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Críticas ordenadas por utilidad
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7
12 de enero de 2025
12 de enero de 2025
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Francis Galluppi debuta con un thriller algo tarantinesco que parte de una premisa tan simple como atractiva: una sucesión de desgracias que crean una bola de nieve difícil de frenar.
Una gasolinera perdida en la desértica América rural, un vendedor de cuchillos y dos ladrones son el tablero de juego donde se desarrolla un thriller meritorio, teniendo en cuenta que es una ópera prima con un presupuesto de apenas un millón de dólares. Y es que el estadounidense posee cierta virtud para crear un escenario tenso mediante el diálogo y ciertos toques de humor negro, aunque también es cierto que el desenlace no es del todo redondo en comparación con sus dos tercios iniciales.
Visualmente no sobresale, pero tampoco es deficiente. Es cómoda de ver, pero nada ni muy meritorio ni criticable; todo resulta bastante sobrio.
Galluppi se estrena de una manera más que decente. Será interesante ojear sus próximos trabajos, más ambiciosos y con más presupuesto. Hora y media fácilmente digerible que entretiene.
Una gasolinera perdida en la desértica América rural, un vendedor de cuchillos y dos ladrones son el tablero de juego donde se desarrolla un thriller meritorio, teniendo en cuenta que es una ópera prima con un presupuesto de apenas un millón de dólares. Y es que el estadounidense posee cierta virtud para crear un escenario tenso mediante el diálogo y ciertos toques de humor negro, aunque también es cierto que el desenlace no es del todo redondo en comparación con sus dos tercios iniciales.
Visualmente no sobresale, pero tampoco es deficiente. Es cómoda de ver, pero nada ni muy meritorio ni criticable; todo resulta bastante sobrio.
Galluppi se estrena de una manera más que decente. Será interesante ojear sus próximos trabajos, más ambiciosos y con más presupuesto. Hora y media fácilmente digerible que entretiene.

6,3
9.006
7
27 de diciembre de 2024
27 de diciembre de 2024
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Heretic (Hereje) se presenta a finales de año como una cinta de terror discreta, pero que logra sorprender en sus primeros minutos gracias a un conjunto de virtudes tanto técnicas como argumentales.
Y es que los guionistas de Un lugar tranquilo, quienes ya demostraron ciertas tablas, vuelven a lucirse, elevando esa capacidad de tensar al espectador mediante una premisa más elaborada, imbuyendo de dudas a un público que se mantiene confuso ante una contraposición de ideas concentradas en la fe. La fe, esa creencia ciega en la existencia de un bien superior, es la piedra angular de la cinta. Una dicotomía fundamentada en la fragilidad inherente al ser humano es la que, de forma muy equilibrada, dota de tridimensionalidad al propósito de esta.
Todas estas virtudes nacen de un guion tan imperfecto como notable en ciertos tramos, regalándonos monólogos soberbios por parte de un Hugh Grant del que ya hablaremos. Pero, si bien es cierto que su idea, sus primeros minutos y ciertos diálogos son sobresalientes, la cinta cae en esas licencias narrativas propias del género, sucumbiendo a un efectismo que, sin echar abajo lo construido, deja un sabor un tanto agridulce. Hubiera agradecido un final más atrevido, que era posible imaginar, pero arriesgado de llevar a cabo; como digo, su desenlace es un tanto amargo después de una construcción tan dulce.
Categorizada en el género de terror, tengo que discrepar, ya que, si bien logra generar tensión y suspense, no se centra en asustar al espectador. De hecho, se encamina más hacia la reflexión filosófica. Todo lo referente a ese suspense se lo debe a Hugh Grant, quien se desvía de la senda que había recorrido durante toda su carrera para convertirse en un villano tan carismático como imperfecto, capaz de cargar con el mayor peso de la cinta y de confeccionar una atmósfera opresiva. Su nominación a los Globos de Oro está más que justificada, ya que él es el motor, los rieles por los que la película circula sin descarrilar.
A nivel técnico, es comedida, pero, a su vez, se permite ciertas artimañas para evocar esa opresión, ya sea con unos primeros planos marcados, unos enfoques muy concretos o incluso ciertos juegos de perspectiva bastante atractivos. En general, estamos ante una producción notable: posee gusto, pero sin llegar a ser pretenciosa; es agradable a la vista sin ser demasiado evidente en sus intenciones, manteniendo así la intriga de sus giros.
Concluyo recomendando su visionado para el próximo 1 de enero, que será su día de estreno en España. Es una cinta atractiva tanto visual como argumentalmente, con una serie de giros más que aceptables para lo trillado del género, y que consigue superar la barrera del entretenimiento para hacerte reflexionar sobre el concepto de la fe y la religión, pero sin ofender a ninguna de las posturas posibles.
Más en: https://nosvemoslosjueves.com/cine/critica-hereje-2024
Y es que los guionistas de Un lugar tranquilo, quienes ya demostraron ciertas tablas, vuelven a lucirse, elevando esa capacidad de tensar al espectador mediante una premisa más elaborada, imbuyendo de dudas a un público que se mantiene confuso ante una contraposición de ideas concentradas en la fe. La fe, esa creencia ciega en la existencia de un bien superior, es la piedra angular de la cinta. Una dicotomía fundamentada en la fragilidad inherente al ser humano es la que, de forma muy equilibrada, dota de tridimensionalidad al propósito de esta.
Todas estas virtudes nacen de un guion tan imperfecto como notable en ciertos tramos, regalándonos monólogos soberbios por parte de un Hugh Grant del que ya hablaremos. Pero, si bien es cierto que su idea, sus primeros minutos y ciertos diálogos son sobresalientes, la cinta cae en esas licencias narrativas propias del género, sucumbiendo a un efectismo que, sin echar abajo lo construido, deja un sabor un tanto agridulce. Hubiera agradecido un final más atrevido, que era posible imaginar, pero arriesgado de llevar a cabo; como digo, su desenlace es un tanto amargo después de una construcción tan dulce.
Categorizada en el género de terror, tengo que discrepar, ya que, si bien logra generar tensión y suspense, no se centra en asustar al espectador. De hecho, se encamina más hacia la reflexión filosófica. Todo lo referente a ese suspense se lo debe a Hugh Grant, quien se desvía de la senda que había recorrido durante toda su carrera para convertirse en un villano tan carismático como imperfecto, capaz de cargar con el mayor peso de la cinta y de confeccionar una atmósfera opresiva. Su nominación a los Globos de Oro está más que justificada, ya que él es el motor, los rieles por los que la película circula sin descarrilar.
A nivel técnico, es comedida, pero, a su vez, se permite ciertas artimañas para evocar esa opresión, ya sea con unos primeros planos marcados, unos enfoques muy concretos o incluso ciertos juegos de perspectiva bastante atractivos. En general, estamos ante una producción notable: posee gusto, pero sin llegar a ser pretenciosa; es agradable a la vista sin ser demasiado evidente en sus intenciones, manteniendo así la intriga de sus giros.
Concluyo recomendando su visionado para el próximo 1 de enero, que será su día de estreno en España. Es una cinta atractiva tanto visual como argumentalmente, con una serie de giros más que aceptables para lo trillado del género, y que consigue superar la barrera del entretenimiento para hacerte reflexionar sobre el concepto de la fe y la religión, pero sin ofender a ninguna de las posturas posibles.
Más en: https://nosvemoslosjueves.com/cine/critica-hereje-2024

6,1
1.736
7
23 de abril de 2025
23 de abril de 2025
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de presentar la arriesgada y polarizante propuesta de terror que fue Presence (2024), Soderbergh da a luz un thriller de espionaje notable que supera con creces a su mediocre coetánea Amateur (2025).
David Koepp está a cargo de un guion más que solvente, donde incluso le gana la partida al propio director. Y es que Confidencial (Black Bag) (2025) resulta en un producto final sólido; es extrañamente lúdico sin caer en la planitud palomitera, ya que su ritmo no decae, a excepción de su preámbulo en el acto final.
Por otro lado, Soderbergh dirige con elegancia estilística una historia donde dos agentes de inteligencia casados pondrán en tela de juicio si la lealtad y la traición son conceptos tan contrarios. Esta es la clave de que la cinta del estadounidense funcione con un magnetismo cuasisensual, donde cada uno de los personajes suscita un interés mediato al espectador.
Y si bien es cierto que la dirección y el libreto son los pilares, el montaje contribuye a regalarnos varias escenas meritorias, donde lo atractivo es la satisfacción sensorial que provoca a un espectador entregado a la inercia de un filme redondo.
Otro de los grandes aciertos de Confidencial (Black Bag) (2025) es la autoconsciencia de sus propias limitaciones, algo que no la hace caer en alargues innecesarios de duración o en una lentitud cargada de pretenciosidad, como le sucede a la reciente Amateur (2025).
Para ir finalizando, alabar a un elenco donde su par protagonista, compuesta por un meticuloso Michael Fassbender y una provocadora Cate Blanchett, engullen cada segundo del metraje sin opacar al resto. Destacar especialmente a Marisa Abela, de la cual he disfrutado en cada una de sus apariciones en pantalla.
Confidencial (Black Bag) (2025) es el ejemplo perfecto de que a veces menos es más y de que, en ocasiones, la construcción puede llegar a ser más estimulante que la espectacularidad de la destrucción. Correctísimo trabajo de un Soderbergh y Koepp que demuestran que la experiencia es un grado.
https://nosvemoslosjueves.com/cine/critica-confidencial-black-bag
David Koepp está a cargo de un guion más que solvente, donde incluso le gana la partida al propio director. Y es que Confidencial (Black Bag) (2025) resulta en un producto final sólido; es extrañamente lúdico sin caer en la planitud palomitera, ya que su ritmo no decae, a excepción de su preámbulo en el acto final.
Por otro lado, Soderbergh dirige con elegancia estilística una historia donde dos agentes de inteligencia casados pondrán en tela de juicio si la lealtad y la traición son conceptos tan contrarios. Esta es la clave de que la cinta del estadounidense funcione con un magnetismo cuasisensual, donde cada uno de los personajes suscita un interés mediato al espectador.
Y si bien es cierto que la dirección y el libreto son los pilares, el montaje contribuye a regalarnos varias escenas meritorias, donde lo atractivo es la satisfacción sensorial que provoca a un espectador entregado a la inercia de un filme redondo.
Otro de los grandes aciertos de Confidencial (Black Bag) (2025) es la autoconsciencia de sus propias limitaciones, algo que no la hace caer en alargues innecesarios de duración o en una lentitud cargada de pretenciosidad, como le sucede a la reciente Amateur (2025).
Para ir finalizando, alabar a un elenco donde su par protagonista, compuesta por un meticuloso Michael Fassbender y una provocadora Cate Blanchett, engullen cada segundo del metraje sin opacar al resto. Destacar especialmente a Marisa Abela, de la cual he disfrutado en cada una de sus apariciones en pantalla.
Confidencial (Black Bag) (2025) es el ejemplo perfecto de que a veces menos es más y de que, en ocasiones, la construcción puede llegar a ser más estimulante que la espectacularidad de la destrucción. Correctísimo trabajo de un Soderbergh y Koepp que demuestran que la experiencia es un grado.
https://nosvemoslosjueves.com/cine/critica-confidencial-black-bag
4 de abril de 2025
4 de abril de 2025
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
(4'5/10)
Con la reciente pérdida de los derechos de Disney sobre algunos personajes, la puerta a nuevas interpretaciones y perspectivas se ha abierto de par en par. Uno de esos prismas se centra en invertir los cuentos que todos conocemos en historias de terror sádicas y truculentas. Este conjunto de cintas conforma el Twisted Childhood Universe, un grupo donde Winnie the Pooh, Bambi, Pinocho y Peter Pan tendrán su propia y oscura versión.
Todo comenzó con las dos infames primeras entregas de Winnie the Pooh, que, aun con su deficiente calidad, han ido generando interés entre los fans del género. Ahora, sorprendentemente, Peter Pan: Pesadilla en Nunca Jamás (2025) ha llegado a los cines de España y, por unas cosas u otras, he acabado pagando la entrada.
Scott Chambers, director novel, lleva la ya macabra historia de Peter Pan a un terreno de perturbación más tangible, y, en su ánimo de crear un producto de entretenimiento de serie B medianamente serio, no falla estrepitosamente como las predecesoras de este universo, más teniendo en cuenta su novatez y el escaso presupuesto con el que cuenta.
Chambers se molesta, con mayor o menor éxito, en adaptar a los personajes con un mínimo respeto al cuento original mediante unas analogías desde la fantasía al mundo real que me han parecido correctas. El personaje de Campanilla es el más original y mejor trabajado, sobre todo por la forma en que se implementan los polvos de hadas. A su vez, el villano que es Peter Pan está construido decentemente, aunque resulta bastante cliché y estereotipado, pero tampoco pido mucho más.
Por otro lado, no deja de ser un slasher, y como tal debe tener violencia; una violencia quizás excesivamente dosificada, pero visualmente bien resuelta, con unos efectos prácticos que personalmente me han gustado.
Peter Pan: Pesadilla en Nunca Jamás (2025) me ha sorprendido. Iba con unas expectativas que rozaban el inframundo, y ha sido una hora y media donde no he mirado el reloj, donde me he entretenido y donde lo peor que tenía la película eran algunas actuaciones. Sin ser una joya, cumple con lo que promete. Y para los que disfrutan del terror de bajo presupuesto con ideas retorcidas, puede ser una curiosa parada en Nunca Jamás.
Con la reciente pérdida de los derechos de Disney sobre algunos personajes, la puerta a nuevas interpretaciones y perspectivas se ha abierto de par en par. Uno de esos prismas se centra en invertir los cuentos que todos conocemos en historias de terror sádicas y truculentas. Este conjunto de cintas conforma el Twisted Childhood Universe, un grupo donde Winnie the Pooh, Bambi, Pinocho y Peter Pan tendrán su propia y oscura versión.
Todo comenzó con las dos infames primeras entregas de Winnie the Pooh, que, aun con su deficiente calidad, han ido generando interés entre los fans del género. Ahora, sorprendentemente, Peter Pan: Pesadilla en Nunca Jamás (2025) ha llegado a los cines de España y, por unas cosas u otras, he acabado pagando la entrada.
Scott Chambers, director novel, lleva la ya macabra historia de Peter Pan a un terreno de perturbación más tangible, y, en su ánimo de crear un producto de entretenimiento de serie B medianamente serio, no falla estrepitosamente como las predecesoras de este universo, más teniendo en cuenta su novatez y el escaso presupuesto con el que cuenta.
Chambers se molesta, con mayor o menor éxito, en adaptar a los personajes con un mínimo respeto al cuento original mediante unas analogías desde la fantasía al mundo real que me han parecido correctas. El personaje de Campanilla es el más original y mejor trabajado, sobre todo por la forma en que se implementan los polvos de hadas. A su vez, el villano que es Peter Pan está construido decentemente, aunque resulta bastante cliché y estereotipado, pero tampoco pido mucho más.
Por otro lado, no deja de ser un slasher, y como tal debe tener violencia; una violencia quizás excesivamente dosificada, pero visualmente bien resuelta, con unos efectos prácticos que personalmente me han gustado.
Peter Pan: Pesadilla en Nunca Jamás (2025) me ha sorprendido. Iba con unas expectativas que rozaban el inframundo, y ha sido una hora y media donde no he mirado el reloj, donde me he entretenido y donde lo peor que tenía la película eran algunas actuaciones. Sin ser una joya, cumple con lo que promete. Y para los que disfrutan del terror de bajo presupuesto con ideas retorcidas, puede ser una curiosa parada en Nunca Jamás.

7,5
3.758
9
19 de febrero de 2025
19 de febrero de 2025
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las dictaduras militares son terreno fértil para las obras cinematográficas, especialmente cuando estas retratan una historia real. El caso de Aún estoy aquí (2024) resulta en un trabajo notable que la ha convertido en una de las mejores cintas del año. Sus tres nominaciones a los premios de la Academia están más que justificadas.
Walter Salles lleva a la gran pantalla, con apenas millón y medio de dólares, las consecuencias de la dictadura brasileña que se extendió desde 1964 hasta 1985. El retrato que realiza el cineasta brasileño se desliza suavemente por el sufrimiento de una familia aniquilada psicológicamente, un grito a la memoria de tantas otras que lucharon por el concepto más básico de justicia. Salles es consciente de la facilidad de caer en el sentimentalismo en una historia como esta, por lo que lo evita y deja que la propia historia impacte con la fuerza que le es inherente.
El tiempo que se toma la cinta para introducir a los Paiva es quizá su mayor acierto: un pequeño viaje por su cotidianeidad que permite al espectador sentir una empatía genuina por todo lo que sucederá después.
Si bien es cierto que el filme mantiene una calidad narrativa y cinematográfica constante, también creo que peca, en ciertos momentos, de una redundancia en ideas ya trabajadas que el espectador ha procesado, lo que provoca una ligera falta de avance. No es un problema grave ni afecta al conjunto de la película, de hecho, puede que sea solo mi percepción, pero sí lo he notado, sobre todo avanzada su primera mitad.
La nominada al Oscar y ganadora del Globo de Oro Fernanda Torres realiza una interpretación soberbia que, en mi opinión, es merecedora de la estatuilla por encima de una gran Demi Moore o de la extraordinaria Mikey Madison, pero bueno, eso ya son filias personales. Todo el reparto sustenta el poderío narrativo de una historia que merece esta calidad actoral.
La factura técnica es impecable, considerando el presupuesto mencionado anteriormente. La banda sonora y la fotografía son correctas en su intento de no caer en un sensacionalismo facilón. Aún estoy aquí (2024) luce mejor de lo que cabría esperar dada la comedida inversión.
La cinta de Walter Salles es una de las grandes películas de este año. Quizá no la mejor, pero sí un trabajo meritorio sobre la resiliencia, el trauma, la memoria y las consecuencias de un pasaje oscuro de la historia brasileña.
Más en: https://nosvemoslosjueves.com/cine/critica-de-aun-estoy-aqui-crudo-retrato
Walter Salles lleva a la gran pantalla, con apenas millón y medio de dólares, las consecuencias de la dictadura brasileña que se extendió desde 1964 hasta 1985. El retrato que realiza el cineasta brasileño se desliza suavemente por el sufrimiento de una familia aniquilada psicológicamente, un grito a la memoria de tantas otras que lucharon por el concepto más básico de justicia. Salles es consciente de la facilidad de caer en el sentimentalismo en una historia como esta, por lo que lo evita y deja que la propia historia impacte con la fuerza que le es inherente.
El tiempo que se toma la cinta para introducir a los Paiva es quizá su mayor acierto: un pequeño viaje por su cotidianeidad que permite al espectador sentir una empatía genuina por todo lo que sucederá después.
Si bien es cierto que el filme mantiene una calidad narrativa y cinematográfica constante, también creo que peca, en ciertos momentos, de una redundancia en ideas ya trabajadas que el espectador ha procesado, lo que provoca una ligera falta de avance. No es un problema grave ni afecta al conjunto de la película, de hecho, puede que sea solo mi percepción, pero sí lo he notado, sobre todo avanzada su primera mitad.
La nominada al Oscar y ganadora del Globo de Oro Fernanda Torres realiza una interpretación soberbia que, en mi opinión, es merecedora de la estatuilla por encima de una gran Demi Moore o de la extraordinaria Mikey Madison, pero bueno, eso ya son filias personales. Todo el reparto sustenta el poderío narrativo de una historia que merece esta calidad actoral.
La factura técnica es impecable, considerando el presupuesto mencionado anteriormente. La banda sonora y la fotografía son correctas en su intento de no caer en un sensacionalismo facilón. Aún estoy aquí (2024) luce mejor de lo que cabría esperar dada la comedida inversión.
La cinta de Walter Salles es una de las grandes películas de este año. Quizá no la mejor, pero sí un trabajo meritorio sobre la resiliencia, el trauma, la memoria y las consecuencias de un pasaje oscuro de la historia brasileña.
Más en: https://nosvemoslosjueves.com/cine/critica-de-aun-estoy-aqui-crudo-retrato
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