Al inicio, Jamal está a punto de convertirse en millonario y que eso ocurra o no, está escrito en su destino, lo que puede verse hacia el final de la cinta. Solo así se justifica que el muchacho – escoria del fondo del tarro, según queda definido-, vaya respondiendo, de manera acertada y como en un cuento de hadas, las preguntas de un concurso, cuya solución siempre han estado escritas en algún momento de su miserable vida.
La película tiene una muy buena fotografía, algunas actuaciones destacables y un guión interesante (si uno atiende a la sugerencia hecha al comienzo, se deja llevar por el relato y hace a un lado cualquier lectura lógica o demasiado estricta de lo que se nos va contando). En definitiva, vale la pena sentarse y dejarse llevar por la historia.

¡Qué buena película! Una verdadera joya del cine uruguayo que según tengo entendido, ese país propuso como precandidata al Oscar 2010, aunque sin suerte. Sin embargo, eso es apenas un detalle no le quita mérito a una cinta que refleja con belleza la historia de dos buscavidas que recorren los pueblos del Uruguay. Jacob van Oppen, un ex campeón mundial de lucha libre y su protector, el príncipe Orsini, un charlatán encargado de arreglar los combates con su pupilo.
La película es un refresco para los sentidos; por un lado, una pincelada que retrata esos pueblos del interior, perdidos en su propio y envidiable ritmo de vida y por otro, una historia bien contada por personajes creíbles y queribles.
Para recomendar.

¿Cuántos años debe orar un hombre para conseguir el perdón?
¿Cuánto debe sufrir para sentir finalmente la conciencia en paz?
¿Cuánto trabajo es necesario realizar para limpiar una culpa?
¿Cuándo un hombre deja de ser un criminal para convertirse en santo?
¿Y Qué lugar queda allí para la cordura y la razón?
Excelente película sobre las cuestiones de la fe dirigida por Pavel Lungin y muy bien interpretada por un pequeño reparto de actores, encabezado por Piotr Mamonov. Para sacarse el sombrero y recomendar.

Creo que el relato que Mateo Garrone nos quiere contar se le va de las manos, el sentido se le escapa como agua y eso ocurre porque ninguna de las historias que conforman la cinta está bien desarrollada. El que mucho abarca poco aprieta, dice el refrán y en Gomorra solo tenemos eso: la intención de mostrar un sistema mafioso pero la idea solo queda plasmada en un esbozo de lo que le ocurre a cada uno de los personajes. No hay historia porque no hay relato.Así, como espectadores, nunca terminamos de entender a esos personajes, de saber qué piensan, qué quieren, qué buscan, aman o sufren. Me parece que cada una de esas historias, la del modisto, la del muchacho aprendiz de mafioso, la de los desechos tóxicos y la que da cierre a la cinta se quedan a mitad de camino, precisamente porque se estorban unas con otras. Realismo es otra cosa. Una lástima.

La película me ha entretenido bastante pero no más que eso. Creo que tiene a favor una idea interesante llevada a cabo (supongo) con un presupuesto modesto.
Lo que no me gustó son los actores y sus diálogos bastante acartonados y tampoco lo forzado que está el inicio del bucle en el tiempo, quiero decir qué lleva al Héctor 2 a repetir todo lo que ha visto previamente a través de los binoculares. Está claro que allí se inicia el bucle, pero no hay motivos para que eso ocurra, es decir que alguien me explique por qué este hombre tiene que desnudar a la ciclista para exhibirla ante su otro yo, qué lo obliga cubrirse toda la cabeza con un trapo y ¡por dios! a clavarse unas tijeras... en fin.
De todos modos, creo que la película se deja ver una vez, que no es poco teniendo en cuenta las generalidades del cine español