La gran belleza. Quizás el gran problema que plantea es el sobre qué trata. Ves el desfile de personalidades pasar mientras los minutos siguen y siguen terminando, y no atinas a encontrar el conflicto que desarrolle la trama. Trabajas intelectualmente cada escena con la intención de dotarlas de sentido, hasta que comienzas a hilar frases
.
- ¿Quién soy yo? Así empezaba una novela de Bretón.
- Y naturalmente en la novela no hay respuesta.

¿Esta conversación está escogida al azar? ¿Alguna de las escenas carece de significado? Por suerte Paolo Sorrentino no nos cuela ningún tipo de información intrascendente. Su inteligente película nos lleva de paseo por los lugares de Roma más reservados, extraordinarios, hermosos, fastuosos, y un sinfín de adjetivos que quizás todavía no hayan sido inventados, desde el punto de vista de Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor y periodista cuyo intelecto libre de prejuicios consigue que obtenga una visión muy objetiva de la fauna que rodea la ciudad, quizás todo ello en un acto de vanidad por su parte. Este sería el marco en que se encuadra la película, todo desde un punto de vista aristocrático, pero seguiría sin responder a la pregunta, que no es otro que averiguar el conflicto sobre el que rueda la película.
Y como ya viene siendo norma general en este tipo de obras tan complejas, suele dársete demasiado aprisa en sus minutos finales. Quizás sea una crítica social, aristocrática, religiosa o política, contada de manera desordenada a través de todos los personajes que va conociendo o conoce nuestro mundano protagonista. Quizás solo sea una radiografía de los estratos sociales que imperan en la majestuosa Roma. O tal vez, una cadena de estampas que nos enseñan la capital italiana desde un punto de vista más profundo. Pero sin duda, la única pregunta que se repite en la película en más de una ocasión es la misma. ¿Por qué no escribes un segundo libro? Jep Gambardella persigue un ideal como inspiración para su siguiente obra, que revela a la Santa, no siendo otro que el título que da nombre a esta película, la gran belleza.

- Buscaba la gran belleza, pero, no la he encontrado.
- Sabe por qué solo como raíces. Porque las raíces son importantes.

Cuando se anunció su estreno en cines me pregunté ¿Porqué Jeff Bridges habrá aceptado este papel? Después de verla, aún sigo haciendome la misma pregunta. He de decir que en su comienzo, obviando sus deficiencias técnicas, que en su mayoría vienen dadas por los sujetos monstruosos de plastilina, me ilusionó la primera escena de acción y su manera de rodarla (sin volver a ver nada especial en la dirección el resto de película), al igual que el personaje de Jeff Bridges; Sobre este último, al principio aprecié un tono de comedia en el que parodiaba sus últimos trabajos y personajes llevados a la pantalla, como si quisiese decirnos que puede bordar otro tipo de papeles. Según transcurría la película la personalidad del mismo se torna en patética y repetitiva, deseando que alguién le incruste un zapato en su poblada boca.
Por otra parte la duración del largometraje no permite un mínimo momento de profundidad ni en la historia ni en sus personajes. Siempre que se plantea un conflicto en algún personaje se termina con gags cómicos, seguidos en su mayoría por una reacción agresiva. Por lo que todo se reduce a un producto de mero entretenimiento de corta duración, con una estructura argumental mil veces vista en el cine.