Acostumbrados como estamos a ver la facción más radical, conservadora y retrógrada de los musulmanes que suelen retratar los yankis en el cine, una película como The Taqwacores resulta un bálsamo tan acertado como necesario. Otros largos como Five Minarets in New York muestran el amor implícito en el Islam, para quien quiera hallarlo. The Taqwacores retrata su lado más rebelde. La convivencia de punks, straight edges y gente ajena a ese mundo en una casa okupa como cualquiera que podamos encontrarnos en una gran ciudad. Ver a musulmanes yendo a orar a la mezquita con sudaderas de Youth Of Today o Alternative Tentacles; rezando de cara a la Meca, frente a una pared llena de pósters de Have Heart o In My Eyes; o una chica enfundada en un burka lleno de parches punks mientras habla sobre la masturbación, francamente no tiene precio. Esta película muestra que todo es posible y que no están reñidas las creencias religiosas, sean de la índole que sean, con la libertad de pensamiento, espíritu y actuación. Porque Dios, Ala o como se le quiera llamar... no nos puso el sexo tan al alcance de la mano como para no dar rienda suelta al romance. Divertida, fresca, original y muy amena.

El talento del buen cine consiste en que empatices con los protagonistas, por muy despreciables que sean. En este caso te apetece que fracase desde el primer momento. No llegas a empatizar nunca con él. Tampoco con el horrible retrato que hace de la India, aunque queda claro que su objetivo es hacer una crítica del capitalismo brutal del país que asola el país. El mensaje de que el mal sistemático engendra más mal también queda claro, pero al final de la película ésta te deja un poso de amargura. Es, básicamente, un producto desagradable bien producido, pero con un desarrollo de los personajes muy plano, un guión justito y unas interpretaciones simplemente correctas.