Aunque Woody Allen sigue hablando de lo de siempre, me parece que en sus dos últimas películas (incluida ésta) hay más materia, más enjundia, que en las anteriores. Eso sí, esta es menos divertida que "Si la Cosa Funciona", y más claramente pesimista. Por otro lado, está muy bien rodada y contada. El mayor defecto, para mi gusto, lo caricaturesco y reiterativo del personaje de la madre. El resto, muy bien pero sin llegar a la maestría de sus mejores películas (como viene siendo habitual).

¿Cómo es posible que con una historia sobre juguetes infantiles se logre tocar tantos géneros de la historia del cine con tal efectividad e incluso capacidad absoluta de homenaje al séptimo arte? ¿Cómo una historia de muñecos puede pasar por el más puro estilo de género carcelario, por ejemplo? No se trata de las habituales parodias al cine que suele haber dentro de las películas cómicas de animación; hablo de género carcelario en sí mismo (al igual que se pasa por la aventura, por la épica, por la nostalgia, etc.) Y, sobre todo, ¿cómo puede ser capaz de transmitir tantísima ternura una película de dibujos animados sobre niños, adolescentes y juguetes? ¿Cómo puede tocar la fibra sensible de cualquiera sin ser sentimentaloide, simplemente recordándonos, a quienes ya dejamos de ser niños, lo que supuso tal paso? Si quieres quedarte sin ser capaz de responderte a estas preguntas, no te pierdas Toy Story 3.

Creo que la única razón por la que esta segunda parte de "El Señor de los Anillos" tiene peor opinión (en general) que las otras dos es que no tiene principio ni fin, cosa estructuralmente inevitable, como es obvio. Pero si se ve la trilogía como la película unitaria que es en realidad, ninguna parte, incluída ésta, desmerece al resto. Cosa por otro lado lógica si, como es sabido, las tres fueron rodadas simultáneamente como un único film.

Por lo demás, es un espectáculo visual y de acción sin precedentes, y que no pierde el halo místico o espiritual que destila toda la trilogía, así como los muy loables aspectos artísticos, diluídos en medio de toda la propaganda y el fanatismo friqui que rodeó al proyecto, pero que con el tiempo quedará en el privilegiado lugar que le corresponde.

Impresionante comienzo para una impresionante trilogía, de la que se ha hablado tanto que casi da la sensación de que todo está dicho, cuando en realidad se trata de un film con tantísimo contenido, tantos aspectos, y tantos puntos de vista desde dentro de sí mismo, que nunca llegará a decirse todo. Por supuesto, su éxito comercial y su enorme popularidad llevan a una sensación injusta de sobrevaloración, pero no me cabe la menor duda de que en esto el paso del tiempo la pondrá en un lugar privilegiado en la historia del cine.

"La Comunidad del Anillo" parece la más equilibrada argumentalmente, pero también porque su historia es la más lineal de las tres. En cualquier caso, es una exposición magistral de personajes, lugares y situaciones, y un precioso comienzo que mete de lleno al espectador en la emoción de la historia que va a vivir. Pocas veces me he visto tan perfectamente transportado a una historia, y esta primera parte tiene un mérito fundamental en ello.

En cuanto al director, Peter Jackson ya demostró previamente que era capaz de hacer milagros con bajísimo presupuesto. Aquí se hace cargo de una empresa descomunal en lo técnico, a la que aporta su pasión cinéfila y su amor al libro que trata, logrando un resultado sencillamente mágico: contar una historia mucho más difícil de llevar al cine de lo que muchos creen.

De entrada, es la película que más me ha gustado de Woody Allen desde "Un Final Made In Hollywood" (que ya sé que tampoco tuvo una gran crítica, pero bueno, ese es mi gusto). En definitiva, mejor que las cinco ó seis últimas, pero no tan buena como las de los setenta u ochenta (ni mucho menos), como se ha llegado a decir por ahí. Sí que se nota que el guión es más brillante de lo que solía ofrecer últimamente; se nota que lo encribió en los setenta, por su frescura. Otra cosa es la materialización en pantalla, que no está nada mal, pero es sensiblemente mejorable.

Creo que lo que más me ha incomodado es que el habitual discurso tragicómico de Allen sobre la imposibilidad de alcanzar la felicidad es llevado en esta ocasión a un extremo de sabor demasiado agrio; resulta dificil reirse cuando el planteamiento filosófico del protagonista es tan pesimista. Incluso cuando la intención es cláramente irónica o paródica, ya estás demasiado ofuscado por la reflexión profunda. En los setenta creo que el propio Woody se habría reído mucho más y mejor de la misma historia, y habría logrado que los espectadores también lo hicieran. Y sin embargo, hacia el final de la película van ocurriendo cosas bastante poco creíbles, que chocan con la "seriedad" inicial: Me parece un planteamiento ambiguo. Aun así, me parece que está llena de momentos brillantes, y también algunos muy divertidos.

Por otro lado, con un personaje un poco menos extremo, podría haber sido el propio Woody quien lo interpretara, y creo que yo, personalmente, me habría reído el doble.

En definitiva: menos ambigüedad = más comicidad = mejor funcionamiento. Esa habría sido, creo yo, la fórmula.