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Críticas 402
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
22 de mayo de 2013
37 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director tiene muy clara la película y planificó cada una de las nítidas escenas, acertando en los planos durante todo el metraje, un tremendo mérito, y rematando con un final que sorprende por su honestidad, renunciando siempre al sentimentalismo y sometiendo a Paulina García a un trabajo conmovedor que desborda la pantalla durante exquisitos 110 minutos. Los encuadres son notables, sobre todo en las escenas sociales, manejando con fluidez la complicidad entre los personajes secundarios, donde casi ninguno tiene nombre, porque Gloria es artífice principal de su vida, que bordea los 60 años, y Lelio se enfoca cien por ciento en el punto de vista de su personaje, lo trata con cariño, con una humanidad que permite el lucimiento de la actriz.

Hay un espesor narrativo interesante en el guión, que podría pasar desapercibido durante el tiempo indefinido en que transcurren los eventos en la vida de Gloria luego de conocer a Rodolfo Fernández, un hombre de su misma edad, en una picada bailable para adultos. Hay un doble discurso, un tanto maniqueísta, que corre paralelo entre las peripecias de Gloria. Por un lado, ella percibe la realidad como si fuera una adolescente, acaso la primera vez que la besaran y la primera vez que le leen un poema (horrible), encontrando fantástico todo lo que provenga de su nueva pareja. Es notable la lírica de las canciones elegidas por el director para interpretar lo que siente Gloria por dentro. Cada vez que se sube al auto, cree ser “…libre, libre…” como Paloma San Basilio, la cantante. Sin embargo, Lelio escoge una canción de Massiel, otra cantante, cuyo título “Eres” nos da cuenta de la otra faceta que encarna Gloria, una mujer adulta, madura, que no renuncia a su rol de madre, pero que a su vez se permite disfrutar de la vida luego de haber criado a sus hijos. Esta dicotomía es súper interesante, estamos en presencia de una niña-mujer que se siente sola y busca compañía en los lugares menos adecuados para encontrar cariño: la picada cumbianchera, el casino de Viña, y una discoteca con música alienante. Recurre a la marihuana para no escuchar los ruidos del vecino ni a sí misma. De alguna manera no quiere madurar, y se nos muestra como un ser vacío que debe recurrir a la parafernalia juvenil para sentirse viva.

Rodolfo Fernández es un pelotudo redomado. Cualquier hombre que se precie de tal ha hecho sufrir a su mujer mucho más que este sujeto, no dando explicaciones tan pelotudas a cada uno de sus actos, brindándole a la pareja momentos más memorables y siempre compartiendo una sonrisa, y jamás sintiendo esa culpa que le impide siquiera perdonarse a sí mismo.

En suma, Gloria busca en lugares equivocados, y encuentra a los hombres equivocados, una y otra vez, sin embargo, su actitud ante la vida, aunque vacía, posee un piloto automático que la hace despertarse en la playa luego de una tremenda borrachera, y volver al hotel a intentar recomponer el curso para nada normal de los acontecimientos.

La lúcida escena de la peluquería rearma su temple, al punto de articular una venganza contra Rodolfo que la termina haciendo reír de buena gana, debido a que Gloria le gusta disfrutar de la vida a su manera, disfuncional, que la transporta casi sin darse cuenta a una fiesta de matrimonio, bailando sola, porque es mejor estar sola que mal acompañada.

Gloria es una mujer valiente que se siente y seguirá cada vez más sola con esa filosofía de vida: “…la verdad y la mentira se llaman Gloriaaa…”

La película está cruzada de un patetismo delicioso que no se cómo se encarga de dar alguna esperanza al espectador.

Frase para el bronce: “Las redes sociales (Facebook, Twitter) son como una revolución más espiritual” (reí de veras).
29 de junio de 2016
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se agradece que un director alemán, con capitales europeos, se haya interesado en llevar a la pantalla grande la espeluznante descripción de torturas y abusos cometidos dentro de Colonia Dignidad durante la dictadura del general Pinochet. Esas buenas intenciones van aparejadas de un respetable presupuesto de catorce millones de dólares y un elenco de actores de renombre internacional. Hay una adecuada continuidad de imágenes para introducir el contexto histórico, pero lamentablemente los diálogos no están a la altura de lo que requería una historia de este calibre. Los parlamentos resultan demasiado explicativos y el director renuncia a las elipsis y a una progresión más ágil de la narración. Emma Watson no da la talla para el papel principal, como tampoco están a la altura Daniel Brühl (Niki Lauda en “Rush” de Ron Howard) y Michael Nygvist (protagonista de la saga Millenium). Hay planos desafortunados del actor sueco en el rol de Paul Schäfer y su personaje resulta estereotipado. El jerarca de Colonia Dignidad no infunde miedo ni respeto, responsabilidad directa de una deficiente dirección de actores. El director renuncia al lenguaje gestual y las tres interpretaciones no adquieren el espesor necesario. Quizás lo que más defrauda es que lo acontecido en ese centro de tortura se perciba menos importante que la huida de la pareja protagónica, convirtiendo a la cinta en una típica cinta de escape, retratada con un nivel de emoción muy superficial donde se echan de menos flashbacks o alternancias de planos. En resumen, la cinta subvalora la real dimensión de ese lugar dentro de la dictadura chilena. Será mejor recibida por el espectador extranjero.
19 de diciembre de 2016
32 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
TRAIN TO BUSAN (2016)
Dirigida por Yeon Sang-ho

Los mercados asiáticos se desploman y un corredor de bolsa vende todas sus acciones. No le interesan las empresas ni sus eventuales responsabilidades. Su hija está de cumpleaños y debe llevarla a la ciudad de Busan para que visite a su ex esposa. La estación de partida supone un descanso, también la explicación moral de una nueva amenaza global. Los travellings dan cuenta del origen de un viaje, resumen del estado actual de la humanidad. La amenaza zombie recién infecta el tren en el minuto quince. Personajes arquetípicos (excelente casting) dan cuenta de unos seres humanos egoístas sólo interesados en salvar sus pellejos. El viaje simboliza la conversión del padre y cierta esperanza de futuro. Los zombies invaden los vagones y el director matiza diálogos humorísticos, escenas violentas y momentos emotivos protagonizados por la hija del broker, termómetro emocional de la cinta. Hay clímax sucesivos, el espectador cree que el infierno ha pasado, pero lo peor del ser humano sigue dándole metraje a esta película muy bien filmada. El origen del caos provino de una empresa de biotecnología, pero la sociedad de mercado no se hace cargo, simplemente se deshace de los papeles bursátiles para salvaguardarse de las pérdidas. Película muy sintonizada en su crítica social con «La noche de los muertos vivientes» (1968) de George Romero, pero el surcoreano Yeon Sang-ho le imprime una velocidad asfixiante a este viaje sin retornos.
26 de noviembre de 2013
44 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces me sorprende la opinión de algunos críticos que aventuran comparaciones de algunos clásicos, de ciencia ficción en este caso, con películas correctamente filmadas que no aportan nada nuevo, con tal de pretender una mirada vanguardista.

Es el caso de esta segunda entrega de Juegos del Hambre a la que emparentan en calidad con las brillantes "Brazil" (Terry Gilliam; 1985) o "Blade Runner" (Ridley Scott; 1982), cuyos guiones dieron origen a nuevas vertientes del género, situándolas en cierta posición crítica ante el futuro, pero con una mirada adulta que daba un peso justo a lo secundario.

Personalmente, la primera entrega me pareció muy sugerente al contraponer el poder totalitario canalizado en forma equilibrada con la sugestión de las masas. La segunda entrega, en cambio, sin el relato que le da coherencia a la primera parte, queda huérfana y se transforma en un reality extremo.

En esta secuela aparecen más personajes que confabulan contra la revolución en ciernes, pero la película es sumamente predecible y, sobre todo, muy pretenciosa al mostrar extensas pruebas de adolescentes que ocupan la mayor parte del metraje. Estas peripecias son aburridísimas, y hacia el final, se abre la posibilidad de una tercera entrega.

En resumen, lo secundario y desechable se come al sustento narrativo adulto.
2 de octubre de 2019
35 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera escena, el director nos muestra a la protagonista portando un lanzallamas. Enfocada enigmáticamente, contrastando su silueta a una noche improbable. ¿Será una extremista? ¿Una justiciera? Pablo Larraín nos impone su personaje ficticio, acaso utilizando el lanzallamas como metáfora de la personalidad de Ema. La película nos irá envolviendo en un viaje sensorial y al avanzar el metraje nos vamos dando cuenta de que más que una metáfora, el sentido del lanzallamas es más literal. Ema tiene fuego en las venas y la magnífica interpretación de Mariana Di Girolamo nos acompañará durante cien minutos de recorrido.

Larraín logra darle un relato coherente a la pulsión del día a día enfrentado con desenfreno. No explica a los personajes (más bien oscuros) pero intuye que sus intenciones son válidas.

En 2018, Gaspar Noé nos invitó a un baile distinto, de anécdota absurda. Perseguía que la sensualidad de unos movimientos nos llevara a vulnerar los límites. Seductoras imágenes, pero ahí donde Noé hacía convulsionar entre verdaderos zombis, Larraín nos encierra en un viaje perturbador, donde rescata el alma de los personajes que orbitan en la periferia de la sociedad.

Si no observamos la película con apertura, las decisiones de Ema nos parecerán grotescas y el personaje del hijo adoptado (casi no emite palabra) nos mirará con ojos de reproche por permitir que Ema lo haya involucrado en esta familia demencial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ema es bailarina y la primera performance es representada frente a la imagen de un sol abrasador. Hay algo tribal y visceral en la danza. Por sus venas corre fuego y la danza (su lenguaje) le da proyección mientras arrasa con todo a su paso. Ema no sólo prende fuego a las laderas de los cerros de Valparaíso, enciende todo lo que la rodea, las demás personas se convierten en víctimas de su conducta desbocada.

Al comienzo de la cinta se insinúa que el transitar de Ema corre por derroteros infructuosos. Si el espectador se compadeciera de que tuvo que devolver a un hijo adoptado, pronto caería en el influjo de Ema, su danza manipuladora va siempre un paso adelante. Su vehemencia por ningún motivo puede ser vista como una debilidad. Ema pareciera ser una nihilista sin trazos de futuro, pero no os engañéis, su danza tiene algo de macabro. No tiene reparos morales para alcanzar sus objetivos.

Pareciera que carece de instinto maternal, pero lo suyo es más fuerte. No va a abandonar a su hijo inmigrante, le buscará una familia, o lo que ella entiende por familia. Ema seduce y engaña a los nuevos padres adoptivos, por separado establece relaciones sexuales para engendrar a un hermano para ese hijo. Aníbal y Raquel serán padres cariñosos y Ema aportará fuego en una familia de dos madres y dos padres.

Descubre en el reggaetón un mundo tribal sin ataduras, su danza tampoco debe tener límites. Larraín logra darle un relato coherente a la pulsión del día a día enfrentado con desenfreno. No explica a los personajes (más bien oscuros) pero intuye que sus intenciones son válidas. Es otro lenguaje, la danza es corporal y más visceral.
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