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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
26 de agosto de 2010
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para muchos el fallo del Episodio I residó en su infantilización, siendo el blanco de las iras Jar Jar (no en vano creado digitalmente). Además no dejaba de narrar una guerra minúscula en un planeta insignificante. Sin embargo llegado el Episodio III el tono era oscuro y pesimista y la épica altisonante. Para algunos eso fue suficiente, pero no para todos, algo seguía fallando.

Y es que, curiosamente, la nueva trilogía es más compleja que la antigua, y es ese germen de la complejidad que a George Lucas se le escapó de las manos y no supo dominarlo. Me extenderé sobre este punto después.

Tampoco la dirección artística terminó de encandilar. Hay mucha más variedad y cantidad de todo, pero sin duda falta el carisma y la solidez de la estética original. Y ese es el estilo de la trilogía nueva, la cantidad por encima de la calidad.

Se nos satura con incontables criaturas, naves, arquitecturas, vestuarios, batallas, duelos, personajes, etc. Un estallido de colores, formas y movimientos poco efectivo e incapaz de poner el acento en ningun sitio. No desvelo nada nuevo al decir que gracias a la infografía algunos cineastas cuanta mas libertad de medios han tenido más ha caído en picado su imaginación y creatividad.

No es lo mismo estrujarte la cabeza cuando solo puedes permitirte 2 o 3 diseños de naves imperiales y rebeldes, no más de 10 o 20 alienígenas y localizaciones, que cuando puedes permitirte docenas de naves diferentes y cientos y miles de criaturas con que poblar todos los escenarios que te apetezcan, igual que no es lo mismo que James Cameron tenga que filmar Aliens en una central térmica abandonada a que se permita el lujo de recrear la fauna entera de un planeta con miles de variedades botánicas en Avatar.

También pasa con la narrativa, no es lo mismo currarse un buen antagonista a lo largo de 3 películas (Vader), que ir cambiando de antagonista por película (Darth Maul, Dooku, Grievous). No es lo mismo currarse una buena batalla (Yavin, Hoth, Endor) y un duelo a espada por película, que meter multitud de batallas y varios duelos a espada como pasa en el Episodio III, que es de lejos la película mas bulímica de todas, posiblemente Lucas se quedó sin tiempo para contar todo lo que quería, y encima habiendo perdido su Episodio 2 contra Peter Jackson, debió sentir la necesidad de resarcirse y ponerse épico a lo grande…

TRILOGIA ORIGINAL: El imperio está a punto de acabar con la Rebelión gracias a un arma poderosa. Los rebeldes consiguen destruir esa arma en una batalla al borde del exterminio. El imperio rehace su estrategia y casi captura y mata a los líderes rebeldes. Mientras, vuelve a reconstruir el arma poderosa, preparando una trampa para que la Rebelión ataque con todo y sea aniquilada. En la batalla final el Imperio pierde y es derrocado.

Una trama sencilla, clara y directa. El peso de la narración recae en los personajes, la aventura, la acción, y un buen diseño artístico que decore ese universo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
TRILOGIA NUEVA: Un senador de la República desata él solito desde la sombra una guerra civil. Consigue que la República le dé plenos poderes y crea una ejército de millones de soldados clonados. Pero gracias a una palabra clave secreta el ejército de clones da un golpe de estado.

Esto ya es otro tipo de trama, no es sencilla de contar, se introduce el engaño y la manipulación, las intrigas y la guerra dentro de un régimen político parlamentario.

Los referentes son bien sabidos: Julio César, Napoleón, Lenin, Hitler. Y se nos desvela qué papel ejercía la institución Jedi, guardianes del orden y la justicia, pero ajenos a la política (una mezcla entre monjes, escolásticos, diplomáticos y el FBI).

Me chirría, en cambio, el uso de la tecnología que hace el guión. Resulta absurdo lo fácil que es encargar en secreto un ejercito de millones de soldados clonados (una tecnología muy normalita al lado de la velocidad de la luz) y con ellos conquistar al único Estado que abarca casi todo el universo, por muy desmilitarizado que estuviera. Nada que ver con Julio Cesar, ni Napoleón, ni Hitler, que lograron la adhesión de miles y de millones de hombres que entregaron su voluntad y su vida por ellos, eso sí es interesante.

La trilogía original nació de la fantasía, Lucas no parece entender a su propia criatura, y mete la ingeniería biogenética como atajo y solución de guión.

Si la Estrella de la Muerte podía ser un castillo inexpugnable o la bomba atómica; el halcón milenario un caballo o un barco; la Fuerza la magia o la fe, ¿el ejército clon qué símil tendría en otro genero? (ni los germanos que defendieron la Roma tardía tenían una palabra mágica con la que ser controlados, ni los nazis en Alemania salieron de pronto de debajo de una piedra).

Tal vez no invalide el mensaje, una democracia con miedo puede aceptar lo que sea aunque luego se arrepienta (ya lo advirtió Pericles cuando la Guerra del Peloponeso se torció para los atenienses), pero este ejército clon y su palabra secreta no queda lejos de lo que Aristóteles llamaría un deus ex machina.

Seamos claros, la nueva trilogía ha decepcionado tanto porque el advenimiento del Imperio no representa ningún acontecimiento interesante ni trascendente. Hitler trajo consigo el cambio: aplicar el ordenamiento militar a toda una sociedad, de arriba a abajo, convertir a Alemania en la nueva Esparta de su tiempo, aquel del darwinismo social, cultural y racial.

El Emperador Palpatine usurpa el poder, su único objetivo es el poder personalista, para ello elimina a los guardianes de la república, nada más. Su imperio es intrascendente, una dictadura vacua que no durará ni medio siglo.

Asistimos decepcionados al nacimiento de aquel gran imperio de la trilogía original, con su estética ideológica: uniforme, homogéneo, monolítico, estéril, anónimo y sin cara, donde la tecnología y la máquina eran omnipresentes. Pero también imponente y seductor salvaguardia del poder, el orden y la fuerza.
5 de abril de 2009
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seijun Suzuki, además de famoso actor en su tierra natal, fue un prolífico y controvertido director japonés de serie B en los 50 y 60 que fue adoptando gradualmente un estilo visual impactante y heterodoxo, y sobre todo narrativamente surrealista, ganándose sonados desencuentros con sus productores, la compañía Nikkatsu.

En Tattooed Life nos encontramos ante una típica película de samuráis (yakuzas en este caso) japonesa en que toda la acción está aislada y confinada en los últimos minutos de la película.

Puedo citar Yojimbo, Samurai Rebellion, la reciente trilogía del samurái de Yamada o incluso la norteamericana Yakuza de Pollack, y las que me dejo y me quedan por ver…

Algunas más y otras menos, pero todas tienen en común el dejar para el final casi todo el peso de la acción, convirtiéndose el resto de la película en un constante preliminar y preparativo de la inevitable catarsis de violencia final.

Pero algo diferencia a esta película, y es que visualmente es un portento, y muy moderna teniendo en cuenta que es de 1965 (si me dicen que es de finales de los 70 me lo creería, y aún así diría que es sorprendentemente moderna), y no sólo por la parte de acción final, toda la película de principio a fin está salpicada de pequeños momentos, secuencias en movimiento de gran dinamismo o planos estáticos de inusitada belleza, tanto por el uso de la cámara como por los decorados y exteriores.

Se nota mucho que Suzuki ante todo quería probar cosas, romper convenciones y academicismos en el lenguaje visual y cinematográfico, sin olvidar que era un director de serie B que tenía que dar al público lo que pide, su sello está en impactarles para mantenerles entretenidos.

Porque lo que es el tratamiento de la historia y los personajes, es donde vemos que esta película no raya a la altura de otros clásicos de drama/aventuras como algunos de los citados más arriba de Kurosawa o Kobayashi. La trama y su desarrollo, eso sí, no es surrealista, como lo serían obras posteriores de Suzuki, sino muy convencional.

(sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sin ser gran cosa, tampoco está mal para ser sinceros. El protagonista, Tetsu, queda convincente en el papel de hermano mayor, protector y responsable, que se ha encomendado la tarea de cuidar de su hermano pequeño, con vocación de artista, y sacrificarse por ofrecerle un futuro más prometedor que el de yakuza.

También queda convincente la chica caprichosa y mimada, de arrebatadora sonrisa, que se enamora de Tetsu. Y no puedo olvidarme de mencionar a ese grupo de obreros japoneses, que acogen a los hermanos protagonistas, y les vemos actuar repetidamente en coro, muy bien dirigidos y bastante graciosos.

Las 3 o 4 canciones japonesas con voz femenina que adornan varios momentos del metraje son también todo un regalo para el oído.

Pero poco más, el problema de la película está en que pese a durar tan sólo 85 minutos, se puede hacer larga y aburrida debido a toda la parte intermedia, que llega a ser en varios momentos reiterativa y redundante, no aportando gran cosa al desarrollo de personajes ni de la trama. Y es que, por mucho que me pese, empezando y terminando a gran altura, la historia no termina de atrapar en toda esa hora que separa el principio del final.

Tampoco es una película donde aprender algo reseñable sobre la cultura e idiosincrasia yakuza, pese a lo que uno podría pensar al ver los créditos iniciales con la cámara enfocando varios torsos tatuados. A eso y un precioso vestuario (la película está ambientada en los años 20 por cierto, inicios de la Era Showa en Japón) se reduce básicamente la descripción de los yakuza en esta película.

Para los fans de Suzuki, Tattooed Life viene a ser lo que sus otras películas más famosas y menos racionales hubieran sido de tener una narrativa más tradicional, y ello no les convence, pues no deja de ser una obra menor del director, interesante tan sólo por contribuir a cimentar el estilo visual Suzuki que daría nacimiento a sus otras obras más veneradas como Branded to Kill o Tokyo Rift.

Pero hay que reconocerle el mérito, es este tipo de películas en las que uno puede ver ese poso de influencias que daría forma al manga y anime posterior. El lenguaje visual y todo el apartado estético es magnífico. Tampoco sorprende que esta sea una más de la larga lista de películas que Tarantino copió/homenajeó para hacer Kill Bill.

Nota: 6,5.
23 de enero de 2010
23 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clarence (Christian Slates), es un alter ego de Tarantino (guionista de la película), ingenioso, friki e incomprendido, atrapado en una vida anodina y solitaria, pero firme en su pequeña subcultura (aunque no le funcione le va soltando los mismos rollos sobre Elvis, Sonny Chiba, etc. a las chicas que pretende ligarse, y sigue yendo al cine, sólo, cada cumpleaños, como un ritual).

De pronto le cae llovida del cielo la chica "perfecta" (para él claro), Alabama, guapa, simpática, dulce, y fascinada por este personaje encerrado en su mundo tan genuino, que en el colmo del romanticismo le enseña su templo, la tienda de comics en la que trabaja, y le explica con gran dedicación lo especial del primer número de Spiderman. Tras una noche de pasión ella le confiesa que es una prostituta que se ha enamorado de él. Acto seguido se casan. Una historia de amor joven al fin y al cabo, tan utópica como puede serlo Romeo y Julieta.

Pero la "utobiografía" de Tarantino no ha hecho más que comenzar, Clarence no soporta sentir en su pensamiento la sombra del chulo de Alabama, y le entra una vena de valentía y arrojo: "sé que te asusta pero yo no le tengo miedo a ese cabrón", "tú no me conoces, y sobre todo en estos casos", "te aseguro que puedes contar conmigo para protegerte". Este será el nuevo Clarence durante el resto de la película, el que va a por todas de frente, sin miedo, y que ante todo protege a su chica; compensando aquello que no ha sido ni ha tenido antes en su vida. Alabama por su parte responderá con una lealtad ciega y no menos valor.

Volviendo al chulo de ella, Gary Oldman está sencillamente espectacular, con tan solo dos apariciones (aunque se habla de él en otras escenas) compone un personaje inolvidable.

Pero no es el único secundario que hace un gran trabajo, Dennis Hopper y Christopher Walken también tienen su momento de gloria, y quitando a estos pesos pesados hay todo un desfile de secundarios que hacen un estupendo trabajo: James Galdolfini (varios años antes de poner cara a Tony Soprano), Bronson Pinchot (Balki en la serie "Primos Lejanos"), Saul Rubinek, Tom Sizemore que hace con Chris Penn (a quien Tarantino reutilizaría en "Reservoir Dogs") una carismática pareja de polis, muy curioso también el papel de Brad Pitt (justo antes de saltar al estrellato con "Entrevista con el vampiro"), y hasta sale bien Michael Rapaport como aspirante a actor. A Val Kilmer no se le ve la cara como Elvis, y Samuel L. Jackson sólo sale un momento, pero ahí están.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los diálogos son muy buenos y se palpa que están escritos por Tarantino. Y digan lo que digan la dirección de Tony Scott le sienta como anillo al dedo a la película. Muchos hablan a toro pasado sabiendo lo que ha sido después Tarantino, pero para los que la hemos visto y disfrutado cuando a Tarantino no le conocían ni en su casa, no queremos que nos la cambien por nada del mundo. El que quiera disfrutar de Tarantino en estado puro para eso están sus películas (personalmente me quedo con las de los 90), y si además quieres una mezcla única e irrepetible, un Tarantino impuro y disfrazado, pero igual de disfrutable, pues aquí tienes "Amor a quemarropa".

Esta peli la vi de adolescente y recuerdo cómo dos escenas me sobrecogieron por su violencia y dramatismo emocional y visual: la paliza a Alabama y el tiroteo final, no en vano ambas comparten una melodía de fondo, tenue pero hermosa. Vistas hoy el tiroteo final pierde bastante, la situación parece demasiado prefabricada, y el tiroteo en sí está forzado (¿el policía dispara al productor porque le arroja café ardiendo al soplón?); en cambio la escena de la paliza sigue poniendo los pelos de punta, pese a que hacia el final también tiene sus detalles forzados para que Alabama acabe salvándose.

Pero no son las únicas escenas que se quedan grabadas, quizás sí las más visuales y dramáticas, pero los diálogos, los personajes y el guión en general darán lugar a multitud de escenas estupendas, divertidas, palpitantes o inteligentes, muy bien hilvanadas y estructuradas.

Y volviendo a lo de las melodías, Hans Zimmer hace uno de sus mejores trabajos, una música preciosa, quizás un poco omnipresente (se introduce música casi al final de cada diálogo con algún giro) pero se puede pasar por alto. Zimmer retrabajó el tema principal "Musica Poetica" de Carl Orff y Gunild Keetman que ya había sido utilizado en la película "Malas tierras".

¿Lo peor de la película? El famoso monólogo de Dennis Hopper, la idea es excelente, pero el contenido nefasto, y demuestra la incultura de Tarantino, los actores, el director y del espectador americano medio. Los moros NO eran negros. Tampoco los italianos peninsulares eran rubios y de ojos azules, aunque el Norte tenga influencias germanas. Un despropósito tras otro que hace venirse abajo una escena que muchos consideran mítica, y pudo haberlo sido. No vale con decir "leo mucho, me gusta la historia".

Y aún con todo, es una magnífica película.

Nota: 7,2.
13 de octubre de 2011
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hace poco he escrito la crítica de la superproducción soviética "Liberación" de 1969, resaltando su valor historicista y la sorprendente ecuanimidad hacia los alemanes, incluida la figura de Hitler, "La caída de Berlín" en cambio resulta útil e interesante tan solo para ver lo contrario, es decir lo que vendría a ser una versión de pura propaganda soviética a la antigua usanza, con un Hitler y unos nazis caricaturizados, y un culto burdo a Stalin y la madre patria rusa. Tampoco se salva Churchill de la caricatura.

Es curioso ver como la posterior "Liberación" (rodada en tiempos de Brezhnev) parece una revisión y corrección de "La caída de Berlín" (rodada pocos años después de la guerra, con Stalin todavía en el poder) a todos los niveles, ya que no pueden ser más opuestas aun tratando los mismos temas. Además del tono propagandístico y exagerado, narrativamente es muy rápida, pasamos enseguida del inicio de la guerra en el este, al acercamiento a moscú, a la batalla de estalingrado y la victoria soviética, mientras que en "Liberación" es todo lo contrario, a lo largo de 8 horas de película el avance en los frentes es lento y complicado.

No menos curioso es que todo el principio sea un "melodrama" soviético, el héroe soviético condecorado por su récord en la producción de acero, un tipo grande, algo primario pero bonachón, y muy muy ruso, se enamora de la guapa y joven maestra de la escuela. No sin algo de timidez y complejos, tras tener una charla con el mismísimo Stalin (!) finalmente decide pedirle matrimonio a su amada, y es justo en ese momento que empiezan los bombardeos y la ofensiva nazi, y ella es capturada y llevada a Alemania.

A partir de ahí la mayoría de diálogos son discursos proféticos, por ejemplo generales alemanes avisando a Hitler de que Rusia es inconquistable, que ya lo avisó Bismarck y ya se vió con Napoleón; o el protagonista regañando a un oficial alemán y avisándole que llegarán a Berlín y llevarán la misma destrucción, exactamente la misma y en su justa medida, que los alemanes trajeron a su patria.

Como película bélica hay que resaltar su valor visual, para ser de 1949 tiene algunos encuadres muy atractivos y varias puestas en escenas interesantes.

Sólo para curiosos e interesados en la 2ªGM o la URSS, para el resto no pasará de ser anecdótica.

Nota: 5,7
10 de mayo de 2013
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claro que no es enteramente histórica y se toma libertades, pues bebe de la más pura tradición del teatro, donde es una necesidad buscarle motivaciones dramáticas a los personajes y ponerlas en sus bocas con diálogos poéticos y retóricos, aunque se trate de personajes históricos de los que es casi imposible saber su verdadera personalidad y motivaciones ateniéndonos a las más estrictas fuentes históricas, que normalmente solo recogen hechos o interpretaciones interesadas.

De ahí ese gusto del teatro por el drama y la retórica. Se ha hecho siempre, lo hacían los griegos al convertir en obras de teatro sus antiguos mitos, y lo hacía Lope o lo hacía Shakespeare reimaginándose por ejemplo a antiguos romanos famosos.

Lo que es más difícil de encontrar es que esas técnicas funcionaran traducidas al cine. Casi nunca. El cine suele buscar lo implícito, el subtexto, las acciones y no tanto los diálogos, o que los diálogos no digan lo que piensa el personaje, y en cualquier caso que sean cortos y no dominen a la imagen.

El cómo esta película consigue, con un ritmo endiablado y unas interpretaciones geniales, que el teatro funcione en cine, es digno de estudio.
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