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7,7
121.949
10
18 de febrero de 2012
18 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward nunca se atrevería a decirle a Kim lo que siente por ella, así que lo expresa a través de la nieve: la nieve pesa poco, cae lentamente, nunca causaría el impacto de una palabra importante, sin embargo es suave, discreata, como él mismo; llega a todas partes y con el tiempo desaparece.
¿...qué decir de una película absolutamente perfecta? Un reparto entregado y muy bien escogido (menos mal que Tom Cruise dijo que no, brrr…!), una bellísima banda sonora (de Danny Elffman, su mejor aportación en cine, con cierto sabor a Tchaikovsky y Prokofiev y que funciona tanto dentro de la pantalla como en disco) y una acertada dirección artística.
Después de esto uno se pregunta cómo hubieran sido "Batman", "Alicia…" y otras si le hubieran dejado a Burton la libertad que le permitió aquí la Fox, donde no tuvo el lastre de los ejecutivos que tanto han entorpecido algunas otras de sus producciones. En fin, siempre nos quedará esta sensible película sobre el dolor y las amarguras de adolescencia, y de la aceptación de la soledad del que no encaja.
Con mucho, lo mejor del genial Tim Burton.
¿...qué decir de una película absolutamente perfecta? Un reparto entregado y muy bien escogido (menos mal que Tom Cruise dijo que no, brrr…!), una bellísima banda sonora (de Danny Elffman, su mejor aportación en cine, con cierto sabor a Tchaikovsky y Prokofiev y que funciona tanto dentro de la pantalla como en disco) y una acertada dirección artística.
Después de esto uno se pregunta cómo hubieran sido "Batman", "Alicia…" y otras si le hubieran dejado a Burton la libertad que le permitió aquí la Fox, donde no tuvo el lastre de los ejecutivos que tanto han entorpecido algunas otras de sus producciones. En fin, siempre nos quedará esta sensible película sobre el dolor y las amarguras de adolescencia, y de la aceptación de la soledad del que no encaja.
Con mucho, lo mejor del genial Tim Burton.
Miniserie

6,4
323
9
14 de junio de 2012
14 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta versión, muy de corte muy europeo, incide más en el lado romántico, y como mucho en el policíaco, que en el de terror; recupera algunos de los componentes de la novela de Leroux que no se tocaban en ninguna de las anteriores adaptaciones cinematográficas desde la de 1925 (por ejemplo que el fantasma nace ya con la cara desfigurada), aunque el argumento original aquí también está recreado muy libremente, como en casi todas.
Parece ser que Arthur Kopit y Maury Yeston tenían el proyecto de un musical sobre El Fantasma de la Ópera, pero después de que Andrew Lloyd Weber se le adelantara, Kopit decidió reciclar el libreto para una película, solo que sin la música de Yeston, ya que se negó a ceder los derechos; el resultado fue esta mini serie.
La extraña obsesión freudiana que Eric siente por Christine, y el síndrome de Estocolmo de ella tras su prolongado secuestro, ya se habían apuntado en la versión televisiva de 1983 -con Michael York y Jane Seymour, aunque ahí el fantasma con quien estaba obsesionado era con el recuerdo de su difunta mujer-; aquí tiene un carácter más poético, ya que Eric no recuerda la cara de su madre pero sí su voz, y cree volver a oírla cuando escucha cantar a Christine. Los personajes secundarios están lo bastante desarrollados a lo largo de las casi tres horas de metraje, en especial Carlotta, la rival de Christine, realmente lograda en su faceta cómica.
Grabada en localizaciones de la auténtica Ópera Garnier de París (pero sólo el exterior y el foyer, la sala pertenece al tambíen parisino Teatro Odeón), el aspecto visual es el punto fuerte de la película, atractiva y muy espontánea, nada de decorados recargados, o fotografía rebuscada; tienen un especial encanto las escenas de los dominios del fantasma en los bajos de la ópera, que son aquí infinitos, interminables, mezclando restos de decorados viejos con bosques, ya que este mundo subterráneo es en realidad la materialización onírica de la personalidad de Eric.
La sugestiva banda sonora de John Adison resalta el lado poético y misterioso de la historia, y para mi es uno de los mejores elementos de la pélicula. Hay que señalar que la ópera "Fausto" de Gounod es mencionada repetidas veces a lo largo de la novela de Leroux, y que esto solo se mantiene en esta versión y en la de 1983, ya que en todas las demás versiones se utilizan otras músicas.
De todas las versiones es la única en la que nos libramos de la sobredosis de maquillaje, ya que en ningún momento se muestra a terrible cara del fantasma, dejándolo a nuestra perversa imaginación; en su lugar, Eric muestra máscaras diferentes según su estado de ánimo, en vez de una sola (algo también presente en la mencionada versión de 1983); menos mal.
Parece ser que Arthur Kopit y Maury Yeston tenían el proyecto de un musical sobre El Fantasma de la Ópera, pero después de que Andrew Lloyd Weber se le adelantara, Kopit decidió reciclar el libreto para una película, solo que sin la música de Yeston, ya que se negó a ceder los derechos; el resultado fue esta mini serie.
La extraña obsesión freudiana que Eric siente por Christine, y el síndrome de Estocolmo de ella tras su prolongado secuestro, ya se habían apuntado en la versión televisiva de 1983 -con Michael York y Jane Seymour, aunque ahí el fantasma con quien estaba obsesionado era con el recuerdo de su difunta mujer-; aquí tiene un carácter más poético, ya que Eric no recuerda la cara de su madre pero sí su voz, y cree volver a oírla cuando escucha cantar a Christine. Los personajes secundarios están lo bastante desarrollados a lo largo de las casi tres horas de metraje, en especial Carlotta, la rival de Christine, realmente lograda en su faceta cómica.
Grabada en localizaciones de la auténtica Ópera Garnier de París (pero sólo el exterior y el foyer, la sala pertenece al tambíen parisino Teatro Odeón), el aspecto visual es el punto fuerte de la película, atractiva y muy espontánea, nada de decorados recargados, o fotografía rebuscada; tienen un especial encanto las escenas de los dominios del fantasma en los bajos de la ópera, que son aquí infinitos, interminables, mezclando restos de decorados viejos con bosques, ya que este mundo subterráneo es en realidad la materialización onírica de la personalidad de Eric.
La sugestiva banda sonora de John Adison resalta el lado poético y misterioso de la historia, y para mi es uno de los mejores elementos de la pélicula. Hay que señalar que la ópera "Fausto" de Gounod es mencionada repetidas veces a lo largo de la novela de Leroux, y que esto solo se mantiene en esta versión y en la de 1983, ya que en todas las demás versiones se utilizan otras músicas.
De todas las versiones es la única en la que nos libramos de la sobredosis de maquillaje, ya que en ningún momento se muestra a terrible cara del fantasma, dejándolo a nuestra perversa imaginación; en su lugar, Eric muestra máscaras diferentes según su estado de ánimo, en vez de una sola (algo también presente en la mencionada versión de 1983); menos mal.

5,6
7.910
7
10 de junio de 2012
10 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sentido de la vieja sentencia de "el hombre es un lobo para el hombre" cobra aquí su máxima expresión; de hecho sobre el trono del emperador, epicentro del poder del estado y por tanto de toda la corrupción, sobresale la escultura de agresiva cabeza de lobo…
Lo primero que chirría al poco de empezar a ver esta película es la falta un "donde" y un "cuando" bien definidos, sobre todo el "cuando", ya que la temporalidad aquí es muy variable. Y no todo el mundo tiene es lo bastante imaginativo en este sentido como para no confundir flexibilidad con pretensión. Estos vaivenes de ubicación temporal no son caprichosos, sino que nos están hablando de que el carácter cruel y autodestructivo de la naturaleza humana no pertenece a ninguna época exclusivamente, ni a Roma, ni a la isabelina, ni a la actualidad, sino a todos a la vez.
Es difícil hacer una película convincente sobre este ingrato texto shakespeariano, plagado de crueldad y violencia. Taymor traduce esa violencia con su lenguaje plástico a un capricho estético raro y extravagante, y se encuentra a sus anchas sustituyendo miembros por esculturas; consigue así una puesta en escena a través de la caracterización de los personajes, algo bastante encomiable en el cine actual.
Lo primero que chirría al poco de empezar a ver esta película es la falta un "donde" y un "cuando" bien definidos, sobre todo el "cuando", ya que la temporalidad aquí es muy variable. Y no todo el mundo tiene es lo bastante imaginativo en este sentido como para no confundir flexibilidad con pretensión. Estos vaivenes de ubicación temporal no son caprichosos, sino que nos están hablando de que el carácter cruel y autodestructivo de la naturaleza humana no pertenece a ninguna época exclusivamente, ni a Roma, ni a la isabelina, ni a la actualidad, sino a todos a la vez.
Es difícil hacer una película convincente sobre este ingrato texto shakespeariano, plagado de crueldad y violencia. Taymor traduce esa violencia con su lenguaje plástico a un capricho estético raro y extravagante, y se encuentra a sus anchas sustituyendo miembros por esculturas; consigue así una puesta en escena a través de la caracterización de los personajes, algo bastante encomiable en el cine actual.
9
6 de junio de 2012
6 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No todos los días se tienen cuatro horas libres para ver "Moliere", una película difícil de encontrar y que yo sepa no doblada al español; en dos partes se cuenta la infancia de Moliere, en la primera, y en la segunda tienen lugar los grandes éxitos junto a Lully en la corte de Luis XIV, hilados a través de los estrenos de las obras que Moliere mismo protagonizaba, con todas sus dificultades y avatares personales (una estructura que también utilizó Milos Forman en "Amadeus" con sus óperas más importantes, de hecho parece haber cierta similitud entre la la escena de Mozart tocando la celesta en "La flauta mágica", poco antes de morir, y la los últimos minutos de vida de Moliere interpretando "El enfermo imaginario"…); pero a ésta le falta el componente fuertemente cinematográfico de aquella y con él, su evidente gancho comercial. A pesar de esto resulta bastante bastante menos intrascendente que otras películas sobre los mismos personajes como "Vatel" o "La pasión del rey", aunque sean más breves y utilicen un lenguaje mucho más convencional.
Hecha a mayor gloria y lucimiento de la compañía “Theatre du Soleil”, de la que Mnouchkine era directora-de hecho esta fue su primera película-, "Moliere" supone cierto conflicto entre el lenguaje teatral y el cinematográfico, ya que los dos están muy mezclados, resultando algo más experimental que definitivo, producto de una apasionada del teatro con herramientas cinematográficas. De hecho son muchas las escenas en las que cuesta señalar el momento en el que pasan de la acción real a un simple ensayo de un diálogo.
Con poca acción y escasos diálogos no se centra exclusivamente en la vida del protagonista, sino en la época del XVII en general, desde los usos y costumbres cotidianos, hasta los contrastes de la sociedad francesa del XVII. La vida del artista se narra de forma muy poco novelada, casi como un documental, pero con una carga teatral muy presente, sobre todo en el aspecto visual, a pesar del escrupulosísimo realismo con la que está servida: la documentación sobre la vida del XVII a todos los niveles fue de lo más exhaustiva, y esto se nota en cada plano, especialmente en las escenas de representaciones teatrales.
Lenta, muy lenta, lentísima, está servida con una fotografía, dirección artística y vestuario de primera, sobre todo estos dos últimos (se utilizaron 800 trajes y unas 500 máscaras); salvo algún detalle de la caracterización, como la de Moliere de viejo, la puesta en escena es absolutamente modélica. Se consigue así un Moliérè muy verídico, apasionado por su vocación y por no callarse lo que piensa, pero nunca sin cargar nunca las tintas, por suerte, (qué lejos estamos aquí de "El loco del pelo rojo" e histrionismos por el estilo….). Siempre inseparable de su compañía, como si fuera su propia familia, en un claro reflejo de la ética profesional y vital de Mnouchkine.
Coproducida por la televisión francesa e italiana, existe una versión larga para la TV dividida en capítulos.
Hecha a mayor gloria y lucimiento de la compañía “Theatre du Soleil”, de la que Mnouchkine era directora-de hecho esta fue su primera película-, "Moliere" supone cierto conflicto entre el lenguaje teatral y el cinematográfico, ya que los dos están muy mezclados, resultando algo más experimental que definitivo, producto de una apasionada del teatro con herramientas cinematográficas. De hecho son muchas las escenas en las que cuesta señalar el momento en el que pasan de la acción real a un simple ensayo de un diálogo.
Con poca acción y escasos diálogos no se centra exclusivamente en la vida del protagonista, sino en la época del XVII en general, desde los usos y costumbres cotidianos, hasta los contrastes de la sociedad francesa del XVII. La vida del artista se narra de forma muy poco novelada, casi como un documental, pero con una carga teatral muy presente, sobre todo en el aspecto visual, a pesar del escrupulosísimo realismo con la que está servida: la documentación sobre la vida del XVII a todos los niveles fue de lo más exhaustiva, y esto se nota en cada plano, especialmente en las escenas de representaciones teatrales.
Lenta, muy lenta, lentísima, está servida con una fotografía, dirección artística y vestuario de primera, sobre todo estos dos últimos (se utilizaron 800 trajes y unas 500 máscaras); salvo algún detalle de la caracterización, como la de Moliere de viejo, la puesta en escena es absolutamente modélica. Se consigue así un Moliérè muy verídico, apasionado por su vocación y por no callarse lo que piensa, pero nunca sin cargar nunca las tintas, por suerte, (qué lejos estamos aquí de "El loco del pelo rojo" e histrionismos por el estilo….). Siempre inseparable de su compañía, como si fuera su propia familia, en un claro reflejo de la ética profesional y vital de Mnouchkine.
Coproducida por la televisión francesa e italiana, existe una versión larga para la TV dividida en capítulos.

6,8
8.849
8
4 de mayo de 2012
4 de mayo de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin experimentos ni mezclas, con las licencias justas (intervención de algunos personajes distintos a los del álbum que enriquecen la narración, como la presencia de té, que en el álbum quedaba poco justificada), con esta nueva entrega si dieron en el clavo como lo hicieran antes con "Las 12 pruebas"; muy divertida, con un ritmo ágil, y una animación infinitamente mejor que "Asterix el galo" o "Asterix y Cleopatra", películas pensadas tal vez para un público más infantil.
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