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Críticas 1.255
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
1 de octubre de 2009
177 de 196 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un movimiento audaz, un paseo de la mano de una cámara magistralmente manejada y un espacio claustrofóbico, inquietante. Así nació uno de los mayores hitos de la ciencia-ficción: la nave Nostromo.
La primera secuencia de "Alien" es tan apabullante, que posee el privilegio de ser uno de los mejores arranques que servidor haya visto. Con una sencilla partitura y una transición imponente, lo que se logra durante sus primeros cinco minutos, en los que únicamente hallamos imágen y sonido, nada más, es invitar al espectador no sólo a que se deje llevar a una ficción lejana, sino a que se sume a la propia tripulación, y pase así, a ser uno más. Algo portentoso y muy pocas veces visto.

Sus personajes empiezan a presentarse acto seguido y dejan entrever los roles que desempeñarán en una nave donde puede que el mayor problema vaya a surgir de un cascarón de huevo alienígena, pero en la que la sutileza es un elemento más, y redistribuye constantemente esos roles, consiguiendo que conceptos como mando o necesidad se erijan sin demasiada fuerza, pero con la suficiente inteligencia para poder dar juego a esas personalidades. Y así nacio otro de los mayores hitos de la ciencia-ficción: la teniente Ripley. Una de las primeras heroinas de la historia del cine y, sin embargo, un personaje que en ningún momento hasta su conclusión se alza con todo el protagonismo. De gesto severo y reacciones serias y perspicaces, va emergiendo como esa figura que, pese a levantar suspicacias, sabe como manejar la situación y darle el enfoque preciso.

Conociendo ya la nave Nostromo y su tripulación al completo, el conflicto se desarrolla de un modo viscoso, e incluso los momentos de tensión más acelerada, se suceden con una fría calma que le encoge a uno las mismísimas entrañas. El amerizaje en un planeta desconocido y su posterior inspección, están llevados con un pulso que muy pocos serian capaces de lograr, y hacen de la improvisada visita a esa espeluznante caverna una experiencia irrepetible, que se mueve entre los silencios y sonidos con una maestría innegable, logrando que cada paso de la expedición te haga removerte de inquietud, casi intuyendo que tras el templado sosiego, podría llegar la tormenta en cualquier momento.

Cada cambio de plano, cada introducción a un nuevo espacio, es guiado con uno uso sobrecogedor tanto de sonido como de banda sonora, y es que sin necesidad de estruendo o contundencia, la atmósfera reproducida en base a tonos más o menos leves según esta lo requiera, se erige con una precisión increíble, haciendo de "Alien" una cinta portentosa, en el que estas cualidades salen a relucir como auténticas maestras de la función.


(Finaliza en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El verdadero maestro de la función, sin embargo, ese alienígena que sería otro de los no pocos logros de esta obra maestra, se pasó casi toda la función entre bambalinas. Contando con apenas una docena de planos, sin embargo, el Alien de Ridley Scott consiguió aterrorizar a una generación entera sin apenas aparecer en pantalla, haciendo de cada una de sus apariciones momentos portentosos y para el recuerdo, de esos de los que no es fácil escapar en tus peores pesadillas cuando eres un chaval de apenas medio metro, y de esos que te gustaría conservar por siempre jamás cuando comprendes la inmensidad de una obra como "Alien", porque el calado de unas imágenes que te empapan la retina y te sumergen en un espacio claustrofóbico con apenas un puñado de planos, es algo que no se puede explicar con palabras, que uno debe comprobar con sus propios ojos, y en el que no vale preguntarse como tal conjunción de astros, desde Weaver y un Scott en estado de gloria, hasta Giger o los maravillosos personajes de Hurt y Holm, logró dar vida a una película así, porque en ocasiones, los astros no son suficiente motivo, y en muy pocas de ellas, se consigue ver el parto de una película como "Alien", probablemente la mejor cinta de terror de la historia del cine y, con total merecimiento, un clásico que siempre se preservará en la memoria.
17 de febrero de 2008
186 de 218 usuarios han encontrado esta crítica útil
Silencio, eso es lo que oiríamos en la enorme "Camino a la perdición" de no ser por la colosal y reiterativa (debido al excesivo uso que se hace de ella) banda sonora de Thomas Newman. El silencio que hay entre un padre y un hijo, el primero, uno de esos que llevan el sentimiento por dentro, que se nos advierte como alguien parco en palabras pero no corto en gestos de agradecimiento, y el segundo con la desazón que podría producir el llegar a creer que su padre nunca le dio un trato equitativo junto a su otro hermano. Y ese es el silencio que desentraña una relación dolorosa, emotiva y franca hasta el último segundo, una relación que, de vez en cuando, se va abriendo paso en base a cortos diálogos o cuestiones que surgen de la cabeza de los protagonistas y nos empapan con sus dudas, pensamientos e intenciones, haciendo que al final, uno llegue a comprender que había tras todos esos silencios, esos tiempos muertos de viaje hacía un nuevo destino, de escape, pero de reencuentro con el ser querido, con el único que en ese preciso instante podría insuflarte un poco de vida y desvelarte con un sincero gesto.

Mendes construye así un relato de auténticas emociones donde la venganza sólo está en un primer plano, y se muestra como un mero trámite para alentarnos con esa emotiva relación padre-hijo.
La ambientación y todos los exquisitos aspectos técnicos sólo contribuyen a que creamos que podemos volver a esa era donde los trajes de punta en blanco, los sucios disparos en el más recóndito rincón de Little Italy y los más inesperados sucesos se podían cerner sobre nosotros, sólo que retratado aquí con un sosiego muy distinto, pero con una sobriedad y un estilo patentes que impregnan cada edificio, cada gota de lluvia y cada minuto de modo impecable.

La destreza del director norteamericano contribuye a hacer de "Camino a la perdición" una sublime delicia para todo aquel que se quiera dejar llevar de nuevo por cine negro soberbiamente culminado, alcanzando su cúspide en un par de secuencias durante su tramo final y dejando al espectador en un halo de magnificencia y sorpresa por ver tales momentos perpetrados con ese monumental pulso.
Apariciones en el elenco como la de Newman y su increíble presencia, Baker o Craig son sólo una nota más para que la segunda cinta de Mendes se erija como un auténtico ejemplo de cine ejecutado con tacto, instinto y talento, mucho talento.
Observar las contadas pero secas y cortantes apariciones de un Jude Law en estado de gracia, la pertinente forma de Hanks para palpar cada gesto y cada palabra, traduciéndolos en su personaje con mesura, pero gran intencionalidad y las abarrotadas calles de la gran ciudad en pleno hervor supone otro de los tantos alicientes para no perderse esta grandiosa joya del cine de gángsters. A la altura de pocos.
Hipnótica de principio a fin y arrebatadora durante su largo pero cautivador trayecto, con su última propuesta Fincher desgrana una historia de sentimientos puros y vivaces.
En ella, hay más belleza oculta de la que tantas otras muestran en el despliegue de decorados pomposos y postales recargadas. Su arranque es espléndido, espectacular, en él el espectador se introduce en una historia tan extraña, extravagante, pero con una naturalidad pasmosa y digna de elogio, porque no podría caber en la mente de nadie vivir una experiencia tan asombrosa como la que nos cuenta "El curioso caso de Benjamin Button", pero hay tan pocos atavíos en ella, tan pocas florituras, que uno no puede más que fundir su propia retina en el celuloide y disfrutar. Disfrutar porque en su primera hora y media están los minutos de cine más palpitantes que servidor haya podido degustar en mucho tiempo, porque se roza la excelencia con una facilidad pasmosa, y los personajes entran y salen de la pantalla con un mimo asombroso, el mimo con el que les deposita ahí un auténtico maestro, que sabe abrir cada recoveco del corazón de Benjamin Button al espectador con simples y magistrales cuestiones lanzadas casi sin quererlo, que forman parte de una voz en off casi imperceptible, donde los detalles resultan imprescindibles, y cada uno de ellos nos muestra una pequeña lección sobre eso a lo que llamamos vida. Sobre la amistad, sobre el aprendizaje, sobre la muerte... da igual cual sea el tema, puesto que en él no sólo están implícitas las experiencias de Benjamin Button, lo están las de cada uno de nosotros, que nos sentimos implicados, y las vivimos, como si fuesen propias, habiéndolo sido incluso, y es que su historia no difiere tanto de las nuestras propias.

En "El curioso caso de Benjamin Button" abrimos el corazón a un espectáculo magistral y bellísimo donde cada minuto, cada segundo, está cuidado al detalle, donde los aspectos técnicos están trazados con una precisión milimétrica, una precisión de relojero.
Sin embargo, y por milimétrica que sea, no hay nada milimetrado en esta película, debido a que la historia de ese fascinante ser es expuesta con una sencillez aplastante... de ella, cada cual sacará sus conclusiones, unos extraerán cosas de aquí, otros de allí, pero lo milimetrado y lo artificial sólo se halla en su técnica, ya que su historia, sus personajes, sus diálogos, etc... sobrevuelvan un mundo distinto y poseen una franqueza aplastante. Puesto que cada acción no requiere una conclusión en forma de palabras, ya que cada decisión tomada no requiere un frío análisis, sólo un cálido regazo en el que desenvolverse en la mente de cada espectador, y aquí Fincher lo consigue, con creces.


(Termina en el Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En una ocasión leí que cuando no sabes en que momento te puede hacer llorar o reír una película, tiene su mérito, y yo añadiría que también tiene su magia. En "El curioso caso de Benjamin Button" sucede eso, y como esa pequeña sentencia quedó grabada en mi mente, ésta es una de esas películas que, paulatinamente, con un pulso y eclosión increíbles, va macerando y va logrando abrirse hueco ahí, como una más, como esas leyendas que algún día nos contaron y permanecen todavía en nuestra mente, Benjamin Button ya ha pasado a ser inmortal, como su creador, como su cine, como esos pequeños detalles que te dejan embelesado y enamorado de un mundo del que nunca desearías salir pero que, como la cuenta atrás de ese reloj situado en la estación, termina, y te deja envuelto en un halo de soberbias sensaciones del que es muy difícil salir, y en el que es facilísimo entrar. Ojalá yo jamás hubiese salido de él, de ese pequeño halo, de esa pequeña gran historia.. que ya siempre permanecerá eterna, en mi interior.
7 de octubre de 2008
177 de 210 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sus diálogos resultan, en ocasiones, curiosos, pero no brillantes.
Sus personajes tienen ese punto macarra tan Ritchie, pero no el carisma de, por ejemplo, Boris el navaja.
Su voz en off es bastante funcional, pero no tiene ni la pericia narrativa ni el tremendo estilo de la del tartaja Alan.
Sus situaciones se desenmarañan con soltura, pero no poseen la potencia y garra "Lock & Stock"
Sus imágenes son compactas y directas, pero nunca llegan a la conjunción de momentos tan magníficamente diseñados de "Snatch".

Y es que no mirar al pasado es muy difícil, te llames Guy Ritchie, o te llames Danny Boyle. Pese a ello, siempre será mejor disfrutar del presente, y ese presente es "Rocknrolla"
En ella, el nuevo y esperado trabajo del tipo que confabulo dos obras de arte en pleno auge de las islas británicas, se inicia un periplo donde nada es lo que parece y vuelven esas marañas en las que todo termina en una unión de carácteres demasiado grandes como para ser olvidados.

Quizá sus primeros minutos, debido a esa voz en off mencionada anteriormente, puedan resultar desangelados, también es posible que tarde algo en arrancar y que busque tanto enredo que se pierda un poco por el camino, pero lo cierto es que cuando "Rocknrolla" arranca definitivamente, el público calla, disfruta y sonríe.
Porque, pese a carecer, en cierto modo, de dinamismo durante sus primeros cuarenta minutos, y no tener unos personajes tan increíbles como los que antaño trazaba el cineasta inglés, al final se destapa el tarro de las emociones y entre golpes, bofetadas, algún que otro taco y el tremendo talante de algunos de sus protagonistas, funciona la mar de bien.

Así que, con su conclusión, uno sólo agradece haber disfrutado de otra hazaña que, puede que no sea cien por cien Ritchie, puede que le falte algo de sal, pero resulta tan bien trenzada, tan bien llevada y tan bien concluida, que no se le pueden andar buscando los tres pies al gato teniendo en cuenta los thrillers con los que nos topamos hoy en día. Porque prefiero ver a Butler aquí haciendo el macarra, antes que otras cien macarradas con las que nos bombardean en los USA, porque prefiero ver como en el cine de este genio al que ablandó Madonna se recurren a diálogos no tan rotundos, a oír mil estúpidas frases recitadas por el colega palero de turno de Mark Wahlberg, porque, en definitiva, y aunque le haya costado, Guy Ritchie ha vuelto en cierto modo.
Y si esta ha de ser la generación MTV, bienvenida sea, porque me quedo antes con ella que con DeNiro y Pacino haciendo el memo en su último bodrio subvencionado por los grandes estudios.
8 de noviembre de 2007
182 de 226 usuarios han encontrado esta crítica útil
Porque así es como se cuece "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford", a fuego lento, como en el viejo oeste y, aunque a más de uno le parezca que no, es uno de esos films que requieren reposo, que necesitan cocerse a fuego lento, ir destapando sus entrañas y desvelando cada uno de los rasgos de sus personajes, si no con lentitud, si con pulcro detalle.

Más de uno se quejará de que la película es lenta o aburrida, a mi no me lo ha parecido para nada, es más, pues el segundo largo de Dominik, si de algo peca sería de poseer alguna que otra secuencia sobrante, pero no sobrante porque resbale y desequilibre el peso de la cinta, sino porque redunda en aspectos que momentos antes el neozelandés había destapado de modo fenomenal, sugiriendo, y lo explicita todo de una forma que no termina de cuadrar bien, visto lo visto anteriormente.

Lo que si hace con una genialidad fascinante Dominik, es recurrir a una historia donde parecía que el peso de un enfrentamiento entre dos personalidades de lo más dispares no podía ir a más, sacándole un jugo impresionante, y hablándonos de sus personajes a corazón abierto, de sus miedos, de sus frustraciones, de sus ansias por crecer en distintos ámbitos y descubrirse como algo que siempre han querido ser, pero finalmente han descubierto como banal.

Para ello, todo está servido de una voz en off nada gratuita, que nos hace partícipes de muchísimos detalles que no podrían ser captados a simple vista, de una fotografía excepcional donde los perfectos encajes y las distintas gammas median un fabuloso trabajo y de una labor artística impecable, así como una banda sonora que resulta imprescindible en el conjunto.

La primera parte de la historia, se limita a contárnoslo todo con pelos y señales, sin obviar ni un sólo detalle y dejando cada cosa en su lugar, sin embargo, es durante ciertos tramos, cuando una brutal tensión, un golpe árido y seco, nos deja ensimismados con todo lo que transcurre en la pantalla, nos aturde con ese relato que contemplamos, palpitantes, pese a saber cual es el punto al que llegará todo, y por ello es un gran trabajo, el trabajo de un artesano.

Añadir la brillante, estratosférica, increible y sublime interpretación de Cassey Affleck no hace más que sumarle enteros, porque desgrana ese personaje inocente, miedoso, inquieto y nos transporta a su interior con una pericia que muchos quisieran, con esa sonrisa nerviosa, con esa intranquilidad en sus ojos, consiguiendo que ni siquiera un también enorme Pitt logre eclipsar el alma de un film cuyo verdadero motor es Robert Ford. Un cobarde, un osado, un intranquilo, quien sabe, véanlo ustedes mismos y juzguen, pero véanlo ya, por favor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo único que me ha parecido innecesario, como comentaba, es el hecho de que, tras mostrarnos Dominik cual es el camino que tomó Robert Ford después de asesinar a Jesse James, donde esos instantes exhalan desprecio y agravios contra nuestro protagonista, se empeñe en recalcar lo mismo con diálogos entre Robert y una muchacha, palabras que habían quedado en el aire, que habían impregnado el clima de la obra anteriormente, y que no necesitaban salir de la boca de un personaje para ser verdaderamente entendibles.

Otra cosa más, Jesse James en el preciso momento que deja las armas en el sofá y se dispone a colocar el cuadro, sabe cual será su destino, sabe que está destinado a caer a manos de un chaval que un día le admiró pero que, al mostrarse como alguien cercano, en ese preciso momento le teme, y acepta su destino como otro más. De hecho, el reflejo que observa Jesse antes de ser tiroteado por Robert en el cuadro, no es más que un reflejo de esa situación, de como él lo acata sin poner trabas, de como deja que todo siga su cauce y nos muestra esa relación que fue de la admiración y el respeto al pavor más visceral, hasta terminar como una tragedia desgarradora, que se te pega, que te deja impertérrito por mostrar una vez más cuan traidoras pueden llegar a ser las emociones, y lo imperfecta que es esa máquina llamada ser humano.
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