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Críticas ordenadas por utilidad
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6,0
5.390
7
26 de septiembre de 2022
26 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sería un ejercicio interesante ver una película como 'Saint Maud' con una persona devota. A mí me da la sensación de que es una historia con moraleja sobre una muchacha que usa su recién descubierto despertar espiritual para evadirse de sus traumas pasados con resultados nefastos. Pero quizás alguien religioso lo vería con otros ojos y considerarían la cruzada personal de Maud como algo legítimo y digno de respeto. No lo sé, los cristianos son gente particular.
Como película, el debut de Rose Glass encaja dentro de este molde de películas de terror británicas en las que una joven desciende progresivamente en una espiral de locura mediante la dedicación obsesiva a un estilo de vida. Un ejemplo más reciente sería 'Censor', de Prano Bailey-Bond. Ambas películas también tienen en común una interpretación central sobresaliente de una actriz joven y poco conocida.
Morfydd Clark es gran parte de lo que hace destacar 'Saint Maud', que a pesar de ser una propuesta interesante en el terreno del terror contemporáneo, tiene ciertos elementos que pueden pasarse por alto al tratarse de un debut. A nivel de experiencia cinematográfica carece de sutilidad, tanto a nivel temático como a nivel visual, incluso en cuanto al uso del sonido y la música. Si estás acostumbrado a este tipo de cine, sabes cuando están por llegar ciertos momentos o si las imágenes corresponden a la ficción interna del personaje o su realidad. Aún así, tengo que darle mérito a Glass con la incursión de ese plano final.
'Saint Maud' es una película de terror de apenas 80 minutos que no se sale mucho del guion a pesar de aportar otro ángulo y nuevas temáticas al género. Es un buen comienzo a lo que puede ser una filmografía a tener en cuenta, así que atentos a lo que hará Rose Glass en el futuro.
Como película, el debut de Rose Glass encaja dentro de este molde de películas de terror británicas en las que una joven desciende progresivamente en una espiral de locura mediante la dedicación obsesiva a un estilo de vida. Un ejemplo más reciente sería 'Censor', de Prano Bailey-Bond. Ambas películas también tienen en común una interpretación central sobresaliente de una actriz joven y poco conocida.
Morfydd Clark es gran parte de lo que hace destacar 'Saint Maud', que a pesar de ser una propuesta interesante en el terreno del terror contemporáneo, tiene ciertos elementos que pueden pasarse por alto al tratarse de un debut. A nivel de experiencia cinematográfica carece de sutilidad, tanto a nivel temático como a nivel visual, incluso en cuanto al uso del sonido y la música. Si estás acostumbrado a este tipo de cine, sabes cuando están por llegar ciertos momentos o si las imágenes corresponden a la ficción interna del personaje o su realidad. Aún así, tengo que darle mérito a Glass con la incursión de ese plano final.
'Saint Maud' es una película de terror de apenas 80 minutos que no se sale mucho del guion a pesar de aportar otro ángulo y nuevas temáticas al género. Es un buen comienzo a lo que puede ser una filmografía a tener en cuenta, así que atentos a lo que hará Rose Glass en el futuro.
Miniserie

6,7
2.641
8
26 de septiembre de 2022
26 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
'La chica del tambor' es una ficción sobre un grupo de espías tejiendo una ficción en un entorno real y peligroso, el que involucra al conflicto palestino-israelí a finales de los 70. Poner en escena esta propuesta concebida por John Le Carré es complicado, pero a la vez es un desafío interesante para un director. Park Chan-wook, uno de los estilistas más notables del cine contemporáneo, se entrega en cuerpo y alma al concepto. No solo eso, sino que se divierte con él dentro de lo posible en una miniserie de este calibre.
El pilar fundamental de la obra son las tres interpretaciones centrales. Lógico cuando la trama principal está basada en la actuación. Florence Pugh tiene madera de estrella y su rol, perfecto para una actriz en ciernes, es ideal para demostrarle al mundo de lo que es capaz. Solo hay que ver los créditos que ha acumulado después de trabajar aquí. La acompañan un comedido Michael Shannon (genial mostacho) y un Alexander Skarsgård que se mueve entre el fuego y el hielo como la canción de la famosa saga de fantasía épica de George R.R. Martin.
Es un reparto a la altura del concepto, y todos visten estupendamente de acuerdo a la moda de los setenta. Sobre todo en los primeros episodios destaca bastante el uso de los colores en la ropa, algo que queda en segundo plano por el avance de la trama a terrenos más oscuros. Es un elemento que resume el gran diseño de producción. Otro aspecto destacable, que también atañe a la dirección, es el gran uso de localizaciones. El director coreano filma siempre aprovechando la geometría del entorno para comunicar visualmente ideas relacionadas con la situación de los personajes. Sí, puede considerarse como algo básico, pero no encontramos este tipo de "filmmaking" en otras series.
Lo único de lo que se puede acusar a 'La chica del tambor' es de su "serialitis". Es claramente una serie de prestigio producida principalmente por la BBC, y se nota en la producto final, con sus "cliffhangers" y diálogos constantes. Tiene más mérito que la mayoría, pero no alcanza el nivel de genialidad post-televisiva que es 'Demasiado viejo para morir joven' de Nicolas Winding-Refn.
Tampoco tiene nada nuevo que decir sobre el conflicto palestino-israelí, que casi 45 años después de la época en la que está ambientada la miniserie, sigue cobrándose vidas en un ciclo de violencia que parece no tener fin. La idea más interesante expuesta en la serie es la del terrorismo como espectáculo, porque funciona como yuxtaposición al trabajo de los espías protagonistas, que buscan no llamar la atención sobre sus métodos y objetivos.
'La chica del tambor' es otro ejercicio notable de un Park Chan-wook que disfruta como pocos directores cuando se enfrenta a un material que podríamos etiquetar como encargo. Ahí está su anterior excursión en lengua inglesa, 'Stoker', una película tremendamente infravalorada con ideas visuales y temáticas rara vez exploradas en el cine americano. En esta miniserie, se mueve por las imágenes como pez en el agua y al mismo tiempo deja brillar a los actores. Estilo y sustancia de la mano, a partes iguales.
El pilar fundamental de la obra son las tres interpretaciones centrales. Lógico cuando la trama principal está basada en la actuación. Florence Pugh tiene madera de estrella y su rol, perfecto para una actriz en ciernes, es ideal para demostrarle al mundo de lo que es capaz. Solo hay que ver los créditos que ha acumulado después de trabajar aquí. La acompañan un comedido Michael Shannon (genial mostacho) y un Alexander Skarsgård que se mueve entre el fuego y el hielo como la canción de la famosa saga de fantasía épica de George R.R. Martin.
Es un reparto a la altura del concepto, y todos visten estupendamente de acuerdo a la moda de los setenta. Sobre todo en los primeros episodios destaca bastante el uso de los colores en la ropa, algo que queda en segundo plano por el avance de la trama a terrenos más oscuros. Es un elemento que resume el gran diseño de producción. Otro aspecto destacable, que también atañe a la dirección, es el gran uso de localizaciones. El director coreano filma siempre aprovechando la geometría del entorno para comunicar visualmente ideas relacionadas con la situación de los personajes. Sí, puede considerarse como algo básico, pero no encontramos este tipo de "filmmaking" en otras series.
Lo único de lo que se puede acusar a 'La chica del tambor' es de su "serialitis". Es claramente una serie de prestigio producida principalmente por la BBC, y se nota en la producto final, con sus "cliffhangers" y diálogos constantes. Tiene más mérito que la mayoría, pero no alcanza el nivel de genialidad post-televisiva que es 'Demasiado viejo para morir joven' de Nicolas Winding-Refn.
Tampoco tiene nada nuevo que decir sobre el conflicto palestino-israelí, que casi 45 años después de la época en la que está ambientada la miniserie, sigue cobrándose vidas en un ciclo de violencia que parece no tener fin. La idea más interesante expuesta en la serie es la del terrorismo como espectáculo, porque funciona como yuxtaposición al trabajo de los espías protagonistas, que buscan no llamar la atención sobre sus métodos y objetivos.
'La chica del tambor' es otro ejercicio notable de un Park Chan-wook que disfruta como pocos directores cuando se enfrenta a un material que podríamos etiquetar como encargo. Ahí está su anterior excursión en lengua inglesa, 'Stoker', una película tremendamente infravalorada con ideas visuales y temáticas rara vez exploradas en el cine americano. En esta miniserie, se mueve por las imágenes como pez en el agua y al mismo tiempo deja brillar a los actores. Estilo y sustancia de la mano, a partes iguales.
SerieAnimación

5,5
469
Animación
4
26 de septiembre de 2022
26 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la mayor virtud de una serie con el nombre de 'Blade Runner' es la coreografía de los combates, le has fallado al legado de ese título. Quizás el problema sea de base, una mera consecuencia de convertir a una película de culto en una franquicia multimedia, pero hasta ahora no habíamos dado con un producto que no estuviera a la altura. 'Blade Runner 2049', anticipada y temida a partes iguales, consiguió convencer a la mayoría de escépticos, y el corto de animación dirigido por Shin'ichirō Watanabe dejaba entrever el potencial de 'Blade Runner' en el mundo de la animación.
La creación de un serie de anime basada en la película de Ridley Scott era cuestión de tiempo, pues el film original y su estética cyberpunk causó una gran impresión a un buen número de creadores japoneses. Desde Hideo Kojima y sus videojuegos 'Snatchers' y 'Policenauts', hasta el propio Watanabe y su 'Cowboy Bebop', pasando por los creadores de dos de los films claves de la historia de la animación japonesa, 'Akira' y 'Ghost in the Shell', todos han reconocido su admiración por el film seminal de la ciencia ficción de los 80.
Este era un proyecto que debería haber estado compuesto de un equipo "all-star", tendría que haber sido al anime de ciencia ficción lo que 'Chrono Trigger' fue a los videojuegos de rol japonés. En su lugar, nos encontramos con una producción con buenas intenciones pero fallida de lo que se siente como un equipo B. La estética de la serie ilustra buena parte de los problemas. El problema no es que 'El loto negro' esté animada con CGI, porque parece que por fin los estudios japoneses están adaptándose al medio. De hecho, la animación es de calidad y destaca sobre todo en las coreografías y los entornos. El diseño de los personajes y sus expresiones faciales es lo que lastra a la serie. No puedes producir una serie con animación 3D en 2021 y que la primera comparación que surge a nivel estético sea 'Final Fantasy: La fuerza interior'.
Que la mayor parte de la serie transcurra en escenarios con poca luz parece más una decisión para paliar un problema visual que un homenaje a la estética de la obra original. Cuando estos personajes se mueven a plena luz del día o en habitaciones bien iluminadas se aprecia el alcance de ese problema. Sostener a estos personajes en primer plano es un suicidio estético. Y ojalá ese fuera el único problema, porque en cuanto a historia y personajes, esta serie tampoco va sobrada. Estamos ante una acumulación de tópicos de la ciencia ficción sobre vida artificial que regurgitan los ya explorados en las dos películas. No solo eso, sino que los personajes están sacados de un molde, la mayoría de los diálogos parecen generados por una IA y el desarrollo narrativo no ofrece nada que no se haya visto antes.
Realmente es una pena, porque este proyecto tenía muchísimo potencial. Quizás en un futuro no muy lejano veamos una versión anime que haga justicia a 'Blade Runner'. Justo hace unos días se estrenó el anime 'Cyberpunk 2077: Edgerunners', del que solo leo maravillas y que toma prestado el nombre del videojuego para buscarse su propia identidad. Quizás ese es el camino. De momento, 'El loto negro' quedará como una curiosidad en la historia de la franquicia que más pronto que tarde se disipará de la memoria colectiva como lágrimas en la lluvia.
La creación de un serie de anime basada en la película de Ridley Scott era cuestión de tiempo, pues el film original y su estética cyberpunk causó una gran impresión a un buen número de creadores japoneses. Desde Hideo Kojima y sus videojuegos 'Snatchers' y 'Policenauts', hasta el propio Watanabe y su 'Cowboy Bebop', pasando por los creadores de dos de los films claves de la historia de la animación japonesa, 'Akira' y 'Ghost in the Shell', todos han reconocido su admiración por el film seminal de la ciencia ficción de los 80.
Este era un proyecto que debería haber estado compuesto de un equipo "all-star", tendría que haber sido al anime de ciencia ficción lo que 'Chrono Trigger' fue a los videojuegos de rol japonés. En su lugar, nos encontramos con una producción con buenas intenciones pero fallida de lo que se siente como un equipo B. La estética de la serie ilustra buena parte de los problemas. El problema no es que 'El loto negro' esté animada con CGI, porque parece que por fin los estudios japoneses están adaptándose al medio. De hecho, la animación es de calidad y destaca sobre todo en las coreografías y los entornos. El diseño de los personajes y sus expresiones faciales es lo que lastra a la serie. No puedes producir una serie con animación 3D en 2021 y que la primera comparación que surge a nivel estético sea 'Final Fantasy: La fuerza interior'.
Que la mayor parte de la serie transcurra en escenarios con poca luz parece más una decisión para paliar un problema visual que un homenaje a la estética de la obra original. Cuando estos personajes se mueven a plena luz del día o en habitaciones bien iluminadas se aprecia el alcance de ese problema. Sostener a estos personajes en primer plano es un suicidio estético. Y ojalá ese fuera el único problema, porque en cuanto a historia y personajes, esta serie tampoco va sobrada. Estamos ante una acumulación de tópicos de la ciencia ficción sobre vida artificial que regurgitan los ya explorados en las dos películas. No solo eso, sino que los personajes están sacados de un molde, la mayoría de los diálogos parecen generados por una IA y el desarrollo narrativo no ofrece nada que no se haya visto antes.
Realmente es una pena, porque este proyecto tenía muchísimo potencial. Quizás en un futuro no muy lejano veamos una versión anime que haga justicia a 'Blade Runner'. Justo hace unos días se estrenó el anime 'Cyberpunk 2077: Edgerunners', del que solo leo maravillas y que toma prestado el nombre del videojuego para buscarse su propia identidad. Quizás ese es el camino. De momento, 'El loto negro' quedará como una curiosidad en la historia de la franquicia que más pronto que tarde se disipará de la memoria colectiva como lágrimas en la lluvia.
Mediometraje

6,1
4.831
4
8 de octubre de 2022
8 de octubre de 2022
27 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Marvel quiera vender a su público que sus últimas producciones son una novedad estilística no es nada nuevo. Disney no va a declarar públicamente que todas las películas de su universo cinematográfico de superhéroes siguen la misma estructura y que es difícil distinguir una película de otra. Cuando hacen algo parecido, como la famosa “fórmula Pixar”, lo hacen porque da prestigio a la marca y porque, a un nivel superficial, no parece que ‘Los increíbles’ y ‘Luca’ tengan muchos aspectos en común. En cambio, las películas del MCU siempre han luchado por encontrar una visión propia. ¿Recuerdan cuando nos vendían ‘Thor’ como un drama shakespeariano porque la dirigía Kenneth Branagh? Ejemplos hay unos cuantos, pero eso no impide que los fans acérrimos del la marca defiendan que ‘Capitán América: El soldado de invierno’ es un thriller de espías muy influenciado por el cine de los 70, o que ‘Doctor Strange en el universo de la locura’ es un film de autor de Sam Raimi.
Justo a tiempo para Halloween tenemos otro producto que hará las delicias de estos fanáticos de la franquicia audiovisual más popular de la actualidad que, no contentos con disfrutar de que sus películas y series dominen la conversación cultural, buscan la validación constante del resto de la cinefilia para justificar su amor por Marvel. Están de suerte, porque en ‘La maldición del Hombre Lobo’ podrán señalar aspectos concretos, como que es en blanco y negro o que es “el homenaje al cine clásico de monstruos” del MCU. Esa frase entrecomillada la he leído en cada comentario sobre un mediometraje/especial que no sabía que existía hasta hace una semana. Cuando leo comentarios de ese tipo en plataformas como Letterboxd o FilmAffinity, me gusta explorar a esos usuarios, y la mayoría de veces me topo con gente que no ha visto ninguna película anterior a 1970. Este es el tipo de espectador que se deja convencer fácilmente solo porque la imagen está pasada por un filtro en blanco y negro y los créditos iniciales imitan a los de Universal en los años 30.
Siendo justos, es verdad que ‘La maldición del Hombre Lobo’ es un homenaje a películas como ‘Drácula’ o ‘Frankenstein’, pero solo al nivel superficial más básico. El motivo es claro: no pueden alienar a sus fans, pero sí les pueden ofrecer elementos fáciles de reconocer por cualquiera que tenga una mínima educación audiovisual. Existen series de animación para niños que viven de hacer homenajes de este tipo y lo hacen de forma mucho más efectiva que Marvel. Muchos de los espectadores alucinados por una propuesta tan original (tanto que se basa en unas películas que rozan el siglo de antigüedad) hayan captado las referencias gracias a esas series que veían de niños que parodiaban las películas de monstruos de Universal, por lo que en realidad están viendo un homenaje a un homenaje. Yo desde luego no recuerdo elaboradas escenas de acción coreografiada en ‘El hombre lobo’. Tampoco que el uso de la música sea tan constante en ‘Frankenstein’.
El caso de este especial me recuerda al del videojuego ‘Ghost of Tsushima’, que incluye una opción para que la imagen sea en blanco y negro. La intención es hacer sentir al jugador que está en una película clásica de samuráis, y es una intención noble, el problema es que esta opción se llama “modo Kurosawa”. Pasó algo similar con el más reciente ‘Trek to Yomi’, cuyos desarrolladores buscaban replicar la experiencia de los “chambara” de Akira Kurosawa. ¿Es que no existe ningún samurái en la pantalla que no sea encarnado por Toshiro Mifune? ¿No pueden llevarse mérito también directores como Masaki Kobayashi o actores como Tatsuya Nakadai? Aparentemente no, porque estos estudios, ambos occidentales, solo quieren vender una experiencia a su público en base a una idea romántica, igual que Marvel.
Ojalá el único problema de ‘La maldición del Hombre Lobo’ fuera su intento fallido de replicar la atmósfera de un film clásico de monstruos, porque el especial tiene poco a lo que agarrarse en términos de concepto, temas o personajes. Gael García Bernal está correcto, como debería ser cuando hablamos de un actor de su calibre, y en la historia de la heredera destronada se aplica la ley del mínimo esfuerzo para sacarla adelante. La revelación del auténtico monstruo (la otra revelación está servida desde el mismo título) está bien ejecutada, y tiene potencial para convertirse en una nueva mascota de Disney al estilo de Groot o Grogu. El debut a la dirección del compositor Michael Giacchino no demuestra que tenga ningún talento innato para este trabajo, aunque puede que sea cuestión del estricto estilo visual de Marvel, que impide que prácticamente todos los directores llamen la atención hacia su labor.
Al menos pasa rápido (no llega a la hora) y por lo general es inofensiva. Pero que nadie se engañe, esto no es ningún experimento. Tampoco lo eran ‘Wandavision’, ‘Shang-Chi’ o ‘Eternals’. No confundamos experimento con producto de laboratorio, porque las películas mencionadas y ‘La maldición del 'Hombre Lobo’ tienen mucho más de lo segundo.
Justo a tiempo para Halloween tenemos otro producto que hará las delicias de estos fanáticos de la franquicia audiovisual más popular de la actualidad que, no contentos con disfrutar de que sus películas y series dominen la conversación cultural, buscan la validación constante del resto de la cinefilia para justificar su amor por Marvel. Están de suerte, porque en ‘La maldición del Hombre Lobo’ podrán señalar aspectos concretos, como que es en blanco y negro o que es “el homenaje al cine clásico de monstruos” del MCU. Esa frase entrecomillada la he leído en cada comentario sobre un mediometraje/especial que no sabía que existía hasta hace una semana. Cuando leo comentarios de ese tipo en plataformas como Letterboxd o FilmAffinity, me gusta explorar a esos usuarios, y la mayoría de veces me topo con gente que no ha visto ninguna película anterior a 1970. Este es el tipo de espectador que se deja convencer fácilmente solo porque la imagen está pasada por un filtro en blanco y negro y los créditos iniciales imitan a los de Universal en los años 30.
Siendo justos, es verdad que ‘La maldición del Hombre Lobo’ es un homenaje a películas como ‘Drácula’ o ‘Frankenstein’, pero solo al nivel superficial más básico. El motivo es claro: no pueden alienar a sus fans, pero sí les pueden ofrecer elementos fáciles de reconocer por cualquiera que tenga una mínima educación audiovisual. Existen series de animación para niños que viven de hacer homenajes de este tipo y lo hacen de forma mucho más efectiva que Marvel. Muchos de los espectadores alucinados por una propuesta tan original (tanto que se basa en unas películas que rozan el siglo de antigüedad) hayan captado las referencias gracias a esas series que veían de niños que parodiaban las películas de monstruos de Universal, por lo que en realidad están viendo un homenaje a un homenaje. Yo desde luego no recuerdo elaboradas escenas de acción coreografiada en ‘El hombre lobo’. Tampoco que el uso de la música sea tan constante en ‘Frankenstein’.
El caso de este especial me recuerda al del videojuego ‘Ghost of Tsushima’, que incluye una opción para que la imagen sea en blanco y negro. La intención es hacer sentir al jugador que está en una película clásica de samuráis, y es una intención noble, el problema es que esta opción se llama “modo Kurosawa”. Pasó algo similar con el más reciente ‘Trek to Yomi’, cuyos desarrolladores buscaban replicar la experiencia de los “chambara” de Akira Kurosawa. ¿Es que no existe ningún samurái en la pantalla que no sea encarnado por Toshiro Mifune? ¿No pueden llevarse mérito también directores como Masaki Kobayashi o actores como Tatsuya Nakadai? Aparentemente no, porque estos estudios, ambos occidentales, solo quieren vender una experiencia a su público en base a una idea romántica, igual que Marvel.
Ojalá el único problema de ‘La maldición del Hombre Lobo’ fuera su intento fallido de replicar la atmósfera de un film clásico de monstruos, porque el especial tiene poco a lo que agarrarse en términos de concepto, temas o personajes. Gael García Bernal está correcto, como debería ser cuando hablamos de un actor de su calibre, y en la historia de la heredera destronada se aplica la ley del mínimo esfuerzo para sacarla adelante. La revelación del auténtico monstruo (la otra revelación está servida desde el mismo título) está bien ejecutada, y tiene potencial para convertirse en una nueva mascota de Disney al estilo de Groot o Grogu. El debut a la dirección del compositor Michael Giacchino no demuestra que tenga ningún talento innato para este trabajo, aunque puede que sea cuestión del estricto estilo visual de Marvel, que impide que prácticamente todos los directores llamen la atención hacia su labor.
Al menos pasa rápido (no llega a la hora) y por lo general es inofensiva. Pero que nadie se engañe, esto no es ningún experimento. Tampoco lo eran ‘Wandavision’, ‘Shang-Chi’ o ‘Eternals’. No confundamos experimento con producto de laboratorio, porque las películas mencionadas y ‘La maldición del 'Hombre Lobo’ tienen mucho más de lo segundo.
4 de octubre de 2022
4 de octubre de 2022
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El Godard teórico a plena potencia. Siento un gran nivel de admiración hacia esta faceta del director, pero a la vez no son películas que me mantenga pegado a la pantalla. Quizás ese es el problema, que me aproximo a una obra conceptual esperando que me fascinen a un nivel cinematográfico, cuando se tratan de films casi didácticos.
En el caso de 'Comment ça va?', Godard plantea un juego de metalenguaje a raíz de una imagen. Fotográfica, sí, pero al fin y al cabo imagen. El realizador es uno de los grandes teóricos sobre la representación de la imagen y el propio cine, y de hecho una de las citas más utilizadas para definir el medio es suya: "el cine es la realidad a 24 fotogramas por segundo".
El corazón de la película es la disputa sobre lo que representa la susodicha imagen, que un director de periódico comunista quiere usar en su portada. La reflexión central se basa en si la imagen habla por si misma, si hay una necesidad de acompañarla con texto, si realmente captura la realidad o puede tergiversarse. Esta discusión en torno a la imagen se aplica al cine como medio audiovisual. ¿Es necesario explicar el lenguaje audiovisual? ¿No es el cine un lenguaje en si mismo que no necesita replicar otros lenguajes, como el de la novela, para alcanzar su apogeo narrativo y estético?
Son reflexiones interesantes, pero precisamente no van acompañadas del lenguaje audiovisual más envolvente. Tenemos las voces, casi siempre en off, de los personajes, la del propio Godard, o incluso la de la radio, que en los momentos finales nos anuncia que Franco ha muerto. Al parecer, esto se incluyó en el film porque el evento ocurrió durante la filmación, y aunque la película tiene un discurso activamente antifascista, tampoco aporta nada al conjunto. Ni el propio Alain Bergala, uno de los mayores expertos sobre Godard que introduce los films en los DVDs de Intermedio, puede darle un contexto en la obra más allá de señalar que está ahí.
En el caso de 'Comment ça va?', Godard plantea un juego de metalenguaje a raíz de una imagen. Fotográfica, sí, pero al fin y al cabo imagen. El realizador es uno de los grandes teóricos sobre la representación de la imagen y el propio cine, y de hecho una de las citas más utilizadas para definir el medio es suya: "el cine es la realidad a 24 fotogramas por segundo".
El corazón de la película es la disputa sobre lo que representa la susodicha imagen, que un director de periódico comunista quiere usar en su portada. La reflexión central se basa en si la imagen habla por si misma, si hay una necesidad de acompañarla con texto, si realmente captura la realidad o puede tergiversarse. Esta discusión en torno a la imagen se aplica al cine como medio audiovisual. ¿Es necesario explicar el lenguaje audiovisual? ¿No es el cine un lenguaje en si mismo que no necesita replicar otros lenguajes, como el de la novela, para alcanzar su apogeo narrativo y estético?
Son reflexiones interesantes, pero precisamente no van acompañadas del lenguaje audiovisual más envolvente. Tenemos las voces, casi siempre en off, de los personajes, la del propio Godard, o incluso la de la radio, que en los momentos finales nos anuncia que Franco ha muerto. Al parecer, esto se incluyó en el film porque el evento ocurrió durante la filmación, y aunque la película tiene un discurso activamente antifascista, tampoco aporta nada al conjunto. Ni el propio Alain Bergala, uno de los mayores expertos sobre Godard que introduce los films en los DVDs de Intermedio, puede darle un contexto en la obra más allá de señalar que está ahí.
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