Es un documento notable, no solo por el valor histórico, sino por lo humano que contiene. Nos habla de cómo afrontar un pasado no resuelto, habiendo transcurrido más de cuarenta años.

Casi como participantes de un secuestro o un acontecimiento traumático, se reúnen los que fueron integrantes del llamado Brat Pack para hablar sobre cómo ese hecho les marcó la vida y sus carreras, incluso hasta el día de hoy.

Aunque está dirigida de una forma muy simple, austera y con poca fuerza, consigue, a través de sus testimonios, que sintamos empatía y, a veces, tristeza por sus protagonistas. Es un artefacto para viajar en el tiempo.

Un diálogo hueco de hora y 40 que pretende parecer profundo e intenso sin conseguirlo. Es una sucesión de charlas que no van a ninguna parte y que no hacen que empatices con los personajes para nada. Sean Penn jugando a ser un psicoanalista de mercadillo que tiene muchos kilómetros a la espalda y cree que "se las sabe todas" y la otra que no sabe ni por donde le da el aire en la cabeza.

Aunque solo son dos personajes hablando en un coche tampoco creo que funcionase como obra de teatro porque el problema es que la historia y los diálogos son aburridos, carentes de finalidad, drama, tensión o cuerpo. Sencillamente no consiguen que te importe la vida de ninguno, ni lo que dicen, ya que esos personajes no funcionan porque son simples, anodinos y aburridos, aunque la directora se crea que está haciendo un drama con los personajes más complejos de la historia.
Tiene analogías pueriles y algún momento que otro de vergüenza ajena.

Una parida que si hubiese tenido actores desconocidos no habría servido ni como película de domingo por la tarde en Antena 3 ni se le estaría dando notas más altas de un cinco, que ya me parece mucho.

He oido conversaciones más emocionantes en la sala de espera del dentista.

Es mala con ganas. Todo es ridículo. Los decorados, el vestuario, los FX y sobre todo los diálogos que parecen escritos por un chaval de doce años intentando rehacer su particular Guerra de las galaxias. Pero es tan mala que consigue ser una joyita kitsch muy entretenida y digna de admiración.

Hace que vuelvas a ser un crío si dejas que te absorba. Está a la altura de Ninja III: la dominación (1984), otra peli de culto que también recomiendo.

Mención especial a la banda sonora del fabuloso John Barry.

Tiene todo: Robots, amazonas buenorras, malos llenos de clichés, naves espaciales, héroes que rozan la caricatura absurda y sobre todo tiene a Caroline Munro y a ¡David Hasselhoff!

Mete en una batidora Mad max 3, Aliens, mission imposible, Transporter, Excalibur y paladas de sangre y acción y te sale esta loquísima joyita perfecta para un Viernes por la noche. Puro entretenimiento descerebrado.

Dirección y fotografía muy solventes algo empañadas por un montaje bastante histérico en el que te meten tres planos en un segundo y a veces no sabes muy bien que está pasando.

Impresionante como en los cinco primeros minutos clavaron en 2008 a la perfección lo que estamos viviendo en 2020 con el tema del COVID llevándolo un paso más allá.

Muy recomendable para desconectar.

Entrañable comedia que invita a reflexionar sobre la velocidad a la que va la sociedad y el poco sentido que tiene todo esto a lo que llamamos progreso
.
Curioso escuchar diálogos de hace 70 años, que siguen totalmente vigentes, en los que uno se puede sentir identificado sobre la ridiculez de sociedad que hemos creado. Muy recomendable.