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7,2
17.008
9
9 de abril de 2006
9 de abril de 2006
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho más esta venganza que la de Oldboy. Quizá sea por lo hipnóticas que resultan todas las imágenes, el extraño pero a la vez creíble comportamiento de todos los personajes, la forma en que el director( cosa muy común entre los cineastas orientales) es capaz de transmitir cosas sin mediar palabra, los escasos pero astutamente logrados efectos gore, el guión serio que a la vez te hace sonreír y la forma en que se destrozan algunos estereotipos como por ejemplo el del empresario sin sentimientos al que sólo le interesa el dinero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pero sin duda alguna lo más magistral de todo es que al final todos consiguen su venganza sin excepción alguna. Un argumento genial y bien aplicado, en definitiva, una obra de arte.
10
4 de noviembre de 2012
4 de noviembre de 2012
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente lo que menos importa en este filme es que sea una copia kitsch de Batman.
Te acabas olvidando del personaje ante la sucesión de imágenes y escenas que te descolocan cuando aparecen los niños, posiblemente los más repelentes de toda la historia de la animación.
Todo en esta película es horroroso.
Desde el sonido, el montaje, al diseño artístico, los dibujos, la música que nunca pega ni en cola en ningún momento, el guión, la animación, etc.
Te acabas olvidando del personaje ante la sucesión de imágenes y escenas que te descolocan cuando aparecen los niños, posiblemente los más repelentes de toda la historia de la animación.
Todo en esta película es horroroso.
Desde el sonido, el montaje, al diseño artístico, los dibujos, la música que nunca pega ni en cola en ningún momento, el guión, la animación, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tiene momentos cumbre como:
-Nuestro hijo ha roto unos cristales.
-ja, ja, ja. ¡Tienes que dejarle! Yo lo hacía a su edad.
O:
-Por favor, no corráis tan rápido... ¡Estoy muy gordo!
O:
-¡Golden Bat! ¡Me quitaste la mitad de mi bigote! ¡Me vengaré!
¿Por qué el gato puede hablar y luego no vuelve a aparecer en toda la película?
¿Por qué aparece rapado el chico de las gafas cuando muere su madre? O lo que es mejor: ¿Por qué pasa de tener una enfermedad mortal a curarse por ver a Golden Bat?
¿Por qué el guaperas tiene tanta afición a las “caras raras”?
¿Por qué el perro en algunos planos lleva guantes de boxeo y en otros no?
Y así durante todo el filme.
Y es que, esta película, pese a que pueda parecer una broma, iba dirigida a un público infantil amplio (El hecho de que se doblase al español y se distribuyese a nivel internacional lo demuestra). Vamos, que me encanta porque no se hizo mal a propósito. Salió así... porque... porque... a saber qué sustancias consumían sus creativos en aquel momento.
Y eso sin entrar en el tufillo gay que desprende todo el filme, que tengo mis dudas sobre si es a propósito o no.
Vamos, es el 'Plan 9 del espacio exterior' del cine de animación.
Vale la pena verla, aunque sólo sea por ver la surrealista pelea entre Golden Bat y Black Star al final.
Le pongo un 10 porque, aun queriendo, es difícil que una película te salga tan mal. Es todo un clásico del kitsch, del cine cutre.
-Nuestro hijo ha roto unos cristales.
-ja, ja, ja. ¡Tienes que dejarle! Yo lo hacía a su edad.
O:
-Por favor, no corráis tan rápido... ¡Estoy muy gordo!
O:
-¡Golden Bat! ¡Me quitaste la mitad de mi bigote! ¡Me vengaré!
¿Por qué el gato puede hablar y luego no vuelve a aparecer en toda la película?
¿Por qué aparece rapado el chico de las gafas cuando muere su madre? O lo que es mejor: ¿Por qué pasa de tener una enfermedad mortal a curarse por ver a Golden Bat?
¿Por qué el guaperas tiene tanta afición a las “caras raras”?
¿Por qué el perro en algunos planos lleva guantes de boxeo y en otros no?
Y así durante todo el filme.
Y es que, esta película, pese a que pueda parecer una broma, iba dirigida a un público infantil amplio (El hecho de que se doblase al español y se distribuyese a nivel internacional lo demuestra). Vamos, que me encanta porque no se hizo mal a propósito. Salió así... porque... porque... a saber qué sustancias consumían sus creativos en aquel momento.
Y eso sin entrar en el tufillo gay que desprende todo el filme, que tengo mis dudas sobre si es a propósito o no.
Vamos, es el 'Plan 9 del espacio exterior' del cine de animación.
Vale la pena verla, aunque sólo sea por ver la surrealista pelea entre Golden Bat y Black Star al final.
Le pongo un 10 porque, aun queriendo, es difícil que una película te salga tan mal. Es todo un clásico del kitsch, del cine cutre.
11 de junio de 2005
11 de junio de 2005
43 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo creo que esta película arrastra todos los fallos de los episodios I y II:
1.-George Lucas es un mal director
2.-Intenta tener un argumento más o menos complejo que al final queda vacío y un poco cursi. Hay una cosa que no entiendo, si el director no quería profundizar demasiado en ciertas cuestiones filosóficas o referentes al argumento para darle un resultado más comercial ¿por qué directamente no prescindió de ellas? El acabado en este aspecto es tan mediocre que provoca carcajadas.
3.- Hayden tiene de Darth Vader lo que Heidi tiene de Lobezno.
4.- Los combates con sable láser son horribles, se nota muchísimo que es pura coreografía. Prefiero mil veces los antiguos, al menos son más “Realistas”
5.- El ritmo de la película es penoso, propio de un director novel.
Y ya centrándonos en esta película los mayores fallos que yo he encontrado son...
1.-La batalla del principio en ningún momento da la sensación de batalla.
2.- El conde, que en episodio II parecía tener una importancia suprema, en ésta entrega muere prontísimo para darle protagonismo a un cyborg-alien que estornuda y se ahoga. Alucinante...
3.- Hayden no tiene cara de malo. Lo siento, pero para mí este tío jamás será Darth Vader. Cuando intenta hacerse el malote da pena.
4.- ¿Es que nadie se da cuenta de que la princesa está preñada? Dice que se lo tiene que ocultar al senado pero... ¿Cómo es posible? Esa barriga no sale a base de beber cerveza y comer pizza.
5.- ¿Cómo es posible que nadie notase que Palpatine era el Lord Sith? ¿Los Jedis no se supone que notan esas cosas? ¿Cómo no van a sentir al sith supremo? Me parece muy acertada la comparación que ha hecho alguien anteriormente de Palpatine con Clark Kent.
6.- Los diálogos son de preescolar.
7.- Palpatine en algunas escenas parece sacado de una peli serie Z
Y hay muchísimos más que paso de nombrar porque no vale la pena. Sabiendo que el listón de la saga estaba muy alto se lo podría haber currado un poco más la verdad...
1.-George Lucas es un mal director
2.-Intenta tener un argumento más o menos complejo que al final queda vacío y un poco cursi. Hay una cosa que no entiendo, si el director no quería profundizar demasiado en ciertas cuestiones filosóficas o referentes al argumento para darle un resultado más comercial ¿por qué directamente no prescindió de ellas? El acabado en este aspecto es tan mediocre que provoca carcajadas.
3.- Hayden tiene de Darth Vader lo que Heidi tiene de Lobezno.
4.- Los combates con sable láser son horribles, se nota muchísimo que es pura coreografía. Prefiero mil veces los antiguos, al menos son más “Realistas”
5.- El ritmo de la película es penoso, propio de un director novel.
Y ya centrándonos en esta película los mayores fallos que yo he encontrado son...
1.-La batalla del principio en ningún momento da la sensación de batalla.
2.- El conde, que en episodio II parecía tener una importancia suprema, en ésta entrega muere prontísimo para darle protagonismo a un cyborg-alien que estornuda y se ahoga. Alucinante...
3.- Hayden no tiene cara de malo. Lo siento, pero para mí este tío jamás será Darth Vader. Cuando intenta hacerse el malote da pena.
4.- ¿Es que nadie se da cuenta de que la princesa está preñada? Dice que se lo tiene que ocultar al senado pero... ¿Cómo es posible? Esa barriga no sale a base de beber cerveza y comer pizza.
5.- ¿Cómo es posible que nadie notase que Palpatine era el Lord Sith? ¿Los Jedis no se supone que notan esas cosas? ¿Cómo no van a sentir al sith supremo? Me parece muy acertada la comparación que ha hecho alguien anteriormente de Palpatine con Clark Kent.
6.- Los diálogos son de preescolar.
7.- Palpatine en algunas escenas parece sacado de una peli serie Z
Y hay muchísimos más que paso de nombrar porque no vale la pena. Sabiendo que el listón de la saga estaba muy alto se lo podría haber currado un poco más la verdad...
6
26 de agosto de 2016
26 de agosto de 2016
21 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un genial artículo para una web bastante famosa, Javier Meléndez Martín hablaba sobre cómo el capitalismo permite y promociona la rebelión, aun yendo contra de sus propios valores, si esto le genera beneficios. El autor se refería a este fenómeno como “disidencia mercantilizada”. Entre otras producciones audiovisuales, ponía como ejemplo a Mr. Robot porque tiene detrás a una de las compañías más poderosas del país, Comcast Comunications, que además de estar metida en rollos de TV es como la “Telefónica” de América.
Y es que yo, mucho antes de leer este artículo y saber quiénes financiaban la serie, ya me olía algo raro. Mientras el cine norteamericano comercial parece estar cada vez más obsesionado con las historias simplonas que sirven como excusa para la pirotecnia CGI, muchas series de este mismo país han sabido crear tramas y personajes complejos que, de alguna manera, recuperan el tipo de historia humanista que desde hace muchos años no interesa demasiado a Hollywood. En estas series de nueva generación hemos podido ver, entre otras muchas cosas, como se atacaba al conservadurismo rancio de las más imaginativas maneras.
Sin embargo, con Mr. Robot tengo la sensación de que toda esta liberación mental y social me la están vendiendo como algo enlatado, de que los productores saben muy bien qué cosas pueden gustar a los adolescentes raritos que no se sienten cómodos con el sistema y qué cosas no. Del mismo modo que hace unas décadas los productores obligaban a los directores y guionistas a insertar escenas de violencia o sexo cada ‘X’ minutos en ciertas pelis de ‘Serie B’, aquí la supuesta rebelión progresista me parece excesivamente metida con calzador.
En ocasiones ni tan siquiera tiene sentido. Por ejemplo, como en este tipo de series hay que meter sí o sí a homosexuales (lo cual, no confundáis, no me molesta en absoluto), o en su defecto a personajes que dudan de su propia orientación sexual, hay un momento donde la chica rubita se lía con otra. Esto es completamente gratuito y además rompe toda la arquitectura de este personaje. Hay otro momento en la segunda temporada en el que la tipa del FBI se pone a tocarse el clit muy a saco. Como vosotros entenderéis (especialmente si sois hombres y heteros), no es algo que incomode a mis ojos. Pero esta escena vuelve a estar completamente fuera de lugar y rompe la estela del papel. Para entendernos: lejos de provocarme como espectador, me genera un poderoso “what the f…”. En plan como si en “El Padrino” de repente apareciese Super Mario persiguiendo una seta gigante.
CONTINÚA EN SPOILERS.
Y es que yo, mucho antes de leer este artículo y saber quiénes financiaban la serie, ya me olía algo raro. Mientras el cine norteamericano comercial parece estar cada vez más obsesionado con las historias simplonas que sirven como excusa para la pirotecnia CGI, muchas series de este mismo país han sabido crear tramas y personajes complejos que, de alguna manera, recuperan el tipo de historia humanista que desde hace muchos años no interesa demasiado a Hollywood. En estas series de nueva generación hemos podido ver, entre otras muchas cosas, como se atacaba al conservadurismo rancio de las más imaginativas maneras.
Sin embargo, con Mr. Robot tengo la sensación de que toda esta liberación mental y social me la están vendiendo como algo enlatado, de que los productores saben muy bien qué cosas pueden gustar a los adolescentes raritos que no se sienten cómodos con el sistema y qué cosas no. Del mismo modo que hace unas décadas los productores obligaban a los directores y guionistas a insertar escenas de violencia o sexo cada ‘X’ minutos en ciertas pelis de ‘Serie B’, aquí la supuesta rebelión progresista me parece excesivamente metida con calzador.
En ocasiones ni tan siquiera tiene sentido. Por ejemplo, como en este tipo de series hay que meter sí o sí a homosexuales (lo cual, no confundáis, no me molesta en absoluto), o en su defecto a personajes que dudan de su propia orientación sexual, hay un momento donde la chica rubita se lía con otra. Esto es completamente gratuito y además rompe toda la arquitectura de este personaje. Hay otro momento en la segunda temporada en el que la tipa del FBI se pone a tocarse el clit muy a saco. Como vosotros entenderéis (especialmente si sois hombres y heteros), no es algo que incomode a mis ojos. Pero esta escena vuelve a estar completamente fuera de lugar y rompe la estela del papel. Para entendernos: lejos de provocarme como espectador, me genera un poderoso “what the f…”. En plan como si en “El Padrino” de repente apareciese Super Mario persiguiendo una seta gigante.
CONTINÚA EN SPOILERS.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Eso sin entrar en abuelas que fuman marihuana (literalmente), en tipos que hackean en plantaciones secretas de esta misma hierba, en tipos con problemas de adaptación social, en “Arcades” para rememorar la nostalgia ochentera y noventera tan de moda actualmente, en tías pseudo-gótico-punks que son profundas y rebeldes, etc. Todo es un inmenso cliché de cosas ‘insurrecto – guays – tengo veintidós años y voy al Viñarock’. Incluso tiene una historia bipolar/amigo imaginario en plan “Fight Club” (a la que en un momento se le rinde un pequeño homenaje). En ocasiones me da la sensación de que es como si a los creativos de los anuncios de “El Corte Inglés” les pusieses a hacer una serie para peña anti-sistema. Es muy grave que, aun estando de acuerdo, no me crea el discurso.
Por el contrario, aunque todo sea menos natural que los actores y guiones de cualquier parida de Mediaset, también tiene cosas positivas. Creo que Rami Malek borda el papel. Hacía tiempo que un actor no me generaba tal sensación de angustia y hasta terror. El rollo del hacking, pese a que todavía es bastante surrealista, no cae en lo ‘normal’ de Hollywood que son animaciones, pruebas extrañas o ataques entre hackers que parecen una partida del ‘Unreal Tournament’. Me molan algunas reflexiones y algunas metáforas informáticas del protagonista. La fotografía y el diseño artístico no están nada mal. Por ejemplo, el austero y decadente piso del personaje principal es un acierto. Etcétera.
Aun así, lo principal es que me entretiene. En ningún momento he bostezado como sí hice visionando otras series como ‘Show me a Hero’ (David Simon. 2015) o ‘Stranger Things’ (Matt Duffer. 2016). Estoy en una etapa de mi vida en la que ‘Constantinople’ de ‘The Residents’ me parece la mejor canción de todos los tiempos y considero a la primera de ‘Cazafantasmas’ como uno de los mejores filmes que se han hecho jamás. Como vosotros comprenderéis, que una serie me entretenga es algo que valoro mucho. Especialmente porque sé que esto es una de las cosas más complicadas a las que tienen que enfrentarse los miembros del equipo de la peli o serie en cuestión. No deja de ser un despropósito pseudo-inflamatorio con tramas absurdas y personajes mal construidos, pero como mínimo me divierte. En serio, eso ya es mucho.
Por el contrario, aunque todo sea menos natural que los actores y guiones de cualquier parida de Mediaset, también tiene cosas positivas. Creo que Rami Malek borda el papel. Hacía tiempo que un actor no me generaba tal sensación de angustia y hasta terror. El rollo del hacking, pese a que todavía es bastante surrealista, no cae en lo ‘normal’ de Hollywood que son animaciones, pruebas extrañas o ataques entre hackers que parecen una partida del ‘Unreal Tournament’. Me molan algunas reflexiones y algunas metáforas informáticas del protagonista. La fotografía y el diseño artístico no están nada mal. Por ejemplo, el austero y decadente piso del personaje principal es un acierto. Etcétera.
Aun así, lo principal es que me entretiene. En ningún momento he bostezado como sí hice visionando otras series como ‘Show me a Hero’ (David Simon. 2015) o ‘Stranger Things’ (Matt Duffer. 2016). Estoy en una etapa de mi vida en la que ‘Constantinople’ de ‘The Residents’ me parece la mejor canción de todos los tiempos y considero a la primera de ‘Cazafantasmas’ como uno de los mejores filmes que se han hecho jamás. Como vosotros comprenderéis, que una serie me entretenga es algo que valoro mucho. Especialmente porque sé que esto es una de las cosas más complicadas a las que tienen que enfrentarse los miembros del equipo de la peli o serie en cuestión. No deja de ser un despropósito pseudo-inflamatorio con tramas absurdas y personajes mal construidos, pero como mínimo me divierte. En serio, eso ya es mucho.
2 de enero de 2019
2 de enero de 2019
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Lo que esconde Silver Lake’ es la mejor película que he visto en mucho tiempo con permiso de la última de Lars Von Trier.
Pertenezco a una generación que al no tener iconos propios ha tenido que tomarlos prestados de las anteriores o incluso convencerse a sí misma de que cualquier gilipollez intrascendente de su infancia posee algún tipo de atractivo, magia o mensaje oculto.
Una generación que veneraba a Kurt Cobain como ‘el músico guay que escuchaba mi primo mayor’ mucho después del hype; que disfrutaba alquilando películas malas de otras décadas en el videoclub de la esquina y que veía a los viejos hippies, rockers y punks como reliquias vivientes de tiempos más interesantes que los suyos a las que había que analizar y espiar.
Una generación que a día de hoy intenta encontrar en las antiguas revistas de Nintendo y en los mapas que regalaban en las cajas de cereales la prueba infalible de su relevancia, esplendor e interés. Y que a través de una nostalgia absurda y en ocasiones fanática intenta justificarse para no ser considerada como ‘perdida’ o ‘aburrida’.
Pero, al final, también se trata de una generación que sabe que pasará al olvido y que no disfrutó de nada
especial más allá de lo bien que pudiera montárselo cada uno. Y que se obligó a creer que ciertos productos envasados y comercializados en masa tenían otras intenciones más allá de las económicas.
De todo esto y más va el último filme de David Robert Mitchell que en clave de thriller surrealista nos propone una profunda y triste reflexión acerca de quienes rondamos los treinta.
Y encima lo hace acompañado de un apartado técnico alucinante que hace su visionado en pantalla grande casi obligatorio.
Pertenezco a una generación que al no tener iconos propios ha tenido que tomarlos prestados de las anteriores o incluso convencerse a sí misma de que cualquier gilipollez intrascendente de su infancia posee algún tipo de atractivo, magia o mensaje oculto.
Una generación que veneraba a Kurt Cobain como ‘el músico guay que escuchaba mi primo mayor’ mucho después del hype; que disfrutaba alquilando películas malas de otras décadas en el videoclub de la esquina y que veía a los viejos hippies, rockers y punks como reliquias vivientes de tiempos más interesantes que los suyos a las que había que analizar y espiar.
Una generación que a día de hoy intenta encontrar en las antiguas revistas de Nintendo y en los mapas que regalaban en las cajas de cereales la prueba infalible de su relevancia, esplendor e interés. Y que a través de una nostalgia absurda y en ocasiones fanática intenta justificarse para no ser considerada como ‘perdida’ o ‘aburrida’.
Pero, al final, también se trata de una generación que sabe que pasará al olvido y que no disfrutó de nada
especial más allá de lo bien que pudiera montárselo cada uno. Y que se obligó a creer que ciertos productos envasados y comercializados en masa tenían otras intenciones más allá de las económicas.
De todo esto y más va el último filme de David Robert Mitchell que en clave de thriller surrealista nos propone una profunda y triste reflexión acerca de quienes rondamos los treinta.
Y encima lo hace acompañado de un apartado técnico alucinante que hace su visionado en pantalla grande casi obligatorio.
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