No se le puede negar a "La decisión de Anne" que los intérpretes, especialmente Abigail Breslin y Alec Baldwin, realizan un gran trabajo, ni que la historia avanza ágilmente; sin embargo, tampoco se puede obviar que abusa de la música y el montaje para condicionar las emociones del espectador y, sobre todo, no se le puede perdonar que el guión sea tan inverosímil, porque trata de ser un drama creíble y las cosas inverosímiles ni son dramáticas ni son creíbles.

Visión aguda de los dilemas adolescentes y de la lucha entre la cultura y el conservadurismo más rancio. Con un ritmo perfecto, secuencias sugerentes e inquietantes y la notable interpretación de un joven Jake Gyllenhall, la cinta se descalabra en un final incomprensible. La compleja explicación del propio director es, cuanto menos, lamentable.