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9
21 de enero de 2015
21 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hollywood se autoflagela de la mano de un asimilado. Puede ser que hiciera falta que alguien venido de fuera, como Wilder con el El crepúsculo de los dioses, presentara una nueva Norma Desmond personalizada en Michael Keaton. El actor con el que últimamente nadie contaba para cosas serias, se desliza en un falso y espectacular plano secuencia acechando gigantes donde sólo hay molinos; y al revés. Un personaje que fue alguien, y ahora tiene que producirse su propia obra para intentar demostrar que es algo más que un hombre que se enfundó un traje de superhéroe muchos años atrás. Una magnífica caricatura con incontables lecturas que no deja títere con cabeza —otra expresión de origen quijotesco— y que habla de frente a la fama, la crítica, la interpretación, la verdad, la familia, las redes sociales y así hasta que uno quiera parar. Puede que Iñarritu se recree demasiado en su parte final, pero está claro que estamos ante una obra mayúscula.
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8
13 de enero de 2015
13 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peliculón al canto. Premio Especial del Jurado en Cannes y Premio del Público en Donostia. Un documental sobre la vida y obra de Sebastião Salgado. Una excepcional fotografía del hombre de las fotografías. A modo de duelo, cámara de fotos y cinematográfica se enfrentan para narrarnos de manera soberbia lo que Salgado plasma en imágenes fijas. En pantalla grande vemos la evolución temática (siempre de calidad) de las instantáneas del maestro brasileño, así como de su situación personal en el momento de dispararlas. Imágenes atroces de guerras y hambrunas, imágenes impactantes sobre la precariedad laboral e hermosas imágenes sobre la naturaleza se positivan constantemente. Y detrás de la cámara que apunta al fotógrafo está Wenders. Genio y figura el de un realizador que se enfrenta a los documentales adaptándose al estilo de aquello que documenta. La sal de la tierra, Pina, Buena Vista Social Club o Relámpago sobre el agua son un ejemplo tal de respeto a lo narrado que asusta.
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6,0
2.304
6
13 de enero de 2015
13 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta vez Ozon no se iba a llevar la Concha al agua. El film era una especie de pastiche del que se podía intuir algo de Almodóvar, un poco de Dolan, un poquito más de Achero Mañas y reminiscencias de Veber. Aunque todo ello envuelto en un cierto toque François Ozon, eso sí. Entretenida en su visionado la película es fácilmente olvidable y pude darme cuenta de que, conforme se sucedían los días, nadie la tenía muy en cuenta. Su inicio, aunque no original, es preciso, bien narrado y divertido. El problema son sus dos últimos tercios excesivamente encorsetados y serios para tanto giro argumental. Sinopsis: una mujer, tras el fallecimiento de su mejor amiga, decide cuidar del hijo y del marido de ésta. Pero, oh sorpresa, de repente (muy al principio, nada de spoiler) el marido de su mejor amiga se ha convertido también en su mejor amiga (no es un gazapo: amiga, con “a” de Almodovar). A positivar una gran secuencia —hablamos de un muy buen realizador— en un club de ambiente, con significativa y penetrante actuación incluida.
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7,5
8.554
9
13 de enero de 2015
13 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras veía La caza (Carlos Saura, 1965) no dejaba de ver claras referencias al cine de Sam Peckinpah: el calor, reflejado como pocas veces se ha manifestado en una película que no sea La ventana indiscreta; la tensión en espacios abiertos, la violencia contenida a la espera de un subterfugio, el crepúsculo vital y el rosario de la aurora concluyente. Después de compensar mi falta y ver semejante peliculón, llegué a casa para informarme un poco más del contexto de la obra. Y sorpresón. En una entrevista al propio Saura —aunque hay bastantes más referencias—, éste comenta: “Al final, Polanski se llevó el Oso de Oro, pero Pasolini, que era del jurado, nos dijo: «Una injusticia. Su película es mejor». Luego se estrenó en EE.UU., la crítica la incluyó entre las mejores de la época, se la comparó con las vanguardias del momento; nouvelle vague, free cinema, cine independiente; y Sam Peckinpah dijo que cambió su vida.”. ¡Claro! todas las películas del realizador norteamericano en las que yo pensaba están realizadas después de La caza. Ahora resulta que no vi mucho de Peckinpah en Saura, sino que, cada vez que vuelva a ver Grupo Salvaje o Perros de paja, me daré cuenta de que estoy viendo claras referencias al cine de Carlos Saura.
Tres antiguos amigos y socios, junto con el joven cuñado de uno de ellos, vuelven a juntarse años después para ir a cazar. Una reunión, con la excusa de disfrutar del tiro al conejo, que en realidad tiene otros motivos. Con una diegética banda sonora interpretada por la Filarmónica de chicharras de Seseña (Toledo), un escenario que fue antiguo campo de batalla y donde los agujeros de mortero se mezclan con las madrigueras, un calor con nada de postproducción, pues se rodó en pleno mes de agosto, y unos magníficos diálogos repletos de intención, La caza se lanza con puntos suspensivos en cada escena hacia su impactante punto final. Un film in crescendo con composición de celos, envidias, prepotencia, lujuria, infidelidades, alcoholismo, suicidios pretéritos, locura y una caza real de liebres. Buñuel comentó tras su visionado que le hubiera gustado hacer la película, sin la salvaje matanza de conejos. Increíble secuencia que, por otra parte, es una perfecta definición de personajes sin necesidad de palabra alguna. Brutal.
Primicia y descubrimiento de un nuevo cine que ni Peckinpah ni la cinematografía nacional de la época ni yo conocíamos. Secuencias sin desperdicio ninguno, junto a pláticas llenas de dobles sentidos sobre la raza humana, la postguerra y la nueva sociedad. “Llegará un día en que los conejos se coman al género humano. Nos invadirán y formarán una nueva civilización y, como son más pequeños que nosotros, habrá lugar para todos y la lucha de clases desaparecerá y no habrá mas envidia y así se arreglará el mundo. Pero antes, sostendrán una gran guerra con las ratas”. Cazado.
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Tres antiguos amigos y socios, junto con el joven cuñado de uno de ellos, vuelven a juntarse años después para ir a cazar. Una reunión, con la excusa de disfrutar del tiro al conejo, que en realidad tiene otros motivos. Con una diegética banda sonora interpretada por la Filarmónica de chicharras de Seseña (Toledo), un escenario que fue antiguo campo de batalla y donde los agujeros de mortero se mezclan con las madrigueras, un calor con nada de postproducción, pues se rodó en pleno mes de agosto, y unos magníficos diálogos repletos de intención, La caza se lanza con puntos suspensivos en cada escena hacia su impactante punto final. Un film in crescendo con composición de celos, envidias, prepotencia, lujuria, infidelidades, alcoholismo, suicidios pretéritos, locura y una caza real de liebres. Buñuel comentó tras su visionado que le hubiera gustado hacer la película, sin la salvaje matanza de conejos. Increíble secuencia que, por otra parte, es una perfecta definición de personajes sin necesidad de palabra alguna. Brutal.
Primicia y descubrimiento de un nuevo cine que ni Peckinpah ni la cinematografía nacional de la época ni yo conocíamos. Secuencias sin desperdicio ninguno, junto a pláticas llenas de dobles sentidos sobre la raza humana, la postguerra y la nueva sociedad. “Llegará un día en que los conejos se coman al género humano. Nos invadirán y formarán una nueva civilización y, como son más pequeños que nosotros, habrá lugar para todos y la lucha de clases desaparecerá y no habrá mas envidia y así se arreglará el mundo. Pero antes, sostendrán una gran guerra con las ratas”. Cazado.
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7,5
16.345
8
24 de abril de 2013
24 de abril de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El genio neoyorquino es, junto a Groucho Marx, el rey de las frases de azucarillo. Sus películas están repletas de diálogos de los que extraer la sabiduría urbana hecha refrán. Citas que empiezan siendo un pequeño chiste verbal, pero que acaban asustándote por la realidad que encierran. Y llega "Maridos y mujeres" y preparas un esbozo de sonrisa a la espera de ese ágil y divertido diálogo. Pero la sonrisa nunca acaba de desarrollarse porque, esta vez, el señor Allen está siendo terrible y domésticamente implacable. Coloca una serie de personajes emparejados frente a su cámara para barajarlos y buscarles su verdadera identidad: la desorientación. Incluso llegas a adivinar en alguna secuencia retazos de la destructiva "¿Quién teme a Virginia Wolf?" Al final, la única frase de azucarillo que te queda es una cláusula de uno de los personajes femeninos que sirve de esencia para toda la película: “Es la segunda ley de la termodinámica: tarde o temprano todo se acaba convirtiendo en una mierda”.
Quizá sea la película más oscura de todas las que ha rodado con la pareja como tema principal o, por lo menos, la más pesimista, directa y personal. El estreno de "Maridos y mujeres" coincidió con la separación del director de Mia Farrow; curiosamente una de las parejas de la película. Woody Allen se separó de Mia para emparejarse con la hija adoptiva de ambos, Soon-Yi, de 21 años; curiosamente el personaje de Woody se siente atraído por una de sus alumnas, interpretada por Juliette Lewis, de la misma edad que su hijastra en aquellos momentos y pareja en la actualidad.
Argumentando: Antes de salir a cenar, Jack y Sally les comunican a Gabe y Judy que van a separarse. La noticia de que una pareja, que para ellos era perfecta, se haya desmoronado hace que Gabe y Judy se planteen su propia relación. Woody Allen estira de esta historia para tocar con crudeza la parte de bajada de cualquier relación sentimental, y el futuro no está contemplado en ninguna parte del obsceno guión. Los flirteos de Gabe y Judy con otras personas y con sus propios miedos, y las nuevas relaciones de la expareja (Jack y Sally) sirven para extraer tantas situaciones que ningún espectador quedará a salvo de la risa nerviosa y la identificación.
Los llamados “amores de película” se convierten en manos de Allen en amores reales filmados de forma casi documental. El espectacular manejo de la cámara al hombro, la sustitución de sus ingeniosos diálogos por sesudos intercambios de palabras y las intercalaciones de entrevistas a los personajes en diversas partes del metraje —obviamente mirando a cámara y buscando la complicidad con el espectador—, subrayan ese carácter documentalista y cercano de Maridos y mujeres. Una auténtica tesis que debía de proyectarse en los cursillos prematrimoniales.
Resumiendo: No encontraremos las grandes frases de Woody Allen que nos ilustran en cada película. No hay diálogos con aseveraciones como “algunos matrimonio acaban bien, otros duran toda la vida” o “El sexo alivia la tensión y el amor la aumenta”, pero su fondo estará presente en todo momento.
A positivar el magnífico guión, nominado al Oscar, de "Maridos y Mujeres", escrito por Woody “Alien”. Pues no es humano que cada año, desde hace prácticamente cuarenta, alguien sea capaz de regalarnos tantas geniales películas.
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Quizá sea la película más oscura de todas las que ha rodado con la pareja como tema principal o, por lo menos, la más pesimista, directa y personal. El estreno de "Maridos y mujeres" coincidió con la separación del director de Mia Farrow; curiosamente una de las parejas de la película. Woody Allen se separó de Mia para emparejarse con la hija adoptiva de ambos, Soon-Yi, de 21 años; curiosamente el personaje de Woody se siente atraído por una de sus alumnas, interpretada por Juliette Lewis, de la misma edad que su hijastra en aquellos momentos y pareja en la actualidad.
Argumentando: Antes de salir a cenar, Jack y Sally les comunican a Gabe y Judy que van a separarse. La noticia de que una pareja, que para ellos era perfecta, se haya desmoronado hace que Gabe y Judy se planteen su propia relación. Woody Allen estira de esta historia para tocar con crudeza la parte de bajada de cualquier relación sentimental, y el futuro no está contemplado en ninguna parte del obsceno guión. Los flirteos de Gabe y Judy con otras personas y con sus propios miedos, y las nuevas relaciones de la expareja (Jack y Sally) sirven para extraer tantas situaciones que ningún espectador quedará a salvo de la risa nerviosa y la identificación.
Los llamados “amores de película” se convierten en manos de Allen en amores reales filmados de forma casi documental. El espectacular manejo de la cámara al hombro, la sustitución de sus ingeniosos diálogos por sesudos intercambios de palabras y las intercalaciones de entrevistas a los personajes en diversas partes del metraje —obviamente mirando a cámara y buscando la complicidad con el espectador—, subrayan ese carácter documentalista y cercano de Maridos y mujeres. Una auténtica tesis que debía de proyectarse en los cursillos prematrimoniales.
Resumiendo: No encontraremos las grandes frases de Woody Allen que nos ilustran en cada película. No hay diálogos con aseveraciones como “algunos matrimonio acaban bien, otros duran toda la vida” o “El sexo alivia la tensión y el amor la aumenta”, pero su fondo estará presente en todo momento.
A positivar el magnífico guión, nominado al Oscar, de "Maridos y Mujeres", escrito por Woody “Alien”. Pues no es humano que cada año, desde hace prácticamente cuarenta, alguien sea capaz de regalarnos tantas geniales películas.
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