Esta cinta podría haber resultado aceptable con un par de horas de metraje, pero sus más de 200 minutos de desarrollo desigual acaban por desquiciar a los espectadores (no a los críticos, pero esa es una especie aparte). Ese exceso marca a fuego la estética y el guión, si es que éste posee algún sentido. Los indios apenas hacen acto de presencia más allá de la encomiable protagonista (sin duda lo mejor de la propuesta). Por lo demás Scorsese naufraga entre el thriller que no arranca, la denuncia social frustrada y el cine negro mal planteado. Y eso que el material podía haber dado para mucho más porque, con mimbres similares, Alan Parker lo consigue y los 128 minutos de «Arde Mississippi» resultan impactantes (y suficientes). Pero ahí existía una historia bien hilvanada, un sentido del ritmo y una puesta en escena magistrales. Lástima haber desperdiciado metros de celuloide y buenas interpretaciones para que, finalmente, la sensación sea que hemos perdido el tiempo. Un fiasco con buena crítica (y van...).

Una buena historia puede estar muy mal filmada y, por el contrario, puede ponerse en escena de modo magistral un guión endeble. En ambos casos, al realizar las críticas, estaremos hablando de cine. Pero cuando se evalúa una cinta con un notable alto por motivos meramente ideológicos es evidente que estamos ante la crítica de panfletos y fuera del terreno de la cinematografía. Decir que estamos ante una buena obra porque el Almirante es una especie de precursor de Franco es simplemente declararse de extrema derecha sin atenerse a ninguna ética y/o estética. Se puede, y se ha hecho, reconocer por ejemplo los valores artísticos de «El Acorazado Potemkin» sin necesidad de ser bolchevique, así como valorar el esfuerzo propagandístico desplegado en «Raza» sin ser franquista. Pero mucho me temo que la propia estructura y desarrollo de «El Almirante» sólo tratan de responder al visceralismo anticomunista sin que para nada encontremos en el film ningún valor cinematográfico en sentido estricto. Gustará en esclusiva a los admiradores de regímenes históricos conservadores y absolutistas como lo fue el zarismo, es decir, a cuatro gatos (incluído algún canal de Televisión Digital de profesión sus crispaciones).