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Críticas ordenadas por utilidad
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5,6
11.268
6
5 de noviembre de 2007
5 de noviembre de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cuarta parte de la saga zombie de Romero revive en el espectador melancólico el recuerdo de las dos primeras, las más vitales y poderosas. La primera por la amenaza totalizadora, el enclaustramiento y el final más desesperanzado de la serie en el que uno podía sentir los ganchos carniceros clavados en el costillar, como una res, como un cadáver. La segunda por ser la más risible, con la inercia y la inepcia de los "apestosos" que, siguiendo unos patrones de conducta residuales, revisitan el centro comercial por haber sido un lugar importante en sus vidas. El desorden y el patetismo de esos cadáveres erráticos tratando de recuperar las rutinas de sus vidas perdidas es uno de los grandes aciertos de la saga. Los espejos cóncavos en los que podemos vernos a nosotros mismos, deformados y grotescos. No queramos ver grandes discursos contra el capitalismo, contra la sociedad de clases o la marginación. Basta con la parodia que iguala en su estupidez a los vivos y a los muertos, hasta el punto completamente insano, en la tercera parte, en el que se debate si reeducarlos e incluso si comérselos. Otro de los méritos de la segunda parte que echo en falta era la bizarría de los protagonistas. La progresiva demencia de Roger (el poli blanco) o la estoica y taciturna figura de Peter (el poli negro) quizá no ganaran nuestra simpatía, pero podían transmitirnos la insania de ese mundo apocalíptico y, en el momento en que no podemos ampararnos detrás de una figura paterna y protectora, la fatal inseguridad de esos personajes. Esa inseguridad puede conducir a una actitud gamberra, desquiciada y cada vez más imprudente como la de Roger o también a la desesperación y a la amenaza del suicidio que planea sobre el antihéroe, que en las películas de Romero, en una nueva inversión de los roles de poder paralela a la de los muertos y los vivos, es siempre un negro. Esta cuarta parte he podido verla con complacencia y sin la inseguridad de las dos primeras. No conserva la desesperación de la primera como tampoco las humoradas o la planificación bizarra de los protagonistas de la segunda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A recordar sólo un detalle de un comienzo que sí merece la pena: la ocurrencia de "enviar unas flores al cementerio" que es como llaman a los fuegos de artificio con cuyo estallido dejan temporalmente embobados a los zombies. Si los racimos y las coronas de flores ocupan un lugar destacado en el culto a los muertos, con estas "flores celestes" se trata de sofocarlos, de detener a los, así llamados, "caminantes". El guionista estaba en buena forma cuando escribio lo que sigue:
-Envia unas flores al cementerio.
-"Flores al cementerio", ¿por qué las llamas así? No lo entiendo. Esas flores no son de las que crecen en el suelo, son flores aéreas, suben hasta el cielo.
-Por eso te aprecio, porque sigues creyendo en el cielo.
Acto seguido otro personaje afirma "Parece que dios ha dejado el teléfono descolgado". El significado de esos fuegos de artificio interrogando a un dios que permanece ausente podría ser una cita de un cine de autor inteligente y existencial del que preferiblemente no daremos nombres para evitar el agravio comparativo. En cualquier caso se trata de una cita aislada y sin continuidad. Lo que esperemos sí la tenga es el cine de zombies de Romero que aun en sus peores momentos resulta sugerente.
-Envia unas flores al cementerio.
-"Flores al cementerio", ¿por qué las llamas así? No lo entiendo. Esas flores no son de las que crecen en el suelo, son flores aéreas, suben hasta el cielo.
-Por eso te aprecio, porque sigues creyendo en el cielo.
Acto seguido otro personaje afirma "Parece que dios ha dejado el teléfono descolgado". El significado de esos fuegos de artificio interrogando a un dios que permanece ausente podría ser una cita de un cine de autor inteligente y existencial del que preferiblemente no daremos nombres para evitar el agravio comparativo. En cualquier caso se trata de una cita aislada y sin continuidad. Lo que esperemos sí la tenga es el cine de zombies de Romero que aun en sus peores momentos resulta sugerente.
8
6 de enero de 2008
6 de enero de 2008
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los pasajeros supervivientes del vuelo 815 de Oceanic, perdidos los referentes de su vida anterior y en un terreno extraño y hostil, encarnan el mito del renacimiento. Expelidos del confortable entorno uterino del avión de pasajeros lo único que puede importar es la designación de un líder, alguien fuerte y voluntarioso capaz de dar amparo y protección, de hacer frente a las amenazas desconocidas y de dirigir a la prole dispersa como un padre a su progenie. El bebé recién nacido de Claire es, en este sentido, un espejo de la vulnerabilidad y el desamparo del grupo.
Si en el primer capítulo parece deducirse de su absoluto protagonismo el liderazgo de Jack Sephard, pronto el misterioso Locke rivalizará en la asunción de la paternidad del grupo y en la distinción de héroe. Claro está que del otro lado, del lado de los desamparados, quedan personajes como Charlie Pace, una ex estrella del rock dubitativo y drogodependiente, o como Boone, el débil protector de su hermanastra de la que está secretamente enamorado, personajes que pronto se constituyen en meros apéndices de los voluntariosos Jack y Locke.
Uno tras otro los presuntos líderes fallaran al grupo, caerán como ídolos de barro para levantarse de nuevo perdida su estatura heroica, relegados a su condición de desamparados. Una culpa originaria, un pecado adanita acosa a todos los personajes, sobre todo a los que parecen destinados a encabezar el grupo. La isla devuelve el pasado a sus habitantes, las arenas de la playa terminan por descubrir aquello que se entierra en ellas, del agua emergen los ahogados y el espesor de la selva oculta los más atroces y cervales monstruos del inconsciente.
Si en el primer capítulo parece deducirse de su absoluto protagonismo el liderazgo de Jack Sephard, pronto el misterioso Locke rivalizará en la asunción de la paternidad del grupo y en la distinción de héroe. Claro está que del otro lado, del lado de los desamparados, quedan personajes como Charlie Pace, una ex estrella del rock dubitativo y drogodependiente, o como Boone, el débil protector de su hermanastra de la que está secretamente enamorado, personajes que pronto se constituyen en meros apéndices de los voluntariosos Jack y Locke.
Uno tras otro los presuntos líderes fallaran al grupo, caerán como ídolos de barro para levantarse de nuevo perdida su estatura heroica, relegados a su condición de desamparados. Una culpa originaria, un pecado adanita acosa a todos los personajes, sobre todo a los que parecen destinados a encabezar el grupo. La isla devuelve el pasado a sus habitantes, las arenas de la playa terminan por descubrir aquello que se entierra en ellas, del agua emergen los ahogados y el espesor de la selva oculta los más atroces y cervales monstruos del inconsciente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Jack, el médico, el apolíneo dador de vida, afrontará la presencia fantasmática de su padre aparecido de entre las palmas, el padre suicida cuya ausencia resquebrajara su firmeza. Jack como su padre una y otra vez será incapaz de salvar la vida de los otros. Por otra parte, los votos hueros que pronunciara en su matrimonio fallido le descubren como un personaje que jura en falso, falaz y desprovisto de palabra, una máscara trágica de héroe atravesado por la duda.
En cuanto a John Locke, el experto cazador se encuentra unido a su padre hasta las entrañas, por así decirlo, después de que éste se la jugara de manera artera y le abandonara a su suerte. Tras el accidente aéreo, Locke recupera milagrosamente la movilidad en sus piernas paralizadas. Por ello, sus móviles son los del fanático que por una suerte favorable se cree capaz de los mayores empeños, de redimir a los demás y de obrar milagros con la sola fuerza de su voluntad como un nuevo Jesucristo. Tiene una fe inquebrantable en el destino y en una suerte de plan universal que da sentido a su vida y a la permanencia en la isla. Apenas he visto la primera temporada y algunos capítulos de la segunda, pero me atrevería a decir que el desengaño de Locke, cuando éste tenga lugar, podría ser un hito en la serie.
El otro presunto líder es el travieso Sawyer. Su progresiva integración en el grupo, así como el revelador momento en el que el bebé de Claire deja de llorar al escuchar la Voz del Padre, apuntaban en ese sentido. Sin embargo, la culpa de la desaparición de Walt recaerá en Sawyer (y no en su padre Michael, otro padre putativo de una larga lista) que a esas alturas es el padre designado y el que recibe el disparo en el momento de la desaparición del niño.
¿Será posible que Hugo pueda también optar al liderazgo? Su apellido "Reyes" podría dejar campo abierto a esta posibilidad. De cualquier modo, lo que es seguro es que si "Lost" es una obra de nuestro tiempo, ningún personaje será capaz de redimir al resto, de dirigir al grupo o de encontrar el camino de vuelta. El regreso es imposible. Locke jamás encontrará la llave a la cerradura. Cuando parece haberlo conseguido, con el descubrimiento de la fortaleza subterránea, como un regreso al útero en el que encuentra un inquilino instalado confortablemente, es para de repente ser expulsado al mundo en un nuevo rompimiento de aguas. Por ello es incierto creer que puedan ser despejadas las dudas, aplacados los temores o desentrañado un pretendido sentido oculto. El Nuevo Mundo de la isla no revelará jamás su secreto y los robinsones no podrán ser encontrados.
En cuanto a John Locke, el experto cazador se encuentra unido a su padre hasta las entrañas, por así decirlo, después de que éste se la jugara de manera artera y le abandonara a su suerte. Tras el accidente aéreo, Locke recupera milagrosamente la movilidad en sus piernas paralizadas. Por ello, sus móviles son los del fanático que por una suerte favorable se cree capaz de los mayores empeños, de redimir a los demás y de obrar milagros con la sola fuerza de su voluntad como un nuevo Jesucristo. Tiene una fe inquebrantable en el destino y en una suerte de plan universal que da sentido a su vida y a la permanencia en la isla. Apenas he visto la primera temporada y algunos capítulos de la segunda, pero me atrevería a decir que el desengaño de Locke, cuando éste tenga lugar, podría ser un hito en la serie.
El otro presunto líder es el travieso Sawyer. Su progresiva integración en el grupo, así como el revelador momento en el que el bebé de Claire deja de llorar al escuchar la Voz del Padre, apuntaban en ese sentido. Sin embargo, la culpa de la desaparición de Walt recaerá en Sawyer (y no en su padre Michael, otro padre putativo de una larga lista) que a esas alturas es el padre designado y el que recibe el disparo en el momento de la desaparición del niño.
¿Será posible que Hugo pueda también optar al liderazgo? Su apellido "Reyes" podría dejar campo abierto a esta posibilidad. De cualquier modo, lo que es seguro es que si "Lost" es una obra de nuestro tiempo, ningún personaje será capaz de redimir al resto, de dirigir al grupo o de encontrar el camino de vuelta. El regreso es imposible. Locke jamás encontrará la llave a la cerradura. Cuando parece haberlo conseguido, con el descubrimiento de la fortaleza subterránea, como un regreso al útero en el que encuentra un inquilino instalado confortablemente, es para de repente ser expulsado al mundo en un nuevo rompimiento de aguas. Por ello es incierto creer que puedan ser despejadas las dudas, aplacados los temores o desentrañado un pretendido sentido oculto. El Nuevo Mundo de la isla no revelará jamás su secreto y los robinsones no podrán ser encontrados.
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