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Santo Tomé y Príncipe Santo Tomé y Príncipe · São Tomé
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de febrero de 2007
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, ya que me he hecho con el Pack de tres películas de Béla Tarr de la Filmotecafnac, voy a comentar también esta cinta.
A mí por lo general no me suelen gustar los documentales; hay algunos, como Fahrenheit 9/11 de Michael Moore, que me han encantado, pese a lo manipulador de su envoltorio. Esta película se enmarca dentro del género semidocumental; cuenta con un guión, con una historia, con unos actores, etc... y bueno, me ha gustado; podría no haber pasado de algo interesante, o podría haberle puesto un ocho. Pero me decidí por algo intermedio.
Realizada cuando el autor contaba tan sólo 22 años (uno más que yo, y yo aún no he hecho nada que merezca la pena), se trata de un film hiperrealista que cuenta, sobre todo, con una calidad interpretativa inmensa. La película recuerda mucho al cine de Cassavetes, más que nada a Shadows; hablando de estética (cámara al hombro, riguroso blanco y negro, abundancia de primeros planos...), pues en contenido no tiene nada que ver.
Hay que decir que estamos ante un documento voraz distanciado completamente de sus últimas propuestas [véase La condena (1.988), Sátántangó (1.994) y Armonías de Werckmeister (2.000)], basadas en un cine contemplativo y provocador como ninguno. A quienes esta vertiente suya les repela, aquí podrán encontrar algo más cercano a sus gustos, presumo yo. Nada de lentitud, nada de preámbulos, va directa al grano, a la tragedia. Una película amarga que critica ferozmente al sistema comunista de la Hungría de la época, a la infernal burocracia desalmada; y nos narra cómo el amor queda completamente destruido a causa de la miseria; cómo el entorno familiar y la convivencia con éste provocan un desgaste y una hostilidad despiadada. Dura, potente, cargada de tirria, opresiva... en fin, un debút como director bastante bueno y que ya quisieran otros.
8 de agosto de 2007
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se le ha parado de comparar con Taxi Driver, incluso en la carátula del DVD lo pone como campaña de marketing: "el relevo de Taxi Driver". Cosa que me fastidia sobremanera dado que no tienen nada que ver ambas películas. De hecho, en la crítica de la película del Cinemanía recuerdo una frase del redactor que decía algo así como: "si el director ha visto Taxi Driver tiene mucha cara". Ahora, después de ver la película, aclaro: en lo único que Días de Santiago tiene relación con Taxi Driver es en que ambos protagonistas eran ex combatientes. Ya está, en lo único.
Pero bueno, Santiago de Chile es una ciudad que siempre he querido conocer (y mira que he estado cerca), y la idea de un frenético Taxi Driver en dicha capital me pareció bastante atractiva. Me compré el DVD y luego comprobé que Santiago era el personaje principal, y la ciudad en que se desarrollaba la historia, Lima.
Aún así me acerqué a la cinta con entusiasmo.
Como drama social (género muy manido en las cinematografías sudamericanas, por algo será) aporta bien poco, pero como ejercicio de estilo es sugerente y destila "originalidad", aunándose a la estética post moderna muy en boga hoy en día; esto es: con cambios constantes y anárquicos del color al blanco y negro, uso de una imagen granulada o quemada (a lo wKw), montaje desestructurado, etc...
Aunque lo interesante en este film es el personaje de Santiago. Santiago está confuso, como todos. Es un joven chapado a la antigua, que no acepta los valores y la moral que reinan en la ciudad contemporánea. Todo para él es decadente, grotesco, difícil. No quiere que las personas que le rodean le defrauden y destrocen sus ideas preconcebidas sobre cómo debe ser cada cosa, y para ello usa la violencia. Es un intolerante al fin y al cabo.
Es un personaje de lo más interesante, hecho de pocas luces y muchas sombras.
No sabe lo que quiere, anda de un lado para otro de la vida, siempre con furia, no dejando hacer pie al espectador en cuanto a lo que siente.
Los monólogos "runruneantes" (en voz en off) son bastante buenos e imprimen toda la tensión dramática que la cinta necesita.
"Uno tiene que ayudar, siempre tiene que ayudar", dice Santiago, pero sin embargo le pega a la mujer. Es extraño.
A la vez todo esto no es más que la crónica de la guerra o del ejército, describiéndonos a un personaje que ha sido moldeado así por ambos ministerios del horror.
En fin, se hubiera apreciado un poco de más concisión a la hora de narrar sus desventuras amorosas (a tres bandas) que acaban quedando un poco en el aire.
Pero por lo demás, una buena película con un final bastante intenso y, sobretodo, unos seis euros bien invertidos y un muy buen debut que deja patente que Josué Méndez es un director al que aún le quedan cosas por decir.
21 de noviembre de 2006
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ten Minutes Older: The Trumpet (Diez Minutos Más Viejo: La Trompeta):

Me suelen gustar las películas compuestas por episodios donde un director diferente dirige cada uno de ellos; véase Eros, por ejemplo, y donde todos ellos giran en torno a una idea central. Como en el caso de Eros, que era el erotismo, en éste es el tiempo.

Dogs Have No Hell (Los Perros No Tienen Infierno), Aki Kaurismäki: Es el corto que más me gustó, tanto por su ritmo, como por su historia. Transmite celeridad, inmediatez, inminencia; en fin, bastante bueno.
P.D.: El surf finlandés no está mal...

Lifeline (Línea De Vida), Víctor Erice: Ritmo pausado, transmitiendo elegantemente la agonía de la muerte. Buena fotografía, cadencia interesante y sutil, buenas imágenes. Buen corto, a secas.

Int. Trailer Night (Interior. Trailer. Noche), Jim Jarmusch: Con lo que me gustan a mí Jarmusch y Chloë Sevigny, sólo lograron arrancarme bostezos durante los diez minutos que dura el corto en este ridículo ejercicio de pedantería.

Ten Thousand Years Older (Diez mil Años Más Viejos), Werner Herzog: El dato que nos cuenta no deja de ser interesante, pero diez minutos no son suficientes para hacer algo más digno de tal suceso.

Twelve Miles To Trona (Veinte Millas Para Trona), Wim Wenders: Uno de los pocos cortos, junto con el de Aki, que me gustaron. Por la historia, por la música. Me gustó bastante.

We Wuz Robbed (Fuimos Robados en algún dialecto afroamericano), Spike Lee: Obvio y horroroso panfleto muy poco cinematográfico que no viene al caso.

100 Flowers Hidden Deep (100 Flores Ocultadas Profundamente), Chen Kaige: Me dejó absolutamente frío.
14 de agosto de 2008
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza el gran día, último día sábado 10 de noviembre de 2007, día que justifica todo el festival, incluso.

A las 12 del mediodía me dirijo hacia el Casino de la Exposición, donde tiene lugar la rueda de prensa de Béla Tarr. Tonto de mí, llego tarde por primera vez a una cita imprescindible del festival.
Entro en la sala, pasados unos diez minutos desde el comienzo, y ahí está, sentado al lado de Manuel Grosso, Tarr, en carne y hueso, exactamente igual a como lo he visto en fotos: chaqueta negra de cuero y gafas de sol redondas.
Siempre corta e insatisfactoria, por supuesto, la rueda de prensa acaba y yo me quedo con que “A Londoni Férfi” ha sido para Béla Tarr la película más difícil de llevar a cabo, una producción que se extendió durante más de dos años, lastrada por una larga pausa debido al suicidio, en febrero de 2005, del productor francés Humbert Balsan, a quien está dedicada la película.

A las 16:00 puedo ver “El Jardín de la Fantasía”.
Después “Alondras en el Alambre” a las 18:00.

21:00.
Empieza.

El tiempo queda suspendido.

Contemplamos la cabina de guardagujas ferroviario donde deambula Maloin, protagonista de esta historia.
La cámara sube, se mueve, baja, entra por sitios imposibles… comienza una pausada sinfonía de movimientos que componen un único plano y a la vez una única escena.
“Los primeros 20 minutos de «El Hombre de Londres» es lo mejor que se ha filmado en Europa este año”, había dicho Grosso. Y no le falta razón.

Cuando me enteré de que el último film de Béla Tarr estaba basado en “L’Homme de Londres”, novela del escritor belga Georges Simenon, me compré el libro y me lo leí. Sin ser una obra maestra, sin ser siquiera un gran libro, está escrito con un lenguaje claro y sencillo, con una trama interesante pero que tampoco da lugar a una excesiva intriga o a una excesiva tensión, donde lo único a destacar es el final, en el que el escepticismo y el cinismo de Maloin lo coronan como padre de Meursault; y es que, escrito nueve años antes, el final del libro bien pudo ser un perfecto incentivo para que Camus creara al famoso extranjero.
El libro se presenta también, al parecer, como un punto de inflexión en la obra de Simenon, punto en el que dejó de escribir “noveluchas policíacas y populares” y se pasó a cosechar una reputación de “escritor serio y trascendental”, habiendo firmado un contrato con la prestigiosa editorial francesa Gallimard.
En cualquier caso, la historia le sirve de pretexto al director para regresar a ese cine negro minimalista que ya explorara en “Kárhozat”, del año 88.

En esta producción el cuarteto mágico se quiebra con la salida del iluminador Gábor Medvigy y la entrada del nuevo Fred Kelemen, alemán de madre húngara, del cuál no tenía referencia alguna; pero insiste en la dirección con Tarr, en el guión con Tarr y el escritor László Krasznahorkai, y en la música con Mihály Vig.
(Sigue en spoiler por falta de espacio).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El autor húngaro, en cualquier caso, vuelve a encandilarme. Es evidente que recurriría, ¿pero quién quería otra cosa? Yo, desde luego, no. Por el contrario continúa con su “formalismo demoníaco”, con su estilización de la melancolía, de la miseria (tanto externa como interna), con una historia a la que absurdamente decapitan su final original, el del libro, por una razón que no logro entender.
Otra cosa que tampoco entiendo es el tema del doblaje, que ya se manifestó en su anterior película. En esta ocasión, los actores están doblados al francés, todos (para ser coherentes con la historia y la zona geográfica), y, según los labios, algunos sí que hablan en francés, pero por el tema de la pronunciación fueron igualmente doblados.

Pasados estos rodeos, creo que es hora de ir al grano: la película es impresionante, magistral; tiene una fotografía fastuosa, un trabajo de cámara pasmoso, dotado de un extraordinario virtuosismo; pero, por varias razones, no logré concentrarme. Como crítico, tengo un mal que es ir escribiendo mental e involuntariamente la crítica mientras veo una película (no con todas, claro); ejercicio irritante que no permite que traspase la pantalla; por eso cuando la veía se me venían un montón de frases e ideas a la cabeza… creo que he esperado hasta ahora para poder escribirla en la distancia, y no desde la obsesión, que puede dar resultados negativos.
Otra razón por la cual no logré que me llenara el esperado visionado de esta película fue porque poseo una endeble concentración, y, como era de esperar, la audiencia desertó paulatinamente, lo que hizo que tuviera que ver cada dos por tres a alguien levantarse y abandonar la sala, la cuál estaba llena, no porque todos conocieran a Tarr, ni mucho menos, sino porque era una de las últimas proyecciones del festival, la gente había visto el atractivo cartel y habían leído que era un thriller, sin saber, claro, que la película es una criatura ajena completamente al entretenimiento convencional.

A favor puedo decir que las actuaciones, como suele ser habitual, son brillantes (la caracterización de Maloin por parte de Miroslav Krobot es perfecta), y hay unas cuantas escenas que realmente llegan a emocionar y a apabullar por su grandeza.
En contra diré que la música del genial Vig, preciosa después de todo, llega a ser repetitiva por el uso desmedido del tema principal. También diré que las ideas que vertebran la historia, esa supuesta batalla moral que libra Maloin, el desmoronamiento de la rutina, las dudas, la ética, etc, no están plasmadas de una manera coherente, sino que están trazadas de un modo un tanto vago y difuso.

La cinta que nos pasaron tenía subtítulos en español incrustados en la imagen, hecho inequívoco de que tarde o temprano su distribución en España se hará efectiva. Esta crítica será reescrita cuando eso ocurra, para dar testimonio fidedigno, y pueda verla tranquilo en una sala con poca gente, pero sabiendo a quién van a ver.
23 de febrero de 2006
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡Vivir!" es todo lo que se puede esperar de una película china y más. Mucho más. Es bella y desgarradora a un tiempo. Un viaje por el tiempo a través de una familia. Es imprescindible para entender un poco mejor la china contemporánea y, en general, cualquier país. Sin llegar a ser pretencioso me atrevo incluso a decir que ésta película, ni mucho menos simple, ayuda a entender un poco mejor en qué clase de mundo estamos inmersos y las vueltas que da la vida, y las vicisitudes que estas vueltas conllevan. El maestro Yimou describe con tal sutileza y brillantez a sus personajes, evoca tan sorprendentemente la poesía visual con sus imágenes, que es muy dificil que ésta historia no conmueva a todo el que la vea, porque, lo que más me maravilla es la forma en que el director construye una verdadera tragicomedia como las de antaño, es decir, hay partes en la película en las que te paras a pensar lo bella y preciosa que es y lo amena que se te hace, pero luego hay otras partes en las que literalmente algo dentro de ti se mueve incómodo, llora y recapacita, pues es a la vez durísima e impactante, y ambos generos los conjuga el director con un talento y una genialidad inimitables e impagables. Y es también una critica demoledora, amarga y esclarecedora a los actuales principios chinos y a los de la época de Mao Tse Tum: la última media hora es absurda y absolutamente genial. Necesaria.
Luego, hay una escena que me dejó con la boca abierta y que pasará a la posteridad, yo creo; esa escena en la que los soldados comunistas bajan corriendo por la ladera de la montaña.
Por último, dejar patente mi rotundo acuerdo con el Festival de Cannes al darle a esta gradiosa joya el Gran Premio del Jurado y el premio al mejor actor para Ge You, que realmente se sale, pero, en mi opinión, la que de verdad se sale es esa sublime belleza llamada Gong Li. Impresionante interpretación. La mejor actuación de la película sin ningun tipo de duda.
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