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Críticas 97
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Mom (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2013
5,8
3.091
Eddie Gorodetsky (Creador), Chuck Lorre (Creador) ...
7
3 de mayo de 2015
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El jueves pasado se emitió el último episodio de la segunda temporada de la sitcom "Mom", la nueva producción de Chuck Lorre, la mente pensante detrás de otras sitcoms de éxito como "The Big Bang Theory", "Mike & Molly" o "Two and a Half Men" y que ya sabemos desde el pasado 12 de marzo que ha sido renovada a una tercera temporada. La serie cuenta entre su elenco con dos "monstruas" de la comedia; por un lado Anna Faris, que ya tiene el culo pelado en hacernos reír con su participación en la saga de "Scary Movie"; y por otro lado, a Allison Janney, quien triunfó con un papel dramático en "West Wing" (El ala oeste de la Casa Blanca) i brilló con luz propia en un papel secundario en "Masters of Sex", y que ya se ha llevado el Emmy por este papel y una nominación a los Golden Globe. Ambas poseen un tempo perfecto para la comedia, haciendo que ésta no decaiga en ningún momento.

"Mom" no es una sitcom familiar al uso, no estamos hablando de "La tribu de los Brady", "Los problemas crecen" o "Cosas de casa", sino que se encuentra más en la línea de esas sitcoms sobre familias desestructuradas y lejos de ser perfectas, como "Roseanne" o incluso "Los Simpson". "Mom" no cuenta la historia de Christy (Faris) una madre soltera ex-adicta al alcohol, que decide rehacer su vida trabajando en un restaurante donde tiene que servir bebidas alcohólicas frecuentemente y nada más y nada menos que en Napa Valley, una región de Estados Unidos conocida principalmente por su producción de vino, un sitio ideal para dejar de beber. Pero las complicaciones no terminan ahí, Bonnie (Janney), también una ex-alcohólica en recuperación, y con una relaciñon algo tensa con su hija, por circunstancias de la vida tiene que vivir bajo el mismo techo con esta curiosa familia. Y así la comedia está servida...

Ya la intro de la serie es toda una declaración de intenciones. En ella vemos un desfile rápido de fotos con el pasado de Christy - como stripper, alzando una botella de champán dentro de un carrito de compras, e incluso posando para una foto de la policía como detenida. Estas fotos son un fuerte contraste con el retrato que aparece al final de familia ideal, y con la música clásica que las acompaña.Una de las grandes bazas de la seria es la dinámica entre Christy y Bonnie, dos madres que nunca ganarán el galardón de "mamá del año" y si no que se lo pregunten a Violet, una adoelscente que se ha quedado embarazada y a Roscoe, el hijo menor (por supuesto dos hermanos de distinto padre...). La relación entre Christy y Bonnie se basa en elementos fundamentales en toda relación sana entre madre e hija como son la mentira, la trampa y un comportamiento en general de lo más moralmente cuestionable... En el fondo son personajes cargados de buenas intenciones, pero que están tremendamente equivocados sobre cómo enfocar las cosas y eso los convierte en unos personajes aún más atractivos.

Otro punto fuerte de la serie es los tema poco convencionales sobre los que trata, especialmente al tratarse de una sitcom; temas como el alcoholismo, el embarazo adolescente, la falta de vivienda, el cáncer, la infidelidad, la violencia doméstica e incluso la muerte no parecen un plato de buen gusto para una comedia y de ahí que la serie se haya ganado la etiqueta de comedia negra, pero esta combinación la convierten a la vez en una serie divertida y emotiva. Se trata de una sitcom en la que no tiene que resultar extraño que en un momento dado derrames algunas lágrimas y ahí se demuestra una vez más la versatilidad de sus actrices que se encuentran muy bien acompañadas de algunos actores y actrices secundarios que suman calidad: Octavia Spencer, Nate Corddry, Mimi Kennedy, French Stewart o Jaime Pressly. Todo ello la convierte en una sticom irreverente e cínica, a la que vale la pena echarle una ojeada.
22 de diciembre de 2013
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha llegado el momento de hablar de sexo, sí... porque ¿a quién no le gusta hablar de sexo? Temas como si el tamaño importa, el multiorgasmo de la mujer, la masturbación, la homosexualidad, la prostitución... Todas estas cuestiones ya eran tema de conversación en los años 60 y siguen siéndolo hoy en día. Además, si tipos como Lars von Trier son capaces de estrenar una peli como "Nymphomaniac" el día de Navidad (claro que sí, con un par de...), nosotros también podemos echar una canilla al aire y ponernos a hablar de esta maravillosa serie que toma como excusa la ciencia y la sexualidad para hablarnos de otros temas mucho más importantes que atañen a las relaciones interpersonales de ayer, hoy y siempre. La serie analiza, de alguna manera, lo que el comportamiento sexual de las personas nos revela sobre su carácter, sus creencias, sus ideas...

La verdad es que a mí la premisa de la serie no me llamó para nada la atención, pensé que quería aprovecharse del tirón comercial que siempre tiene el sexo, y a la vez aprovechar la nueva moda de regresar a los años 60, gracias al arrollador éxito de la serie "Mad Men". Tanto es así, que comencé a mirar la serie con cierta reticencia, sólo por el hecho de que era un producto con el sello Showtime y porque si colocaban en la parrilla televisiva una serie justo después de "Homeland", algo tenía que tener. Sus dos primeros episodios me dejaron algo frío, pero a partir del tercer episodio ya me enganché completamente, gracias a unas tramas y subtramas escritas y desarrolladas con pulso firme, unos personajes sumamente jugosos y complejos y unas brillantes actuaciones de todos y cada uno de los miembros del elenco.

Está claro que es difícil hacerle sombra a "Mad Men", el año pasado lo intentó "Pan Am" sin demasiado éxito, la verdad es que era bastante bodrio y su subtrama de espionaje no se aguantaba por ninguna parte. Pero en el caso de "Sex", estos tipos engominados, repeinados y bien trajeados y esas mujeres de vidas algo frustradas han tomado una dimensión propia. Aquí ellas, y especialmente Virginia, asumen un protagonismo que pesa exactamente lo mismo que el de sus partenaires masculinos, y pronto nos posicionamos en su punto de vista más que en el del complejo personaje del Dr. Masters. Los personajes femeninos acaban tomando el timón de la serie, convirtiéndose así en las verdaderas maestras del sexo.

William Masters es un personaje muy interesante. Por un lado, abierto de mente para hacer un estudio tan avanzado a su tiempo, pero a la vez con un carácter herméticamente cerrado y sumamente reprimido, que contrasta a la perfección con el de Virginia. Es un personaje aparentemente frío, torturado, que tiene que vivir con una increíble carga: es uno de los especialistas en sexualidad y fertilidad con mayor reconocimiento del país, pero no es capaz de dejar embarazada a su propia esposa, hecho que le sumerge en una profunda frustración y una desoladora tristeza.

La química entre Sheen y Caplan (un URST en toda regla) resulta creíble y absorbente, verlos en pantalla sin mantener relaciones sexuales es casi tan morboso como sería ver cómo lo hacen. Esa mutua admiración y respeto entre ellos, lo que se dicen con los gestos y las miradas, o con palabras que quieren decir mucho más de lo que dicen, resultan de una exquisitez pocas veces vista. Aún recuerdo un maravilloso y sobrecogedor momento, cuando el Dr. Masters, tras haber perdido el hijo que esperaba con su esposa Libby, baja la guardia en su despacho frente a su ayudante Virginia, pidiéndole a ésta que aparte la mirada para poder desmoronarse y estallar a llorar desconsoladamente. Esa escena permanecerá grabada en la retina de mi memoria como uno de los momentos televisivos más grandes de los últimos tiempos.

También hay que destacar otros personajes secundarios que para nada hacen honor a su título, dado que son prácticamente tan interesantes como los principales, con muchos matices, brillantes interpretaciones y sugestivas subtramas que en ningún momento resultan de relleno. Libby Masters (la esposa de William), elegantemente interpretada por Caitlin Fitzgerald, que quizás en manos de otra actriz u otros guionistas hubiera resultado la típica esposa perfecta, mujer-florero, pero que aquí nos enternece con una delicadeza y a la vez una gran personalidad, dispuesta a hacer lo que sea por conseguir lo que quiere. El enigmático jefe de William, Barton Scully (interpretado por Beau Bridges), que oculta un impactante secreto y Margaret Scully, la frustrada esposa de Barton, interpretada por la maravillosa Allison Janney. La escena en la que Margaret va a la oficina del Dr. Masters para ofrecerse a participar en el estudio sobre la sexualidad que está realizando junto a Virginia es brillante. Durante el cuestionario, se le pregunta si ha tenido alguna vez un orgasmo, ya que ese es un requisito imprescindible para entrar en el estudio, a lo que ella responde que no lo sabe. La escena es a la vez cómica y sumamente trágica y Janney, con su expresiva mirada, nos transmite su frustración, su vergüenza, su fragilidad.

Junto con "House of Cards", "Orphan Black" y "Orange Is the New Black" mi estreno favorito del 2013. La serie ha mostrado una gran maestría, poco habitual en una primera temporada, a la hora de dibujarnos a sus personajes. Muchas grandes series como "Six Feet Under", "The Good Wife", "The Sopranos", van ganando con el tiempo, porque ya compartimos un pasado con los personajes, les hemos visto sufrir, reír, sentir, vivir. En este caso, su creadora Michelle Ashford, ha conseguido que establezcamos vínculos afectivos con muchos de sus personajes ya en una primera temporada.

Esperemos que tengamos "Masters of Sex" para rato.

¿Que el SEXO no pare!
20 de marzo de 2015
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie formaba parte de un una especie de trilogía televisiva llamada "Cucumber/Banana/Tofu"; estos tres títulos provienen de un estudio científico sobre la erección masculina que dividió el nivel de dureza de la erección en una escala que consiste en diferentes estados: tofu, plátano pelado, plátano y pepino. "Banana" es una serie corta que se emitía después de "Cucumber", que giraba en torno a algunos de los personajes secundarios que aparecían en "Cucumber" y "Tofu", que se emitía justo después de "Banana", es una serie documental que se centra en algunas actitudes sexuales del siglo XXI desde la perspectiva de gente común.

"Cucumber" se centra en un hombre gay de mediana edad, Henry Best (Vincent Franklin), lidiando con la vida en pareja con su novio con el que lleva nueve años, Lance Sullivan (Cyril Nri). La serie hace una buena disección de la vida en pareja, más allá de la temática gay. Una pareja que se quiere a rabiar, pero entre la que hay cero química sexual, algo más común de lo que pueda parecer. ¿Puede una pareja sobrevivir si el sexo no funciona? ¿Pueden el amor, el cariño, el respeto y la admiración ser suficientes para mantener a dos personas juntas cuando algo tan físico, básico y animal como es el sexo no termina de funcionar? Es una pregunta interesante y de difícil respuesta. La serie no pretende dar respuestas, pero sí que nos muestra la vida de unos gays de cuarentaimuchos, porque los cuarenta son para mucha gente hoy en día los nuevos treinta. Mucha gente sigue sin tener su vida encauzada cuando cruza la temida frontera de los cuarenta.

Hasta el espléndido episodio 1x06, la serie se caracterizó por un tono más bien cómico, lleno de situaciones entre burlescas y patéticas, como cuando una vecina de Henry y Lance, se los encuentran una mañana y le dice a Henry que si puede empezar a masturbarse más lejos de la ventana, que su hijo menor de edad puede verle. Esto se lo dice frente a su pareja, Lance, con el que ya hace tiempo que no mantiene relaciones sexuales... Pero aún así, incluso antes del ya mencionado episodio seis, la seria ya había mostrado pequeños dramas de personajes secundarios, como el amigo de Henry y Lance que les cuenta que su esperma hace un tiempo que tiene un aspecto anaranjado. Las bromas en torno al tema no cesan, hasta que nos es anunciado que al personaje en cuestión le han diagnosticado un cáncer...

La serie nos muestra una realidad muy distinta a la que nos mostró Russell T. Davies en su primera serie de temática gay. Davies regresa a Canal Street, la calle llena de bares y discotecas de ambiente de "Queer As Folk". Pero el ambiente está lejos de ser la zona de cruising de aquel entonces, ahora las App's como Grindr, Tindr , ..., son las que dominan el cotarro y determinan con quien terminarás pasando la noche en la cama... Y sobre todo Davies nos hace un buen análisis de lo que supone el paso del tiempo, hacerse mayor. Como decía antes, ya no se trata de los treintañeros en la flor de la vida de QaF. Ahora con cuarentaitantos, la chispa se ha apagado y espera eternamente volverse a encender...

La serie te hace pasar buenos momentos con su hábil sentido del humor. Muy gracioso el momento en que Lance confiesa a Henry que tiene una cancioncilla grabada en la cabeza y que no logra saber cuál es el título, sólo recuerda que debe ser alguna canción de Eurovisión. Luego le vemos en la ducha y descubrimos que lo que está tarareando es en realidad el "La La La" de Massiel... O cuando aparece una mariliendre de estas que siempre sale por el ambiente con sus amigos gays y que luce una larga melena de color blanco a los que todos tus amig@s llaman Khaalesi...

En principio la serie termina en su episodio 8. Un episodio que cierra de manera bastante convencional todas las tramas, pero no por convencional deja de resultar interesante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todos los episodios comienzan con su protagonista (Henry) comprando en el supermercado, comprando y fijándose en los chicos que hay por los pasillos. Todos los episodios excepto el ya mencionado episodio seis; aquí es Lance el que aparece comprando en el súper, pero eso no es lo más desconcertante, lo más inquietante de ese comienzo de episodio es que tras ver a Lance pasearse por los pasillos como habíamos visto a su compañero sentimental, con el que a esas alturas podríamos decir que ha roto la relación, aparece un rótulo al más puro estilo "Six Feet Under", que nos anuncia su fecha de nacimiento y su fecha de defunción: Lance va a morir en ese episodio... En ese momento, todos nos damos cuenta que ese hasta entonces pepino más bien dulce se va a poner amargo...

Desde que Henry y Lance se habían medio separado, este último había comenzado a sentir algo por un nuevo compañero de trabajo hetero, Daniel. Un hombre atractivo al que en principio no le gustan los hombres, pero al que ciertamente le gusta jugar. ¿Es un gay que todavía no ha salido del armario o se trata de un tipo al que simplemente le gusta gustar, sean hombres o mujeres? A partir del momento que se nos anuncia la fecha de defunción de Lance, nos quedamos engachados a la pantalla observando su historia. Se nos hace un flashback muy bien editado de lo que ha sido su vida durante los últimos 44 años. Así asistimos a su nacimiento, a la repentina muerte de su madre, a la primera charla sobre sexo con su padre, a su primera Playgirl, a su primera habitación de universidad, a su primer disco de "Eurythmics", a su primer beso con una chica, a su primera experiencia gay, a su primer contacto con el Sida...

Este estupendo montaje de imágenes es un recurso a la vez eficaz y cruel. Eficaz porque a través de su rápido editaje vamos asistiendo al paso del tiempo observando cambios como la música, el estilo de la ropa, cómo pasamos de los vinilos, a los CDs y finalmente a la música guardada en el I-Phone. Cómo Lance pasa de ser un jovencito que es el rey de la pista en las discotecas y el centro de atención, a ser un cuarentón al que nadie mira en los clubs, como si fuera un bafle más... Cómo dejas de ponerte tu mejor ropa interior o atender detalles como cortarte las uñas de los pies antes de salir de fiesta, porque ni tan solo contemplas la posibilidad de llevarte a alguien a casa esa noche... Y cruel porque conociendo más al personaje de Lance, nos será mucho más doloroso tener que decirle adiós...

A medida que comienza la "cita" entre Lance y Daniel, te vas dando cuenta de que Lance está entrando en un callejón sin salida, no puedes olvidar el rótulo del comienzo del episodio que te anunciaba su muerte. Tampoco puedes olvidar que en principio estás viendo una comedia y que nada malo debería suceder. La parte ingenua que todos llevamos dentro está deseando que todo se trate de una broma y que finalmente Lance salga de esa "cita" con vida. Pero en un interesante momento del episodio, Lance se acerca a uno de los canales de Canal Street y una mujer de unos cincuentaitantos le dice que se piense realmente si quiere ir con Daniel a su casa. Esa mujer es una de las almas errantes de todos los gays y lesbianas que han muerto en los canales de Canal Street, víctimas de un suicidio por la incomprensión social ante su condición sexual, víctimas de un acto de homofobia o simplemente porque llegó su momento... Decimos adiós a Lance de una manera espeluznante que no revelaré, porque creo que es un verdadero shoch televisivo, que vale la pena vivir en primera persona.

El episodio siguiente tiene una maravillosa escena de Henry, con sus dos amigos Dean y Freddie, atrapados en un coche a causa de una fuerte lluvia. Acaban de asistir al funeral de Lance, por lo que los sentimientos están a flor de piel, especialmente para Henry. El coche se convierte en ese espacio cerrado donde afloran los sentimientos, ese espacio íntimo de confesiones, del que no se puede escapar...
15 de agosto de 2013
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Me llamo Stephanie Harper y esto es Edén, el imperio creado por mi padre. El día en que murió hace 17 años, yo tenía 23 y estaba sola y asustada. Si entonces hubiera sabido la pesadilla que me esperaba, hubiese preferido morir con él". Así daba comienzo esta miniserie australiana de 3 episodios estrenada en 1983.
Stephanie Harper es la mujer más rica de Australia. Decide casarse con un tenista en baja forma (Greg Marsden), que sólo busca su fortuna. Stephanie es más bien feílla..., nadie para de decirle lo preciosa que está y la pobrica está horrenda. La mejor amiga de Stephanie (Jilly Stewart) enseguida se siente atraída por el guapote, a la par que malote de Greg. Así que se celebra una boda de alto copete donde Stephanie lleva un vestido morado (es su tercer matrimonio y tiene dos hijos, se vería feo que fuera de blanco virginal), con una especie de babero con volantillos que le rodea el cuello, el cual no tiene desperdicio, imperdonable incluso para la moda ochentera..., pa tirarla a un río lleno de cocodrilos, vamos...
Stephanie y Greg deciden pasar la luna de miel en Edén, y Greg invita a Jilly a pasar unos días con ellos (claro llevan un tonteo estos dos que no veas...), incluso se encontrarán por los pajares de la gran mansión mientras la buena de Stephanie duerme o monta a caballo, para jincar como conejos. Durante la luna de miel harán cosas típicas de enamorados como cazar cocodrilos... Así un atardecer, Stephanie, Greg y Jilly deciden irse a pasear en barca por el río para ver la puesta de sol. Stephanie lleva una cámara de vídeo de última generación para inmortalizar el momento y justo cuando se pone en pie sobre la barca para captar la preciosidad de la puesta de sol, Greg la empuja, cae sobre las aguas infestadas de cocodrilos, ésta rápidamente es atacada por uno y se hunde en las aguas del río dejándolas teñidas de rojo.
Pero Stephanie sobrevive al ataque del cocodrilo. Un hombre la encuentra inconsciente en la fangosa orilla del río con la cara totalmente desfigurada. El buen hombre la acoje en su cabaña y le cura las heridas de la cara con remedios aborígenes. La pobre Stephanie sufre de amnesia temporal a causa del shock (a una no la debora un cocodrilo todos los días...) y como no recuerda ni cómo se llama, el buen samaritano la rebautiza con el nombre de Tara. Con la cara desfigurada, pero totalmente recuperada y con algún dinerillo que le da el vejete que la cuidó, ni corta ni perezosa se nos va a la típica isla de aguas de color turquesa donde hay la clínica de cirujía estética del prestigioso Dr. Dan Marshall. Entre retoque y retoque surge el amor entre Stephanie y Dan, pero ésta, que poco a poco ha ido recordando lo que sucedió realmente aquel atardecer en el río, decide volver a Sidney para vengarse.
Durante la segunda parte de la historia, asistimos a su transformación de oruga a mariposa. Stephanie decide empezar una nueva vida, con un nuevo nombre (Tara Wells), yo también si decidiera reinventarme a mí mismo, me haría llamar Tara... Superentretenido todo este trozo en que va a la pelu, aprende a usar maquillaje, va de compras, muy rollo "Tu estilo a juicio", muy "Divinity" todo.... Mientras se va de shopping también encuentra el tiempo para espiar a sus hijos y comprobar que están bien, eso sí, de incógnito con un turbante que le cubre el pelo y unas gafas de sol enormes... Y lo mejor de todo: con todo el morro se presenta a la jefa de Vogue y le dice: "Necesito salir en todas las portadas en 6 meses". Así la vemos trabajando de modelo en varios shootings de fotos en un montaje de imágenes de los más ochentero, en plan videoclip de Bonnie Tyler, yo creía que en cualquier momentos saldrían a su alrededor todo de niños vestidos de monaguillos y con los ojos luminosos gritando: Turn around, bright eyes...
Así es como Tara/Stephanie (ahora convertida en una conocida supermodelo) se reencuentra con Greg en un evento social y éste cae prendido a sus pies. En su primera cita Greg le dice a Tara: "Lo primero que me atrajo de ti es que te pareces físicamente a Stephanie, pero ella era el patito feo y tú en cambio eres el cisne en el que ella siempre se quiso convertir". Greg raja de lo lindo de Stephanie frente a Tara, sin saber, claro está, que son la misma persona; incluso llega a decirle: "Era vieja, gorda, aburrida; tenía que estar medio borracho para hacerle el amor..."
El último acto tiene lugar en Edén, donde Stephanie se sacará la mascará ante Greg y Jilly, con trágicas consecuencias para Greg.
La serie tiene un aire muy a lo novela de Danielle Steel, muy de película del canal Cosmopolitan. En ella podemos encontrar frases como "Mírame a los ojos y dime que no me quieres y me iré", y luego entra una música así a lo "Love Story". Me imagino al director en la sala de montaje diciéndole al montador "Ahora, dentro música". Toda ella es superobvia, facilona, muy naïve, pero es precisamente eso lo que la hace tan entretenida, tan culebronesca y por eso engancha.
La serie tuvo su continuación en formato de serie semanal de televisión en 1986, donde volvía a aparecer Rebecca Gilling interpretando a Stephanie Harper, ahora casada desde hace 7 años con el Dr. Dan Marshall, con sus hijos ya creciditos y viviendo en una mansión llamada "El Nuevo Edén". Ahora Stephanie es la jefa de una agencia de moda. La historia comienza cuando Jilly sale de la cárcel, totalmente cambiada, vamos que si está cambiada, como que no era ni la misma actriz, y tampoco se molestaron demasiado en encontrar a alguien que se le pareciera. Ésta pasó a ser una superbitch al más puro estilo de Alexis en "Dinastía". Y aparece un hermano perdido de Greg, que quiere hacer pagar a Stephanie por la muerte de su hermano. Uno de los momentos álgidos de la serie es cuando el hermanito de marras, mientras todos duermen, mete un cocodrilo en la piscina de "El Nuevo Edén" y cuando Stephanie se levanta por la mañana para hacer su sesión de largos matutinos, se lleva un buen susto...
9 de septiembre de 2014
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se pierde a un ser querido, la mayoría de personas tienen la necesidad de ver el cuerpo sin vida del fallecido, ya sea en el tanatorio, ya sea en el hospital donde ha pasado sus últimas horas. Por ese motivo, cuando alguien desaparece, incluso cuando se tiene la certeza de que ha muerto, las autoridades pertinentes deben hacer lo posible para hallar el cadáver, para que los familiares puedan ver con sus propios ojos que esa persona ya se ha ido, que puedan poner un punto y final a esa vida que se ha desvanecido y así puedan comenzar el lento y desolador proceso del duelo. Pero ¿qué pasaría si de manera inexplicable un día el 2% de la población desapareciera de la faz de la Tierra sin que nadie conociera el motivo por el que se han desvanecido, sin saber a dónde han ido, sin saber si están realmente muertos, nada...? ¿Podríamos realmente seguir adelante con el proceso natural del duelo o seguiríamos aferrados de manera infinita a unas vidas que no sabemos si volveremos a tener entre nosotros alguna vez? De alguna manera, este es el dilema moral que plantea "The Leftovers".

Cuando vi el tráiler, pensé que se trataba de una serie de ciencia-ficción, me extrañó tratándose de una producción de la cadena HBO, que no acostumbra a realizar series de este género. A medida que avanzaban los episodios, me di cuenta de que no se trataba de una serie que intentara dar una explicación al fenómeno paranormal de la repentina desaparición del 2% de la población un 14 de octubre, sinó que era como una especie de análisis sociológico de cómo la población que se quedó, los sobrantes (los "leftovers" del título) afrontaban ese hecho inexplicable y eso era lo que resultaba realmente interesante. Como sucede con otras series como "Lost" (donde llegó un momento que poco importaban los fenómenos extraños que se sucedían en la isla, sinó que lo relamente importante era cómo Jack, Kate, Hugo, Sawyer y compañía sobrevivían en una situación extrema como aquella) o incluso en series como "The Walking Dead" donde poco importa saber cómo una enfermedad ha llegado a aniquilar a la mayor parte de la raza humana convirtiéndola en un enjambre de zombies sin consciencia, sinó ver cómo los humanos no contagiados resisten y sobrellevan ese apocalipsis de la humanidad.

La serie nos presenta dos posibles actitudes ante dicho inexplicable fenómeno. Por un lado, están todos aquellos que tres años después de la desaparición de muchos de sus seres queridos (fenómeno bautizado con el nombre de "The Rapture", algo así como el arrebatamiento, porque sus seres queridos han sido repentinamente arrebatados de sus vidas sin ningún tipo de explicación) han decidido seguir con sus vidas, intentar olvidar lo ocurrido, intentar pretender que aquellas personas que han desaparecido jamás han existido, la negación total ante la incomprensión. Y, por otro lado, están los llamados "Guilty Remnant", algo así como los "remanentes de la culpa", un grupo de gente que se niega a aceptar lo ocurrido, que han decidido hacer un voto de silencio total, sólo se comunican lo justo a través de unas libretitas que llevan siempre consigo, que visten de blanco todo el tiempo y que fuman como aunténticos carreteros. Éstos abandonaron sus hogares para vivir juntos en una especie de comunidad, se presentan a los actos públicos y celebraciones para recordar a todo el mundo que celebren lo que celebren ellos no olvidan lo que ocurrió, llegando a entrar en las casas de la gente para robarles fotos de sus seres desaparecidos (el misterio sobre por qué hacen eso, no se resuelve hasta el último episodio de esta primera temporada).

La serie consigue resultar tan inquietante y fascinarnos de tal manera que deja de importarnos el motivo por el que desapareció el 2% de la población, ya sólo queremos ver cómo el 98% restante se la apaña para seguir con sus vidas. Otro episodio que me dejó hipnotizado y totalmente enganchado a la pantalla del televisor fue el episodio nº9 "The Garveys at Their Best" ("Los Garvey en sus mejores momentos"), que muy a lo "Lost" (tiene que notarse que detrás del equipo creativo de la serie se encuentra Damon Lindelof, una de las mentes pensantes que nos mantuvo durante 6 años perdidos en una isla tropical habitada por osos polares, humeantes monstruos de color negro y un tipo de lo más inquietante llamado Ben) nos ofrece un largo flashback donde se nos muestra a todos los personajes, que ya hemos ido conociendo en los ocho episodios anteriores y por los que comenzamos a sentir algo, en los días previos a la "repentina desaparición". Entendemos por fín, por qué Laurie abandona a Kevin, ¿a quién perdieron realmente? ¿por qué Laurie parece no perdonar a Kevin por algo? No responderé a estas preguntas, que tienen alucinantes respuestas, porque quiero que la veáis y porque me he propuesto hacer un post totalmente spoiler free, para que gente que no la ha visto se anime a verla.

Una vez más la HBO apuesta por una obra literaria para crear una nueva serie, como ya hizo con "True Blood" o "Game of Thrones" y sale airosa y con nota del reto de adaptar una novela de éxito con nota. Esperemos que el talentoso equipo creativo de esta primera temporada esté ya trabajando duro y no nos decepcione en la segunda aún sin fecha de estreno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como es habitual en las producciones de la HBO, se trata de una de esas series en las que cuesta entrar, yo no fue hasta el estupendo episodio nº5, titulado "Gladys" que no me di cuenta de la magnitud de los hechos que de manera lenta, gradual, sutil y sin tremendismos ni exageraciones se nos estaban presentando. Fue entonces cuando me di cuenta que se trataba de otra joya de la HBO, que no era sólo una sucedánea de "Lost", sinó una obra independiente que puede dar mucho juego y que si sigue estando bien llevada en su segunda temporada, puede que nos ofrezca grandes momentos, dado que tiene pasajes verdaderamente bien escritos, donde se nota que hay un equipo de guionistas con una mano fuerte, con personalidad y con ideas potentes y brillantes, que no pasarán desapercibidas. Ese episodio contenía unas imágenes realmente desgarradoras y tremendamente bien filmadas, todas ellas tintadas con la maravillosa música de Max Ritcher (conocido ya por sus fantásticos trabajos como compositor en películas como "Shutter Island" o "Vals con Bashir"). Fue entonces cuando supe que se trataba de una de esas series que va ganándote a medida que avanzan.
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