Una película a la que cabe reprocharle alguna que otra escena completamente inverosímil —si es que se puede hablar de verosimilitud en una de zombis—, personajes bastante planos y el vicio del género: rellenar con un mensaje simplón lo que sólo requiere acción y atmósfera. Tiene uno de esos guiones que parecen haberse escrito con pereza, y te queda una vez más la impresión de que con un poco de imaginación (no necesariamente de dinero) podría haber sido mucho mejor. Sin duda, unos y otras encontrarán muy atractivos a los protagonistas: Roberta Sparta y Marius Bizau.

Una vez más vemos cómo los propios creadores de una película la malmeten. Si se hubieran conformado con rodar una historia de supervivencia, les habría quedado muy bien, porque Millie Bobby Brown está monísima como princesa acosada en el laberinto de un dragón y sus peripecias están rodadas con nervio; pero han querido darle demasiado sentido a un argumento que no lo pedía hasta ese punto, parece que no basta con rodar una mera aventura, hay que subrayar el trasfondo sin ninguna sutileza, no sea que no lo pillemos. En consecuencia, la parte final tiene diálogos que producen vergüenza ajena. Y hasta aquí puedo leer.

Es una película inadmisiblemente morbosa con un tema que hay que tratar con mucho respeto. Además, todo en el argumento está cogido con pinzas, la mayoría de las situaciones son por completo inverosímiles. El final, efectivamente, se sale de lo tópico; pero no se debe ser ingenioso a costa de manosear un tema como el del terrorismo. Estas gracietas se pueden hacer hablando de marcianos o de vampiros.

La historia —sin ser original, porque ya está todo visto— daba para un buen "survival" de terror: un naufragio en una isla desierta en circunstancias que se van revelando más y más ominosas... Pero lo que requería un gran esfuerzo (en el guion y en la actuación) de verosimilitud se ha hecho con el piloto automático, hay un desfase entre lo que nos cuentan y lo que vemos, falta la tensión que cabría suponerle a una situación tan dramática (si acaso se salvan un par de escenas nada más); y el clímax falla también, más que por previsible por lo poco trabajado que está, es como si lo hubieran concebido con apresuramiento, buscando cumplir un trámite. Una vez más no ha faltado dinero, sino talento.

Un hombre conoce a la chica de sus sueños (deslumbrante y sensual Lauren German) y se casa con ella sin conocerla apenas; pero cuando quieren iniciar una nueva vida, se ven involucrados en un accidente... El argumento nos habla de cómo el destino se cruza en nuestros sueños y los convierte en una pesadilla, pero lo sustancial es la forma de contarlo: estamos ante una excelente muestra de cine negro con estética de cómic. La logradísima ambientación se ve realzada por la magnífica música de Eric Lewis, y el desenlace no desdice de las virtudes de la historia.
Es mucho mejor que otras películas mucho más promocionadas y demuestra que todavía se pueden contar historias diferentes.