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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de septiembre de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambientada en una novela de Stanislaw Lem (El congreso de futurología), la película está dividida en imagen real y animación tradicional. La fusión es idónea para conseguir representar las dos realidades entre las que se mueve la historia.
El israelí Ari Folman llamó la atención en 2008 con esa combinación entre documental, animación, denuncia política y ensayo autobiográfico que fue Vals con Bashir. No es la primera cinta que utiliza técnicas realidad/animación ni espero que sea la última, pues el contraste es algo que siempre llama la atención.
Su director ha creado una cinta muy directa que difiere con la fina alegoría que Stanislaw Lem creó, inmerso en plena represión comunista. Los numerosos frentes y críticas que trata son abiertas, sin concesiones. Su pesimista mirada hacia un futuro que no parece muy lejano, puede recordarnos al universo de The Matrix.
Las dos horas de The Congress arrancan con la extraordinaria Robin Wright (haciendo de sí misma) llorando mientras es maltratada verbalmente por su agente Al (Harvey Keitel). En los minutos siguientes descubriremos que tiene una hija adolescente y un varón que va perdiendo de forma progresiva la vista y la audición a causa de un extraño síndrome (un médico que interpreta Paul Giamatti habla también de una particular capacidad que lo convierte en algo así como un pionero, un anticipado a su tiempo).
Robin Wright es una ex estrella en caída libre, que ha llegado a los 44 años de fracaso en fracaso comercial. Alguna vez la figura indiscutida de su estudio, ahora ya nadie quiere contratarla. El mandamás de la compañía (un Danny Huston en plan Harvey Weinsten) le ofrece el último contrato de su vida, que consiste en “escanearla” para convertirla en una actriz digital y cumplir con la idea del “forever young”. En caso de no aceptar (y ella no está muy convencida de firmar), será “borrada para siempre”.
Al rato, Robin Wright muta hacia lo que allí mismo se denomina “la zona de animación” con una propuesta lisérgica, alucinatoria, un viaje en ácido que lo vincula con cierta estética a lo Hayao Miyazaki, el universo de The Wall y con Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly), de Richard Linklater sobre novela de Philip K. Dick. Lo que sigue es un largo, caótico, pero siempre interesante pendular entre imágenes animadas y “normales”, con congresos futuristas, revoluciones, conflictos armados, experiencias químicas y viajes espirituales con algo de new-age.

Visualmente The congress utiliza la animación para mostrar todo ese maremágnum en el que se sumerge nuestra mente. Un universo caótico y barroco donde, como en nuestra mente, la muerte, el sexo, lo infantil y lo adulto están en constante danza y evolución. Así, contemplaremos mezclas de colores valientes y en algunos casos casi imposibles con personajes distorsionados en constante metamorfosis generando un espectáculo visual cercano a las ilustraciones underground americanas a lo Robert Crump o Daniel Clowes, pero también con mucha influencia de los humanoides asociados y del cartoon norteamericano de los 40 tipo Betty Boop: vamos, que visualmente es todo un viaje lisérgico.
Si bien la segunda mitad no es enteramente convincente (hay mucho de capricho en una propuesta que se torna un poco a la deriva y agotadora), la película nunca deja de fascinar en su ambicioso y bello entramado visual y en sus múltiples ideas narrativas.

Una de esas películas malditas que no gozó de la repercusión que se esperaba pero arriesgada al fín y al cabo que pretende reivindicar un puesto más que merecido en la ciencia ficción new age.

Lo Mejor: Robin Wright, Harvey Keitel, Paul Giamatti. Bellísimos todos y cada uno de ellos. La crítica al mundillo de Hollywood y del como exprime las almas de sus prodigios. Las reflexiones entre la soledad, narcisismo y vida y muerte (supongo).

Lo peor: Quizá los más puristas observen como va perdiendo fuelle poco a poco en cuanto a sensibilidad de la trama.
26 de junio de 2014 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Coriolanus" es la enésima adaptación de Shakespeare que tenía pendiente en el cajón. Tras verla, la historia y opinión:

En un futuro/presente distópico (como ya se pudo ver en "Titus" de Julie Taymor), un oficial del ejército, un héroe de guerra, es forzado a llevar un cargo como político en el senado de una ficticia "Roma". El protagonista, Cayo Marcio (Fiennes), se debate entre la familia, el honor y su propia moral.
Muestra el comienzo desde el ensalzamiento como máximo representarte militar hasta el exilio y su lucha interna entre si combatir por sus ideales o unirse al bando que durante tanto tiempo ha perseguido.

Fiennes acierta en trasladar la acción al exterior, a la calle. La seguimos llamando Roma, pero lo que vemos nos remite a las tierras de la antigua Yugoslavia. ¿Quizá que el conflicto balcánico coincidiera cronológicamente con la primera toma de contacto del intérprete con su personaje haya sido el principal motor de la presente puesta en escena? Más que probable. El senado ha sido encarcelado en un plató televisivo y todo el largometraje está formateado como si de una crónica de guerra se tratara, como de un especial televisado, un reportaje repartido en las distintas crónicas y noticias en que se divide un telediario. Y una vez más, resulta efectiva y a momentos hipnótica la propuesta del realizador y me parece muy hábil desde un punto de vista argumental a la par que original.
La guerra desde la CNN.

Esta obra ya fue llevada a cabo por Fiennes en el teatro desde hace bastante tiempo y se vé que cumplió su peculiar lucha de llevarla a la gran pantalla, teniendo que superar las barreras ejecutivas de las productoras.
Obviamente pasó sin pena ni gloria por las salas, pero me pareció una adaptación muy correcta llevada a los tiempos que corren (sin ánimo de caer en la demagogia ni propaganda política)
7 de julio de 2014 Sé el primero en valorar esta crítica
Se trata de una historia contada más de una vez, pero Borgman posee algo que otras películas de su género no tienen. Es una historia ya contada, pero con giros de tuerca inusuales. Giros y giros que te hacen estar pendiente casi en todo momento de la historia para no perder ni un detalle y no llevarte a la confusión, pero NO es la clásica película que "no es para todo el mundo".
Nada más comenzar, Borgman nos atrapa. De inmediato asistimos a su primera y magnífica secuencia inicial. Descubrimos un bosque, unos tipos armados (con cura de por medio) en busca de otros que viven bajo tierra. La duda nos asalta y ya surge la intriga.
Pero la película toma otros derroteros y lo que parecía una cosa se convierte en otra, convirtiéndose en giros y giros de guión de la película. Porque Borgman se transforma en invasor y da comienzo el asedio, invasión y destrucción del nuevo hogar desconocido. La película se "acomoda" en su nueva casa.
Nuestro inquietante y extraño protagonista pasa a formar parte de la estúpida familia burguesa que se encuentra.
El guión creado por el mismo director empieza a carburar y avanza con paso firme ofreciendo muchas nuevas situaciones a la cual más extraña y sugerente.
Es aquí donde reside el mayor riesgo de Borgman: en su historia. Porque son de las que se mueven en el alambre constantemente. Un ligero traspiés puede estropear absolutamente todo, pero la realización y el guión tan sólido y desconcertante del director holandés sale airoso del reto para acabar siendo una excelente reflexión sobre el mal sin olvidar un humor negro que funciona perfectamente a lo largo de todo el metraje.
Es significativo también, la abierta crítica que lanza sobre la lucha de clases. Muy interesante esta pequeña revolución de la clase baja destruyendo el seno familiar con esta invasión tan peculiar y original. Una estupenda crítica social en donde lo mundano vence a lo burgués. La revolución marxista reflejada en la gran pantalla.
Resaltar que el apartado interpretativo es excelente. El reparto está a la altura de su historia. Actores con pocas películas en su haber, algunos de ellos debutantes, e incluso el propio realizador se toma la licencia de interpretar a uno de los personajes. Sobre todos ellos destaca Jan Bijvoet como Camiel Borgman, al que podremos ver próximamente en un papel secundario en "Alabama Monroe" (The Broken Circle Breakdown).

Otra de sus principales virtudes es su ambigüedad. Juega con el género fantástico, el drama, la comedia y con el terror ante lo desconocido. Ofrece pero no resuelve, siendo uno de los grandes aciertos de la película. Varias preguntas quedan sin aclarar, para que nosotros las interpretemos o no. Ahí quedan esas cicatrices en la espalda, los utensilios quirúrgicos o ese brebaje de color naranja. En un cine que cada día nos ofrece todas las respuestas, la propuesta de Borgman es siempre bienvenida.
Resumiendo que es gerundio: una inquietante y sarcástica película, muy desconcertante, con grandes dosis de talento para destruir los ideales de familia, hogar, sociedad e incluso los nuestros como espectadores.
Algunos saldrán irritados después de verla, otros encantados y otros esperaran al remake USA, pero seguro que no llegará, porque cruzando el charco muchos no tendrán ni puñetera idea que hacer con esta inclasificable y excelente película.

Lo mejor: el personaje interpretado por Jan Bijvoet como Camiel Borgman es tan bello que es para besarle los cojones por detrás. El resto del reparto, casi completos desconocidos están a la altura de Bijvoet.
Lo misterioso e inquietante de la trama que te obliga a verla hasta saber qué está pasando.

Lo peor: Como siempre, no es una cinta que llegará a nuestras pantallas y de hacerlo, siempre será en la versión USA.
26 de junio de 2014 Sé el primero en valorar esta crítica
Como primer trabajo del director en EEUU (y primera de la trilogía del choque de culturas entre oriente y occidente) se puede decir que Lee trata de demostrar siempre en clave de humor suave ese contraste no propagandístico de las diferencias entre sociedades.
Aquí se narra una historia de relaciones personales y especialmente de relaciones dentro de la familia en la que los malentendidos están a la orden del día debido al cambio generacional brutal que se opera en el seno de dicha familia, cambio generacional acentuado por el hecho de que algunos de sus miembros emigran a los Estados Unidos y viven a caballo entre dos mundos, su mundo natal oriental y el nuevo mundo occidental. En un estilo sencillo y directo realista Ang Lee cuenta aquí la historia de un maestro de Tai Chi jubilado que abandona Taiwan a una edad avanzada para vivir con su hijo en los Estados Unidos. El anciano no se logra acomodar a su nueva vida, y tampoco lo hace a sus hábitos su nuera. Chocan los dos mundos mencionados, oriente y occidente, y también la tradición y la supuesta modernidad, y dos modos de vida contrapuestos estallan creando terribles consecuencias. Sin embargo, Ang Lee despliega un mensaje esperanzador de unión y fraternidad, de entendimiento entre culturas, y las cosas cambian poco a poco para la familia del viejo maestro y para él mismo, que a su edad es capaz de emprender una nueva aventura vital (el filme también critica el papel al que son relegados los ancianos que, tras toda una vida de trabajo para cuidar a sus hijos, son vistos como trastos rotos).
Las siguientes que conformarían la trilogía serían "El banquete de bodas" y "Comer, beber, amar", películas que complementan a esta pequeña joya de la comedia/drama.

Lo mejor: Las diversas situaciones a las que se enfrenta el viejo maestro.
La escena de la cocina.

Lo peor: La esperada carga de tópicos y chistes fáciles entre oriente y occidente.
26 de junio de 2014 Sé el primero en valorar esta crítica
Desde su éxito "Corre Lola, corre", éramos muchos quienes seguíamos sus andanzas y en este, su segundo largometraje, vuelve hacer de las suyas en una historia romántica poco convencional en la que lo visual y la estética tan peculiar de su director vuelve a salir a la luz.

Muchas eran las miradas que se habían fijado en el alemán Tom Tykwer para estudiar con lupa su siguiente filme, examinando si este éxito, la maestria que demostró entonces, era una sencilla casualidad o la película señalaba la madurez de un cineasta interesante en el recuperado cine germano de los últimos años. Se demuestra aquí que Tykwer no era un fraude. La princesa y el guerrero es una fábula exuberante y diversa, difícil de disecar en unas pocas líneas. La película es, al tiempo, sentimental y violenta; casual e inteligente; sorprendente y filosófica. Un ejercicio hipnótico, que traslada a la pantalla, en versión postmoderna y a ritmo de drum & bass, la fascinación que sentíamos antaño por los cuentos de amor, por aquellas historias que hablaban de príncipes a caballo y de princesas rebeldes y preciosas.

La cosa no queda ahí. Con La princesa y el guerrero, Tykwer propone (y expone) un amplio catálogo visual con contrapicados imposibles, coreografías de imágenes, flashbacks... y, sobre todo, un sentido del ritmo personal, que el cineasta ya dibujó en Corre Lola, corre y que ahora se adapta a un paso más sosegado, a un filme más tranquilo.

Los protagonistas: Sissi, interpretada por Franka Potente (joder, me encanta ese apellido. Me encantaría tenerlo. Sería algo así como ir al médico y que digan tu nombre: "¿El sr Potente?" y gritar pletórico en medio de todo el mundo: "¡Heme aquí!") es la protagonista casi absoluta de la historia e hilo conductor.
Como contrapartida masculina, Bodo (Benno Fürmann) realiza a la parte del "guerrero". Ladrón y salvador misterioso que obsesiona a Sissi.
El dúo protagonista se complementa bastante bien en una historia llena de giros de cámara y alguna que otra sorpresa visual.

Tan sólo dos observaciones habría que colocar en el platillo negativo de la balanza. Primero, la película se alarga de forma innecesaria. Tras el climax narrativo, el epílogo es denso y torpe, y provoca en uno el regusto amargo, la sensación de que el filme debió acabar bastante antes. Segundo, durante toda la historia uno siente que Tykwer se empeña en demostrar algo, exhibiendo sus habilidades técnicas a la más mínima oportunidad. Lamentablemente, esto desactiva en cierta forma el poder de algunos planos, a los que el espectador llega ya saturado de estilismo.

Lo mejor: La forma original de realizar un drama romántico sin caer en la clásica ñoñería. Su estética videoclipera que recuerda al primer trabajo de su director.

Lo peor: Lo innecesario de alguna que otra escena en cuanto duración y desenlace. Que no me apellido Potente :_(
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