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Críticas 2.200
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
3 de mayo de 2023
35 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película dirigida y escrita por Jalmari Helander, película oscura y ultraviolenta, un singular conglomerado muy bien trenzado de cine bélico y action movie, con un subrayado importante de género western, donde un lacónico buscador de oro se enfrenta él solo a un ejército de nazis con la fiereza de un héroe épico.

Un espectáculo, ritmo eficaz y trepidante, montaje impecable que no deja huecos, muy buena narrativa, emocionantes escenas, panorámicas de tardo-guerra y personajes tremendos: entretenimiento irresistible.

La historia se desarrolla en la conclusiva fase final de la Segunda Gran Guerra, días finales y desesperados. Un solitario hombre, buscador de oro (Tommila) viene a tropezar con los nazis cuando se retiran en la zona norte de Finlandia. Los nazis aplican la táctica militar de "tierra quemada", arrasando las poblaciones y campos por los que pasan en su repliegue. Como para asestar un duro golpe moral y que el enemigo no se recupere.

En todo ese caos de muerte y humo va el protagonista montando su caballo con un importante botín en oro que ha encontrado excavando la tierra. De pronto se encuentra con un importante escuadrón alemán que incluye tanques, tropa y media docena de mujeres finlandesas cautivas. El grupo va liderado por el perverso Bruno (Hennie) y el sórdido Wolf (Doolan).

No tardará el contingente teutón en descubrir las alforjas cargadas de oro, el rico botín que porta el hombre. Intentan detenerlo para robarle, pero no tardan en darse cuenta de que se trata del excomandante finlandés Aatami; una máquina de matar. Sujeto con "sisu", o forma de coraje y determinación inconcebibles frente a situaciones límite cuando ya parece que no hay esperanza.

Cuando los nazis lo desvalijan y lo dejan atrás en el camino descubren que se trata de Korpi, el ex-comando legendario al que llaman "el inmortal", un soldado que ha acabado con la vida de trescientos soldados rusos después que el ejército rojo asesinara a su familia. De hecho, los nazis en retirada, ni ahorcándolo y dejándolo a su suerte conseguirán libarse de su sombra.

El actor Jorma Tommila encarna el severo, un perfil se empareja con los del cine exploitation de los años 70. Se trata de uno de esos personajes que huelen a antiguo, como de leyenda, un ser que aguanta estoicamente el calvario de sus agresores poco antes de volcar sobre ellos sangre y fuego del averno.

Mención especial también para Aksel Hennie, que encarna al principal antagonista; y muy bueno también el trabajo de Jack Doolan como el mezquino nazi, Wolf. No olvido la presencia de Onni Tommila y Mimosa Willamo, entre otros.

Como decía, interesante música de Juri Seppä y Tuomas Waäinölä; una partitura original que incorpora diversas influencias y que evoca la clásica imagen del pistolero solitario de las bandas sonoras del espagueti western de Morricone. Ello junto a una fotografía hermosa de Kiell Lagerroos; a lo que se une una gama de acrobacias y efectos especiales impresionantes

Helander construye un relato con sensibilidad mítica que podría uno imaginar que invitara a hacer paralelismos con este tiempo que nos toca de guerra donde el vecino ruso está presente en la imaginación del espectador. Pero no, la película no hace reflexiones políticas, lo que pretende es ruido, balas, sangre salpicada, cabezas baleadas y extremidades cortadas.

Este metraje es una especie de regalito para espectadores de la acción, que son muchos, un nuevo mito de la violencia filmada y para muchos un recordatorio sobre cómo tratar a los nazis.

Sisu es una película que se eleva como una propuesta honesta, sencilla, pero eficiente e imaginativa a la hora de exprimir a fondo su presupuesto. Acción bien dosificada a lo largo de distintos episodios que van construyendo la historia. capítulos como El oro; Los nazis; Tierra quemada; Campo de minas, etc. Apartados que van conformando la historia violenta de un hombre que apenas acierta a hablar al final, cuando entra en un Banco y vuelca el oro sobre el mostrador, para que se lo cambien por billetes de los grandes, “porque pesan menos”.

Si me preguntan sobre si la recomiendo yo diría que sí. Satisface las expectativas y cuenta con secuencias memorables, de las que despiertan todo tipo de emociones, a salvo de la indiferencia o el aburrimiento.

Publicada más extensa en revista de cine encadenados: https://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6848-sisu-3
7 de octubre de 2018
24 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cinta es interesante y muestra cómo debió ser la decadente ‘guerra fría’ en Estados tan castigados como la invadida Polonia por los nazis en el inicio de la II Guerra Mundial, y su posterior colonización por el imperio URSS tras los acuerdos de Yalta. Además, “Cold War” presenta una apasionada historia de amor entre personas con maneras de ser y de pensar distintas a los que cierto ‘sino’, los aboca a un destino común.

Tras leer tanta buena crítica sobre esta película, he salido del cine no entendiendo bien la cosa. Detrás del film hay una gran dirección clasicista de Pawel Pawlikowski (mejor director en Cannes, 2018) y un guión bueno pero sobredimensionado del propio Pawlikowski junto a Janusz Glowacki. Lo que se dice de esta película es lo mejor y sin tacha. A mí, confieso que emocionalmente apenas me ha rozado (salvando la reflexión de la terrible época y lugar: la Polonia de postguerra y sometida) y el final me ha parecido misterioso. Quizá los padres del director, a quien dedica la obra, entiendan mejor la cosa. Yo sólo podría entenderlo por toda la basura que fue esa región del mundo que Pawlikowski recorre desde 1945 hasta los años cincuenta y tantos. Ahí sí puedo entender mejor, pero el film quiere ser ante todo una obra de amor imposible con funestas consecuencias.

Es excelente la fotografía en B&N de Lukasz Zal, que con su grisura, textura y profundidad de campo captar el clima de tan penosa etapa histórica en la Europa del Este. A lo que colabora poner la pantalla en una forma de cuadrado, formato 4x3, como para que veamos el espacio que ronda por encima de la cabeza de los personajes.

En el reparto sobresalen una genial, bonita y gran actriz Joanna Kulig y un eficiente y dramático Tomasz Kot, con enorme química entre ellos.

Gran puesta en escena en la que nada sobra ni falta para arropar una triste historia de amor. Y música diversa y evocadora de un tiempo asfixiante.

La película es ciertamente el relato de un amor pasional con tintes de tragedia y que en ocasiones traslada el mensaje de la “atracción fatal”, más que esa hipótesis de “un destino que los condena a estar juntos”. Cuando se escribe así, pienso que quien lo hace no ha visto la película pues lo que hay es un amor de alto voltaje por el cual, él más que ella, se ve atraído hasta el punto de abandonar su libertad y un buen futuro en París, para volver al presidio bolchevique con la única intención de reencontrarse con una mujer desquiciada y paradójica. No sólo en el terreno sentimental sino incluso en el plano de las ideas. Ella se muestra como atraída por el comunismo estalinista, a la vez que se manifiesta profundamente católica, como buena polaca. Increíble, salvo para alguien que no está en su sano juicio. Él al menos se define deliberadamente anti-soviético y anti-estalinista. Pero su pasión por la chica le hace volver al presidio tras el ‘telón de acero’.

Claro, aquel tiempo histórico da para retratar la desesperanza o la angustia, el erial creativo y el adoctrinamiento. Y todo ello queda muy bien reflejado en la cinta: la tensa pugna que dibujó en buena medida la segunda mitad del siglo XX, cuando todavía ninguno de los bloques en los que se había dividido el mundo en ese entonces, era capaz de ganar la batalla. De ahí, a ese intento de trasladar esta panorámica al terreno sentimental, Pawlikowski no ha sabido cumplir.

También tiene la película apuntes muy logrados de cine musical. Es la parte de danza y coros polacos, que incluye también el jazz parisino en otros pasajes. Esta faceta está impecablemente rodada y merece una alta consideración.

En fin, película con una fuerte carga de desolación, imágenes tremendas y universales, recreación de ambientes diversos, también el mundo de las miradas y los gestos casi imperceptibles, pasión y tristeza. Es todo eso pero no es para tanta gloria cinematográfica como nos pretenden dar a entender. Al menos esta es mi opinión.
8 de diciembre de 2019
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de las películas de Loach perturban, producen una gran inquietud. Pero en esta, además, te dan ganas decir ¡basta ya por favor, esto es una locura! Loach ha declarado en tono modesto, pero lamentablemente cierto: “Es una gran lucha y una película sólo puede muy hacer poco. En cierto sentido, creo que el público quiere recuperar ese sentimiento de lucha, y espero que al salir del cine digan: basta, esto es intolerable. Sólo entonces podremos empezar a plantar cara”.

El cine-Loach tiene la capacidad de remover, de movilizar interiormente, por que cuenta historias veraces y muy creíbles. Habla de personajes y situaciones que podemos ver en nuestra realidad cotidiana y que provocan la indignación del espectador; también suscitan la vivencia de compasión para tana gente sencilla que apenas aspira a una vida decorosa y a cambio no recibe más que ostias y varapalos.

Cuenta la cinta la historia de Ricky (Kris Hitchen) y su familia. Son una familia que ha luchado duro para salir adelante. El ‘pater familia’ ve una nueva oportunidad como falso trabajador autónomo repartiendo paquetes. Su esposa cuida ancianos y enfermos, y sus hijos, uno adolescente y conflictivo y una niña precozmente madura se resienten de la ausencia de padre. Todo lo cual hace que los lazos familiares entre él, su esposa (Debbie Honeywood) y sus hijos se vayan poco a resquebrajando.

Loach plantea un auténtico drama social, que tiene su sustento en un trabajo actoral estupendo, como estupendos son Kris Hitchen y Debbie Honeywood. Son actores desconocidos que parecen personas comunes, personas de la calle pero que hacen unos trabajos interpretativos admirables.

Loach, a sus 83 años sigue fiel a sus principios de viejo marxista, es el Loach que ya conocemos. En este film lo que cuenta es lo mismo que vemos al asomarnos a algún servicio de paquetería en bicicleta, en moto, en camioneta, servicio urgente y mal pagado con actores veloces y estresados que cuando llegan al domicilio con la lengua fuera y no está el receptor del paquete tienen que dejar con angustia ese escrito que da título a la película: ‘Sorry, we missed you’.

Es loable el excelente guion de Paul Laverty, el habitual colaborador de Loach, que utiliza escenas rápidas, una presurosa cámara, diálogos al límite del vértigo, plano y contraplano, todo bordeando el melodrama. Un cine vivo, urgente, un cine para levantar conciencias y alzar la voz, protestar, rebelarse contra esta locura en que se ha convertido la vida moderna del consumo voraz a domicilio. Una filmación sensacional donde Loach rueda con naturalidad, logrando encuadrar en un mismo plano la afligida existencia de toda una familia.

Es un film que desvela los entresijos de esa denominada “nueva economía colaborativa”, concepto muy engañoso tras el cual se pueden descubrir los crueles ambages del capitalismo más salvaje; donde ciertas empresas tratan a los trabajadores peor que los señores feudales a aquellos vasallos del medioevo.

Declaró no hace mucho el director británico lo siguiente: "Según el proyecto neoliberal, la mano de obra debe ser vulnerable, porque así aceptará salarios bajos, contratos basura y trabajos temporales. Y para que el trabajador siga siendo vulnerable hay que hacerle creer que tiene lo que merece. Ese es el secreto: recordar a los humillados que la culpa es suya. Porque si la culpa fuera del sistema habría que cambiarlo, y eso, de momento, no interesa". Y esto es lo que ocurre a nuestro alrededor, la precariedad del trabajo precario que va cada vez a más precariedad. Lo que Loach nos muestra en la pantalla es tan indiscutible como inhumano.

Concluyendo: la ‘tesis’ del film es la enorme dificultad para frenar la injusticia, dado el fenómeno tan actual de que cada vez más trabajadores se convierten en 'emprendedores' de su propio infortunio. Entonces, como dice Loach, es el trabajador quien se labra su propia desgracia, no el sistema. Pero esto, como cualquiera con buena voluntad puede concluir, es una gran farsa.
22 de febrero de 2023
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un corto espeluznante este rodado por Fernando González Gómez, ocho minutos de angustia, de desasosiego con los que no es difícil identificarse y padecer, sobre todo los que tenemos una edad y vivimos día a día durante décadas la barbarie y la sinrazón de ETA, banda terrorista que mataba sin coto a mayores y niños, políticos, militares, ciudadanos de a pie.

Fueron auténticos mafiosos, gente psicópata, asesinos sin nombre amparados por otras gentes poderosas que recogían sus frutos, como en cierta ocasión declaró Xavier Arzalluz, presidente del Partido Nacionalista Vasco (1980-2004): “Ellos sacuden el árbol y nosotros recogemos las nueces”, refería así a la coincidencia de intereses entre su partido, la organización terrorista ETA y al reparto de papeles para alcanzar la independencia.

Este cortometraje narra en un abrir y cerrar de ojos, condensa, todo el horror de un pueblo, de una ciudadanía que estaba enterada y no hacía nada para evitar un execrable crimen, poco antes de que los terroristas mataran a golpe de ametralladora a Hortensia González y su novio, Antonio Ramírez Gallardo, guardia civil destinado en el País Vasco. Él era de Tarifa y ella de San Roque, pueblos de Cádiz.

Circulaban en un coche por Beasain (Guipuzcoa), próximos al cuartel donde estaba destinado el agente. En un stop dos terroristas abrieron fuego contra ellos. Él recibió ocho disparos y murió al instante quedando recostado sobre su volante, accionándose el claxon del vehículo; ella sufrió diez impactos de bala y a pesar de mantenerse con vida no lograron salvarla en el hospital.

Para más vergüenza, esta pareja vilmente asesinada fue llamada “Los novios de Cádiz”, como si se tratara de una novelita romántica. Ambos en su modesto Renault el 6 de enero de 1979, día de Reyes Magos, con 20 y 24 años y su boda prevista para los próximos meses. Después de perpetrado el crimen la bocina del coche estuvo sonando durante 27 minutos sin que nadie acudiera al lugar del crimen. Nadie, ahí se pudran.

Todos los habitantes del pueblo conocían lo que iba suceder, todos unidos en un grave silencio sólo roto por el claxon. Todos deciden no hacer nada. Cobardes. Vecinos que se mueven entre la indiferencia, el silencio, las lágrimas o el miedo. Este corto refleja este drama perfectamente.

En el breve tiempo que dura el breve filme, los actores exhiben con absoluto verismo el dolor, el miedo, la angustia, la impotencia. Actores más que mejor: Manuel Blas, Fernando Tielve, Paloma Montero y Morgan Blasco.

El recurso narrativo es un flashback, siendo una idea de original de José Luis Rancaño, y acompañan inmejorablemente la música de Juan Carlos Garvano y la excelente fotografía de Helher Escribano.

La productora La Dalia Films quiere homenajear a los muertos Antonio y Hortensia y ha explicado que la película trata de lanzar un mensaje «contra el olvido» y también erigirse como «un sincero homenaje a todas las víctimas de la banda terrorista ETA», además de explicar el silencio, el temor y la complicidad que entonces contribuyó a sus muertes. Al no haber contado con ayudas públicas para su realización, ha decidido publicarlo en la plataforma YouTube para su máxima difusión.

El crimen de Antonio y Hortensia nunca fue resuelto, pues no se pudo identificar a la pareja de terroristas que realizó los disparos. La pareja se había habían comprometido la mañana anterior al asesinato. La de Hortensia Ramírez está considerada la muerte de la primera mujer a manos de ETA, por su vinculación afectiva con un miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

Son dos de los más de 300 crímenes sin resolver, impunes completamente por: errores judiciales, policiales, desidia o negociaciones indecentes.

(¡Ah! El clero vasco en vanguardia con los etarras ¿Olvidaron el mandamiento: “No matarás”? ¿Se olvidaron aquellos curas de la misericordia cristiana? ¿No pensaron que fueran parte muy importante de los colegas que recogían las nueces? ¿Qué hacían aquellos curas apostólicos romanos por los sufridores de tanta masacre?)
28 de diciembre de 2017
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la película Tráfico, el señor Hulot es un diseñador de una modesta Sociedad parisina de nombre Altra, que se dedica a la fabricación de automóviles. La Sociedad le encarga a Hulot conducir un Renault 4 dotado con numerosos artilugios de su invención, para que vaya a una exhibición en el Salón Internacional del Automóvil de Ámsterdam.

El gran director, intérprete y cómico Jacques Tati (Jacques Tatischeff), es considerado heredero de diversos actores y directores del cine mudo como Keaton, Chaplin o Lloyd; pero sobre todo, del actor cómico judío-francés Max Linder, un actor que solía interpretar un personaje de aspecto distinguido y de atildada vestimenta, que se veía atrapado en los más insólitos enredos. Pues bien, con estas influencias, Tati creó su propio humor, un humor que ha sido considerado un humor intelectual y muy francés.

Tráfico fue el último largometraje que firmó Tati con su característico estilo y una absoluta solvencia. Es una obra cimera del cine de humor francés e incluso universal. Tati es puro ingenio en esta obra suya y domina a la perfección su territorio del gag, los espacios y los recursos de la mímica y el lenguaje corporal del cine mudo; pues aunque su cine es sonoro, es sobre todo visual. Y surrealista, satírico, y sorprendente también, como asombrosa es esta cinta.

El guión de Jacques Tati y Jacques Lagrange está construido sobre la ocurrencia y la hilaridad, con un ritmo narrativo sorprendente. Magnífica la fotografía de Eduard van der Enden y Marcel Weiss, animada música de Charles Dumont y un enorme trabajo de montaje.

El reparto es esencialmente Jacques Tati con su inconfundible estilo y su inigualada figura y humor que sabe articular al personaje, el espacio donde se desarrolla la escena, su manera de caminar, moverse y hasta de mirar. En esta obra Tati se emplea a fondo y lo hace con una enorme vis cómica y excelentes dotes para sacar la carcajada al espectador inteligente.

Tiene la película un carácter metafórico, donde el camino no es meramente un trayecto de obligado cumplimiento, sino que el rosario de incidentes que se producen quieren significar igualmente un reflejo de la propia vida de Hulot, que es en cierto modo la de Tati. Recuerdo aquí que Tati se quejaba en los últimos años del olvido al que le había sometido la industria del cine: ¡solo seis películas en treinta años de profesión!

Tiene el film así, un carácter humano frente a los problemas cotidianos que la vida plantea. Tati ofrece una mirada sorpresiva del mundo, sorpresa que deviene sarcasmo. En esta película, como en otras, la mirada de Tati es una mirada limpia, una prístina e inocente visión para este mundo que enloquece por momentos. Escenas de auténtico humor para quien le guste el humor de Tati, con su singular estilo, su forma de caminar y moverse jugando con los encuadres diferentes, con esa mecánica en el ir y venir de gente que no se sabe a dónde van, personajes que se mueven sincronizadamente con una precisión de relojería; un Tati que pone la cámara en el sitio justo para alegrarnos la vida, con escenas.

Tati ha sido un director poco valorado y relegado al ostracismo por la industria cinematográfica. Tatino fue un hombre cómodo ni un cineasta seguro. Los riesgos de sus empresas superaban la capacidad imaginativa de los financieros. Pocas veces ha tenido un cineasta de tanto talento tan escasas posibilidades de mostrarlo.

Esta película la recomiendo y mucho. Pero si luego no te gusta, no me digas nada; más bien hazte una revisión a fondo a ver cómo andas de sentido del humor.
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