Sin dejar de caer en los lugares comunes de las películas de romance, es un trabajo que se destaca por la grandeza con la que se cuenta y sin lugar a dudas con una impronta muy personal de la directora.

En su debut en la dirección de largometraje, Celine Song nos deja una historia que cuenta como Nora (Greta Lee), una niña de 10 años debe abandonar su país Corea rumbo a América junto a su familia, dejando atrás a su amor Hae Sung (Yoo Tae-o). De esta manera la película evoluciona mostrándonos estas dos realidades que representan los países junto a la evolución y anhelo mutuo que se tienen los protagonistas.

Es impresionante observar como el film sabe en que momentos detenerse para darle una mayor emotividad a las escenas y sobre todas las cosas entender que es lo que sienten los personajes, no solo por una gran puesta en escena que nos brinda mayor información, sino por la capacidad de los actores los cuales aprovechan cada momento que la cámara se queda con ellos para transmitir aquello que están viviendo los personajes en ese momento.

Por su parte, le da una mayor riqueza al trabajo las reflexiones que hace sobre la amistad y el amor. Y es que, aunque puede resultar recurrente la idea en otros films de parejas que se encuentren distantes y no puedan encontrarse, la forma en que se resuelve este trabajo en particular permite no solo diferenciarse de otros sino distinguirse. De esta manera, contraponiendo dos culturas tan diferentes como la estadounidense y la coreana, revela factores comunes de los seres humanos, reflexionando sobre aquella vida en la que estamos obligados a vivir, los sueños que deseamos y no podemos alcanzar o a las cosas que renunciamos con la esperanza incierta de un futuro mejor.

En definitiva, es un trabajo profundo sobre el amor, que nos invita a reflexionar. Recomendado no solo para aquellos fanáticos del género, sino también, para quien está buscando un film más personal, en el cual insisto, independientemente de la historia se puede apreciarse el gran trabajo de la directora, haciendo que cada conversación se sienta real y cada detalle escenográfico esté pensado correctamente en función del relato. Una gran producción de A24, quienes en este ultimo tiempo están haciendo películas muy destacadas.

Darren Aronofsky vuelve a la pantalla grande con una película desbastadora. A ella se le suma un elenco brillante de los cuales destaca la emocionante actuación de Brendan Fraser quien encarna el protagonista y lleva el film en sus hombros.

La historia gira en torno a un profesor de inglés quien sufre de obesidad mórbida la cual le impide moverse con facilidad, y ya percibiendo su evidente declive desea volver a relacionarse con su hija (Sadie Sink) después de años sin verla.

A lo largo de este intenso film se nos irán presentado otros personajes del entorno del protagonista, quienes si bien desean ayudar sus formas e ideologías son muy diferentes. De esta manera se abren las puertas de la reflexión y la disputa ética tomándose el tiempo para tocar otros temas como la homosexualidad, doctrinas religiosas o violencia en redes sociales. No existen blancos y negros en esta historia, es un reflejo de nuestra sociedad, el aceptar y ser aceptado, el perdonar y ser perdonado. Cada uno emprende un camino hacia la salvación, pero para ello cada uno debe comprender cual es el suyo.

Por otro lado, hay que reconocer la increíble técnica del director para resolver una película de casi dos horas la cual transcurre solo en un departamento, algo muy parecido a “The Sunset Limited” del 2011, aunque esta recae más en lo teatral. Es inevitable que parte de la narración se resuelvan desde el dialogo, sin embargo, Aronofsky nos va revelando elementos y espacios que ayudan a la construcción de la trama ya sea por asociaciones visuales o metafóricas y acompaña los momentos de más tención con la utilización de la musical que va in crescendo.

En conclusión, es una película sumamente triste que en ocasiones nos da una luz de esperanza. No espere un espectáculo visual, sino un mar de sentimientos.

En el año 1927 se realizo una película que no solo hoy es considerada uno de los mejores films bélicos de todos los tiempos, sino que también, llevo a la pantalla grande una de las mejores representaciones épicas de la figura de Napoleón. Hoy, a poco de cumplir cien años de esa obra, se estrena un trabajo que, si bien cuenta con un mayor avance de la tecnología en materia de la realización cinematográfica y construye muy buenas escenas de acción, se pierde en la búsqueda de un arco argumental principal, abarcando mucho y apretando poco.

De la mano del ya veterano director Ridley Scott, conocido por trabajos como “Gladiador” (2000), “Blade Runer” (1982) o “Alien” (1979), se nos muestra una historia en donde en paralelo cuenta la vida política y militar de Napoleón (Joaquin Phoenix) y su relación romántica con su amor Josefina (Vanessa Kirby). De más está decir la complejidad de abarcar tantos aspectos en la historia de un hombre emblemático para Europa, lo cual provoca que el film continuamente tenga que saltar de un lugar a otro resultando conflictivo al encontrar una dirección narrativa clara. De esta manera, contrario a “Marie-Antoniette” (2006) de Sofia Coppola, film el cual también realiza una adaptación histórica en Francia y centra el conflicto en la presión que hay para que nazca un joven príncipe capaz de heredar el mandato de su padre; en “Napoleón”, con apenas unos minutos más de duración, abarca también los conflictos políticos, sociales y bélicos que enfrentó el mandatario.

Por otro lado, es de entender, que una figura tan importante para la historia de Francia, en un film que intenta ser serio, pueda llegar a ser criticada por aquellos de su misma nación. Esto se debe, ya que, como se dijo anteriormente, contrario a Antoniette o incluso la misma Josefina, Napoleón es una figura que a pasado a ser mitificada con el tiempo y así se fue construyendo en el imaginario popular, provocando un efecto positivo cuando se lo representa glorioso en el campo de combate mas no así, cuando se intenta mostrar su parte más íntima, llegando quizás, a la parodia.

Sin embargo, dejando de lado el análisis global de la película, hay que reconocer un excelente trabajo de los actores, en donde destaca la figura de Phoenix y una muy buena y entretenida escenificación en la construcción de la época, así como también, de los combates y tácticas militares.

En conclusión, es una película que trabaja bien sus escenas, los combates son espectaculares y las escenas románticas cuentan una historia entretenida. Sin embargo, es esta ambición por abarcarlo todo lo que le impide darle profundidad a alguna de las tantas opciones que presenta.

A cincuenta años de el ultimo golpe militar en Chile y a cuarenta de la vuelta de la democracia en Argentina, películas como “Argentina 1985” (2022) se hacen fuertes acusando a aquellos involucrados en los crímenes de lesa humanidad, los cuales en el caso chileno, no contaron con una pena judicial. De esta manera, el director Pablo Larraín, conocido por películas como “No” (2012) o “El club” (2017), se enfrenta al pasado, creando una comedia negra la cual, si bien no pretende ser un film histórico, claramente cuenta con una profunda critica a la política y sociedad de su país.

El largometraje está filmado en blanco y negro, construyendo una fotografía con altos contrastes y contraluces dando la sensación de un mundo siniestro. Así, el relato avanza con la ayuda de una voz en off la cual cuenta con un sentido poético aportando nuevas significaciones a lo que ya se ve en la imagen. Ahora bien, este recurso puede resultar incomodo o incluso intolerable para aquellos quienes incluso sabiendo que el cine se trata de representaciones, piensan que los movimientos históricos y sobre todo aquellos tan difíciles de tratar como lo fueron las dictaduras, deben ser los más fieles a la realidad. Sin embargo, y a pesar de que el director se toma muchas libertades, no deja de cuestionar el mandato del dictador Pinochet (interpretado por Jaime Vadell) quien es parodiado, no como Hitler en “Bastardos sin gloria” (2009) el cual es ridiculizado al máximo, sino como Drácula en “Drácula, de Bram Stoker” (1992), el cual se lo piensa como un monstruo arrogante que a pesar de todos los males que ha cometido, dice sentirse incomprendido y desagradecido por parte de la sociedad.

La historia cuenta como Pinochet decide dejar de tomar sangre para acabar con su vida a sus doscientos cincuenta años. De esta manera, sus hijos se reúnen para disputar la herencia mostrando siempre en un juego de doble sentido, la parte más oscura de la dictadura chilena, el robo, saqueo y abuso de poder por parte de los dictadores, quienes años más tarde no solo no fueron juzgados, sino que negaban las atrocidades cometidas al pueblo. Así, desde la comedia negra se plantea un enfoque distinto, el cual no deja por ello de ser serio y eficaz a la hora de ser crítico.

En conclusión, es una película oscura y crítica, aunque a veces el abuso de su sarcasmo puede resultar intolerable.

Basada en la serie de libros “The Saxons” escritos por Bernard Cornwell y situada dentro de la serie “The Last Kingdom”, “Seven Kings Must Die” nos presenta una historia orientada en la época medieval en Inglaterra. Así, de la mano de Netflix, esta obra que antiguamente fue propiedad de la BBC, pretende crear un universo vasado en la edad antigua para hacer frente a las demás compañías audiovisuales, así como también, ha dado lugar al debut como director de largometrajes a Edwad Bazalgette, quien ya había trabajado en la serie original en el año 2015.

De esta manera, la historia no cuenta que tras la muerte del rey Eduardo, Inglaterra se divide y comienza una disputa por el dominio y control encabezada por el rey Aethelstan (Harry Gilby). En consecuencia, el protagonista de la historia lord Uhtred (Alexander Dreymon) intenta frenar el conflicto y lograr la paz, enfrentándose también a la revelación de una de sus seguidoras, “siete reyes deben morir”.

Así, se nos presenta una historia donde se puede apreciar diferentes regiones de Inglaterra con sus correspondientes ciudades y castillos, que nos harán sentir inversos en aquellos espacios de época y se abrirá una reflexión al poder e influencia de la iglesia de aquel momento que, a mi parecer, también ayudó a los guionistas a crear una ignorancia generalizada en los personajes para resolver conflictos de tramas.

Es necesario aclarar que no hace falta haber visto la serie con antelación para poder comprender la película. Esta última funciona como una obra independiente, aunque aquellos que ya sigan la historia de antes, seguramente tendrán una mejor perspectiva de lo que está sucediendo. No es secreto para nadie que Netflix intenta con esto expandir su público y suscriptores generando nuevas franquicias y para ello crea contenido constantemente. Sin embargo, algo que ya hemos visto en otras películas como “Luther: The Fallen Sun”, la adaptación a largometrajes es un paso que le cuesta dar. Esto es así ya que el lenguaje cinematográfico que se utiliza es diferente y si bien los directores originales de las series conocen a la perfección sus personajes e historia, a la hora de hacer su debut en películas se vuelve cuesta arriba. El poco tiempo que te brinda el largometraje para desarrollar múltiples personajes y subtramas, hace que aquellos verdaderos directores busquen recursos más artísticos para contar sus historias dando a entender los mensajes mediante el buen uso de técnicas de cámara o sonido y no por diálogos resueltos en el guión, algo que lamentablemente sucede en esta obra.

En conclusión, si usted es fanático de la serie o desea ver una película de acción que presente escenas de combates interesantes para desconectar la mente, puede resultar de su agrado. Sin embargo, esta película no es muy distinta a los innumerables trabajos de esta época que vivimos. Se apela a las franquicias que se sostienen de éxitos de trabajos anteriores, dejando una construcción de personajes pobre en la obra individual, así como también, una narrativa que abarca mucho y aprieta poco en su tesis final.