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8
1 de febrero de 2018
1 de febrero de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me pregunté por qué el barroco sevillano fue tan oscuro, siendo Sevilla una ciudad luminosa. Esto siempre me lo planteaba cuando observaba los cuadros de Valdés Leal en el sevillano Hospital de la Caridad. Me refiero a obras tan tétricas como “In Ictu Oculi” y “Finis gloriae mundi” (en un abrir y cerrar de ojos, el final de las glorias del mundo). Esta duda me la ha resuelto la serie de Alberto Rodríguez.
A finales del siglo XVI Sevilla era la ciudad más rica de mundo, eso es cierto, pero el oro que venía de las Américas no se quedaba aquí y terminaba en manos de banqueros centroeuropeos para financiar las guerras de Flandes contra los infieles protestantes. Por esa razón, la riqueza simplemente pasaba por Sevilla, pero jamás se quedaba aquí, ni la chusma que la habitaba se beneficiaba en lo más mínimo de ella. El pueblo vivía en la inmundicia y en la más absoluta miseria, con la esperanza de una vida mejor, bien aquí o allende los mares. Si a ello le sumamos el yugo de la Iglesia católica, con la Inquisición a la cabeza, que en aquel entonces era omnipresente, uno puede entonces comprender que Sevilla no era una ciudad luminosa en absoluto. Era una ciudad sombría, tan tétrica como las pinturas de Valdés Leal.
Para más inri, la serie sitúa la acción en una ciudad enferma por la peste, como reflejo de una enfermedad subyacente más acuciante como lo es la avaricia y el poder. Pero, sobre todo (y como menciona uno de los personajes), enferma de ignorancia. Una ignorancia amparada por la oscuridad de la religión y cuyas nuevas ideas liberales estaban destinadas al fuego de la hoguera. Aún quedaba bastante para que se produjera el amanecer de la Ilustración.
Este es el marco de la Sevilla que se nos muestra en la serie, cuya mugre se puede hasta oler. En cuanto a la ambientación, creo sinceramente que pocas veces se ha conseguido transmitir con tanto acierto la atmósfera de una época histórica determinada. Pareciera que Alberto Rodríguez se hubiera trasladado en una máquina del tiempo para echar una ojeada a la Sevilla de 1597, para volver con una idea precisa de cómo se vivía en aquella época. Y ninguna descripción de un libro de Historia, por muy precisa que sea, es tan poderosa como una imagen a la hora de hacernos entender cómo era la vida cotidiana de los habitantes de la Sevilla del siglo de “Oro”. En este sentido la serie no tiene parangón.
En otro orden de cosas, se agradece que el director sevillano apueste por un elenco netamente andaluz. Sin pretender entra en chauvinismos, creo que estamos ante una generación de actores y actrices formidable. Pero la tan conseguida ambientación de la que hablaba antes no hubiera sido posible sin un equipo técnico excepcional y una banda sonora compuesta por el jerezano Julio de la Rosa que tiene el mérito de realzar la trama y no imponerse a ella. Y eso es verdaderamente difícil. En cuanto al guion, no voy a engañar a nadie. No es una historia fácil. En ocasiones el espectador puede perderse en los vericuetos de intriga que se proponen en este thriller barroco, muy parecidas a las del cine negro. Pero aquellos que quieran tramas fáciles de seguir, que vean entonces El Ministerio del Tiempo.
Decir que esta serie supone una bocanada de aire fresco es un oxímoron. Es una bocanada de aire putrefacto, tanto como el que se debía respirar en aquella época. Alberto Rodríguez se ha atrevido a contar una historia ambientada en un periodo fundamental de nuestro país, que da para mucho pero del que se ha filmado relativamente poco. Pareciera como si el cine español se acomplejara de contar nuestra propia historia. Si el siglo de Oro hubiera sido inglés en vez de español, habría literalmente cientos de películas y series ambientadas en esa época, donde España, para bien o para mal, dominaba un mundo donde no se ponía el Sol.
Crítica publicada en La Réplica: http://lareplica.es/la_peste_serie_putrefacto/
A finales del siglo XVI Sevilla era la ciudad más rica de mundo, eso es cierto, pero el oro que venía de las Américas no se quedaba aquí y terminaba en manos de banqueros centroeuropeos para financiar las guerras de Flandes contra los infieles protestantes. Por esa razón, la riqueza simplemente pasaba por Sevilla, pero jamás se quedaba aquí, ni la chusma que la habitaba se beneficiaba en lo más mínimo de ella. El pueblo vivía en la inmundicia y en la más absoluta miseria, con la esperanza de una vida mejor, bien aquí o allende los mares. Si a ello le sumamos el yugo de la Iglesia católica, con la Inquisición a la cabeza, que en aquel entonces era omnipresente, uno puede entonces comprender que Sevilla no era una ciudad luminosa en absoluto. Era una ciudad sombría, tan tétrica como las pinturas de Valdés Leal.
Para más inri, la serie sitúa la acción en una ciudad enferma por la peste, como reflejo de una enfermedad subyacente más acuciante como lo es la avaricia y el poder. Pero, sobre todo (y como menciona uno de los personajes), enferma de ignorancia. Una ignorancia amparada por la oscuridad de la religión y cuyas nuevas ideas liberales estaban destinadas al fuego de la hoguera. Aún quedaba bastante para que se produjera el amanecer de la Ilustración.
Este es el marco de la Sevilla que se nos muestra en la serie, cuya mugre se puede hasta oler. En cuanto a la ambientación, creo sinceramente que pocas veces se ha conseguido transmitir con tanto acierto la atmósfera de una época histórica determinada. Pareciera que Alberto Rodríguez se hubiera trasladado en una máquina del tiempo para echar una ojeada a la Sevilla de 1597, para volver con una idea precisa de cómo se vivía en aquella época. Y ninguna descripción de un libro de Historia, por muy precisa que sea, es tan poderosa como una imagen a la hora de hacernos entender cómo era la vida cotidiana de los habitantes de la Sevilla del siglo de “Oro”. En este sentido la serie no tiene parangón.
En otro orden de cosas, se agradece que el director sevillano apueste por un elenco netamente andaluz. Sin pretender entra en chauvinismos, creo que estamos ante una generación de actores y actrices formidable. Pero la tan conseguida ambientación de la que hablaba antes no hubiera sido posible sin un equipo técnico excepcional y una banda sonora compuesta por el jerezano Julio de la Rosa que tiene el mérito de realzar la trama y no imponerse a ella. Y eso es verdaderamente difícil. En cuanto al guion, no voy a engañar a nadie. No es una historia fácil. En ocasiones el espectador puede perderse en los vericuetos de intriga que se proponen en este thriller barroco, muy parecidas a las del cine negro. Pero aquellos que quieran tramas fáciles de seguir, que vean entonces El Ministerio del Tiempo.
Decir que esta serie supone una bocanada de aire fresco es un oxímoron. Es una bocanada de aire putrefacto, tanto como el que se debía respirar en aquella época. Alberto Rodríguez se ha atrevido a contar una historia ambientada en un periodo fundamental de nuestro país, que da para mucho pero del que se ha filmado relativamente poco. Pareciera como si el cine español se acomplejara de contar nuestra propia historia. Si el siglo de Oro hubiera sido inglés en vez de español, habría literalmente cientos de películas y series ambientadas en esa época, donde España, para bien o para mal, dominaba un mundo donde no se ponía el Sol.
Crítica publicada en La Réplica: http://lareplica.es/la_peste_serie_putrefacto/
Miniserie

6,6
102
6
12 de diciembre de 2019
12 de diciembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No son muchos los que conocen la que posiblemente sea la primera de las escuelas pictóricas de vanguardia. Antes del impresionismo, el expresionismo o el surrealismo, ya surgió a mediados del siglo XIX en Inglaterra una hermandad de jóvenes pintores que pretendían romper con el academicismo vigente. De corte romántico y simbolista, este grupo fue bautizado como los prerrafaelistas. El nombre con el que se autodenominaron no es casual, ya que pretendían hacer una pintura que volviera a mostrar la verdadera autenticidad del arte, la cual se había perdido, según ellos, a partir de Rafael de Sanzio y Miguel Ángel.
Como rasgos comunes, las pinturas de los prerrafaelistas se centraban en el detalle por los elementos naturales y la elección de temáticas que, bajo la luz del romanticismo, evocaban un pasado idealizado y simbólico que abarcaba desde la mitología y la literatura hasta la religión. De entre estas temáticas, tal vez la predilecta fueron las leyendas artúricas y las basadas en las obras de Shakespeare. Los fundadores de esta hermandad fueron los jóvenes pintores WIlliam Holman Hunt, John Everett Millais y su líder, el pintor inglés de ascendencia italiana Dante Gabriel Rossetti, a los que más tarde se sumaron Edward Burne-Jones y John Willian Waterhouse entre otros.
Tal vez la historia personal de Dante Gabriel Rossetti sea la más interesante. Rossetti, junto con Byron, es el arquetipo del artista romántico. Bohemio, irreverente, drogadicto, mujeriego y libertino, no pasó desapercibido en una época como fue la moralista sociedad victoriana inglesa del siglo XIX. Pero además, los prerrafaelistas compartieron algo más que un ideario sobre el arte. Compartieron mujeres, amantes y modelos, las cuales, por lo general, solían desempeñar todos esos roles a la vez. De entre todas ellas, destaca sin lugar a dudas la bellísima Elisabeth Siddal "Lizzie", una delicada muchacha de piel blanca y cabellos como la lava ardiente que representaba el ideal de belleza romántica de antaño para los prerrafaelistas. A Lizzie la podemos ver como la Ofelia de Hamlet en el famoso cuadro de Millais, o como la Beatriz de Dante Alighieri en la pintura de Rossetti, o como Silvia en el cuadro de Holman Hunt "Los dos caballeros de Verona", aunque el autor después repintara su cara con la de otra modelo para contentar al gran valedor de los prerrafaelistas, el afamado crítico de arte John Ruskin.
Inevitablemente, Lizzie cayó bajo los encantos del atormentado Dante Gabriel Rossetti, y se hicieron amantes para casarse tiempo después. Sobre la tormentosa relación entre Rossetti y Elisabeth Siddal se podrían escribir decenas de libros. No obstante, y como esa no es la intención del presente escrito, os dejo al final de este post un enlace a un artículo donde cuento la siniestras circunstancias que rodearon la muerte de la bella modelo cuando sólo contaba 32 años.
Todo este extensísimo preludio viene a colación de una serie que en 2009 realizó la BBC sobre la hermandad prerrafaelista. Su nombre en cuestión es "Desesperate Romantics" y cuenta la historia de los inicios, consolidación y decadencia de los miembros de la hermandad. Si eres un fanático de esta escuela pictórica, sin duda perdonarás el tratamiento demasiado luminoso y dicharachero que se hace de la historia de los fundadores del movimiento. En especial, de Dante Gabriel Rossetti, que no resulta para nada creíble teniendo en cuenta el carácter bien documentado que poseía el artista en su vida real. En la serie aparece como un Don Juan un poco sinvergüenza y bastante carismático que se vale de su encanto personal para conseguir sus fines. Como digo, unos rasgos muy diferentes de la personalidad dramática, soberbia y egoísta que tuvo que tener en vida. Pero, ¿cuántos genios no compartieron en mayor o menor medida esos mismos atributos?
En definitiva, una serie para los amantes de la hermandad prerrafaelista a la que consentimos su tono incluso cómico, así como la introducción de un narrador totalmente ficticio. No obstante, la serie cuenta con algunas bondades, como el relatar los principales avatares de los fundadores de la hermandad (incluidos los de su mecenas Ruskin) y el mostrar ciertas curiosidades y anécdotas en lo que se refiere a la historia interna del proceso creativo de las principales obras prerrafaelistas, las cuales harán las delicias de cualquier admirador de esta corriente artística tan olvidada.
Un episodio truculento de la historia del arte: http://lareplica.es/dante-gabriel-rossetti-episodio-truculento-la-historia-del-arte/
Como rasgos comunes, las pinturas de los prerrafaelistas se centraban en el detalle por los elementos naturales y la elección de temáticas que, bajo la luz del romanticismo, evocaban un pasado idealizado y simbólico que abarcaba desde la mitología y la literatura hasta la religión. De entre estas temáticas, tal vez la predilecta fueron las leyendas artúricas y las basadas en las obras de Shakespeare. Los fundadores de esta hermandad fueron los jóvenes pintores WIlliam Holman Hunt, John Everett Millais y su líder, el pintor inglés de ascendencia italiana Dante Gabriel Rossetti, a los que más tarde se sumaron Edward Burne-Jones y John Willian Waterhouse entre otros.
Tal vez la historia personal de Dante Gabriel Rossetti sea la más interesante. Rossetti, junto con Byron, es el arquetipo del artista romántico. Bohemio, irreverente, drogadicto, mujeriego y libertino, no pasó desapercibido en una época como fue la moralista sociedad victoriana inglesa del siglo XIX. Pero además, los prerrafaelistas compartieron algo más que un ideario sobre el arte. Compartieron mujeres, amantes y modelos, las cuales, por lo general, solían desempeñar todos esos roles a la vez. De entre todas ellas, destaca sin lugar a dudas la bellísima Elisabeth Siddal "Lizzie", una delicada muchacha de piel blanca y cabellos como la lava ardiente que representaba el ideal de belleza romántica de antaño para los prerrafaelistas. A Lizzie la podemos ver como la Ofelia de Hamlet en el famoso cuadro de Millais, o como la Beatriz de Dante Alighieri en la pintura de Rossetti, o como Silvia en el cuadro de Holman Hunt "Los dos caballeros de Verona", aunque el autor después repintara su cara con la de otra modelo para contentar al gran valedor de los prerrafaelistas, el afamado crítico de arte John Ruskin.
Inevitablemente, Lizzie cayó bajo los encantos del atormentado Dante Gabriel Rossetti, y se hicieron amantes para casarse tiempo después. Sobre la tormentosa relación entre Rossetti y Elisabeth Siddal se podrían escribir decenas de libros. No obstante, y como esa no es la intención del presente escrito, os dejo al final de este post un enlace a un artículo donde cuento la siniestras circunstancias que rodearon la muerte de la bella modelo cuando sólo contaba 32 años.
Todo este extensísimo preludio viene a colación de una serie que en 2009 realizó la BBC sobre la hermandad prerrafaelista. Su nombre en cuestión es "Desesperate Romantics" y cuenta la historia de los inicios, consolidación y decadencia de los miembros de la hermandad. Si eres un fanático de esta escuela pictórica, sin duda perdonarás el tratamiento demasiado luminoso y dicharachero que se hace de la historia de los fundadores del movimiento. En especial, de Dante Gabriel Rossetti, que no resulta para nada creíble teniendo en cuenta el carácter bien documentado que poseía el artista en su vida real. En la serie aparece como un Don Juan un poco sinvergüenza y bastante carismático que se vale de su encanto personal para conseguir sus fines. Como digo, unos rasgos muy diferentes de la personalidad dramática, soberbia y egoísta que tuvo que tener en vida. Pero, ¿cuántos genios no compartieron en mayor o menor medida esos mismos atributos?
En definitiva, una serie para los amantes de la hermandad prerrafaelista a la que consentimos su tono incluso cómico, así como la introducción de un narrador totalmente ficticio. No obstante, la serie cuenta con algunas bondades, como el relatar los principales avatares de los fundadores de la hermandad (incluidos los de su mecenas Ruskin) y el mostrar ciertas curiosidades y anécdotas en lo que se refiere a la historia interna del proceso creativo de las principales obras prerrafaelistas, las cuales harán las delicias de cualquier admirador de esta corriente artística tan olvidada.
Un episodio truculento de la historia del arte: http://lareplica.es/dante-gabriel-rossetti-episodio-truculento-la-historia-del-arte/
Miniserie

7,6
7.966
9
20 de septiembre de 2017
20 de septiembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Olive Kitteridge" es una miniserie de 4 capítulos basada en una novela ganadora del Pullitzer e interpretada magistralmente por Frances McDormand y Richard Jenkins. Es un retrato intimista y personal de una profesora de matemáticas y su familia a lo largo de 25 años. Dicho así parecería un tostón de argumento, pero la forma en como está narrada la historia nos adentra en los vericuetos psicológicos de la protagonista y su marido: ella una mujer seca y desagradable al trato pero que ama a su bondadoso marido, todo ello en el microcosmos cerrado de un pueblecito de Maine.
No es una serie que hable de grandes historias; más bien son historias pequeñas cargadas de sensibilidad y que, acumuladas a lo largo de un cuarto de siglo, nos ofrecen una semblanza bastante completa de las motivaciones, aspiraciones, esperanzas y desengaños de sus protagonistas. Una serie que trata con sutileza temas de calado existencial como la soledad, el amor, la locura y la influencia de la familia en la configuración de nuestra personalidad. Una miniserie que aborda lo que podría denominarse como la épica de lo cotidiano.
No es una serie que hable de grandes historias; más bien son historias pequeñas cargadas de sensibilidad y que, acumuladas a lo largo de un cuarto de siglo, nos ofrecen una semblanza bastante completa de las motivaciones, aspiraciones, esperanzas y desengaños de sus protagonistas. Una serie que trata con sutileza temas de calado existencial como la soledad, el amor, la locura y la influencia de la familia en la configuración de nuestra personalidad. Una miniserie que aborda lo que podría denominarse como la épica de lo cotidiano.
10
27 de abril de 2017
27 de abril de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, junto a la suntuosa banda sonora de Wim Mertens, es pura estética. Cada fotograma podría ser perfectamente un cuadro, una composición pictórica. Y Roma no sólo es el telón de fondo de las desventuras de su protagonista, el arquitecto Stourley Kracklite, sino que afecta de forma directa a su devenir en la historia. Un placer para los sentidos, y una potente y a la par sensible historia que no dejará indiferente al espectador. Pocas veces se ha rodado una cinta donde Roma parece incluso aún más etérea de lo que es, si ello es posible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena donde el médico comunica a Stourley que va a morir, es de las más bellas que he visto jamás en una pantalla. Si algún día me tienen que comunicar que voy a morir, me gustaría que me lo dijeran de esa manera.
MiniserieDocumental

7,9
8.215
Documental
9
27 de abril de 2017
27 de abril de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver el documental "The Jinx" (El gafe) de 2015 y nada menos que de la HBO. Y vaya, vaya, no tengo palabras. Este documental pasará a la historia sin duda. No sólo por cómo se cuenta la trama, sino por el desenlace final que es BRUTAL.
Son 6 capítulos de 40 minutos en los que progresivamente vas conociendo al escalofriante protagonista de la historia, el multimillonario sospechoso de varios asesinatos Robert Durst (el cual, aparece entrevistado en el documental). A lo largo de los capítulos, el espectador no sabe muy bien si ese hombre es el que peor suerte tiene del mundo, o es un asesino despiadado y frío.
Normalmente los documentales no aportan soluciones a los enigmas que plantean, pero éste sí lo hace. No me extraña en absoluto que su director, Andrew Jarecki (que ya dirigió en 2010 una película basándose en Robert Durst, llamada "All Good Things"), ganara el Emmy al mejor documental en 2015.
¡Ah!, no se os ocurra buscar información sobre Robert Durst antes de ver la serie documental, ya que, de ser así, os auto-spolearéis y os perderéis el shock final.
Son 6 capítulos de 40 minutos en los que progresivamente vas conociendo al escalofriante protagonista de la historia, el multimillonario sospechoso de varios asesinatos Robert Durst (el cual, aparece entrevistado en el documental). A lo largo de los capítulos, el espectador no sabe muy bien si ese hombre es el que peor suerte tiene del mundo, o es un asesino despiadado y frío.
Normalmente los documentales no aportan soluciones a los enigmas que plantean, pero éste sí lo hace. No me extraña en absoluto que su director, Andrew Jarecki (que ya dirigió en 2010 una película basándose en Robert Durst, llamada "All Good Things"), ganara el Emmy al mejor documental en 2015.
¡Ah!, no se os ocurra buscar información sobre Robert Durst antes de ver la serie documental, ya que, de ser así, os auto-spolearéis y os perderéis el shock final.
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