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6
19 de diciembre de 2013
19 de diciembre de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Looper, la última película de Rian Johnson, puede entenderse como una hibridación de varios géneros: desde el film noir (por presentar una sociedad violenta, cínica y corrupta en una atmósfera turbia en el inicio del film), pasando por la ciencia ficción (al situar en 2044 y 2074 la existencia del viaje en el tiempo) hasta llegar al western (por librar una batalla entre dos hombres armados en un campo de cultivo a plena luz del sol).
Así pues, entre esta mezcla de géneros cinematográficos, Looper presenta un futuro devastador –verosímil por la similitud con los días que corren- caracterizado por una sociedad en la que la mayoría de gente es vagabunda y se defiende de los demás a golpe de pistola. La humanidad sigue estando compuesta por el mismo tipo de personas que en la actualidad: personajes duales que, al mismo tiempo de que son irresponsables y deshonestos, sueñan con un futuro mejor lejos de la soledad. Ese es el caso del protagonista Joe (interpretado por un excelente Joseph Gordon-Levitt). Un tipo al cual su director presenta de una forma profunda a diferencia de lo que se suele hacer en este tipo de films. Joe es un looper: un agente contratado por una mafia del futuro para eliminar a todas aquellas personas que les resultan molestas y que son difíciles de eliminar. El inconveniente de ese trabajo es que algún día tienen que cerrar su círculo, es decir, matarse a ellos mismos. No obstante, Joe, como personaje redondo que es, es un looper diferente y al que ya se le prevé que romperá, por casualidad o por convicción, la cadena de este nuevo mundo. Aparenta ser feliz con la cantidad que gana, pero la verdad es otra: odia su trabajo y está ahorrando para marcharse a otro lugar. Sin embargo, ese objetivo se verá truncado por el Joe del futuro (Bruce Willis), con el que lidiará, en un paralelismo muy bien realizado, sus inquietudes de juventud contra los miedos de perder a un amor de la madurez.
Looper es una película bien narrada y que empieza de forma prometedora. Las primeras imágenes al compás de la voz en off y de la canción ‘Powerful life’ de Chuck & Mac prevén una producción algo diferente a los blockbusters. Sin embargo, aunque la primera hora de película ofrece algo diferente, acaba diluyéndose con la entrada en el guión de The Rainmaker. En este momento, la que había sido una película ingeniosa, fresca y que pretendía mostrar el lado humano de una sociedad depredadora, se estanca narrativamente y fuerza acciones como la obsesión de Bruce Willis por resolver la misión cueste lo que cueste. Rian Johnson, al querer mostrar la debilidad del joven y valiente Joe con la entrada de Sara (Emily Blunt) y su hijo, pierde el ritmo y la agilidad de la película. El hilo argumentativo empieza a tener algunas lagunas y se transforma en lo que en un principio había huido: sentimentalismo, desaparición de la huella personal del director y las ganas de cerrar la trama de una forma rápida y sin dejar rastro, algo parecido a lo que hacen las mafias de la película.
A pesar de ese bajón a mitad de película, lo bueno que tiene Looper es que consigue transmitir la fantasía como real y reivindica el cine de ciencia ficción como una plataforma para hablar del ser humano y de todas sus peculiaridades. Para ello, Johnson ejerce una mezcla entre acción y reflexión con lo que consigue transmitir un mensaje claro: el pasado te marca para siempre y por mucho que intentes apartarte de él, siempre, en algún momento, volverá a buscarte. Rian Johnson como ya sucedió en su primera película Brick (2005), narra la historia de unas vidas marginadas que llevan sus pecados a cuestas a causa de la sociedad. En Looper, el director continua el discurso llevándolo al futuro más próximo.
Así pues, entre esta mezcla de géneros cinematográficos, Looper presenta un futuro devastador –verosímil por la similitud con los días que corren- caracterizado por una sociedad en la que la mayoría de gente es vagabunda y se defiende de los demás a golpe de pistola. La humanidad sigue estando compuesta por el mismo tipo de personas que en la actualidad: personajes duales que, al mismo tiempo de que son irresponsables y deshonestos, sueñan con un futuro mejor lejos de la soledad. Ese es el caso del protagonista Joe (interpretado por un excelente Joseph Gordon-Levitt). Un tipo al cual su director presenta de una forma profunda a diferencia de lo que se suele hacer en este tipo de films. Joe es un looper: un agente contratado por una mafia del futuro para eliminar a todas aquellas personas que les resultan molestas y que son difíciles de eliminar. El inconveniente de ese trabajo es que algún día tienen que cerrar su círculo, es decir, matarse a ellos mismos. No obstante, Joe, como personaje redondo que es, es un looper diferente y al que ya se le prevé que romperá, por casualidad o por convicción, la cadena de este nuevo mundo. Aparenta ser feliz con la cantidad que gana, pero la verdad es otra: odia su trabajo y está ahorrando para marcharse a otro lugar. Sin embargo, ese objetivo se verá truncado por el Joe del futuro (Bruce Willis), con el que lidiará, en un paralelismo muy bien realizado, sus inquietudes de juventud contra los miedos de perder a un amor de la madurez.
Looper es una película bien narrada y que empieza de forma prometedora. Las primeras imágenes al compás de la voz en off y de la canción ‘Powerful life’ de Chuck & Mac prevén una producción algo diferente a los blockbusters. Sin embargo, aunque la primera hora de película ofrece algo diferente, acaba diluyéndose con la entrada en el guión de The Rainmaker. En este momento, la que había sido una película ingeniosa, fresca y que pretendía mostrar el lado humano de una sociedad depredadora, se estanca narrativamente y fuerza acciones como la obsesión de Bruce Willis por resolver la misión cueste lo que cueste. Rian Johnson, al querer mostrar la debilidad del joven y valiente Joe con la entrada de Sara (Emily Blunt) y su hijo, pierde el ritmo y la agilidad de la película. El hilo argumentativo empieza a tener algunas lagunas y se transforma en lo que en un principio había huido: sentimentalismo, desaparición de la huella personal del director y las ganas de cerrar la trama de una forma rápida y sin dejar rastro, algo parecido a lo que hacen las mafias de la película.
A pesar de ese bajón a mitad de película, lo bueno que tiene Looper es que consigue transmitir la fantasía como real y reivindica el cine de ciencia ficción como una plataforma para hablar del ser humano y de todas sus peculiaridades. Para ello, Johnson ejerce una mezcla entre acción y reflexión con lo que consigue transmitir un mensaje claro: el pasado te marca para siempre y por mucho que intentes apartarte de él, siempre, en algún momento, volverá a buscarte. Rian Johnson como ya sucedió en su primera película Brick (2005), narra la historia de unas vidas marginadas que llevan sus pecados a cuestas a causa de la sociedad. En Looper, el director continua el discurso llevándolo al futuro más próximo.

7,3
65.078
8
2 de enero de 2014
2 de enero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en un hecho real ocurrido en 1850, 12 años de esclavitud narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro -y hombre libre- que vivía con su familia en Nueva York. Tras compartir una copa con dos desconocidos, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en el Sur en una plantación de Louisiana. Así empieza la última película de Steve McQueen, el cual tras triunfar con Hunger y Shame se ha embarcado en un proyecto más parecido a una superproducción. Sin embargo, el director británico ha mantenido su sello –sentimientos desagarradores e inteligencia emocional- para rodar, con buenos detalles en la dirección, una película que le sigue engrandeciendo como cineasta.
12 años de esclavitud es una historia clásica y quizá por ello, Steve McQueen ha optado por un guión muy fiel al libro y por una realización muy estructurada. “No quise esconder lo que conlleva ser un esclavo. O haces una película sobre la esclavitud y lo muestras todo o no la haces. Yo quise hacerla”, contaba el director. Como consecuencia, esta película funciona como un reflejo crudo de aquella época, sin reparos y que ensalza la maldad sin razón que en muchos seres humanos ha habitado y aún habita. Así pues, el filme provoca en el espectador, una avalancha de sentimientos agrios, llenos de rabia, de los que éste no puede huir y queda atrapado en una gran bola de nieve que sólo le da latigazos. McQueen no se ahorra ninguna escena –aunque alguna si que hubiera sido necesaria para dar más agilidad al film- y evoca una historia conmovedora que a veces llega por serlo demasiado, cuando en realidad, la gran emoción que consigue el director yace en los momentos muertos en que el protagonista se evade en sus pensamientos. Grandes primeros planos de Solomon –encarnado de forma brillante y sudorosa por Chiwetel Ejiofor- que entristecen y encogen el corazón de gran parte del público. Un gran trabajo que lo complementa de forma feroz Michael Fassbender y que lo siguen cada uno de los intérpretes, provocando una mayor credibilidad en las situaciones extremas del filme.
12 años de esclavitud tiene como mejor e impactante escena a un Solomon colgado de un árbol, durante horas y horas –incluso días- sosteniéndose únicamente con la punta de sus pies mientras todos los esclavos miran para otro lado. Una imagen que vale más que cualquier palabra y que emana una reflexión sobre si sólo los blancos tuvieron la culpa de la situación esclavista. Ahora bien, como rebote de aquella historia surge otra pregunta algo más complicada: ¿Es un ejemplo que el protagonista agache la cabeza y permita todo lo que ocurre sólo por salvar su vida o es mejor volver con vida para hacer -como hizo en la vida real- una campaña contra la esclavitud?
12 años de esclavitud es una historia clásica y quizá por ello, Steve McQueen ha optado por un guión muy fiel al libro y por una realización muy estructurada. “No quise esconder lo que conlleva ser un esclavo. O haces una película sobre la esclavitud y lo muestras todo o no la haces. Yo quise hacerla”, contaba el director. Como consecuencia, esta película funciona como un reflejo crudo de aquella época, sin reparos y que ensalza la maldad sin razón que en muchos seres humanos ha habitado y aún habita. Así pues, el filme provoca en el espectador, una avalancha de sentimientos agrios, llenos de rabia, de los que éste no puede huir y queda atrapado en una gran bola de nieve que sólo le da latigazos. McQueen no se ahorra ninguna escena –aunque alguna si que hubiera sido necesaria para dar más agilidad al film- y evoca una historia conmovedora que a veces llega por serlo demasiado, cuando en realidad, la gran emoción que consigue el director yace en los momentos muertos en que el protagonista se evade en sus pensamientos. Grandes primeros planos de Solomon –encarnado de forma brillante y sudorosa por Chiwetel Ejiofor- que entristecen y encogen el corazón de gran parte del público. Un gran trabajo que lo complementa de forma feroz Michael Fassbender y que lo siguen cada uno de los intérpretes, provocando una mayor credibilidad en las situaciones extremas del filme.
12 años de esclavitud tiene como mejor e impactante escena a un Solomon colgado de un árbol, durante horas y horas –incluso días- sosteniéndose únicamente con la punta de sus pies mientras todos los esclavos miran para otro lado. Una imagen que vale más que cualquier palabra y que emana una reflexión sobre si sólo los blancos tuvieron la culpa de la situación esclavista. Ahora bien, como rebote de aquella historia surge otra pregunta algo más complicada: ¿Es un ejemplo que el protagonista agache la cabeza y permita todo lo que ocurre sólo por salvar su vida o es mejor volver con vida para hacer -como hizo en la vida real- una campaña contra la esclavitud?

6,8
41.255
7
2 de enero de 2014
2 de enero de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Positivo:
1. Interpretación de Oscar de Cate Blanchett. Consigue a la perfección transformarse en una persona adicta a la riqueza, desolada y llena de una rabia interior que le provoca un continuo estallido en sus facciones.
2. Una película muy bien realizada y sin fallos de guión. Su punto más cómico reside en el contraste de clases y en las respectivas reacciones de los personajes en el enfrentamiento de sus costumbres.
3. Muy conseguidas las escenas en que Cate Blanchett, sometida a sus pensamientos, se evade y habla sola en la calle a causa del estrés que le causa la no comprensión de lo que ocurre. A muchas personas les suele pasar y se podrán sentir identificadas.
4. Contagia un mensaje triste que provoca en el espectador repugnancia hacia el ser humano. No se encuentra muy lejos de la realidad: refleja el continuo fracaso de las personas y además, va más allá al demostrar que éstas se lo merecen.
Negativo:
1. Pese a su buena realización y su buena puesta en escena no consigue conectar al público con la historia que cuenta. Quizá viene dado por la temática -ya que la mayoría de los asistentes no pueden empatizar con una protagonista de clase alta-; o quizá porque Woody Allen no ha desarrollado escenas que conmuevan lo suficiente los sentimientos del espectador. También cabe la posibilidad de que la intención del director sea meramente de rechazo y odio hacia el comportamiento de sus personajes y como consecuencia de lo que representan: el ser humano.
2. Se ha centrado demasiado en hacer una realización eficiente y ha olvidado la incorporación de escenas poéticas, más perdurables en la memoria, como hizo en sus anteriores filmes Midnight in Paris y Match Point.
3. Sabiendo de lo que es capaz Woody Allen, aún se le puede pedir más. No obstante, el director ha vuelto a demostrar que hacer una película por año no le desgasta.
1. Interpretación de Oscar de Cate Blanchett. Consigue a la perfección transformarse en una persona adicta a la riqueza, desolada y llena de una rabia interior que le provoca un continuo estallido en sus facciones.
2. Una película muy bien realizada y sin fallos de guión. Su punto más cómico reside en el contraste de clases y en las respectivas reacciones de los personajes en el enfrentamiento de sus costumbres.
3. Muy conseguidas las escenas en que Cate Blanchett, sometida a sus pensamientos, se evade y habla sola en la calle a causa del estrés que le causa la no comprensión de lo que ocurre. A muchas personas les suele pasar y se podrán sentir identificadas.
4. Contagia un mensaje triste que provoca en el espectador repugnancia hacia el ser humano. No se encuentra muy lejos de la realidad: refleja el continuo fracaso de las personas y además, va más allá al demostrar que éstas se lo merecen.
Negativo:
1. Pese a su buena realización y su buena puesta en escena no consigue conectar al público con la historia que cuenta. Quizá viene dado por la temática -ya que la mayoría de los asistentes no pueden empatizar con una protagonista de clase alta-; o quizá porque Woody Allen no ha desarrollado escenas que conmuevan lo suficiente los sentimientos del espectador. También cabe la posibilidad de que la intención del director sea meramente de rechazo y odio hacia el comportamiento de sus personajes y como consecuencia de lo que representan: el ser humano.
2. Se ha centrado demasiado en hacer una realización eficiente y ha olvidado la incorporación de escenas poéticas, más perdurables en la memoria, como hizo en sus anteriores filmes Midnight in Paris y Match Point.
3. Sabiendo de lo que es capaz Woody Allen, aún se le puede pedir más. No obstante, el director ha vuelto a demostrar que hacer una película por año no le desgasta.

6,8
39.200
8
3 de junio de 2013
3 de junio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como cine comercial estadounidense que es La noche más oscura (Zero Dark Thirty), no es una película que denuncie, aunque a veces parezca intentarlo, los malos usos que se han llevado a cabo contra el terrorismo de Al Qaeda. Sin embargo, como país ejemplar de la libertad de expresión, su directora Kathryn Bigelow sí es capaz de mostrarnos una crónica que observa desde la rigurosidad y sin sentimentalismo, la etapa en que la CIA buscó a Osama Bin Laden. De esta forma, la directora lleva a las manos del espectador el juicio moral.
Con una excelente concepción narrativa y un sólido tratamiento del género de acción, La noche más oscura (Zero Dark Thirty), juega una posición ideológica ambigua, ya que mediante algunas escenas pone en cuestión a ambas posturas. La mirada de Bigelow, respecto al castigo infligido por sus compatriotas, es aséptica y bien trasladada en la constitución de su protagonista, Maya, una joven agente de la CIA interpretada de forma fantástica por Jessica Chastain. Maya pues, es el reflejo del trabajo que llevaron a cabo muchas personas en la búsqueda de Bin Laden. Por ello, la película encuentra en Maya el motor del guión y la clave ideológica, ya que representa el objetivo: atrapar al líder de Al Qaeda. La noche más oscura (Zero Dark Thirty) está grabada siguiendo los mismos pasos que la interpretación de Jessica Chastain, con un posicionamiento frío y distante de la cámara, pero cargado de intenciones. A modo documental y con un guión elaborado de informaciones de primera mano escrito por Mark Boal, Bigelow nos traslada de forma muy realista a lo que pasó durante los años de la investigación.
Como no podía ser de otra forma, la película culmina con el asalto a la casa donde se esconde Bin Laden. La secuencia y parte del film que le resultó más difícil, según ha contado su directora, se resuelve de una forma muy interesante. Siguiendo todos los pasos de la captura, traslada al espectador, como si éste estuviera jugando a la videoconsola, toda la tensión y asfixia que puede tener una operación como esa. Sin embargo, a diferencia de los finales típicos de Hollywood, la película no se acaba ahí. Bigelow cierra el film de una forma prodigiosa, ciñéndose a mostrar, por fin y con un primer plano, el interior de su protagonista Maya. Un interior que evoca que en la vida, después de conseguir lo que persigues, te preguntas: y ahora ¿qué?.
Con una excelente concepción narrativa y un sólido tratamiento del género de acción, La noche más oscura (Zero Dark Thirty), juega una posición ideológica ambigua, ya que mediante algunas escenas pone en cuestión a ambas posturas. La mirada de Bigelow, respecto al castigo infligido por sus compatriotas, es aséptica y bien trasladada en la constitución de su protagonista, Maya, una joven agente de la CIA interpretada de forma fantástica por Jessica Chastain. Maya pues, es el reflejo del trabajo que llevaron a cabo muchas personas en la búsqueda de Bin Laden. Por ello, la película encuentra en Maya el motor del guión y la clave ideológica, ya que representa el objetivo: atrapar al líder de Al Qaeda. La noche más oscura (Zero Dark Thirty) está grabada siguiendo los mismos pasos que la interpretación de Jessica Chastain, con un posicionamiento frío y distante de la cámara, pero cargado de intenciones. A modo documental y con un guión elaborado de informaciones de primera mano escrito por Mark Boal, Bigelow nos traslada de forma muy realista a lo que pasó durante los años de la investigación.
Como no podía ser de otra forma, la película culmina con el asalto a la casa donde se esconde Bin Laden. La secuencia y parte del film que le resultó más difícil, según ha contado su directora, se resuelve de una forma muy interesante. Siguiendo todos los pasos de la captura, traslada al espectador, como si éste estuviera jugando a la videoconsola, toda la tensión y asfixia que puede tener una operación como esa. Sin embargo, a diferencia de los finales típicos de Hollywood, la película no se acaba ahí. Bigelow cierra el film de una forma prodigiosa, ciñéndose a mostrar, por fin y con un primer plano, el interior de su protagonista Maya. Un interior que evoca que en la vida, después de conseguir lo que persigues, te preguntas: y ahora ¿qué?.

6,9
25.589
9
3 de junio de 2013
3 de junio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blue Valentine es una película indie que erosiona al espectador y que sigue, de forma algo similar, el guión y las proposiciones de la película 5x2 de François Ozon, en la que se alterna el presente: el distanciamiento y el mal momento que está sufriendo la pareja y padres de una niña Dean y Cindy, el cual intentan arreglar pasando una noche en un hotel temático en la “habitación del futuro”; y el pasado: la felicidad, pasión y euforia que tuvieron cuando se conocieron y decidieron casarse.
Esta película que parece arrancada directamente del corazón de su director Derek Cianfrance, el cual tardó más de 12 años en poder rodarla, llega ahora a España con más de dos años de retraso desde su estreno en EEUU. Blue Valentine, protagonizada por la brillante interpretación de Ryan Gosling y por la aún más sublime actuación de Michelle Williams, que encarna perfectamente esa mente oscura que no sabe que puede hacerle feliz, traslada al público el dolor de la desintegración de una pareja y de las artimañas del ser humano para hacer daño cuando se tiene el corazón abatido.
El film que nos trae Cianfrance impacta y hiere al espectador por el reflejo simple, real y cotidiano de la pareja protagonista. Una muestra de lo que puede significar ese amor que se desvanece y que destruye el interior de las personas. Sin abusar del sentimentalismo, Blue Valentine plano a plano nos va penetrando a través de la crudeza de la vida misma, -sin necesidad de que suceda ninguna tragedia, la vida ya lo puede ser por sí sola-, hasta que nos conduce a la desgarradora escena final que, aunque sobren los gritos de la niña, es difícil de olvidar.
Apunte: enternecedora escena de Ryan Gosling tocando el ukelele mientras Michelle Williams baila.
Extra: Michelle Williams estuvo nominada a mejor actriz para los Oscar por la interpretación en este film de Cindy.
Esta película que parece arrancada directamente del corazón de su director Derek Cianfrance, el cual tardó más de 12 años en poder rodarla, llega ahora a España con más de dos años de retraso desde su estreno en EEUU. Blue Valentine, protagonizada por la brillante interpretación de Ryan Gosling y por la aún más sublime actuación de Michelle Williams, que encarna perfectamente esa mente oscura que no sabe que puede hacerle feliz, traslada al público el dolor de la desintegración de una pareja y de las artimañas del ser humano para hacer daño cuando se tiene el corazón abatido.
El film que nos trae Cianfrance impacta y hiere al espectador por el reflejo simple, real y cotidiano de la pareja protagonista. Una muestra de lo que puede significar ese amor que se desvanece y que destruye el interior de las personas. Sin abusar del sentimentalismo, Blue Valentine plano a plano nos va penetrando a través de la crudeza de la vida misma, -sin necesidad de que suceda ninguna tragedia, la vida ya lo puede ser por sí sola-, hasta que nos conduce a la desgarradora escena final que, aunque sobren los gritos de la niña, es difícil de olvidar.
Apunte: enternecedora escena de Ryan Gosling tocando el ukelele mientras Michelle Williams baila.
Extra: Michelle Williams estuvo nominada a mejor actriz para los Oscar por la interpretación en este film de Cindy.
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