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TV

5,8
294
7
14 de octubre de 2020
14 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
The sunshine boys (La pareja chiflada) es una película de John Erman dirigida en 1996, sobre un guión de Neil Simon basado en su propia obra teatral, música de Irwin Fisch y fotografía de Tony Imi. La prolífica carrera de Erman así como sus numerosos reconocimientos es garantía de su creación tanto para la grande como para la pequeña pantalla, destacar además su atracción hacia los remakes entre los cuales Un tranvía llamado deseo (1984) o la serie para televisión El Fantasma y la señora Muir (1968-70), a lo que hemos de añadir, entre otros títulos, el interesante remake que nos ocupa protagonizado por dos grandes de la escena.
La pareja chiflada nos ofrece la magnífica oportunidad de presenciar en este curioso telefilm a dos grandes de la pantalla indistintamente del medio en el que alcanzaron mayor éxito: Al Lewis (Woody Allen) y Willie Clark (Peter Falk) regalándonos dos actuaciones a la altura de sus vidas profesionales. No hay que estar demasiado avezado para identificar al Colombo intrínseco en el gesto y la interpretación de Falk como en cualquiera de los múltiples personajes con los que Woody nos acercó a su particular mundo psicológico.
Ambos actores derrochan con generosidad un amplio abanico de gestos, ademanes, impostaciones y formas enfrentarse a los problemas planteados con el inconfundible sello de cada cual, claro que llegado a este punto deberíamos aclarar que los abanicos interpretativos son comunes a la práctica totalidad actoral: el gesto y la interpretación son indisolubles en todo actor o la actriz desde que existe la interpretación.
La difícil tarea para volver reunir a Al y Willie sobre el escenario recae sobre Nancy Davison (Sarah Jessica Parker) sobrina del quisquilloso Willie y sobre Jeannie (Jennifer Esposito) hija del rencoroso Al que nunca le perdonó a su pareja interpretativa los odiosos tics que lanzaba contra él durante sus actuaciones. El gran problema es que el enfado profesional entre ambos se convierte en un hándicap difícil de superar en el que Nancy pone todo su empeño para convertir en realidad la oportunidad que se les presenta a los legendarios cómicos frente a los reproches comunes.
Tras varios intentos de reconciliación tratando de hacer realidad la ocasión que se les presenta a ambos cómicos para volver al candelero de la fama en el entorno de una reunión de viejas glorias de la comedia representando uno de los números que les consagró en sus ya lejanos días de éxitos. El desarrollo de los acontecimientos nos ofrece la oportunidad de ver en un breve cameo a la gran Whoopi Goldberg. Una inesperada complicación en Willie genialmente filmada, nos pone en bandeja un magnífico giro narrativo, no exento de dramatismo que cambia el rumbo de las cosas.
La pareja chiflada nos ofrece la magnífica oportunidad de presenciar en este curioso telefilm a dos grandes de la pantalla indistintamente del medio en el que alcanzaron mayor éxito: Al Lewis (Woody Allen) y Willie Clark (Peter Falk) regalándonos dos actuaciones a la altura de sus vidas profesionales. No hay que estar demasiado avezado para identificar al Colombo intrínseco en el gesto y la interpretación de Falk como en cualquiera de los múltiples personajes con los que Woody nos acercó a su particular mundo psicológico.
Ambos actores derrochan con generosidad un amplio abanico de gestos, ademanes, impostaciones y formas enfrentarse a los problemas planteados con el inconfundible sello de cada cual, claro que llegado a este punto deberíamos aclarar que los abanicos interpretativos son comunes a la práctica totalidad actoral: el gesto y la interpretación son indisolubles en todo actor o la actriz desde que existe la interpretación.
La difícil tarea para volver reunir a Al y Willie sobre el escenario recae sobre Nancy Davison (Sarah Jessica Parker) sobrina del quisquilloso Willie y sobre Jeannie (Jennifer Esposito) hija del rencoroso Al que nunca le perdonó a su pareja interpretativa los odiosos tics que lanzaba contra él durante sus actuaciones. El gran problema es que el enfado profesional entre ambos se convierte en un hándicap difícil de superar en el que Nancy pone todo su empeño para convertir en realidad la oportunidad que se les presenta a los legendarios cómicos frente a los reproches comunes.
Tras varios intentos de reconciliación tratando de hacer realidad la ocasión que se les presenta a ambos cómicos para volver al candelero de la fama en el entorno de una reunión de viejas glorias de la comedia representando uno de los números que les consagró en sus ya lejanos días de éxitos. El desarrollo de los acontecimientos nos ofrece la oportunidad de ver en un breve cameo a la gran Whoopi Goldberg. Una inesperada complicación en Willie genialmente filmada, nos pone en bandeja un magnífico giro narrativo, no exento de dramatismo que cambia el rumbo de las cosas.

6,6
29
7
11 de septiembre de 2020
11 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almost Angels (Casi ángeles), es una película dirigida por Steve Previn en 1962, con guión de Vemon Harris y Robert A. Stemmle, música de Heinz Schreiter y fotografía de Kurt Grigoleit. Estamos ante una película que clama las excelencias de la música coral de tradición centenaria. Como suele suceder periódicamente en el Palacio Augarten sede de Los Niños Cantores de Viena cuando la necesidad lo requiere son convocadas audiciones para cubrir las plazas que van quedando inexcusablemente vacantes descubriendo nuevas voces, nuevos talentos musicales.
En algún caso los reparos de la familia Fiala (Fritz Eckhardt y Bruni Löbel) parece que tienen más fuerza que la propia voluntad de nuestro protagonista Tony Fiala (Vincent Winter) para enfrentarse a las pruebas de acceso consiguiendo superar los primeros escollos, entre los cuales la actitud de cierta frialdad del veterano cantor Peter Schaefer (Sean Scully), no consiguiendo otra cosa que la indiferencia y alguna travesura que lo compromete en sus primeros días dentro de la institución.
La evolución de los acontecimientos junto al nuevo amigo Friedel Schmidt (Denis Gilmore) se centra en el aprendizaje, la preparación de conciertos y el reparto de papeles en la representación teatral de algunos fragmentos de ópera y algún descontento entre los pequeños cantores por el reparto de personajes, situación que genera de nuevo la pesada intervención de Peter quien poco a poco se va percatando de su delicada situación vocal con pérdida de tesitura poniendo en peligro su participación en la tradicional gira anual derivando en otro sonado lío ideado por Tony para tratar de ayudar la delicada situación vocal del bromista travieso generando consecuencias que el equipo docente deberá analizar.
En general se trata de una película que trata sobre la realización de los sueños por medio del canto coral, otro tema más a integrar entre los grandes contenidos que ha convertido a Disney en claro defensor de la imaginación, la esperanza y la fantasía por medio de la música además de: héroes, villanos, hechizos, dragones, piratas, encantamientos, aventuras, magia, cuentos… Con Almost Angels, Steve Previn nos ofrece una película que nos acerca de un modo amable al mundo de las voces cantadas. Recuperar su visionado podría reforzar el interés tanto por el mundo coral como pedagógico redescubriendo un ameno e interesante metraje.
En algún caso los reparos de la familia Fiala (Fritz Eckhardt y Bruni Löbel) parece que tienen más fuerza que la propia voluntad de nuestro protagonista Tony Fiala (Vincent Winter) para enfrentarse a las pruebas de acceso consiguiendo superar los primeros escollos, entre los cuales la actitud de cierta frialdad del veterano cantor Peter Schaefer (Sean Scully), no consiguiendo otra cosa que la indiferencia y alguna travesura que lo compromete en sus primeros días dentro de la institución.
La evolución de los acontecimientos junto al nuevo amigo Friedel Schmidt (Denis Gilmore) se centra en el aprendizaje, la preparación de conciertos y el reparto de papeles en la representación teatral de algunos fragmentos de ópera y algún descontento entre los pequeños cantores por el reparto de personajes, situación que genera de nuevo la pesada intervención de Peter quien poco a poco se va percatando de su delicada situación vocal con pérdida de tesitura poniendo en peligro su participación en la tradicional gira anual derivando en otro sonado lío ideado por Tony para tratar de ayudar la delicada situación vocal del bromista travieso generando consecuencias que el equipo docente deberá analizar.
En general se trata de una película que trata sobre la realización de los sueños por medio del canto coral, otro tema más a integrar entre los grandes contenidos que ha convertido a Disney en claro defensor de la imaginación, la esperanza y la fantasía por medio de la música además de: héroes, villanos, hechizos, dragones, piratas, encantamientos, aventuras, magia, cuentos… Con Almost Angels, Steve Previn nos ofrece una película que nos acerca de un modo amable al mundo de las voces cantadas. Recuperar su visionado podría reforzar el interés tanto por el mundo coral como pedagógico redescubriendo un ameno e interesante metraje.

7,0
4.628
6
6 de agosto de 2020
6 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fedora (Fedora) es una película dirigida por Billy Wilder en 1978, con guión de Billy Wilder y I.A.L. Diamond sobre un relato de Tom Tryon, música de Miklós Rózsa y fotografía de Gerry Fisher. Tras la escena inicial en la que el realizador nos muestra la consumación de la tragedia de Fedora (Marthe Keller), Wilder nos sumerge desde el primer momento en la intriga.
Entre los asistentes al velatorio de la admirada actriz encontramos a Barry Detweiler (William Holden), un viejo conocido de la difunta lamentándose de la situación cuando recuerda los orígenes de su relación con Fedora, que por alguna razón alberga dudas sobre la situación de lo ocurrido recurriendo el realizador al socorrido flashback situándonos en los hechos iniciales convertidos en el origen de las posteriores acciones.
La insistencia, unida a la casualidad consigue el deseado contacto entre Barry y Fedora en una comprometida situación cortada in extremis por Miss Balfour (Frances Sternhagen) y el chofer Kritos (Gottfried John), pero quizá quien más puede hablar sobre el estado real de Fedora sea el cirujano plástico doctor Vando (José Ferrer) al que Barry, de modo sutil, utilizará para hacer llegar hasta Fedora el guión de una nueva versión de Anna Karenina, acción bien resuelta por la inseparable pareja de guionistas Wilder – Diamond.
El extraño momento crece exponencialmente al haber conseguido contactar con la áspera condesa Sobriansky (Hildegard Knef) y sus subordinados: el doctor, la enfermera y el chofer confabulados para controlar hasta la extenuación todos los movimientos de Fedora por algún motivo desconocido que se le escapa a Barry Detweiler, aislándola de todo contacto con alguna excepción en la que podemos ver a un maduro Henry Fonda en una breve aparición como portador de un mensaje.
La presión llega a tal extremo para Fedora que toma una trágica determinación logrando zafarse de sus, al parecer, indolentes vigilantes, momento en el que Wilder convierte el tiempo narrativo en una gran elipsis que enlaza en tiempo real con la primera escena donde proporcionaba los datos de la tragedia que llevó a Fedora a su irreversible acción.
Lo que acontece posteriormente requiere para el realizador una larga explicación de la condesa y su séquito en un cúmulo de aclaraciones cuanto menos asombrosas para Barry Detweiler en la que Billy Wilder sin el menor titubeo emplea en flashbacks un considerable minutaje final explicando, aclarando, justificando hasta la extenuación paso a paso los pormenores de los hechos que derivaron en la tragedia final, reduciendo a la mínima expresión el grado de intriga que hubiera supuesto dejar alguna interrogante a merced de la duda.
Entre los asistentes al velatorio de la admirada actriz encontramos a Barry Detweiler (William Holden), un viejo conocido de la difunta lamentándose de la situación cuando recuerda los orígenes de su relación con Fedora, que por alguna razón alberga dudas sobre la situación de lo ocurrido recurriendo el realizador al socorrido flashback situándonos en los hechos iniciales convertidos en el origen de las posteriores acciones.
La insistencia, unida a la casualidad consigue el deseado contacto entre Barry y Fedora en una comprometida situación cortada in extremis por Miss Balfour (Frances Sternhagen) y el chofer Kritos (Gottfried John), pero quizá quien más puede hablar sobre el estado real de Fedora sea el cirujano plástico doctor Vando (José Ferrer) al que Barry, de modo sutil, utilizará para hacer llegar hasta Fedora el guión de una nueva versión de Anna Karenina, acción bien resuelta por la inseparable pareja de guionistas Wilder – Diamond.
El extraño momento crece exponencialmente al haber conseguido contactar con la áspera condesa Sobriansky (Hildegard Knef) y sus subordinados: el doctor, la enfermera y el chofer confabulados para controlar hasta la extenuación todos los movimientos de Fedora por algún motivo desconocido que se le escapa a Barry Detweiler, aislándola de todo contacto con alguna excepción en la que podemos ver a un maduro Henry Fonda en una breve aparición como portador de un mensaje.
La presión llega a tal extremo para Fedora que toma una trágica determinación logrando zafarse de sus, al parecer, indolentes vigilantes, momento en el que Wilder convierte el tiempo narrativo en una gran elipsis que enlaza en tiempo real con la primera escena donde proporcionaba los datos de la tragedia que llevó a Fedora a su irreversible acción.
Lo que acontece posteriormente requiere para el realizador una larga explicación de la condesa y su séquito en un cúmulo de aclaraciones cuanto menos asombrosas para Barry Detweiler en la que Billy Wilder sin el menor titubeo emplea en flashbacks un considerable minutaje final explicando, aclarando, justificando hasta la extenuación paso a paso los pormenores de los hechos que derivaron en la tragedia final, reduciendo a la mínima expresión el grado de intriga que hubiera supuesto dejar alguna interrogante a merced de la duda.

6,6
3.816
8
29 de julio de 2020
29 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buddy, Buddy (Aquí un amigo) es una película guionizada y dirigida por Billy Wilder en 1981 siendo copartícipe en el guión I.A.L. Diamond basado en la obra de Francis Veber. De nuevo Wilder, de nuevo la comedia, de nuevo el entretenimiento de la mano de una historia de supervivencia en la que dos personajes tratan de hacer realidad sus objetivos: eliminar a un indeseable asegurándose un apacible retiro y rescatar a la esposa de las garras de un visionario sexual, o lo que es lo mismo las desventuras de Victor y Trabucco.
Tras la coincidencia de nuestros dos personajes en una escena cotidiana impregnada por cierta acción indeleble en una gasolinera cualquiera, de cualquier carretera, nuestros protagonistas se reencuentran llevados por la casualidad en el hotel donde se alojan por diferentes motivos: el lugar perfecto para un trabajillo de Trabucco (Walter Matthau) y el menos idóneo para Victor Clooney (Jack Lemmon) quien provoca algunos problemas acompañados por innumerables torpezas y actos fallidos nada saludables, o eso debería pensar la asistenta del hotel (Bette Raya) acostumbrada a ver de todo, como a Victor en extrañas circunstancias debido a las malas babas que se gasta el del 'apacible retiro'.
Después de poner en peligro el futuro dorado de Trabucco en su último trabajo de precisión, este accede ( forzado por la situación) en ayudar al desesperado Victor que no se da por vencido en poder recuperar a su querida esposa Celia (Paula Prentiss) en un acto de persuasión desesperada. Tras algunos incidentes insalvables contacta finalmente con su amada en el convencimiento que le hace un gran favor rescatándola del antro de pervertidos sexuales que ocupan tan peculiar clínica a cargo del doctor Hugo Zuckerbrot (Klaus Kinski) recreado por Wilder con varios casos de tan peculiares pacientes.
La conmovedora y esperanzadora pregunta que Victor tenía preparada no recibió la respuesta deseada de Celia haciéndole retomar la decisión de quitarse del medio de forma algo torpe. En el arte de complicar más la situación Wilder prepara un gran final coral en el que interviene gran parte del elenco en la comedia de la confusión y del caos entrando en escena tras las rocambolescas situaciones en las que ambos se necesitan para culminar la acción de ‘limpieza’ que afectaría a un tal Gambola (Fil Formicola) un encargo que Trabucco ha de completar con la inestimable ayuda de Victor su nuevo amigo… a pesar de todo.
Una vez más el trío Wilder-Matthau-Lemmon, llenan nuestras cinéfilas vidas de pura comedia, en la que se pone en juego las realidades de dos actores maravillosamente complementarios en las manos de Billy quien de nuevo y por última vez, pudo llevar a cabo una realización encantadoramente entrañable y rabiosamente entretenida con la intervención además de un amplio reparto entre los cuales el capitán Hubris (Dana Elcar), el indiscreto botones Eddie (Miles Chapin) o la irascible paciente (Frances Bay). Háganse un favor: desde el primer fotograma de Curvas peligrosas (1934) hasta el último de Aquí un amigo, vale el tiempo que le deseen dedicar al gran legado cinematográfico de Billy Wilder.
Tras la coincidencia de nuestros dos personajes en una escena cotidiana impregnada por cierta acción indeleble en una gasolinera cualquiera, de cualquier carretera, nuestros protagonistas se reencuentran llevados por la casualidad en el hotel donde se alojan por diferentes motivos: el lugar perfecto para un trabajillo de Trabucco (Walter Matthau) y el menos idóneo para Victor Clooney (Jack Lemmon) quien provoca algunos problemas acompañados por innumerables torpezas y actos fallidos nada saludables, o eso debería pensar la asistenta del hotel (Bette Raya) acostumbrada a ver de todo, como a Victor en extrañas circunstancias debido a las malas babas que se gasta el del 'apacible retiro'.
Después de poner en peligro el futuro dorado de Trabucco en su último trabajo de precisión, este accede ( forzado por la situación) en ayudar al desesperado Victor que no se da por vencido en poder recuperar a su querida esposa Celia (Paula Prentiss) en un acto de persuasión desesperada. Tras algunos incidentes insalvables contacta finalmente con su amada en el convencimiento que le hace un gran favor rescatándola del antro de pervertidos sexuales que ocupan tan peculiar clínica a cargo del doctor Hugo Zuckerbrot (Klaus Kinski) recreado por Wilder con varios casos de tan peculiares pacientes.
La conmovedora y esperanzadora pregunta que Victor tenía preparada no recibió la respuesta deseada de Celia haciéndole retomar la decisión de quitarse del medio de forma algo torpe. En el arte de complicar más la situación Wilder prepara un gran final coral en el que interviene gran parte del elenco en la comedia de la confusión y del caos entrando en escena tras las rocambolescas situaciones en las que ambos se necesitan para culminar la acción de ‘limpieza’ que afectaría a un tal Gambola (Fil Formicola) un encargo que Trabucco ha de completar con la inestimable ayuda de Victor su nuevo amigo… a pesar de todo.
Una vez más el trío Wilder-Matthau-Lemmon, llenan nuestras cinéfilas vidas de pura comedia, en la que se pone en juego las realidades de dos actores maravillosamente complementarios en las manos de Billy quien de nuevo y por última vez, pudo llevar a cabo una realización encantadoramente entrañable y rabiosamente entretenida con la intervención además de un amplio reparto entre los cuales el capitán Hubris (Dana Elcar), el indiscreto botones Eddie (Miles Chapin) o la irascible paciente (Frances Bay). Háganse un favor: desde el primer fotograma de Curvas peligrosas (1934) hasta el último de Aquí un amigo, vale el tiempo que le deseen dedicar al gran legado cinematográfico de Billy Wilder.
22 de julio de 2020
22 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vita di Leonardo da Vinci (La vida de Leonardo da Vinci, es una miniserie de 5 episodios dirigida y guionizada por Renato Castellani en 1971, escrita por Giampiero Bona, Renato Castellani y Ivo Perilli. Estamos ante un drama televisivo de gran éxito que en su día cosechó la televisión italiana basado principalmente en la obra literaria de Vasari ‘La vida de los mejores pintores, escultores y arquitectos’ (1550).
La serie nos presenta las diferentes etapas en la vida de Leonardo que abarcan desde su nacimiento en Anchiano hasta su muerte en Francia, ofreciéndonos con gran detalle la vida y la obra de uno de los renacentistas más influyentes para el arte de todos los tiempos en la voz del narrador Giulio Bosetti.
El primer episodio con el maestro en cama y la asistencia de Francesco Melzi (Carlo Simoni) se ocupa de los primeros años del joven Leonardo, su descendencia y las primeras interrogantes apostando por curiosear sobre todo lo que le rodea incluso por el vuelo de las aves; tanta curiosidad le planta una pregunta al narrador “¿Cómo era en realidad Leonardo?, pregunta que nos lleva hasta el segundo episodio mostrándonos al Leonardo inventor, ingeniero que pronto llama la atención de Ludovico el Moro.
Entre viajes y compromisos, el tercer episodio centra su contenido en la realización del fresco ‘La última cena’ y los contratiempos de Leonardo acarreados durante dos años, tiempo que necesitó para acabarla, situación que en el cuarto episodio le hace viajar llevándole de Venecia a Florencia donde encuentra nuevos motivos que le hace renovar su espíritu.
En el quinto episodio se nos muestra su último año de vida que tras múltiples viajes por Milán, Roma y Bolonia entre otros destinos, recala finalmente en Francia donde vivirá sus últimos encuentros con la realeza debido al alto respeto que mantenía con el maestro. A lo largo de la serie se ofrece algunos datos importantes sobre el retrato de Mona Lisa. En líneas generales Renato Castellani completa una notable realización que dulcifica y magnifica a la vez el carismático personaje a lo largo de su fructífera vida creadora.
La serie nos presenta las diferentes etapas en la vida de Leonardo que abarcan desde su nacimiento en Anchiano hasta su muerte en Francia, ofreciéndonos con gran detalle la vida y la obra de uno de los renacentistas más influyentes para el arte de todos los tiempos en la voz del narrador Giulio Bosetti.
El primer episodio con el maestro en cama y la asistencia de Francesco Melzi (Carlo Simoni) se ocupa de los primeros años del joven Leonardo, su descendencia y las primeras interrogantes apostando por curiosear sobre todo lo que le rodea incluso por el vuelo de las aves; tanta curiosidad le planta una pregunta al narrador “¿Cómo era en realidad Leonardo?, pregunta que nos lleva hasta el segundo episodio mostrándonos al Leonardo inventor, ingeniero que pronto llama la atención de Ludovico el Moro.
Entre viajes y compromisos, el tercer episodio centra su contenido en la realización del fresco ‘La última cena’ y los contratiempos de Leonardo acarreados durante dos años, tiempo que necesitó para acabarla, situación que en el cuarto episodio le hace viajar llevándole de Venecia a Florencia donde encuentra nuevos motivos que le hace renovar su espíritu.
En el quinto episodio se nos muestra su último año de vida que tras múltiples viajes por Milán, Roma y Bolonia entre otros destinos, recala finalmente en Francia donde vivirá sus últimos encuentros con la realeza debido al alto respeto que mantenía con el maestro. A lo largo de la serie se ofrece algunos datos importantes sobre el retrato de Mona Lisa. En líneas generales Renato Castellani completa una notable realización que dulcifica y magnifica a la vez el carismático personaje a lo largo de su fructífera vida creadora.
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