He hecho cosas peores por las que nadie me pagó. Esta frase, lanzada al pasar por una niña de 14 años, resume lo que sucede antes y después.

Las niñas que viven en un centro de menores ven el mundo de otra manera. Y ese mundo, representado tanto por quienes pueden utilizarlas para satisfacer sus propias necesidades como por quienes deberían protegerlas —desde sus padres hasta los trabajadores sociales—, las percibe de una forma distinta. Aquí no se emite un juicio ni se recubre la historia de vergüenza, como podría esperarse de un relato así; simplemente se expone un hecho, subrayando la normalización del horror: hay adultos que se aprovechan de los niños y hay adultos incapaces de protegerlos, porque no tienen tiempo, recursos o, simplemente, voluntad.

La película logra contar una historia aterradora de forma cotidiana, arrancándole el candado de silencio e indiferencia a un secreto que siempre estuvo a la vista. Las jóvenes actrices no profesionales que debutan en este filme, en particular Julieta Tobio y Salua Hadra, realizan un trabajo extraordinario. Con escaso melodrama, la película construye un caleidoscopio de vidrios rotos. No todos los detalles funcionan a la perfección, y a veces el guion resulta esquemático, pero la comprensión del tema y el respeto hacia las víctimas compensan esas carencias.

A pesar de lo abominable de lo que ocurre, en esta película de casi dos horas, el foco está puesto en el amor, la amistad y el apoyo mutuo. En una desgarradora pero magistralmente construida secuencia de una fiesta en una casa de campo, las miradas y los gestos de las amigas transmiten todo el dolor de la humillación y la desesperanza que las circunstancias les han impuesto. Sin embargo, lo importante es que, aunque difícil, esta estación se puede dejar atrás. Y volver a ser simplemente chicas.

"Vaiana" es una de mis películas favoritas de Disney. Me encanta su historia, que combina de manera armoniosa el viaje hacia el autodescubrimiento, la exótica belleza de su mundo, el humor y el dramatismo, personajes interesantes y, por supuesto, su música. Allí también descubrí una de las escenas más impresionantes del cine moderno: me refiero al segmento con la canción “I Know Who You Are”.

No tenía grandes expectativas para la secuela, y creo que hice bien. Por eso, el filme no me decepcionó, pero tampoco logró generar en mí una reacción emocional significativa. Quizás lo único destacable sean algunas referencias al filme original. En cuanto a la música, tampoco hubo novedades, ya que todo lo mejor que se puede escuchar proviene directamente de la primera parte. Sin embargo, la canción principal de la secuela, “Beyond”, es uno de los pocos puntos a favor.

Por lo demás, se trata de una historia poco interesante. No hay nada malo en reutilizar una fórmula narrativa, y aquí se han modificado algunos elementos de la original, pero la calidad de esta segunda película no se puede comparar con la de la primera.

En realidad, esto no es una sorpresa. Disney históricamente no ha sabido manejar las secuelas, y la mayoría de las veces estas pasan desapercibidas. Muchas personas ni siquiera recuerdan que existen continuaciones de películas icónicas como Cenicienta, El Rey León o La Bella y la Bestia. "Vaiana 2" simplemente se une a esa lista de secuelas que, en otros tiempos, se habrían lanzado directamente en VHS para verlas en casa.

Abre las críticas de esta película y casi todas mencionarán que es valiente. Y es cierto: no todos están dispuestos a hablar de la muerte mientras se baila y se aplaude. Sin embargo, la parte musical de la película, brillantemente concebida y dirigida, es también su aspecto más interesante.

Fuera de las canciones y bailes dedicados a la muerte y su aceptación, la película no resulta tan efectiva. Es curioso, además, que podría haberse convertido en un medio para enfrentar el miedo a la muerte, pero el resultado es todo lo contrario: una sensación opresiva que puede quedarse contigo durante mucho tiempo.

Este otoño en particular, tenemos un contexto para comparar, ya que hay simultáneamente tres películas españolas en cartelera que abordan el tema de la muerte. Con La habitación de al lado de Almodóvar, la relación es evidente: comparten la temática de la eutanasia. Sin embargo, en la obra de Almodóvar, la partida voluntaria deja una sensación de comprensión y aceptación. En esta película, en cambio, hay algo burlón y transgresor, aunque no carente de precisión en su mensaje.

A pesar de ello, la originalidad de esta obra, las interesantes interpretaciones y la cuidadosa ejecución de los números musicales no permiten ignorarla. No obstante, ten cuidado: la película recuerda de manera literal e implacable al espectador que todos acabaremos convertidos en polvo. Y la forma en que lo expresa difícilmente te traerá consuelo. Más bien, te hará desear estar lo más lejos posible de ese momento en que, en lugar de que tu vida pase frente a tus ojos, solo verás un aburrido techo blanco. Un símbolo claro del final.

No es de extrañar que DreamWorks ya haya puesto en desarrollo la secuela de la película animada ‘El robot salvaje’ (Chris Sanders, 2024). La historia de Roz, una robot que termina en una isla entre animales y se convierte accidentalmente en madre de un gansito, está diseñada para derretir los corazones más fríos.

Sin embargo, el hecho de que la película esté basada en un libro popular no garantiza que su adaptación sea exitosa. En este caso, el director es Chris Sanders, quien sabe cómo manejar historias familiares inusuales. Dirigió ‘Lilo & Stitch’ y co-dirigió las primeras y más exitosas entregas de ‘Los Croods’ y ‘Cómo entrenar a tu dragón’.

Su experiencia y visión, junto con una animación que combina el mundo moderno con el reino animal, han dado como resultado una película maravillosa, diferente a lo que hemos visto antes. Es una película que querremos volver a ver una y otra vez.

Y hay muchas razones para revisitarla. Cuenta con bromas inesperadas y atrevidas relacionadas con los instintos animales, una trama que va más allá del típico storytelling predecible para toda la familia, y toca temas eternos que resuenan con los conflictos actuales.

Si bien en su primera mitad ‘El robot salvaje’ sigue un camino más convencional, en la segunda parte la película a veces alcanza un nivel increíble, tanto visual como narrativamente. Muchas veces las películas animadas se limitan a esbozos ligeros de trama que derivan en personajes corriendo por la pantalla.

En ‘El robot salvaje’ es diferente: aquí se crea un mundo completo, en toda su grandeza y fragilidad. Un mundo que puede resistir ante un peligro inminente, pero que podría desmoronarse con un soplo de viento. Lo único claro es que, mientras nos apoyemos unos a otros y cuidemos este mundo, tendremos más oportunidades. Estas lecciones son sencillas, pero es necesario superar cierta “salvajidad” interna para comprenderlas por completo.

Lo que mejor sabe hacer Paula Ortiz es capturar en la pantalla una belleza indescriptible con palabras y ajena a las preocupaciones diarias. Su visión artística inmortaliza lo hermoso en cada plano, en cámara lenta, en los detalles que normalmente pasaríamos por alto con una mirada rápida.

Es un don divino, y la protagonista de LA VIRGEN ROJA, creyéndose Dios, decide crear a partir de su hija al ser humano perfecto. Quizás sea mejor no saber cómo acabó eso en la vida real, pero se puede intuir que no llevó a nada bueno.

La historia de Hildegart es impactante y aleccionadora. En la película, su madre, mientras trata de crear al ser humano del futuro, se queda mentalmente en un pasado donde el ser vivo es como un recipiente de barro. A este se le puede insuflar vida, pero para eso hay que saber respirar. Es curioso que la madre se llame Aurora, que significa «amanecer». A pesar del significado de su nombre, su mente está en completa oscuridad.

Najwa Nimri da vida a este personaje de forma brillante, en un papel que recuerda a la Reina de las Nieves. Incluso podríamos pensar que la actriz siempre interpreta el mismo tono. Pero bastan un par de escenas en las que la situación se le va de las manos a su personaje para darse cuenta de la complejidad de su actuación.

A Alba Planes, quien interpreta a Hildegart, no debió resultarle fácil, ya que comparte el espacio con Nimri y con la magnífica Aixa Villagrán, cuya Macarena es la verdadera vida en medio de un mundo congelado. Su perspectiva de lo que ocurre ayuda al espectador a no volverse loco en este laboratorio de locura.

En el final, Paula Ortiz muestra lo que mejor sabe hacer. El hechizo se desvanece, el palacio de hielo se derrumba, y la vida irrumpe en la película como un huracán, llenando todo el espacio. El espacio monótono y gris se llenará de colores. Es una combinación absurda de vida y destrucción, de la que el espectador difícilmente recordará cómo respirar. Pero el viento ayudará.