje incuestionable, alrededor del cual existía un consenso generalizado de respeto y admiración, llevaba aparejado su trágico final.
En todo caso, a cuarenta y pocos años de su muerte, su figura, si bien inolvidable para los que tenemos una cierta edad, ha sido casi completamente borrada del imaginario colectivo. Precisamente, el mérito de este documental de Iker Jiménez, consiste en devolverlo un tanto a la vida. En el, al margen de los aspectos más misteriosos y premonitorios, relacionados todos con su muerte, se trazan tibias pinceladas sobre su más que probable eliminación. Y ahí está, junto con el sentido homenaje y reivindicación, el valor del trabajo, el dar un paso en el gran misterio de su muerte y la de sus compañeros en aquel día, curiosamente de su cumpleaños, en que la mitad del equipo de “El hombre y la tierra” se estrellaba con una avioneta en las heladas tierras de Alaska.
La destrucción de todas las pruebas relacionadas con el misterio que puso fin a su vida y a la de sus compañeros, acredita el hecho de que, indudablemente, Félix molestaba y mucho. Todavía es totalmente desconocida su faceta relacionada con el gran mundo; la política, los personajes influyentes…sin duda, la clave de todo ello, como declara el documental.
Iker Jiménez, puso la primera piedra de lo que debió ser, muchísimo antes, no solo la reivindicación de nuestro último héroe, sino también un clamor de indignación que destapase las hediondas cloacas del poder. Pese a que a raíz de su emisión, alguien puso una denuncia en los tribunales para reabrir el caso de su desaparición y esclarecer los hechos, el sistema judicial dio carpetazo legal a cualquier posible atisbo de luz.
Desgraciadamente, el reportaje lleva camino del olvido, y así como el papel de los medios y de los grupos de presión fue, salvo contadísimas excepciones, repugnante, esta primera piedra parece que será también la última.
El silencio deliberado, las mentiras y el tiempo han resultado inexorables. Pese a todo, y sin perjuicio del fracaso absoluto del ser humano, Félix descansa en el olimpo de los héroes.
18 de octubre de 2024
18 de octubre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
A consecuencia del éxito obtenido unos años atrás por “La casa de los líos”, protagonizada por Arturo Fernández, TVE aceptó la emisión de una comedia de situación con idéntico protagonista, buscando garantizarse cuota de pantalla gracias al icónico actor.
Ciertamente, la idea de acaparar buena parte de la audiencia de los jueves noche mediante el concurso del actor asturiano parecía una apuesta segura. No obstante, la competencia por la atención de los televidentes dejó lejos de lo previsto el ranking de audiencia. Bien fuera porque los gustos del público habían derivado hacia productos más “actuales” y, por tanto, el segmento no cutre de la programación resultaba ya demasiado demodé, el caso es que una audiencia del 15% no resultó suficiente para los dirigentes del ente público, decididos a competir, a costa de lo que sea, con las demás cadenas.
Así pues, después de mover la emisión a los sábados noche, ridícula decisión que garantizaba el batacazo y mediante la cual la audiencia se redujo a la mitad, TVE decidió cancelar la serie.
Lo cierto es que esta sitcom merecía una mejor suerte. En ella, Arturo Fernandez se volcaba, por partida doble, interpretando a dos gemelos enfrentados, destinados a hacerse las mil y una jugarretas. Acaparando toda la atención, los referidos gemelos, eclipsaban a los numerosos personajes secundarios, con el protagonista prodigándose con sus famosos “chatines” y “chatinas”, abundando en su habitual y legendaria caracterización de simpático y elegante caradura.
En fin, una ocasión desaprovechada para disfrutar de las cada vez más auto paródicas interpretaciones de Arturo Fernández, en beneficio de la batalla por el cutrerío televisivo.
Ciertamente, la idea de acaparar buena parte de la audiencia de los jueves noche mediante el concurso del actor asturiano parecía una apuesta segura. No obstante, la competencia por la atención de los televidentes dejó lejos de lo previsto el ranking de audiencia. Bien fuera porque los gustos del público habían derivado hacia productos más “actuales” y, por tanto, el segmento no cutre de la programación resultaba ya demasiado demodé, el caso es que una audiencia del 15% no resultó suficiente para los dirigentes del ente público, decididos a competir, a costa de lo que sea, con las demás cadenas.
Así pues, después de mover la emisión a los sábados noche, ridícula decisión que garantizaba el batacazo y mediante la cual la audiencia se redujo a la mitad, TVE decidió cancelar la serie.
Lo cierto es que esta sitcom merecía una mejor suerte. En ella, Arturo Fernandez se volcaba, por partida doble, interpretando a dos gemelos enfrentados, destinados a hacerse las mil y una jugarretas. Acaparando toda la atención, los referidos gemelos, eclipsaban a los numerosos personajes secundarios, con el protagonista prodigándose con sus famosos “chatines” y “chatinas”, abundando en su habitual y legendaria caracterización de simpático y elegante caradura.
En fin, una ocasión desaprovechada para disfrutar de las cada vez más auto paródicas interpretaciones de Arturo Fernández, en beneficio de la batalla por el cutrerío televisivo.
7
5 de septiembre de 2020
5 de septiembre de 2020
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Mediante “Yo soy Brandel”, Arturo Fernández recuperaba su rol dramático para el espectador ajeno al mundo de las tablas, en una época en la que cinematográficamente era ya una estrella de la comedia. Esta incursión teatral, dentro del medio televisivo y bajo el formato de las siempre eficaces producciones de Estudio 1, venía a complementar su trabajo en el mundo de la función, donde sus trabajos no estaban tan encasillados como en el ámbito del cine.
Precisamente, la obra que nos ocupa, una adaptación de Cayetano Luca de Tena de dos piezas de su pariente de idéntico apellido, Juan Ignacio, había sido interpretada por el mismo Arturo Fernández con un éxito rotundo en los teatros, e incluso había sido llevada al cine, interpretada también por él mismo. En todo caso, la producción de Estudio 1, superior a la cinematográfica, nos muestra a un Arturo muy acertado en el doble papel de Mario Colomer, dictador de un país imaginario, y de su alter ego Juan Brandel. Es él el centro absoluto de la obra pese a que los secundarios ofrecen un magnifico acompañamiento, estando particularmente bien Maria del Puy como esposa/amante.
Aquellos a quienes guste visionar los trabajos del asturiano disfrutaran de esta gran interpretación y, asimismo, podrán apreciar sus dotes para aplicar al drama aquellas dosis de ironía critica y humor que tan bien podía aportar disponiendo de un buen argumento.
Precisamente, la obra que nos ocupa, una adaptación de Cayetano Luca de Tena de dos piezas de su pariente de idéntico apellido, Juan Ignacio, había sido interpretada por el mismo Arturo Fernández con un éxito rotundo en los teatros, e incluso había sido llevada al cine, interpretada también por él mismo. En todo caso, la producción de Estudio 1, superior a la cinematográfica, nos muestra a un Arturo muy acertado en el doble papel de Mario Colomer, dictador de un país imaginario, y de su alter ego Juan Brandel. Es él el centro absoluto de la obra pese a que los secundarios ofrecen un magnifico acompañamiento, estando particularmente bien Maria del Puy como esposa/amante.
Aquellos a quienes guste visionar los trabajos del asturiano disfrutaran de esta gran interpretación y, asimismo, podrán apreciar sus dotes para aplicar al drama aquellas dosis de ironía critica y humor que tan bien podía aportar disponiendo de un buen argumento.
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